Luce Irigaray

“¿A qué o a quién desean igualarse las mujeres?” “¿Por qué no a sí mismas?”

Luce Irigaray



“Cada sexo tiene una relación con la locura. Cada deseo tiene una relación con la locura. Pero parece que un deseo ha sido tomado como sabiduría, moderación, verdad, dejando al otro sexo el peso de una locura que no puede ser reconocida o acomodada.”

Luce Irigaray



"El deseo ha sido relegado por la cultura occidental en la carne, negándole la dimensión espiritual."

Luce Irigaray


"Ella repuso: "Entonces después de todo ha ocurrido de verdad! ¿Y ahora, quién soy? ¡Lo recordaré, si es que puedo! ¡Estoy decidida a hacerlo!" Pero estar decidida no fue de mucha ayuda, y lo único que puedo decir, después de haberle dado muchas vueltas, fue: "L, sé que empieza por L".
(A través del espejo)
Si continuamos hablándonos el mismo lenguaje, vamos a reproducir la misma historia. A comenzar de nuevo las mismas historias. ¿Tú no lo notas? Escucha: a nuestro alrededor, los hombres y las mujeres, todo parece igual. Las mismas discusiones, las mismas disputas, los mismos dramas. Los mismos atractivos y rupturas. Las mismas dificultades, imposibilidades de unirse. Mismas... Mismo... Siempre lo mismo.
Si continuamos hablando lo mismo, si nos hablamos como se hablan los hombres desde hace siglos, como nos han enseñado a hablar, nos echaremos de menos. Otra vez... Las palabras pasarán a través de nuestros cuerpos, por encima de nuestras cabezas, para perderse, perdernos. Lejos. Alto. Ausentes de nosotras; maquinadas habladas, maquinadas hablantes. Enfundadas en pieles propias, pero no las nuestras. Violatilizadas en nombres propios. No el tuyo, ni el mío. Nosotras no tenemos. Lo cambiamos del mismo modo que nos intercambian, del mismo modo que con ellos nos usan. Seríamos frívolas por ser tan cambiantes, intercambiadas por ellos.
¿Cómo tocarte si no estás ahí? Tu sangre convertida en su sentido. Ellos pueden hablarse, y de nosotras. ¿Pero nosotras? Sal de su lenguaje. Intenta atravesar de nuevo los nombres que te han dado. Te espero, me espero. Vuelve. No es tan difícil. Te quedas aquí, y no te abstraes en escenas ya interpretadas en frases ya oídas y redichas, en gestos ya conocidos. En cuerpos ya codificados. Intentas ser cuidadosa contigo. Conmigo. Sin dejarte distraer por la norma, o la costumbre.
Así: te amo, normal o habitualmente se dirige a un enigma: a otro. Otro cuerpo, otro sexo. Te amo: no sé muy bien a quién, ni qué. Yo amo, fluye, se precipita, se ahoga, se quema, se pierde en un abismo."

Luce Irigaray
Ese sexo que no es uno




"En un caso, la liberación femenina pone el acento sobre la igualdad de derechos relativos a la posesión de bienes: la diferencia entre hombres y mujeres se sitúa en la naturaleza, cantidad y, a veces, cualidad de los bienes conquistados, poseídos. En el otro caso, la liberación sexual exige el acceso a un estatuto subjetivo, individual y colectivo, valorable por su condición de mujer. El acento recae en la diferencia de derechos entre sujetos masculinos y sujetos femeninos.
Poseer bienes equivalentes a los de los hombres no resuelve la cuestión del género para las mujeres de lenguas románicas, desde el momento en que tales bienes no pueden llevar la marca de sus propietarias sujetos. Decimos un hijo mío y el falo mío (?), seamos hombres o mujeres. Es decir, para los "objetos" de valor la marca de posesión es la misma. En cuanto a los otros "objetos", generalmente pierden su valor cuando son susceptibles de ser propiedad de las mujeres o manipulados por éstas. El problema del objeto y de su conquista no puede, pues, resolver la desigualdad de los derechos sexuados en todas las lenguas. Pienso, por otra parte, que no es capaz de resolverlos en ninguna lengua. Puede, sin embargo, satisfacer más o menos exigencia, más o menos urgencia.
Si la cuestión de los nombres profesionales ha tenido tanto éxito es porque representa un espacio intermedio entre sujeto y objeto, objeto y sujeto. Evidentemente, se trata de alcanzar un estatuto profesional, de tener un puesto de trabajo, pero esto es algo que no se puede poseer como cualquier otro objeto. Forma parte de la identidad subjetiva, aunque no sea lo único que la constituye. Además, su reivindicación se conjuga con facilidad con las reivindicaciones sociales ya presentes en el mundo masculino."

