Hugh MacLennan

"El año que obtuvo el graduado en la Universidad falleció su tío. El hecho es que este deceso supuso que le dejara a su sobrino, como legado, una factoría al borde de la quiebra, del colapso, y lo valoró como si se tratase de un accidente designado por la divinidad. Además, le había salvado de convertirse en un profesor. En el período de un lustro había logrado amasar la suficiente fortuna como para permitirse pensar certeramente que podría vender la fábrica y obtener pingües beneficios. Procediendo lógicamente, y ya avezado en las técnicas de producción, estableció la maquinaria industrial en Hamilton. Fue justo el año que contrató a la Srta. Drew en calidad de secretaria.
Cuando transfirió sus oficinas la calle Saint James, una valiosa reputación le precedía. No en vano había sido uno de los primeros en sofocar los vestigios de una huelga mediante el simple procedimiento de ofrecer a los trabajadores un comité de administración laboral. Como había presagiado, los líderes de la huelga fueron elegidos para formar parte de la junta por sus propios hombres. Después de eso o bien los dividió unos contra otros o actuó como un coronel con sus suboficiales. Pronto ellos fueron más conservadores que él mismo y en muchas ocasiones formularon sugerencias para mejorar la producción pagada en base a pequeños incrementos salariales sobre el salario estipulado.
Tras todo este periplo su avance había sido sumamente rápido. Diríase que era incapaz de plantearse siquiera una mala inversión. Cuando Max Aiden hizo una fortuna con el cemento, redundó también en un notable beneficio para sí. La suerte le fue favorable con los ferrocarriles y tampoco le fue esquiva, más bien al contrario, con los barcos, anticipándose precisamente a la contienda bélica. Alrededor de 1917 se había consolidado como un verdadero multimillonario. Algunos lo llamaban acaparador, pero él mantenía su ánimo incólume, sabiendo que tal ínfula era injusta y que cuando aconteciera la paz todos podrían ver que no había en el país ningún hombre de semblanza más sólida."

John Hugh MacLennan
Two Solitudes




"En comparación con un ser humano amoroso, todo lo demás no tiene valor."

John Hugh MacLennan



"En el transcurso de su vida muchas personas habían vertido opiniones muy diversas acerca de ella. Era considerada como una chica solitaria, tímida y extremadamente reservada, pero esta rémora se debía al hecho de que había padecido la penuria de la enfermedad siendo apenas una niña. Sus tendencias lésbicas se presentaron al principio de la veintena y devinieron en toda una osadía en su desesperado afán por vivir y disfrutar. Luego pasó a ser una esposa más, aparentemente satisfecha y serena, con un brillante sentido del humor y una increíble capacidad para hacer amigos. Pero en su fuero interno cuando la gente pensaba en Catherine -yo lo sabía perfectamente- no podían evitar sentir el peso de su tragedia, de su drama personal, a causa de la condición de su corazón. A pesar de su aspecto juvenil, ellos se la representaban ante sus ojos como una anciana prematura -al menos así sucedía con sus amigos- cuyo tiempo era limitado.
Ella era también una artista, en un principio y en gran parte a causa de lo oneroso de su soledad y posteriormente porque dicho arte era su principal valedor para enfrentarse a la colisión con un mundo que ella amaba pero que poco a poco se había ido difuminando en su entorno. Ella creía firmemente -me constaba- que si lograba vivir el tiempo suficiente dejaría tras de sí el testimonio y el legado de unas pinturas que serían muy estimadas en el futuro. Esta Catherine era realmente ambiciosa. Esta Catherine era también cautiva del poso de su propia soledad y -me atrevería a afirmar- que había días en los que ella me excluía totalmente de su particular universo debido a la singular comunión que ella había forjado con el color y la forma. Ella podía ser realmente despiadada. Todos los artistas lo son."

Hugh MacLennan
The Watch That Ends The Night










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