Makenzy Orcel

madre dice que el viento es un espejo bizco gastado
resbala dando vueltas solo en el polvo
luna miedo con vocación de antorcha
que termina en la oscuridad
como la de los buscadores de oro
o rompedoras de piedras
o acordes en tensión extendidos
apagados en el crepúsculo
más allá del recuerdo de una sed heredada

todas las luces deberían confesarse
escuchen la sombra repitiéndose
la vida vuelve sobre sus pasos
en la noche baja
agazapada en el trono
madre el idilio
yo bebo ávidamente sus espejos
los pliegues de su marcha
madre son tantos viajes
lugares a los que ella vuelve
en esas horas pantanosas
que le llegan hasta los ojos
mar naufragado
las lamentaciones de mi sangre
despiertan al alba

aterrizo sobre mis patas
que se rompen horriblemente
eco de un irreparable malentendido
estrella vencida
cenizas de una breve iluminación
o lágrimas de alegría para celebrar el trono vacío
nadie antes de madre
se atrevió a hacer un agujero en el cielo
aplicar las sanguijuelas del alma
y vaciarla de su infinitud

no me equivoqué sobre mi miseria moral
y de mi frente la esperanza
se borró desde hace mucho tiempo
por todos los dioses conocidos e imaginados
los dioses sólo juran por silbidos
en ningún caso puedo tener razón
carajo vamos destrúyanme
no corren ningún riesgo es normal
los castigos inmundos de todos sobre uno
los fuertes devotos del mal
los armados sanguinarios
los magnates de sangre pura de lo abominable
¿dónde están?
¿qué están esperando?
acabemos con esto

madre se da vuelta
hermana de tantas sombras
reza en silencio
esconde desde siempre un Nilo imaginario bajo la cama
para que la noche no lo engulla
estrella cuya claridad no verá nunca
ya nada tiene una sola puerta
un día yo también iré a hacer mi duelo
entre los tuyos tus dioses discretos
me sentaré a tu diestra
y ya no tendré que caminar buscando
tu rostro en todo lo que es
durante todo el resto de la muerte
me acordaré solamente de tus pies
notas de música que calman los nervios
sobrecalentados de la tierra
adornada con pasadores de hormigón
para niña de pies ligeros que mantiene
su promesa de avanzar derribar montañas
nubes signos en lo infinito
¿cuál es ese país al que te fuiste?
ya no puedo vivir aquí
lo intento cada día
sin conseguirlo

incluso tu mirada madre fue falsificada
el tiempo el espacio el pesebre
la estrella que hubiera traído a los Magos
hasta la esquina de las calles Monseigneur Guilloux
y Saint-Honoré
luego de un baño de sangre en Martissant o La Saline
el canto negro y cursi arrancándole lágrimas
la aureola de alambre alrededor de mi cabeza
y otros hechos especiales
cavar la sombra permanecer allí
lejos de los mercados
bajo cuyas luces a menudo
se ven llorar sueños
antes de volar en pedazos
¿cuándo nació el canto?
el imperceptible lazo entre el espacio y el tiempo
su estructura
la luz el tiempo
el ser fuera de su destino material
todo ese circo me parece tan inmortal
y a la vez vinculante
que la luz llora
desesperadamente madre sueña
con una gran construcción en algún lado
donde al fin se construye un sitio para los perros
mientras la sombra
perra gravemente enferma
cada vez más densa y tensa
se eterniza
una vela duerme lejos en su parodia de resplandor
arrullado por madre
llueve sobre mi cara

con gusto me iría al infierno
donde todo vive muere se reduce
con un simple crujido de fuego
construiría una choza cada minuto
a orillas de una carretera bordeada de caídas efímeras
donde viviría con las cenizas de una mujer
de una flama que no dejaría de arder por mí
plantaríamos volcanes
olas de calor y aullidos de los bosques
tomaríamos nuestro pie en los remolinos
de nuestra extinción sin término
para jugar con el fuego tendríamos niños
que nos devorarían con su llama
que devoraríamos con la nuestra
en una combustión perfecta

dirígete a la noche
escribe la sangre desde el centro de la estación
siempre te ha gustado la noche
sus cantos sus seres fríos perros echados
reflejos con los que combates tus insomnios
la sangre desnuda llegó a turbar lo inédito
el dolor sus enigmas

dirígite al mar
bajo su manto gris azul oscuro
la sangre arrastra muchos rostros de ciudades
sueños como tantas almas carbonizadas
oigo la tierra latir en su pecho
y el cielo centavo en la lata del pordiosero
oh sangre
culminación de todas las dimensiones
temporales de la existencia
su cuello de tortuga parece imitar una duna
sofocar angustias del viento
y la ciudad surfea sobre su primera ola
venida de un mar más profundo que todo

los niños mojan sus dedos en la vieja sangre
y se dibujan barcas en la frente
dedicadas a la pierna izquierda del dios caído
colgada de un poste con una cuerda
para impedir la errancia del fantasma
una vez que el viejo dios hubo desaparecido por completo
de los templos los recuerdos y los vertederos públicos
el viento reanudó sus hábitos desde el mar

adiós mañana
nombre de un copo
tres gotas de sangre perlan
en tu seno izquierdo
adiós a lo infinito
esta canción que madre sin voz lloraba
vagando en el pasillo
hacia los últimos husos del silencio
río de páginas malogradas para rastrear
madre pasarela luminosa
exilio al fondo de las trincheras
tú decías hijo si el sol no quiere salir ve a despertarlo

Makenzy Orcel



"Nuestras palabras son más fuertes que nosotros, también era una frase de la abuela – ella siempre decía lo que pensaba, sin ofender a mis padres y sus invitados – quisiera que la mía fuera más fuerte esa vez, la perspectiva literaria de este cuaderno, yo podría decir de este caos, se alimenta de este engañoso impulso, de su inagotable evanescencia… todo está ahí, indiscutible, innoble y verdadero, la autobiografía es como una puta que enseña las tetas y no sorprende a nadie, o si, en el al contrario, a tal punto que es arrastrada a la hoguera en nombre de la buena moral, asumo plenamente esta indecencia, soy ahora el espejo en el que me miro."

Makenzy Orcel
Una suma humana









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