Mauricio Kartun

"Cuando escribís o dirigís de oficio lo que sale es el resultado de lo que sabés, pero no de lo que descubrís. Para que aparezca algo verdaderamente tiene que estar el deseo de expresión."

Mauricio Kartun



El azar como orden

No me refiero al azar, claro, como la extravagancia de escribir sobre cualquier cosa. Mi padre, con su sencilla sabiduría de hombre de campo, solía decir: «Cualquier cosa no, porque cualquier cosa es un sapo». No cualquier cosa entonces sino esa cosa con la que, tan enigmática como fatalmente nos enfrenta siempre a los artistas el propio azar, y que una intuición oscura nos deja reconocer. Un periodista le preguntaba alguna vez a Francis Bacon -hablo del pintor- como era su proceso creativo: (cito de memoria) «TIRO PINTURAS SOBRE LA TELA Y LA REVUELVO…» contestaba «…ENTRE LAS MANCHAS DESCUBRO EL MOTIVO, Y LO DEMÁS ES SENCILLO. SÓLO ME QUEDA PINTARLA.» «PERO SI SÓLO SE TRATA DE AZAR» le preguntaron «¿QUÉ PASARÍA» contestó «PORQUE ARROJARA, POR EJEMPLO, SU PORTERA?» «NADA PASARIA» contestó «PORQUE NO SERÍA MI AZAR. SERÍA SÓLO EL AZAR DE ELLA.» De eso estoy hablando. De ese natural encuentro por el que venimos a dar con el material generador, y de la capacidad de aceptar la bocha como viene. Salimos a la calle, abrimos un libro, recordamos algo, personajes, imágenes, una situación, una idea «LOS DIOSES BRINDAN GRATUITA Y GRACIOSAMENTE EL PRIMER VERSO» decía Valéry, y allí está el origen (claro que también disimula el anzuelo: Todos sabemos que las ideas te las da Dios, pero después escribirlas es un infierno) Familiarizarse con esa ruleta, entonces, me ha parecido siempre un objetivo prioritario en el aprendizaje de nuestra disciplina. Perder esa confortable confianza en el hogar de las ideas, esa fe en la sensatez de la necesidad, para instalarse en la pista más caliente de bailar la que te tocan. Aceptar ese concepto de improvisación imaginaria que rige naturalmente la fantasía del autor teatral. Ese «MARTILLO, CONDÚCEME AL CORAZÓN DE TODO MISTERIO» que clama sobre la piedra desde la tumba de Ibsen. Entender esa idea de improvisación, de dinámica imaginaria, que protege al acto artístico de cualquier riesgo de fosilización. Y ya no hablo aquí sólo del génesis, sino de ese azar como materia del proceso. El dramaturgo incipiente debe aprender a sorprenderse con el descubrimiento de un nuevo espacio, un personaje o un objeto -imaginario o real- que sume y modifique con su irrupción al todo escrito y al por venir. Aceptar las circunstancias del instante creador con toda la fuerza de arrastrarse de sus vientos subjetivos y objetivos: desde el estado del tiempo al del ánimo. Entender que el imaginario -ese botellero- no construye objetos a medida, como es afán del sistémico, sino que -orgánico- recicla desechos, residuos, imágenes en desuso, que son salvadas del olvido en este acto preservacionista de la estética. Aunque el deseo y la necesidad son edificadores, nuestro material de construcción básico es aquél que el azar nos pone bajo los ojos y nuestra intuición poética recoge. Con él escribimos, y nos escribimos: LA VERDADERA MEMORIA DEL ARTISTA SON SUS OBRAS.
Descubrimos al releer nuestras piezas como casi todo procede de una cadena de casualidades ordenadas ahora bajo la apariencia más decorosa de lo casual. Los encuentros más inesperados son ahora materia y parecen estar allí desde siempre. Me asombra recordar que ese personaje que hoy es carne propia fue sólo -en su nacimiento- la voz de un pasajero vecino en un camino polvoriento de Entre Ríos. Que ese pequeño pueblo que hoy resulta en mi imaginación contexto irremplazable podría ser otro -o ninguno- si sencillamente no hubiese levantado la vista al pasar por ese puente junto a él. Es así como la obstinación de lo fortuito se hace poética. Práctica de payador: lo imprevisto se vuelve substancia, y aval de la condición vital del arte. Todo rígido esquema dramático, así, contiene inevitablemente el riesgo de un drama esquemático, eliminando todo vínculo entre la temporalidad de la escritura y aquella circunstancia viva del escritor. Escribir hoy lo que escrituré ayer reduce el acto creador a un acto recreador, diferido hacia el pasado y sin compromiso alguno con la emoción presente. Sólo ese azar puede restituir al creador esa fantástica sensación de viaje, de descubrimiento, de aventura. González Tuñón -que sabía gozar de ella- dejó escrito: «…ANDAR CON GITANOS ALEGRES Y DORMIR EN UN PUERTO UN OCASO CUALQUIERA Y EN OTRO/ Y ANDAR CON SUAVIDAD Y CON DESENVOLTURA DE FUMADOR DE OPIO». Creo en nuestra obligación ética de maestros de crear nuevos -temerarios- viajeros, en medio de esta dramaturgia, de este arte, de este mundo, tan colmado de viajantes y de turistas. Prácticos, desapasionados, y siempre buscando el regreso los primeros. Ansiosos sólo por corroborar con sus ojos el paisaje que le vendieron en la agencia, los segundos. 2.
Aprendamos entonces a errar, a partir, a partirse, a zarpar, a zarparse. A preguntar. Y a entender de una vez y para siempre que no hay lugar más inanimado que las respuestas. Otra vez Tuñón: «YO CONOZCO UNA CALLE QUE HAY EN CUALQUIER CIUDAD/UNA CALLE QUE NADIE CONOCE NI TRANSITA/ SOLO YO VOY POR ELLA CON MI DOLOR DESNUDO/SOLO CON EL RECUERDO DE UNA MUJER QUERIDA/ESTÁ EN UN PUERTO. ¿UN PUERTO? YO HE CONOCIDO UN PUERTO./ DECIR, YO HE CONOCIDO, ES DECIR: ALGO HA MUERTO.»

