Hubo presagios. A principios de mayo de 2203, las máquinas de noticias anunciaron que una bandada de cuervos blancos había sobrevolado territorio sueco. Una serie de incendios inexplicables destruyeron la mitad de la Colina de Oiseau-Lyre, eje industrial del sistema. Una lluvia de cantos redondos cayó sobre un campo de trabajo marciano. En Batavia, Directorio de la Federación de los Nueve Planetas, nació un becerro con dos cabezas: señal inequívoca de que estaba a punto de producirse un acontecimiento de suma importancia. Las interpretaciones eran moneda corriente: especular sobre el carácter aleatorio de las fuerzas de la naturaleza se convirtió en un pasatiempo favorito. Todos conjeturaban, se consultaban y discutían sobre la botella, el instrumento socializado del azar. Los adivinos del Directorio eran constantemente solicitados.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 2
“El hecho de que Philip K. Dick tiene como temas la realidad y la locura, el mal y la salvación ha escapado a casi todos los críticos. Nadie ha notado que tenemos nuestro propio Borges, y que lo hemos tenido durante treinta años.”
Philip K. Dick
Lotería solar, página 11
—Pues yo no creo en la astrocosmología —dijo Wakeman—. Creo que la suerte se gana o se pierde. Llega a rachas. —Y volviéndose a Benteley continuó—: Verrick puede tener suerte ahora, pero eso no significa que la haya tenido antes.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 12
»¿Es eso lo que proyecta crear? —insistió Moore—. ¿Una nueva religión, un nuevo dios? ¿Piensa mandar una armada en busca del planeta místico? —Moore vio que Cartwright palidecía, pero continuó imperturbable—. ¿Vamos a perder el tiempo rastreando el espacio y buscando ese Disco de Fuego o como quiera que se llame?
Philip K. Dick
Lotería solar, página 38
—¿Recuerda los planes de Pitt para la humanidad? Piense un momento. ¿Por qué nació el Desafío? El sistema de la botella nos protege a todos; nos promociona y nos destituye al azar, elige individuos a intervalos irregulares. Nadie puede acceder al poder y mantenerse en él; nadie sabe dónde estará dentro de un año o de una semana. Nadie puede conspirar y convertirse en un dictador: todo obedece a los movimientos imprevisibles de las partículas subatómicas. El Desafío nos protege también de los ineptos, los idiotas y los locos. Nuestra seguridad es total: ni déspotas ni chiflados.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 38
—Si no hubiese sido por la protina —dijo Al desde el salón—, en el siglo veinte los inks se habrían muerto de hambre. Estás mal informada, como siempre. ¿Me dejas explicarlo mejor? —Te escuchamos —dijo Laura. —La protina no es un alga natural. Es un transgénico nacido de los depósitos de cultivo de Medio Oriente. Poco a poco se ha ido extendiendo a otras variedades de agua dulce.
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Lotería solar, página 41
—Usted habla demasiado, Moore —lo interrumpió Verrick—. Tiene la palabra demasiado fácil y la mitad de lo que dice no significa nada.
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Lotería solar, página 55
—¿Hay alguna diferencia entre un juego de azar y un juego de estrategia? —preguntó Laura Davis sentada junto a Al. —Una diferencia abismal —respondió Moore irritado—. En un juego de azar nadie intenta conscientemente engañar al adversario; en el póquer, en cambio, cada jugador aplica deliberadamente la estrategia del bluff, pistas falsas, gestos y comentarios engañosos, para confundir a los adversarios sobre lo que está ocurriendo en el juego y lo que él intenta, haciéndolos actuar como idiotas.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 59
—¿Pretende negar que la sociedad funciona como un juego de estrategia? El Minimax ha sido una hipótesis brillante. Nos facilitó un método racional y científico para desmantelar cualquier estrategia y transformar el juego estratégico en un juego de azar en el que pueden aplicarse los métodos estadísticos de las ciencias exactas. —De todos modos —masculló Verrick—, esa maldita botella destituye a un hombre sin ninguna razón y consagra a un burro o un chiflado escogido al azar, sin tener en cuenta la capacidad o la posición del sujeto. —Desde luego —exclamó Moore eufórico—. El Minimax es la base fundamental del sistema. La botella nos obliga a todos a jugar al Minimax o quedar marginados; estamos obligados a abandonar toda forma de superchería y a actuar de manera racional. —No hay nada racional en los saltos fortuitos de la botella —respondió Verrick furioso—. ¿Cómo podría ser racional un mecanismo regido por el azar? —El factor contingente es una de las funciones de un modelo totalmente racional. Nadie puede oponer una estrategia a los saltos fortuitos. Nos vemos obligados a adoptar un método contingente: el mejor análisis de las probabilidades estadísticas de ciertos acontecimientos, más la suposición pesimista de que cualquier plan puede ser descubierto con anticipación. Asumir de antemano que seremos descubiertos nos libera del peligro de ser descubiertos. Si actuamos al azar nuestro adversario no podrá descubrir nada sobre nosotros porque nosotros tampoco sabemos lo que vamos a hacer. —De manera que somos una pandilla de idiotas supersticiosos —dijo Verrick—. Todos intentando descifrar señales y presagios, becerros con dos cabezas y bandadas de cuervos blancos. Dependemos del azar y no dominamos la situación porque no podemos hacer planes.
