La palabra cosmos, en la enseñanza, no significaba el universo completo sino cada peldaño de una escalera viviente de siete peldaños, que desciende desde el Absoluto hasta el microcosmos.
Se apoyaba en un concepto básico: cada peldaño forma parte del Absoluto. No habría un creador por un lado y una creación por el otro.
En palabras de Gurdjieff, el universo existe dentro del Absoluto.
Y aquí está la escala de los siete «cosmos».
El Absoluto
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Todos los mundos
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Todos los soles
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El sol, el sistema solar
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La tierra, los planetas
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El ser humano
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El microcosmos
Esto representa un esquema de la creación como un árbol invertido donde las raíces, que están arriba, son el Absoluto inmanifestado.
El tronco principal es «todos los mundos», o sea todas las galaxias, el universo o el cosmos en el sentido actual.
La rama «todos los soles» es nuestra galaxia, la vía láctea.
Y una de las innumerables ramas de la galaxia es el sol, que tiene sub-ramas en cada planeta, etc. Es una línea que va desde las raíces de un enorme árbol hasta nuestro mundo.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 11
La vida cotidiana encandila, arrastra como un tsunami, sin dar oportunidad para comprender cuál es nuestro verdadero tamaño, nuestra escala en ese infinito de allá afuera. Aunque, en realidad, lo más difícil de comprender no es el tamaño, sino la escala de tiempo. Una de las creencias más arraigadas, considerada como evidente e indiscutible, está en la percepción del instante: lo que sucede ahora, en este preciso momento. La idea que tenemos cuando decimos ya. Se da por sentado que todos los seres vivientes lo perciben como nosotros. Sea humano, hormiga o elefante, un segundo significa lo mismo para cualquiera. Pero desde el lejano pasado, las cadenas de conocimiento dicen lo contrario. Afirman que cada nivel de ser tiene su propia percepción del tiempo: una duración relativa para cada tramo de esa escala antigua.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 14
Leí un artículo de un periodista que asistió como otro invitado a una reunión con Gurdjieff, junto con varias personas más. Lo esperaron durante algunos minutos hasta que ingresó al lugar de reunión. Su presencia llenó la habitación, opinaba el periodista. Y también que era un hombre cuyo silencio era diferente. Son modos de percibir a alguien que vive en el recuerdo de sí o en la conciencia de sí mismo. Quizás no siempre, pero, al menos, la mayor parte del tiempo. Eso requiere mucha energía de un nivel muy alto.
(…)
Asimismo, practiqué por largo tiempo una especie de meditación en movimiento, simplemente caminado por la ciudad sin rumbo fijo, observando los edificios, la gente y el tránsito como lo haría una cámara de video: solo registrando lo que hay, sin asociarlo con ideas propias. Evitando juicios sobre lo que veo, siento el cuerpo en cada paso y los aromas que trae la brisa, los ruidos de la ciudad y percibo el efecto que me produce permanecer aquí y ahora, aún por pocos segundos. Es una vacación instantánea que el cuerpo aprovecha de inmediato. Libre de tensiones musculares innecesarias, porque la práctica requiere moverse en relax, el cuerpo es muy sabio para recuperarse. No carga con preocupaciones presentes, pasadas o futuras, porque el ejercicio es atención a la percepción, lo que percibo con los ojos y lo que escucho, la sensación de todo el cuerpo moviéndose en el paisaje aquí y ahora, en el puro instante actual y absolutamente nada más. No hay pasado ni futuro, ningún yo que defender. Soy simplemente un ser caminando en el planeta. Puede ser un complemento para quienes les resulta difícil la meditación clásica que implica estar sentado e inmóvil por bastante tiempo. Conduce a sentir físicamente el resultado de tener presencia.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 38-39
Las emociones negativas