Mauricio Kartun




"Hace ya tiempo la comprendí. Como cualquier soplador de carbón de la edad media no di por mi alquimia con el secreto del Fuego de los Filósofos, pero terminé al menos -como aquellos- descubriendo la receta de alguna sal purgante, un secretito para endurecer porcelana, o unos económicos fósforos de azufre.
De eso pienso hablar en este libro -en esta suma de apuntes, en realidad- : de esa experiencia que me ha dado el escribir teatro, y sobretodo el enseñarlo. Seré sincero: casi todo lo que sé de dramaturgia lo he aprendido de mis discípulos; del compromiso de tener que enseñársela, de la síntesis y la reflexión a la que me han obligado sus preguntas, del destripar sus ejercicios, y de esa fructuosa dialéctica del tener que pensar hablando. Trataré de que todo guarde un orden de manual. No sé si lo lograré: desconfío -en general- de los manuales, del orden; y tratándose de arte: de la lógica en particular. Creo sí -algo más- en lo azaroso. Y eso parece un buen tema para empezar a hablar de escritura teatral.
Mi padre, con su sencilla sabiduría de hombre de campo, solía decir: “Cualquier cosa no, porque cualquier cosa es un sapo”. No cualquier cosa entonces sino esa cosa con la que, tan enigmática como fatalmente nos enfrenta siempre a los artistas el propio azar, y que una intuición oscura nos deja reconocer."

Mauricio Kartun
Apuntes de dramaturgia creativa


"La dramaturgia me enamoró, la dramaturgia me sedujo, me atrajo, me incorporó a un mundo y me sacó del otro. Curiosamente en esos momentos de mayor falta de teatro descubrí, en principio, la posibilidad de recuperar el lenguaje de la narrativa."

Mauricio Kartun



La reproducción fantástica

He mencionado el azar como recorrido y también como puerta de entrada. Esa idea, esa imagen, o ese clima por el que penetramos un espacio al que indagaremos hasta hacerlo propio; pero en rigor de verdad no creo en una idea, o imagen como detonador. Creo sí en dos. Es habitual la imagen del dramaturgo que lucha contra una idea infecunda. Se vuelve y revuelve dentro y alrededor sin poder fracturar su conceptualidad, sin poder salir de los límites que le establecen sus mismos tópicos. Imágenes presas de su propia apariencia, su utilidad, su obviedad freudiana, o cualquier otro valor previo con los que suele prendernos la red conceptual. El escritor -envuelto- oprfía entonces, puja, enfrenta un esfinter imaginario como si la creación fuese resultado de una voluntad en tensión. Pocos filos hay capaces de rasgar aquel tejido. Sin embargo, la aparición -premeditada o casual- de una segunda imagen, personaje, o contexto, suele sorprendernos desgarrando ese entelado y pasando -tajo adentro- al lado fructuoso de la ensoñación. No se trata -claro- de un grosero sistema de adición. No hay aquí suma alguna de las partes sino aleación. Un proceso fundente, fundante, que devuelve en su mixtura un nuevo material. Una purísima bisociación,3. A menudo reflexiono con mis alumnos sobre esta cuestión: debemos aceptar a la imaginación, no como la facultad de formar imágenes, sino de transformarlas en un movimiento constante. Sabemos -Hegel mediante- que sólo se transforma aquello que contiene una contradicción, y que una contradicción consta de dos términos. Ayuntamiento entonces, cópula fantástica: la capacidad de imaginar historias responde también a esa obstinación binaria que rige a todo el universo. Ese encuentro polar y por tanto dinámico que pone en marcha la dialéctica de lo imaginario. Una maquinaria cachonda de cosas que se reproducen y nos reproducen, que se multiplican y nos multiplican. La creación como metáfora de La Creación,4. Es de esta manera que alumbramos finalmente los artistas a ese nuevo ser sobre la tierra que es el personaje. La criatura. En ese acto entre sacrilegio y pío del procrear con el que todos visitamos la omnipotencia, con el que volvemos los poetas a ese lugar más milagrero del vate -de vaticinio- con el que nos confirmamos -si es cierto aquello de Shakespeare de que «EL POETA ES ESPIA DE DIOS»- sino como dioses, al menos como sus alcahuetes predilectos.

