"Diana Hopewell era una novelista australiana que vivía en una amable colina en un valle angosto, en el centro de una arboleda. Entre el tupido follaje de hojas delgadas y brillantes se colaban trozos de cielo. Narraba en sus novelas las nocturnas y eróticas expediciones de las colegiadas a galope (chicas que no eran del todo imaginarias) o la de abyectas mujeres postmenopáusicas que vivían una breve y soporífera historia amorosa. Era su imaginación nocturna. Miss Peabody representaba el lado sórdido de la humanidad. Sus noches se habían convertido en un mundo aparte. Un mundo de magia y hechizo. Vivía para las noches y para el tiempo que empleaba en leer las cartas de la novelista y en componer sus propias respuestas. Creía que la tragedia individual de uno está relacionada con la tragedia individual del otro y ambos están subordinados a la tragedia del mundo que ellos mismos destruyen."
Elizabeth Jolley
El legado de Miss Peabody
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