Dicen en el trabajo: «Las emociones negativas nunca tienen razón». Es un concepto de la enseñanza que lleva tiempo comprender. Se pueden entender las palabras, pero el alcance y las consecuencias de esa idea son profundas y contradicen nuestras ideas cotidianas. Estoy enojado, temeroso o envidioso, depresivo o peleador, pero en cualquier caso siempre tengo en la punta de la lengua un buen puñado de argumentos que prueban, irrefutablemente, que yo tengo razón. Y aunque den supuestas razones demostrando que estoy equivocado, en realidad no me importan. Yo sigo sintiéndome mal. Significa que estoy mal por algo concreto, no porque yo lo haya inventado. Claro que siempre hay algo concreto. El tema es como reacciono. Por lo general hay dos aspectos, uno es la emoción y el otro son los argumentos. El intelecto es quien provee los argumentos y, en la vida diaria, casi siempre está al servicio de las presiones y exigencias emotivas. Por lo tanto, esos argumentos son emociones disfrazadas de razones. Y el problema surge cuando se trata de emociones negativas, porque entonces nunca tienen razón. Gurdjieff tiene una explicación que no encontré en otras disciplinas o filosofías. Dice que no existe una base orgánica para su existencia. Sostiene que las emociones negativas son artificiales, que su existencia no es legítima porque ningún centro las produce naturalmente. Los niños pequeños no las tienen, pero imitan primero los gestos exteriores de los adultos, y más tarde comienzan a producir las emociones reales. El primer paso del trabajo es no darles la razón de inmediato, automáticamente. Luego uno aprende a observarlas cuando aparecen y nota como se disipan al no identificarse, al no aceptar que son algo mío. Más tarde se comprueba que el cuerpo agradece cuando se van, porque son tóxicas, son mala química y contaminan el organismo con basura. Finalmente, surge una certeza. No son los hechos exteriores los culpables de que aparezcan, sino la ausencia de un manejo interno propio.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 42
Decía Gurdjieff que sin comida podemos sobrevivir varios días, sin agua muy pocos días, sin aire pocos minutos y sin sensaciones, si fuera posible detenerlas por completo, sería como desenchufar una máquina. Provocaría una muerte súbita, instantánea. Considerar lo que perciben los sentidos como si fueran alimentos suena bastante extraño. Sin embargo, esa técnica de meditar en movimiento al caminar sin juzgar, sin asociaciones, es en realidad una práctica de atención a las percepciones. Los resultados son reales. Es bastante conocido el término «prana» del yoga como alguna clase de energía sutil que se extrae del aire, y una rama del yoga llamada pranayama es la que se ocupa de esos procedimientos. Gurdjieff sostiene que se pueden obtener del aire ciertas «substancias» de mayor calidad que lo habitual cuando se respira conscientemente, en vez de la respiración automática del centro motor. Esas substancias de mayor calidad, dice, permiten emociones más sutiles porque obtienen «combustible» más refinado para el centro emocional. Sin ellas, solo hay emociones groseras, de bajo nivel. Es importante aclarar que sus técnicas, al igual que el pranayama, sólo se aplican como un ejercicio, no para modificar el ritmo normal de respiración en forma constante. Eso sería un error.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 45
Gurdjieff llamaba impresiones lo que ahora llamamos sensaciones. La naturaleza nos transmite a través de nuestras impresiones la energía por la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Si este influjo energético dejase por un instante de llegar a nosotros, nuestra maquina cesaría inmediatamente de trabajar. Por lo tanto, de las tres clases de alimento, la más importante son las impresiones.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 47
La mayoría de nuestros miedos son imaginarios, porque se mantienen alimentados con las películas de terror creadas por la imaginación.
¿Fabricamos esos guiones todos los días? —Me parece que sí.
Es lo contrario de la virtud cardinal que llaman fe, que no es lo que la gente cree. La fe no es creencia, dice Orage, la fe es confianza.
Es como camina el león en la selva.
La esencia crece en ese estado de confianza, percibiendo el mundo sin miedos imaginarios, libre para percibir el presente puro, aquí y ahora.
¿Recuerdan la explic
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 51
Vivo con mi esposa Marita desde hace cuarenta años. Pertenece a esa estirpe de mujeres que cuidan a los niños y a los ancianos, a los animalitos y las plantas. Tuvo una educación católica tradicional que no le ocasiona conflictos entre mis ideas exóticas y el dogma. —Yo solo le rezo a la Virgen por los míos —me dice, y me parece muy consistente porque las mujeres como ella, creo, deben ser lo más parecido a la virgen que es posible en este mundo. Como pueden ver, nunca estuve solo.
Carlos Aguirre
Los antiguos dioses, página 55
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