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Lotería solar, página 60
Nunca confié en las abstracciones teóricas. Soy un empírico. Me acomodo a las situaciones. En eso consiste la destreza. Y yo la tengo.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 61
—Eleanor deambuló por la habitación con las manos en los bolsillos, de pronto pensativa y solemne—. Creo que he malgastado mi vida.
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Lotería solar, página 81
—No, no es sólo una cuestión de instituciones y oficinas —dijo Benteley—. Representan algo. —¿Qué? —Algo que está por encima de todos nosotros, que es más grande que un individuo o que un grupo de individuos. Aunque, en cierta medida, es todos los hombres. —No es nadie. Un amigo es una persona, no una clase o un grupo de trabajo, ¿verdad? No tienes amigos de clase 4-7, ¿no es cierto? Y cuando te acuestas con una mujer, es una mujer particular, ¿verdad? Todo lo demás ha desaparecido… Nociones vagas, fugaces, un humo grisáceo e inaccesible. Lo único que queda es la gente; tu familia, tus amigos, tu amante, tu protector. Puedes tocarlos, estar cerca de ellos…, respirar la vida que es algo caliente y sólido. El sudor, la piel, el pelo, la saliva, la respiración, los cuerpos. El gusto, el tacto, el olfato, los colores. ¡Algo que puedas aferrar con las manos! ¿Qué hay más allá de la gente? ¿En quién confiar aparte de tu protector? —Depende de ti mismo. —¡Reese me protege! Es grande y fuerte. —Es como un padre para ti —dijo Benteley—. Y los padres no me gustan. —Eres un… psicótico. Algo pasa contigo. —Lo sé —dijo Benteley—. Estoy enfermo. Y cuanto más veo, más enfermo me pongo. Estoy tan enfermo que a veces pienso que son todos los demás los que están enfermos y que yo soy el único sano. Y eso no está bien, ¿no? —No —murmuró Eleanor. —Me gustaría destruir todo esto de un solo golpe. Pero no hace falta: se cae por sí solo. Todo es hueco, vacío, metálico. Los juegos, las loterías: juguetes tentadores para niños. Sólo el juramento hace que todo siga en pie. Posiciones en venta, cinismo, lujo y pobreza, indiferencia…, los chillidos de la televisión que lo tapan todo. Un hombre sale a asesinar a otro y todos miran y aplauden. ¿En qué creemos? ¿Qué tenemos? Criminales geniales trabajando para criminales poderosos. Y juramos fidelidad a bustos de plástico.
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Lotería solar, página 84
—¡Frágiles terrícolas, que os habéis aventurado hasta aquí, regresad a vuestro sistema! Regresad a vuestro pequeño universo ordenado, a vuestra estricta civilización. ¡Apartaos de las regiones desconocidas, apartaos de las tinieblas y de los monstruos!
