Sebastián Fausto Barrera de Faria

"Nítida e inconfundible de una persona humana vista a corta distancia. La miraba fijamente. Su postura era erecta, con las manos juntas por encima de la cintura y los pies descalzos dentro del lecho del regado de agua. Las manos y los pies eran dorados. Vestía una túnica que la cubría por completo, de mangas largas, y de tejido grueso y de apariencia primitiva, gris-azulado claro, y un manto igual en la cabeza. Era alta y delgada, aparentaba cuarenta y pocos años. Piel pálida, cara oval y bonita, con una expresión acogedora y santa. Ojos grandes, bien separados uno del otro, marrón claro, siendo del mismo color que los cabellos. Su voz era suave, en un portugués perfecto. Sonrió una vez en la primera aparición y se volvió triste en la cuarta, al dictar la siguiente frase: «Que se conserve mi templo siempre abierto, intransitable e inviolable»."

Sebastián Fausto Barrera de Faria
Tomada del libro DISTORSIÓN. Ovnis, apariciones marianas, bigfoots, hadas, fantasmas y extrañas criaturas ¿una teoría explicativa? de José Antonio Caravaca

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