Luce Irigaray
Yo, tú, nosotras




"Es necesario acometer una revolución copernicana relativa a la diferencia sexual. Los hombres deben darse cuenta de que realmente no son el centro. Y aunque se identificaran ahora con el sol, no deben perder de vista que la tierra (las mujeres) gira sobre sí misma. La tierra ya no es un «objeto» fijo, un objeto plano en el que se refleja el sol (los hombres), la tierra gira sobre sí misma y con su espejo cóncavo (espéculo) desenfoca los reflejos del sol."

Luce Irigaray


"Es necesario cultivar el deseo; el deseo nace de la diferencia. Implica un entrelazado de cuerpo y de palabra."

Luce Irigaray


“La diferencia sexual probablemente sea el problema en nuestro tiempo, que podría ser nuestra ‘salvación’ si lo pensamos bien.”

Luce Irigaray


"¿La ecuación E = mc² es una ecuación sexuada? Tal vez. Hagamos la hipótesis afirmativa en la medida en que privilegia la velocidad de la luz respecto de otras velocidades que son vitales para nosotros. Lo que me hace pensar en la posibilidad de la naturaleza sexuada de la ecuación no es, directamente, su utilización en los armamentos nucleares, sino por el hecho de haber privilegiado a lo que va más aprisa."

Luce Irigaray



"Lo que conocemos como femenino en el patriarcado no sería lo que las mujeres son o han sido, sino lo que los hombres han construido para ellas."

Luce Irigaray



“Reclamar la igualdad, como mujeres, me parece la expresión equivocada de un objetivo real. Reclamar la igualdad implica un término de comparación. ¿A qué o a quién desean igualarse las mujeres? ¿A los hombres? ¿A un salario? ¿A un puesto público? ¿A qué modelo? ¿Por qué no a sí mismas?”

Luce Irigaray


"Tal y como en el varón el útero degenera en simple glande, en la hembra el testículo permanece envuelto en el ovario sin pasar a la oposición, ni devenir para sí el cerebro activo, y el clítoris representa el sentimiento pasivo en general. En el hombre, en cambio, está el sentimiento activo, el corazón que se hincha, la sangre que llena los cuerpos cavernosos y las mallas del tejido esponjoso de la uretra. A esta expansión de la sangre en el hombre, le corresponden las pérdidas menstruales de la mujer. De esta manera, lo que recibe el útero en tanto que mero receptáculo (retenr) se ve escindido en el hombre en sustancia cerebral productiva y en corazón que se expande hacia el exterior. El hombre es, como consecuencia de esa diferenciación, el principio activo, mientras que la mujer es el principio pasivo, porque permanece en su unidad no desarrollada. No se debe reducir la generación al ovario y a la simiente del varón, como si el producto no fuera más que una reunión de las formas o de las partes de los dos. Pero cabalmente en la mujer se encuentra el elemento material y en el hombre la subjetividad. La concepción es la concentración del individuo entero en la unidad simple, que se entrega a la misma, en su representación: la simiente es la representación simple misma; un punto como el nombre y el sí mismo en su totalidad.
Parece, dice Sömmering, que en el ojo las arterias desembocan en ramificaciones más finas que no contienen sangre roja. Hegel.
El pariente de sangre tiene como meta de su acción el cuidado del exangüe. Su deber intrínseco consiste en augurar la sepultura del muerto, transformando el fenómeno natural en acto espiritual. Un paso más y se sabrá que corresponde a la feminidad, guardiana del vínculo de la sangre, recoger en su figuración consumada, fuera de la inquietud de la vida contingente y de la sucesión de su ser -ahí disperso, la virilidad elevada así a la paz de la universidad simple."

Luce Irigaray
Espéculo de la otra mujer


"Transformarnos en una obra de arte significa descubrir los gestos y las palabras que pueden expresar nuestro deseo al otro, no para poseer, sino para hospedar al otro en nosotros mismos."

Luce Irigaray



"Toda teoría del sujeto se ha adecuado siempre a lo masculino."

Luce Irigaray







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