Giovanni Orelli

"De modo que el sueño consistía en el hecho de si habría o habrá alguien para mí. ¡Ven, por favor! Berkeley del esse est percipi, rescátame del limbo del olvido, del oneroso peso que me retiene en el fondo de este pozo gris, porque al fin y al cabo el deporte, cual reguero de una baba de caracol, sólo deja atrás un conglomerado conformado por unas pocas estadísticas, trofeos, reportajes de prensa como el del 19 de abril en el National Zeitung: un montón de charlas triviales. Es el herbarium, el museo de lo banal, la muerte. Klee quería retratar la muerte.
[...]
No sabían nada el uno del otro. Dos constelaciones que no se habían encontrado. Era improbable que Klee supiera algo acerca del juego del fútbol, o incluso que hubiera escuchado alguna vez el nombre de Walacek. Sólo era consciente de tener frente a sí la sección de deportes de un periódico.
[...]
Sin métodos, más exactamente sin reglas, sin orden, sin reflexión sin el más mínimo atisbo de profundidad; sin verdadera habilidad, pero lo había logrado sin aparente esfuerzo y por supuesto sin visión prospectiva, sin nada que pudiera ser más adecuado a los acontecimientos inesperados.
[...]
Interpretando una O como quien tocara una nota en una trompeta, una solitaria nota que se propala a través de una soledad pastoril, en un concierto de trompeta o en un oratorio navideño, brotando a través de la tuba mirum spargens sonum per deserta regionum, por un Stravinsky; y como si una furibunda mano apagara la radio y allí, en la oscuridad, permaneciera esa solitaria nota durante todo el transcurso de la noche."

Giovanni Orelli
Il sogno di Walacek



"Mariangela es cada día más bella, ni siquiera el más crudo invierno pueda hacer mella en su esplendente juventud. Me he dado cuenta de que se suele quedar mirándome mientras me afeito. Los demás se han marchado ya a la iglesia para rezar el Santo Rosario. Sé que no soy el único que ellos quieren. Realizo todos mis actos con extrema lentitud hasta que por fin se decide a acudir al teléfono que está situado en el pasillo, no demasiado lejos de mí. Habla en voz baja, pero sobre todo escucha porque él siempre habla. ¿Acaso sabría que decir si yo no estuviera aquí? ¿Qué podía decirle a Linda? De cualquier modo, aunque siga nevando, los demás están en la iglesia. A veces desearía poder comunicarme con mis manos para tratar de lograr...Con sorda tenacidad, se sentía desesperada por un compañero poco hábil que apenas le había escrito cuatro palabras, siempre las mismas palabras, desde el internado de su pueblo. No puedo regresar a casa, no quiero volver a casa. Desearía poder repetir sólo dos palabras hasta la infinitud, sin cambio alguno, sin que cesara el latido de un corazón ahíto de amor y nostalgia.
Me pareció que ya no podía oír a Mariangela, pero de repente pude distinguir el sonido de una boca silente ante el teléfono, el sonido de un felino hambriento de amor -como el maullido de un gato que quiere estrujarse contra tus piernas-, ¿el mismo sonido que me recordaba a Linda emitido por un extraño? ¡Sonaba así para un extraño! Y yo que había llegado a pensar que era un aguinaldo únicamente destinado a mí, un tesoro irrepetible como su voz. Pero al parecer todas las mujeres comparten esa ligera arma. ¡Siempre había creído sinceramente en la singularidad irrepetible de nuestros gestos compartidos! Cuando pienso en mi abuela, la veo como me la representó mi propia madre, sentada en la Misa, con la cabeza apoyada en su mano, evocando las manos de su marido, exactamente iguales a las suyas. A causa de estas palabras tienden a plegarse en estrecha unión -del mismo modo que la muñeca y los oscilantes dedos. ¿Acaso mi cabeza ante el espejo no proyecta la misma forma ovalada? ¿Acaso soy el vivo injerto de la calavera de mis antepasados? Todas estas excepciones a los gestos irrepetibles y a las emociones de los rostros pueden ser hallados en ascendencia vertical a través de las generaciones, junto con las omisiones propias de muchos miembros de la sucesión genealógica; y de forma inefable, cabe el gozo inefable de sentirse como una nueva persona que supervive un poco a través de los hijos de nuestros hijos. Mi padre lo llama «rifogliare», lo anterior, y no «rifigliare», tener descendencia. Pero ahora la deliciosa reputación de Linda, mi gatita, se vierte en los ósculos de Mariangela, en los besos de todas las lujuriosas mujeres del mundo."

