Pedro Marquina

… Así los hijos dirán

de esta tierra bendecida:

¡Viva la patria querida

de Cortés y de Guzmán;

y cruzando ola tras ola

el grito de los hispanos,

dirá: «¡Vivan mis hermanos!

¡y viva Cuba española!

Pedro Marquina



El mejor derecho

Gaspar. Esa es la ley que impera
en el pueblo castellano.
Desde el altivo castillo
que sustenta vuestro fuero,
hacer podéis de un pechero
carne de vuestro cuchillo.
Así es que cuando se apresta
al combate el moro airado,
arrojamos el arado
y empuñamos la ballesta.

Y si el moro testarudo
huye á nuestros golpes ciertos,
cada centenar de muertos
pone un timbre á vuestro escudo.
Por eso el rey de esta tierra,
con largueza soberana,
premia á quien más carne humana
puede llevar á la guerra.

Por eso los que nacimos
pecheros, á morir vamos;
por vosotros peleamos
y por vosotros morimos.
Y morimos con placer,
porque le estorba el vivir
á quien aprende al morir
que no ha sabido nacer.
Mendo. ¿Eso es queja ó es insulto?
Gaspar. La verdad nunca lo ha sido,
don Mendo, y ya habéis oído
que a la verdad rindo culto.
No me pusisteis reparo
esta costumbre al saber,
y yo no he podido ser
de mis verdades avaro.
Mendo. Pues necesario es que entiendas
que falto de ellas no estoy.

Pedro Marquina




La voz del deber

Manuela.
¡Qué corazón ! si supiera
que no soy merecedora
de su amor, y lo que quiero
noticiarle es mi deshonra!..
Dándome su honrada mano
piensa hacerme venturosa,
y yo, ingrata á sus favores,
no le amo ; la memoria
de mi amante, por mas que hago
mi corazón no abandona.
¡Ahí Pablo, cuan desgraciada
me ha hecho tu pasión loca!
ella me obliga á enqañar
al tío Lino que me adora. —
Mas yo no debo engañarle;
quiera ó no quiera, mi boca
le advertirá mi infortunio
y si aun así me perdona
y persiste en su proyecto,
mi conciencia acusadora
tranquila ya, cumpliré
con mis deberes de esposa.
Manuela. ¡Dios mío! ¿qué es lo que pasa
que así turba su alegría?
¿Qué es eso?
Lino. Nada, hija mía,
nada malo pa mi casa.
Manuela. Respiro.
Lino. Ha venido el chico
de la Antonia...
Manuela. ¿Y qué?
[...]
Lino. ¡Bueno! ¡bueno!., abre el armario
y saca lo necesario;
ya sabes... Que tenga fé,
díle, y que gaste sin miedo.
El pobre llora y se afana,
siempre pensando en mañana
y vamos que yo no puedo
oírlo, me hace llorar...
Manuela. Le vá á dar una alegría. 

Pedro Marquina









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