Mauricio Kartun



"Los mitos son inseparables de la humanidad. Son una extraña forma de inteligencia. Nos construyen el sentido de una experiencia que alguien ha tenido y que se la traspasa al que viene detrás. Los humanos somos fanáticos constructores de mitos. Leemos en ellos y los construimos. Tanto en la historia común, como en la personal. Yo miro mi pasado, y lo que encuentro en él son recortes que he ido haciendo, y a los que inevitablemente les he ido dando condición moral, porque a partir de ellos fui tomando después decisiones. En otras palabras, que de mi vida también recuerdo mitos. Ese acto de inteligencia narrativa, esa construcción de un relato que nos expresa, es lo que yo tomo en mi dramaturgia, relatos que luego intentan contener un sentido."

Mauricio Kartun



"Para escribir hay que alejarse de lo académico."

Mauricio Kartun


"Sí, yo soy archivista, archivista de fotografía. El archivismo no deja de ser una enfermedad (risas). No deja de ser un trastorno. Un trastorno del acumulador compulsivo que, de pronto, le encuentra un sentido a eso que guarda. Entonces, a partir de esa coincidencia, empieza a sentir que arma discursos. Es decir, tener una fotografía no es nada, tener cinco mil sobre el mismo tema en realidad es crear un discurso sobre ese tema. Yo tengo, por ejemplo, en el archivo virtual de la Universidad de Tres de Febrero, la UNTREF, todo mi archivo de fotografías sobre artistas de variedades. Quienquiera que entre y lo recorra se encontrará un discurso, encontrará el mundo del artista de variedades. Ahora, formar un archivo tiene sentido solamente en tanto uno lo comparta. Si no se vuelve algo muy pajero. Tener una colección, amontonar en cajas cosas que nadie verá y cuyo único placer es habérselas sacado a otro que colecciona lo mismo, es medio siniestro. En cambio, cuando uno piensa en términos de archivo, un archivo abierto, un archivo que se comparte, uno piensa en compartir la energía de esas imágenes. Ese es el sentido, es la fiesta del archivo. El archivo canuto es tremendo, es siniestra, en realidad, la idea de sacar de circulación la energía de algo que comunica para incomunicarlo y meterlo en una caja. Te volvés un incomunicador. Por el contrario, me parece que escanear las fotos que uno sabe que tienen un valor evocador, explicarlas y acompañarlas de un epígrafe, es hacer circular. Es decir, darle sentido a ese archivo, darle sentido a esa acumulación, y, por lo tanto, transformarla en discurso."

Mauricio Kartun



“Un buen poema es aquel que, al leerlo, impulsa a escribir otro.”

Mauricio Kartun



"Uso las carcajadas como dirección teledirigida. Lo que me produce la risa no es lo que se la produce al público sino que es el efecto de que algo salga bien. Los actores tienen dos señales: mi risa, que de alguna manera les indica que algo está saliendo bien, y una luz que se prende en la platea, que es la de mi linterna cada vez que voy a anotar algo. Y ellos saben que si anoto algo es porque estuvo mal."

Mauricio Kartun



"Yo creo que los escritores somos lectores degenerados."

Mauricio Kartun


"Yo me meto en un universo de una narración, de una obra de teatro, de una novela, de un cuento. Que ese universo ya viene modificado por lo que pasó es cierto, lo que no puedo hacer es meter lo que está pasando en ese universo."

Mauricio Kartun









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