Zbyněk Hejda

Ahora, en verano, por la tarde

Ahora, en verano, por la tarde,
se está bien en el cementerio:
en las copas de los árboles hay pájaros,
sombra debajo y el sol
brilla en las tapias blancas.
Por los paseos entre las tumbas,
mujeres con regaderas van y vienen
entre la tumba y el pozo.
La iglesia abierta de par en par: Vacía.
Un rayo tardío detenido
en el espacio silencioso.
En los bancos, perdida en la oración, una mujer.

Desde el jardín de la casa parroquial llegan risas,
de muchachas también, una mujer tiende allí las casullas,
blancas, casullas algo raídas por los años.

Junto a la tapia de la iglesia
viejas lápidas. Escritura
hace mucho extinguida por los años.

Perfume de tilos viejos,
estatua de San Juan,
negra, encorvada por los años.

De la taberna de enfrente sale un hombre
titubeante.
Detrás de él voces, de putas también,
se adivinan fabulosos regazos ardientes.

El sol se pone despacio,
oscurece las sombras. 

Zbyněk Hejda



Cuando llueve

Cuando llueve
la faz del estanque parece
convaleciente de una viruela.
Bajo el dique
se harta de la lluvia el pez.
Más tarde la luna es contemplada
por las jóvenes
desde el casto pajar.
¡Con qué ternura crepita la paja
en sus pequeños nudillos!
Pero bajo el dique
aparecen los blanquecinos cuerpos
de mujeres ahogadas.

Zbyněk Hejda





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