Jaime Mendoza Gonzáles

 "Bolivia debe pisar fuerte en el Chaco; pero no precisamente con el sable y el fusil, sino con la picota y el riel... Bolivia debe ante todo hacer caminos. Eso a nuestro juicio vale más que la misma instrucción en la hora actual para Bolivia. La instrucción sin la comunicación nos parece una paradoja. Ojalá hubiera en Bolivia algún gobierno que sólo se ocupase de caminos entre todos los rincones. Ese gobierno echaría las bases de una verdadera nacionalidad."

Jaime Mendoza Gonzáles




"Se podría comparar el territorio boliviano con una gran fortaleza cuyos torreones se levantan en torno de la altiplanicie, pero cuyos pies llegan por un lado a mojarse en el mar, y por otro a apoyarse en las llanuras centrales del continente.
No es, pues, Bolivia un simple 'conglomerado'. Es, por el contrario, una admirable síntesis de factores físicos que hacen de su territorio un terreno apropiado para construir, con él, una gran nación."

Jaime Mendoza Gonzáles




"Sentía, por lo mismo, cierta tristeza; pero luego le reanimaba la idea de que estaba yendo a una tierra riquísima, donde esperaba que le iría muy bien y de donde regresaría pronto. Recordaba continuamente a su amigo Máximo Godoy, quien le había contado tales cosas de aquella tierra, que llegó a ser una obsesión en él el marchar allí lo más pronto. El no era, ciertamente un hombre audaz y aficionado a aventuras extraordinarias; pero le gustaba vivir holgadamente, y como para vivir holgadamente se necesita dinero, y el dinero no abundaba en las arcas de su casa, Martín se hizo la cuenta de que era hacer lo mismo que Máximo Godoy, esto es, ir a trabajar a Llallagua para volver de allí con los bolsillos llenos.
[...]
El viento cantaba allí su eterna canción. Silbaba entre los pajonales de las alturas de Karakara, formaba a la distancia remolinos de polvo que se levantaban en grandes espirales blanquecinas, azotaba las peñas solitarias que se destacaban a lo lejos simulando castillos fantásticos, chasqueaba entre las aristas de las rocas, se metía lúgubremente entre las hendiduras produciendo fúnebres aullidos, resbalaba sobre las aterciopeladas praderas y se perdían bramando y volvía a aparecer, y subía y bajaba, y se retorcía, y gritaba incansable, potente, frío, insistente, siempre movible y siempre tenaz, como si fuese el único señor despótico de aquella agria región.
[...]
Era una mañana radiante... Se veían, diseminadas en sus contornos, casuchas de labriegos, algunas de las cuales mostraban banderolas blancas en señal de que allí había chicha para aplacar la sed de los caminantes. Por el ancho camino pasaban, con dirección a la ciudad, tropas de borricos cargados de comestibles. El cuadro de la naturaleza había variado por completo. Ahora ya no veía Martín amenas perspectivas del día anterior. La vegetación se hacía más y más raquítica; ya no veía más que uno que otro árbol, y en cambio se presentaban áridas serranías, pampas de aspecto desolado y, en general, una perspectiva monótona y desesperante."

Jaime Mendoza Gonzáles
En las tierras del Potosí



Y tal es mi sola ambición,
Mi solo anhelo de gloria,
De vivir no en la memoria,
Pero sí en el corazón.

Jaime Mendoza Gonzáles
Epitafio










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