365.
En un país tan seco y caótico como este,
El lenguaje se quiebra en los altos
Cercos que son barreras. Fue allí que
Encontré, sin embargo, una lengua
Sufriendo otra lengua. Bajo sus
Propias escamas, el pez
Experimentaba dolores físicos, a falta
De agua renovada; dolores espirituales,
Inducidos por confusos sentidos; y dolores
Translúcidos provocados por mutaciones de
Fascinación. “Qué lengua oscura e
Inteligente”, dijo la escritura veterana
Por haber muerto tanto de afectos
Apenas tristes. “Ah, lengua, eres tan fuerte
Y percutiente en los fonemas que exceden
Tu gramática obstinación.”
Maria Gabriela Llansol
A la víspera de un día de gran potencia cognitiva,
Una potencia cognitiva revestida de fuerte
Sensibilidad sin emoción. Ver lo que aún
No se conoce es una particularidad rara
que a veces, arrasa.
Cuando miró el vidrio
El vidrio estaba en el espejo es la víspera.
Maria Gabriela Llansol
Cuando el recuerdo duele,
Se mueve la memoria, la nostalgia cae, y tú surges
Del pasado pronto a herirme
Cuando el viento sopla de verdad,
Las hojas se mueven, la lluvia cae, y yo no sé si
Te levanto del suelo o te dejo bio degradar. Mario
La traducción es instantánea entre frases textuantes.
Maria Gabriela Llansol
GANAS DE PEDIRLE
esa noche,
por las diferentes clases de afecto que te dedicábamos,
«por los diferentes aspectos», conforme decía Escarlata a mi oído, supimos, ella y yo, que tus dedos no sólo vibraban sobre nosotras sino sobre la parte que le falta al cuerpo humano; habías dejado nuestra compañía por esa falta y Escarlata se volvió tumbada hacia la ventana, próxima a la luz exterior, preocupada con la idea de dejarnos y de, al día siguiente, atravesar la ciudad sitiada de Münster; ya mostraba los labios resecos, lo que me hizo recordar que también sentía un gran amor por los guijarros, por las piedras y por la tierra seca; la vorágine del único día del mes de enero en que la habíamos tenido con nosotros llegaba a su fin y, en el último momento, sus pies jugaban con los zapatos posados sobre los flecos de lana. Hablaba poco, como de costumbre, y su elocución era siempre ponderada, para alcanzarnos de lejos; yo miraba la expresión íntima de su rostro y lamentaba, para poder dar curso poco a poco a mi tristeza, que la helada hubiese quemado los arbustos expuestos en el atrio; y a medida que se aproximaba la hora en que Eckhart vendría a buscarla, me confundían las ganas de decirle lo que hasta entonces no le había dicho, de modo claro y transparente, por respeto humano:
no le había pedido que viniera solo porque
había guardado de ella el recuerdo más radiante, sino también porque sabía cuánto pesaba
su ausencia involuntaria en Copérnico y que, para él, ella y yo éramos las dos partes
oficiantes del amor; que él creía no poderla dejar sin nosotros dos; pero que, cuando la había
visto por primera vez, hacía cinco años, yo no tenía aún este sentimiento por ella
este, que está tan próximo, o hasta en lo íntimo de quien se despoja;
y pues que amo por primera vez a un ser de mi sexo, y solo ahora,
me pregunto hasta qué punto lo que nos pasó en el alma no mudó la contingencia de mi
cuerpo y el lenguaje separado del masculino y del femenino no es una opresión que afecta a
la forma y la restringe.
Pero solo dije
la gran extensión de tierra que se puede recorrer todavía en compañía de Eckhart antes de llegar a Münster, te traerá sosiego. Y cuando estés cerca, desvíate, Escarlata mía.
Maria Gabriela Llansol
Me vuelvo a acostar
Bebo el agua que fui a buscar a la cocina
Todo duerme.
Soy yo.
Eres tú.
Es el cuarto.
Mañana te lo digo.
Que la noche es más. Yo la quiero bien
Sin apasionarme por ella.
