José María Millares

… Ahogad la alegre vía que surca nuestra sangre,
el paso de los trenes, el cielo, su esplendor,
tus ojos, mi memoria; ahogadme hasta que calle,
ahogadlo, ahogadlo todo, pero nunca el amor.

José María Millares



De nuevo el mar, su gloria, su agonía,
su precipicio oscuro, su estertor pegajoso,
su cuerpo aquí, desnudo,
moviendo lentamente su equipaje de nubes.

José María Millares



“En mi memoria está, y mientras yo dure, lo que representó esa Antología en la evolución de la poesía española. Fuisteis los verdaderos pioneros de un movimiento que había de dejar un hondo surco en la marcha de nuestra lírica y además me atrevería a decir que en el mismo decurso de la cultura social.”

José María Millares



La casa que iba al agua

Breve vino la mano a ser del mar
la ola, hablado el pelo hasta la orilla,
una charca de voces y eléctricos cristales,
una manta de arena por la playa
cayendo de la noche, hacia el abismo,
una rosa en la luz
sentada ante la casa que iba al agua
a refrescar sus ojos, su silencio,
más allá del olvido, de unos labios
cerrándose en el frío de la muerte.

José María Millares


Se viene abajo

Se vino abajo
el techo,
la música, los sueños,
sus nevadas lagunas.

De pronto, cuando nadie lo esperaba
se vino abajo toda la argamasa,
y abajo la censura,
y el puñal asesino de la idea,
su trazo envenenado,
y el sesudo incapaz,

el retorcido
prohombre,

su nefasta necedad.

Se vino abajo el techo.

El peso de la luz
hizo posible la infame negación
del ignorante.

Se vino abajo el techo
con todas sus mentiras.

El luto programado de la muerte

clavó el puñal
del miedo

en la nómina negra
del censor. 

José María Millares




Todo

es nada y será polvo
polvo de la nada que no existe
pero sí sabemos por sagradas escrituras
que su idioma es el habla
habla de la poesía y de dios cuando habla
y cuando éste escribe
lo hace con el mismo idioma
de la nada
que dios dice cuando
al poeta
dicta.

 José María Millares


 

Tras

la ventana de la celda está el frío
y la noche y tras sus cristales un ojo de vidrio
y ese ojo callado te observa
y también hay un pájaro pero el pájaro
no mira porque el pájaro
está muerto
y la rama que con el aire se menea
me toca a los cristales y hay ruido pero el aire
y el gato del jardín sí me miran
y me observan
y yo abro la ventana para que se vayan
de los cristales
y vuelva de nuevo
a mis ojos
el sueño.

José María Millares









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