Antonio Pérez Henares

"En esto último era donde quería estar, y cuanto antes, el Juanillo y en lo primero andaban el Julián y el Valentín. Pero en realidad estaban todos en lo mismo. Con una mano en la estiba del arado y la otra en la empuñadura de una lanza. En no pocos casos, y dependiendo de la estación o la necesidad, era el mismo quien, según tocaba, estaba en las dos cosas. Labrar la tierra y combatir por mantenerla y ensancharla."

Antonio Pérez Henares
Tierra vieja



"Era una tierra vieja. Desde luego que lo era. Había sido roturada ya antes. Había sido hendida por el arado, descuajados los chaparros, desbrozado el arbusto, tirado el surco, sembrado el trigo y plantada la vid y la higuera. Pero luego, una y otra vez, habían llegado el hacha y el fuego. Había sido talada, arrancada la cepa de raíz y socarrada. Baldía de nuevo y vuelta a ser cultivada después para volver a ser arrasada hasta la entraña. Pero, aun así, algo había quedado en ella, algo que siempre pugnaba por rebrotar. Y los hermanos lo habían sabido hallar y ayudado a renacer."

Antonio Pérez Henares
Tierra vieja



"Hay un canto a la tierra. Yo soy hijo, nieto, bisnieto de labradores. He visto segar a mano, arar con arado, con mulas. Una oda al respeto que se debería ofrecer a esta profesión y los lugares que algunos consideran, erróneamente, la España vaciada. Tierra Vieja pone en valor la vida en rural ante una visión urbana sobre la tierra totalmente paternalista y soberbia. Desde la urbe dan lecciones de cómo se tiene que vivir en el campo, no hay respeto hacia gente que cuida todo un territorio."

Antonio Pérez Henares



"La vida del labrador era eso, un acabar para empezar. Cuando se salía de eras y se metía en los atrojes la cosecha, había que ponerse a preparar la nueva siembra. Parar lo que se dice parar solo se paraba por obligación o porque el tiempo no dejaba salir al campo. Entonces se aprovechaba para remendar lo que se había ido rompiendo y no se tuvo tiempo de componerlo, hacerse con aquello que se había echado de menos o limpiar un rincón o trasladar algo de sitio. La lluvia, además de ser bien recibida, proporcionaba aquellos ratos más sosegados y hasta había tiempo para quedarse apoyado en un quicio y a cubierto, y ver caer el agua. Fuera en las cuadras, en el zaguán o en la fragua, los días metidos en agua también servían para descansar por mucho que se aprovechara para poner una herradura, enderezar una telera del arado, zurcir un tirante de la yunta, repasar una collera o curarle a la mula un rasponazo. Y ver llover. Que era bonito ver llover bajo techado."

Antonio Pérez Henares
Tierra vieja



"No somos más que nadie, pero menos que nadie tampoco."

Antonio Pérez Henares



"—Nos la hemos ganado, Antonio. Nuestros abuelos, nuestros padres y nosotros. Es nuestra tierra. Nos pertenece.
    El Pequeño asintió a las palabras de su hermano mayor.
    El Antonio tardó en contestar. También lo hizo asintiendo con la cabeza a lo dicho por su primo, pero luego añadió con la boca:
—Pero no, Jesús. Somos nosotros quienes le pertenecemos a ella."

Antonio Pérez Henares
Tierra vieja









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