Francisco José Orellana

"El rumor que acababa de oírse procedía de un descubrimiento hecho por las guardias del Palacio. Tal vez no habrá olvidado el lector que las canciones de Margarita habían atraído la atención de una ronda, la cual se acercó al sitio donde aquella estaba, en el momento de alejarse con el capitán. Margarita, viéndose descubierta y perseguida, previno
á su amigo que se escapase, y ella esperó tranquila que viniesen á prenderla, declarando en el acto su nombre y haciendo que se sospechara la condición de hechicera que se le atribuía.
Las guardias se alborotaron con esta novedad, y pusieron en movimiento á muchos de los habitantes del Palacio, que acudieron á ver á la mujer extraordinaria, de quien se contaban mil prodigios entre el vulgo; y pasando de boca en boca, llegó la noticia hasta los brillantes salones donde se solazaba la corte. La imaginación exaltada comenzó en el acto á delirar, inventando suposiciones monstruosas: quien decía que la hechicera había venido á perturbar el regocijo de los cortesanos; quien que sus canciones mágicas tenían por objeto dar algún maleficio al Rey, ó secar las plantas y flores de los jardines: algunos de los soldados afirmaban que iba el Diablo en su compañía, y que al hacer ellos la señal de la cruz se había desvanecido sumergiéndose en la tierra: en esto eran diversos los pareceres; pues no faltaba quien jurase haber visto al espíritu malo escaparse cabalgando en una nube.
Quizá estas y otras versiones análogas de la conducta de Margarita hubieran sido funestas para ella, si en aquellos momentos no se hubiese presentado entre la turba de servidores el príncipe de Simáy; quien, reconociéndola, mandó que la soltasen, y la llevó consigo á un gabinete apartado, para examinarla."

Francisco José Orellana
La reina loca de amor



"Establecido así el cerco por aquellos dos lados del edificio, y en tanto que el marqués del Duero bloqueaba á sus defensores (no pudiendo hacer otra cosa) por la parte nordeste, partió el general á comunicar su plan de ataque al duque de Tetuán, y á fin de concertar con él los medios de vigorizar el fuego que se hacía sobre el frente del cuartel de San Gil. Conociendo el general O´Donnell la importancia de dominar este punto, verdadera fortaleza de los sublevados, en donde había más de 800 hombres que peleaban con la furia de la desesperación, aprobó desde luego el plan del duque de la Torre, y marchó él mismo, acompañado de los generales Ros de Olano, Serrano Bedoya, Mayalde, Quesada y conde de la Cañada, con algunas compañías de Burgos y de Ciudad Rodrigo, una de ingenieros y cuatro piezas de artillería, yendo á situarse en la calle de Bailén, desde donde comenzó un vigoroso ataque al mencionado cuartel. Pero el valor y arrojo con que combatían estas fuerzas, y la inteligencia de los jefes que las mandaban, eran contrarrestados por el nutrido fuego que los sublevados hacían desde las ventanas del frente de aquel edificio, no menos que por su posición dominante y por las desventajosas condiciones topográficas, que sólo de soslayo permitían enfilar los cañones; así es que allí tuvo el ejército muchas bajas, siendo heridos bastantes oficiales y dos generales, y perdiendo algunos sus caballos. El duque de Valencia, que estuvo en aquel punto durante un breve rato, recibió una herida leve o contusión en la espalda, y se retiró luego á Palacio, permaneciendo al lado de la Reina hasta muy entrada la tarde."

Francisco José Orellana
Historia del General Prim 



Himno icariano

Cayeron las tinieblas al profundo,
y el día amaneció de libertad;
resuene por los ámbitos del mundo
el triunfo de la excelsa Humanidad.
Desde hoy todos los hombres son hermanos,
ni siervo se conoce ni señor,
marchemos, oh, marchemos, icarianos,
tendiendo el estandarte del Amor.

Francisco José Orellana















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