Lisias

"Y entonces entra Eratóstenes , ¡Oh, ciudadanos!, y en seguida me despierta la criada y me avisa que está dentro; yo le encargo que se ocupe de la puerta, bajo sin hacer ruido, salgo y me voy a buscar a éste y a aquél y al de más allá, y a unos no los encontré y otros, por lo visto, no estaban en la ciudad. Recogí el mayor número de los que estaban presentes y me puse en marcha. Tomamos antorchas en una tienda y entramos pues la mujer se había cuidado de que la puerta quedase abierta. Empujamos, en fin, la de la habitación y los primeros que entramos pudimos verle aún acostado junto a mi mujer, y los últimos, puesto de pie,desnudo, sobre la cama. Entonces yo, ¡Oh, ciudadanos!, le golpeé, tirándole al suelo, le puse las dos manos atrás, se las até y le pregunté porqué me ultrajaba entrando en mi domicilio. Él reconoció que delinquía, pero se puso a rogarme y a suplicarme que le pidiera dinero en vez de matarle. Y yo le contesté : "No soy yo quien te mata, sino la ley de la ciudad, que tú has violado, teniéndola en menos que a tus gustos y prefiriendo cometer un tal crimen contra mi mujer y contra mis hijos antes que obedecer a las leyes y ser honrado."

Lisias
En defensa de la muerte de Eratóstenes

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