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Lotería solar, página 95
—El Disco de Fuego ha sido transportado a vuestro sistema por una razón —prosiguió la gran voz. Hizo una pausa como si consultara con unos compañeros invisibles—. El contacto entre nuestras dos razas podría llevarnos a un nivel más elevado de integración cultural
Philip K. Dick
Lotería solar, página 96
—Señor, ¿en qué lío nos hemos metido? Hay leyendas y rumores de seres fabulosos que viven allí… Nunca hubiese imaginado que fuera cierto. Moore examinó las grabaciones y luego preguntó bruscamente: —¿Piensa que se trata de una aparición sobrenatural? —No, de otra civilización —Verrick temblaba, asombrado y asustado—. Es increíble. Hemos entrado en contacto con otra raza.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 97
Qué maravillosa es la vida, si uno no se debilita.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 101
Como la nave respondía a lo que él pensaba, Wakeman la imaginó como una vasta extensión de sí mismo, en superficies y dispositivos de acero y plástico. Se dejó llevar, y se abandonó a las vibraciones leves y regulares del mecanismo de retropropulsión, que estaba calentándose. Era una máquina hermosa: el primer modelo de fábrica.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 113
Benteley contemplaba la pantalla, hipnotizado. De pronto todo cobraba sentido. Al ver el cuerpo que atravesaba los cielos azules, y luego el espacio oscuro y constelado de estrellas, entendió lo que había ocurrido. No era un sueño. El cuerpo era una nave en miniatura, fabricada en los laboratorios de Moore. Comprendió también, lleno de admiración, que el cuerpo podía prescindir del aire, que era insensible a las temperaturas extremas, y capaz de emprender vuelos interplanetarios.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 136
Quería huir de la corrupción y me encontré metido en ella hasta el cuello. Verrick me daba órdenes y yo las ejecutaba. Pero ¿qué se puede hacer en una sociedad corrupta? ¿Obedecer a leyes corruptas? ¿Acaso es un crimen transgredir una ley depravada o un juramento enviciado?
Philip K. Dick
Lotería solar, página 156
—En una sociedad de criminales —observó Shaeffer—, los inocentes van a la cárcel.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 156
—¿Quién decide que una sociedad está compuesta de criminales? —preguntó Benteley—. ¿Cómo se sabe que la sociedad se ha equivocado? ¿Cómo se sabe que ha llegado el momento de incumplir una ley? —Se sabe y punto —replicó Rita O'Neill.
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Lotería solar, página 156
—¿No está satisfecho? —Estoy más lejos de la satisfacción de lo que es humanamente posible. —¿Por qué? —preguntó ella en voz baja. —No he conseguido nada realmente. Pensaba que eran las Colinas, pero Wakeman tenía razón. No son sólo las Colinas, es toda la sociedad. El hedor está en todas partes. Salir del sistema de las Colinas no me ayuda, ni a mí ni a ningún otro. —Apartó el vaso con un movimiento brusco—. Podría taparme la nariz y pretender que no está ahí. Pero no es suficiente. Hay que hacer algo. Hay que echar abajo esta estructura brillante y débil. Está podrida, corrompida…, a punto de desmoronarse. Pero hay que reemplazarla con algo. Destruir no basta. Tengo que ayudar a construir algo nuevo. La vida tiene que ser diferente para los demás. Quisiera hacer algo que realmente cambiase las cosas. Tengo que cambiar las cosas.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 176
Tenemos una vida por delante y podríamos cambiar el mundo.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 177
El movimiento de las partículas subatómicas que regula los saltos de la botella está por encima de cualquier cálculo humano.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 188
¿Para qué jugar si el juego está amañado?
Philip K. Dick
Lotería solar, página 188
Las cosas están moviéndose. Las estrellas se abren como rosas. El Disco está… al alcance de la mano. Se anuncian grandes cambios en el sistema.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 190
—¿Y esa luz tan extraña? ¡Ni que estuviéramos en una sesión de espiritismo! ¿Seguro que es un planeta? A lo mejor se trata de una serpiente cósmica. No me gustaría vivir en una serpiente cósmica, por más grande que fuese.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 192
—¿Hemos llegado? —No del todo. ¿Preparada para pisar nuestro nuevo mundo? —dijo Konklin.
Philip K. Dick
Lotería solar, página 192
—Cállate y escucha —le dijo Konklin en voz baja. Todos callaron y escucharon. —No es un impulso ciego —decía la imagen decrépita. Los ojos sin luz miraban por encima del grupo que estaba escuchándolo, sin verlos, sin oírlos, sin advertir que estaban allí. Hablaba con unos interlocutores que estaban muy lejos, unos observadores distantes—. No es un instinto animal lo que nos hace sentirnos insatisfechos. Os diré lo que es: la aspiración más alta del hombre, la necesidad de crecer y progresar…, de encontrar cosas nuevas…, horizontes nuevos. De extenderse y conquistar nuevos territorios, nuevas experiencias; de comprender y vivir en una evolución permanente. De dejar de lado la rutina y la repetición, de romper la insensata monotonía de la costumbre e ir adelante, y no detenerse…
Philip K. Dick
Lotería solar, página 200
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