Giovanni Orelli
L´anno della valanga



Se

 
1.

(lettera alla madre
a più di 40 anni dalla morte)
 
Se ti portassero nel tuo aldilà
brutte notizie su di me,
non farti venire più pensieri neri; asino
sono che fa l’asineria:

d’aprile ha voglia di trifoglio, a maggio
macinare farina da uscirne tutto bianco
d’ora di sera, a giugno trottar via e a uno specchio
d’acqua abbeverarsi come con il vino un vecchio,
d’agosto lo mandassero sull’alpe
c’è un venticello che evapora il sudore,
settembre ancora in fiore su e giù per prati e conche,
un pasto con il recidivo poi
d’ottobre i campi al passo delle donne
col sacco di patate sopra il basto, l’inverno
viene presto, lui starebbe al caldo
con le galline e il porco.

Non farti più pensieri neri. Se morto
di novembre sarò o di dicembre
la fatica risparmio di morire
in un gennaio o febbraio di gelo
o nella mattanza di marzo.

Non angosciarti più. Ho i piedi
ben piantati per terra. Pronto al comando:
se stare o no, se al passo o al trotto,
a frusta o paglia docile, alla vampa
del sole o all’acqua, alla bestemmia
oppure alla bambina
se per giocare me ne issano una
in sella, da portare in giro, bella,
una madonna, miss mondo, una star, una vamp, una regina.

Giovanni Orelli




Si

1.
(Carta para la madre
a más de 40 años de su muerte)

Si te llevaran a tu más allá
malas noticias de mí,
no tengas más pensamientos negros; asno
soy que hace asnerías:

en abril tiene ganas de tréboles, en mayo
moler harina hasta quedar todo blanco
al anochecer, en junio echar a trotar y en un espejo
de agua abrevarse como con el vino un viejo,
en agosto que lo envíen a la montaña
hay un vientecillo que evapora el sudor,
septiembre aún en flor ir y venir por prados y cuencas,
comer heno de segundo corte
en octubre los campos al paso de las mujeres
con el saco de papas sobre la albarda, el invierno
viene pronto, se mantendría caliente
con las gallinas y el puerco.

No tengas más pensamientos negros. Si muerto
en noviembre estoy o en diciembre
la fatiga me ahorro de morir
en un enero o febrero de hielo
o en la matanza de marzo.

No te angusties más. Tengo los pies
bien plantados en la tierra. Presto a la orden:
si parar o no, si al paso o al trote,
a fusta o paja dócil, a la llama
del sol o al agua; a la blasfemia
o bien a la chiquilla
si para jugar me alzan una
en la montura, para llevarla por ahí, lindura,
una madona, miss mundo, una estrella, una vampi, una reina.

Giovanni Orelli



Si acaso

1.

(Carta a mi madre,
más de 40 años tras su muerte)
Si acaso te llevaran, a tu morada de otro mundo,
malas nuevas sobre mí,
no dejes que te asolen los negros pensamientos;
burro soy que da la rebuznada:
en abril con el trébol se arregosta, en mayo
faena en la tahona hasta salir blanco por la cola,
ya de tarde, en junio trotando se allega al espejo de agua
que sacia su sed como la del viejo el vino,
si agosto en los altos pastos lo sorprende
espera la brisa que el sudor evapora,
en septiembre por cuencas y prados retoza,
todavía risueños con sus flores,
se apacienta y, al regresar octubre, acarrea
patatas en la albarda al paso de las amas,
el invierno pronto viene, y él se arrimará
al calor de las gallinas y el marrano.

No des cancha a los malos pensamientos.
Si en noviembre o diciembre muero,
me ahorro la fatiga de morir
en un enero o febrero de hielo
o en la matanza de marzo.

No te hagas mala sangre. Hundo
bien la pezuña en el suelo. Solícito a las órdenes:
si detenerme o no, si al paso o al trote,
dócil al látigo o a la paja, con las intemperies
del sol o del agua, bajo juramentos de carretero
o con la niña,
si es que entre juegos me izan una a la montura
para darle un garbeo, hermosa,
una virgen, una miss mundo, una estrella,
una femme fatale, una reina.

Giovanni Orelli









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