Juan Carlos Macedo

ASUNTO PERSONAL
(nocturno para mi caballo)

Un tiento debilita la pasión de su cuerda;
juega a existir, pues morirá sin falta,
para que todos nosotros
hagamos nuestras vidas, normalmente.

En torno a esta materia, es de buena costumbre
reservar episodios para el llanto.
Con arreglo a esas normas no olvido a mi caballo,
con el final sin fiesta que aprendimos los dos,
esfera de silencio
las capitales con su provisoriedad.

Comparado con el mundo para qué este dolor,
que aquí venga la noche con ya aprobada historia
y que se moje la luna entre sus círculos, como última bandera.

Porque el orden no es ajeno a estas circunstancias.

En sus planes las aves
deberán considerar nuevos aliados,
pues ya nos habremos ido
un sábado con sol.

Juan Carlos Macedo



BUENA JORNADA

No me pidas que explique por qué ha salido el sol
o no ha salido,
y es la tierra que gira.

No me pidas que exija a cada acto
una regla precisa, imprescindible,
que logre la victoria.

Mejor pregunta por qué con cada día
despierta la sorpresa.
O ya no lo preguntes,
descúbrelo.

La eterna novedad es la vida que no acaba.

Juan Carlos Macedo


Del Amor

Yo tomo tu presencia
Tomo tus ojos
Seguros ojos, cómodos,
en la profundidad de lo que habitan
También tomo tu voz
que es favorable
Porque en ella coinciden tu deseo,
mi deseo,
y el deseo real de la vigilia

Que se transforma en un hecho objetivo
donde se legitima
o donde se demuestra,
la factibilidad, los límites,
la diferencia estrecha, las medidas,
la historia natural
de la existencia exacta de tu encuentro

Son los cuerpos después al penetrarse,
pero eso es después
los que comprueban

No puedes darme nada
sino lo que me ofreces lo que tomo
No quiero darte nada
apenas lo que encuentres y sostenga
tu soledad, tus ollas,
tu rostro claro de,
tus hijos,
y octubre por crecer

Salvo que el renovado miedo a perder cosas
nos enseñe a mentir. Y comiences a dar
y yo a cambiar, a negociar tú entiendes
Los pequeños reproches, los silencios vacíos
La lenta construcción
de lo que se destruye sin saberse
La lenta destrucción
de lo que no ha podido construirse
Cuando olvidamos que nada puede darse
sino lo que hemos sido, lo que somos

Yo tomo tu presencia que es lo justo.

Juan Carlos Macedo



PUEBLOS: RESISTENCIAS

En los pueblos pequeños
las tareas del hombre son sencillas,
la esperanza

El pueblo no repara
si es tregua o desamparo
Pertenecemos a un mundo
más vasto que nosotros

Piedad; estilo alto del silencio alto
las manos que sostienen la certeza
de los lugares diarios

Hacer es estar solos
con el sueño de todos cuando duermen,
a veces, aún más solos:
Construir es la única decencia, eso es saber.
La novedad que insiste
hasta el estado de naturaleza

El prolongado camino de las explicaciones
la historia no es un tiempo, son fragmentos,
de la inocencia imposible de por qué o para qué
El día que la palabra cuenta
no da cuenta del día: recortes,
de las buenas, trozos de una dirección;
desatención
u ocultamiento atento de su identidad.

Apenas la poesía es reconocimiento, los derrotados,
son la realidad

La palabra que cuenta en cada instancia
es el silencio doble de su compañía,
el aliento que pesa
el amor vuelto a casa
la noche desigual. La actual viveza de,
aquella y esta
noche desigual

Juan Carlos Macedo



RAZÓN E HIPÓTESIS DE JUEGO

Este trabajo de soledad -y olvido-
Sin obligada audiencia o acierto colectivo,
sin la evidencia que lo frecuente otorga
al gesto repetido sin el vigor
con que el sudor de brazos
desde antiguo
elabora sus frutos y el destino
jamás correspondido.
Aún sin la esperanza de esos brazos reunidos.

Pero no sitio de llanto
de excusa
o adjetivos;

este trabajo: poesía,
de organizar el sol
doblar los días,
mantener en las noches un ojo que vigila,
no es menos justo
que los otros oficios repartidos

No hay racionalidad sin afecto compartido,
que sea necesaria,
que pueda ser muralla,
que llegue a ser,
este trabajo: poesía,
de enlazar las palabras
de inventar cada voz en las palabras, de juntar

las palabras con la vida,
esta mi vida
tal vez
unas pocas palabras
que no puedo guardar
para que vivan.

Juan Carlos Macedo









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