"Le escribo a un amigo que vendrá."
Manuel Gusmão
Revolución Orbital
Revolución orbital: se va la rosa transformando
en la cosa múltiple, amante y amada, en la acción
que así la hace y en los accidentes mínimos - paisajes,
estaciones de los días y de las noches, de los años de la historia.
Ondula en el cerebro la frontera de los márgenes de la luz
dibujar. Y la rosa es una hélice que vibra
en el aire que la respiración obliga (s): torsión de los pulmones,
del tronco y del sexo, de los nombres y de los vocativos
que se responden: como un corazón que deflagra
la rosa hace del aire que te falta la tierra de donde nacer
y el suelo sobre el que danzas.
Manuel Gusmão
Una piedra en la infancia
poner una piedra
una piedra sobre la infancia
Para que de una vez por todas este aliento
contenida suspendida en la oscuridad
Pon, te digo, una piedra de silencio en
esta infancia este discurso ininterrumpido este
discurso que falla y promete e inventa
los sueños y las promesas las risas sin razon
Para que la esperanza se interrumpa de una vez por todas
mal que no te rindas. Escribe, haz lo que dice el dicho:
Enterrar esta cosa intolerable en el silencio de la piedra
que es la infancia, las voces de la noche del pozo.
Borra la infancia lo que siempre falta de la llamada
y para siempre ya cambiaron los deseos y los miedos.
Ya no vas a tiempo, se enredó sin remedio
las vidas los nombres tu condenación. Pero ve.
Para que este aliento que ríe se calle de una vez por todas
ante la muerte, ante los ojos del dios enviado
recita lo que dicta el dicho: Pon una piedra en
infancia y oye la era el follaje que cubre
el cielo en ruinas.
También entonces había una roca en la esquina de la habitación.
Alio donde empezaba la noche, era una piedra y luego
creció, petrificado en su corazón de piedra
se dividió y varios fueron creciendo; ocupando
todo el espacio del sueño, del sueño del mundo.
Pesado en tu pecho, tus ojos te buscaban
que eran de piedra y el grito era una piedra
que en la garganta subía contra la otra piedra.
El mismo aire maltratado fue y dividió la voz
piedra contra piedra, el desierto hasta donde alcanza la vista.
Pon una piedra encima de otra piedra. inventar un
otra infancia que puedas recordar.
Obedeces el poema y sin sorpresa ves:
no pasa nada. No hay
ninguna voz en la voz de los condenados.
Manuel Gusmão
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