Guadalupe Nettel

“Cuando reduces la realidad a un relato ya estás haciendo ficción.”

Guadalupe Nettel


"Durante milenios los seres humanos desarrollamos estrategias sociales y de crianza más tribales, más de clan, de grupo. Y de repente con la aparición del capitalismo, y de la revolución industrial, las mujeres y los hombres se fueron a las grandes ciudades. Fueron arrancados de sus redes y se encontraron en pequeños hogares, donde los hombres se iban a trabajar a la fábrica y las mujeres se quedaban en casa cuidando, y eso se transformó en la normalidad. Se nos olvidaron todas las formas que habíamos inventado y puesto en marcha durante tantísimos milenios. En cambio, si volteas a ver a la naturaleza que es una inmensa fuente de diversidad, te das cuenta de que las elefantas crían en grupo, que con los delfines, cuando nace un bebé delfín, siempre hay unas cinco madrinas que también están ahí, siempre atendiendo y cuidando a la hembra que acaba de dar a luz. Hay otras configuraciones posibles aparte de ésta en la que ya estamos fijados, digamos, prisioneros."

Guadalupe Nettel



"Durante todo el tiempo en que Alina estuvo en el hospital no pude retomar el hilo de mi tesis. Leer poesía era lo único que lograba, si no distraerme, al menos consolarme del desasosiego que sentí toda esa semana. Recuerdo que daba vueltas encerrada en el departamento, y luego salía a dar vueltas en la misma cuadra. De ellos tenía pocas noticias. A veces algún mensaje para explicarme someramente lo que estaba sucediendo. Aurelio me había dicho que la niña iba a vivir. ¿Debía alegrarme o entristecerme por ello? ¿Cuál sería el estado exacto de aquella criatura? Y Alina, siempre tan parca, tan sobria a la hora de expresar sus sentimientos, ¿podía estar realmente «bien», como me aseguraba? Me sugirieron que no fuera al hospital pues la mayoría del tiempo lo pasaban en el cunero y ahí las visitas estaban prohibidas, excepto para los padres. El viernes por la noche Alina me escribió: «Ya en casa. Inés está con nosotros.»
El sábado desperté temprano. Fui al mercado; compré frutas y verduras para ellos, jamón, queso, leche, agua de coco y un pan de centeno. Al volver al departamento, me di una ducha y me puse una ropa limpia y alegre. Busqué entre mis películas la colección completa de Miyazaki que Aurelio me había pedido hacía tiempo. Acomodé todo en una canasta y salí hacia la colonia Condesa.
Al llegar, encontré el cuarto de Inés en penumbra. Alina estaba sentada en un sofá que yo no conocía y la tenía pegada a su pecho. También Léa estaba ahí. Ninguna de las dos decía una palabra. Todo parecía extrañamente en orden y en un tiempo suspendido. Era imposible imaginar qué pasaba por la cabeza de mi amiga. Por más que lo intentara, nunca podría descifrar lo que estaba sintiendo."

Guadalupe Nettel
La hija única



"El taxi que nos llevaba al hotel entró por fin en el boulevard Raspail. Ruth me cogió de la mano mientras miraba fascinada las calles de París y a sus transeúntes. Aunque nunca interrumpimos el contacto, la correspondencia entre Haydée y yo se fue haciendo cada vez más escasa desde que me instalé en Nueva York. En esos e-mails y tarjetas postales, enviados un par de veces al año, nunca hablábamos de nuestra vida sentimental ni de otros detalles cotidianos. Casi siempre se limitaba a hablarme de sus lecturas o de sus descubrimientos filosóficos. Sabía por terceras personas que ahora vivía con un chico de la India, al decir de Julián —en cuyo juicio confío totalmente— un virtuoso de la fotografía. Seguía ocupando el departamento de la rue Levy que consiguió por unos amigos de sus padres el mismo año en que yo dejé la ciudad y en el que celebramos varias veladas inolvidables. No podía imaginar en pareja a esa cubana que, al menos en la época en que yo la conocí, cambiaba de amante una vez al mes. Debía de ser un hombre excepcional aquel que hubiera conseguido domar su apetito insaciable. Se trata de una de las pocas mujeres que he considerado una igual a lo largo de mi vida. Ni siquiera con su prima Susana —por quien sentía un amor muy grande, mitad erótico, mitad paternal— tuve tanta complicidad. Haydée puede ser de una lucidez feroz y yo puedo ser con ella como soy, entero, en la cercanía más entrañable, en la dimensión atemporal de la franqueza absoluta. Pocas personas me conocen tanto como ella y por pocas me siento querido de una forma que me deja ser y me libera. Para mí, Haydée abre un espacio sin poses, sin máscara, donde la ternura y la verdad son posibles, también el silencio y la lealtad como don —y no como deber— son posibles."

Guadalupe Nettel
Después del invierno


"En octubre de 1984, mi madre, mi hermano y yo nos fuimos a vivir al sur de Francia. Pasamos casi cinco años en Aix en Provence, una ciudad
con ruinas romanas que conoció su apogeo en el siglo XV, durante la corte del rey René. Aix está llena de vestigios de aquel esplendor remoto. La ciudad es conocida como una de las más burguesas y esnobs de ese país. Sin embargo, a pocos kilómetros del centro, existen también uno o dos barrios considerados de alta delincuencia y fue ahí donde nosotros encontramos una casa.
Aunque no recuerdo nada de la despedida ni del vuelo en avión, tengo muy presente la tarde en que llegamos a Aix. Tras aterrizar en el aeropuerto de Marsella, tomamos un autobús que nos condujo a nuestra nueva ciudad. Esa noche dormimos en un cuarto de hotel en la parte más antigua, ubicada en el centro. Tenía once años recién cumplidos y era la primera vez que iba a Europa. Todo a mi alrededor me parecía inusualmente viejo, deteriorado y distinto. Las ventanas altísimas de nuestra habitación, el calentador de hierro, el baño dividido, la cadena para el retrete (una cadena auténtica con eslabones, no una manija o
botón que presionar junto al tanque de agua), los muebles, las almohadas (una muy larga en forma de salchichón y las otras cuadradas), todo, en pocas palabras, me resultaba sorprendente. Le pregunté a mi madre si nuestra escuela también iba a ser así, pero ella no comprendió a qué me refería."

Guadalupe Nettel
El cuerpo en que nací



"Hay una frase que me gusta mucho de Woody Allen que dice que “comedia es igual a tragedia más tiempo”. Entonces cuando hablas de cosas que te dolieron mucho, a la distancia te puedes reír y eso viene naturalmente."

Guadalupe Nettel




"Leer es un acto de recogimiento como hay pocos en esta sociedad."

Guadalupe Nettel


"Me da muchísima curiosidad y morbo pensar cómo hombre. Para mí es divertidísimo tratar de meterme en el pellejo de un hombre y desde ahí describir el mundo en primera persona."

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