Maria Gabriela Llansol
"Tenía una manera distante de hacer el amor: por la mirada y por la palabra. También por el tiempo, pues desde la época de su bisabuela, volver atrás era siempre algo irrealizable. Al excitarse, vislumbraba a veces con firmeza un lugar, el más hermoso de su casa, la casa entera, porque toda la casa era bella y percibía entonces el tiempo de los niños, ahora el tiempo de los hombres."
Maria Gabriela Llansol
El libro de las comunidades
UN RITUAL DE GESTOS
Hadewijch dice para apagar la ausencia.
Su respuesta es: durar, continuar
no interrumpir.
Gestos para los tres, gestos para cada uno,
cuando la trinidad está suspendida.
Isabôl dice quiero también el cuerpo
penetrarla hasta los confines.
Su respuesta es: comunidad de figuras.
Ambas están ávidas de alegría.
Hadewijch, de la alegría de ver; Isabôl, de la alegría de entrar y de poseer. Hadewijch ve a Isabôl, Isabôl quiere a Hadewijch abierta, íntegramente disponible, sin otra voluntad que no sea la voluntad de responder a lo que Isabôl quiere de ella.
Los tres silenciosamente besándose.
Los tres besándose en los senos.
Los tres besando las vaginas abiertas.
Isabôl se despide para entrar en el alma de Hadewijch.
Isabôl despide a Hadewijch y dice cuenta el amor.
Isabôl dice la vagina de Hadewijch está preparada.
Copérnico, entra en ella y no la dejes en paz.
Vuélvela incandescente, al rojo. Que sienta el
fuego, que es fuego, se pierda en él y
crepite de amor y de visión.
Hadewijch dice: entra en Isabôl, hazle lo que ella quiere
que tú me hagas. Ábrele el alma donde
quiero entrar. Mi cuerpo es el de ella penetrado por el tuyo. Mi
cuerpo es el de ella esperando ser abierto.
Vuélvete siervo de tu pene y no señor de
nuestras voluntades. Siervos los
tres de un solo señor, el deseo
insustentable de eternidad.
Isabôl dice: el tiempo acaba en su pene.
Quiero que todos seamos penes, en los dedos,
en los pezones, en la lengua, en la mirada,
en las palabras.
No es el pene de él, hombre, sino de él,
eternidad.
Es la llave que abre todas las puertas del cuerpo, que las sombrías reciban la claridad del amor,
que las abiertas sean abandonadas.
Tenemos un territorio, pero no tenemos casa.
Quiero ser nómada.
Quiero que digas, Hadewijch, que tu
cuerpo es para ser
penetrado sin fin, que vienes para ser pene-
trada sin interrupción,
que estás para que te hagamos lo que, en lo
íntimo,
más temías y más deseabas.
He de abrirte el vientre, la boca, las nalgas, las piernas, los senos, la
mirada, la nuca, las manos,
las caderas, los pies.
Quiero entrar en tu Sancta Santorum, que
no es tuyo,
como entrarás en el mío, que no es mío.
Hadewijch dice ¿qué haremos de Copérnico?
Isabôl dice una imagen que aún no existe.
Hadewijch dice ¿pero qué haremos de él?
Isabôl dice daremos una imagen a su voz, a su fuerza,
a su corazón, a su entendimiento.
Hadewijch dice ¿qué haremos de él además?
Isabôl dice él también tiene un cuerpo.
El nuestro lo abrimos. El de él lo hacemos.
Hadewijch dice ¿qué más haremos de él?
Isabôl dice el sueño de nuestra regla.
Copérnico piensa: haremos de ellas
los nombres primeros de esta regla:
consumir los cuerpos
para que el espíritu encuentre obstá-
culos
y se vuelva amor, alegría pura,
discernimiento, voluntad y
pueda, al fin, partir.
Los tres saben llegó la hora,
seremos los dadores de nuestra propia
muerte.
Los tres saben moriremos exhaustos y fuertes.
Maria Gabriela Llansol
Yo estaba acostumbrada a venir a casa con un viejo amigo
Que ponía su mano en mis hombros. Yo raramente tropezaba
porque él irradiaba el calor de las manzanas y la paz del
Tilo. Era el árbol de mis pasos. Y volviendo a casa,
regresaba al Paisaje que me hacía humana.
Maria Gabriela Llansol
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