Michio Kaku La ecuación de Dios



El problema más evidente es que, a pesar de las favorecedoras alabanzas publicadas acerca de la belleza y la complejidad de esta teoría (teoría de cuerdas), no tenemos pruebas sólidas y comprobables. En su momento, se esperaba que el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), en las afueras de Ginebra, el mayor acelerador de partículas de la historia, aportara pruebas concluyentes de la teoría última, pero de momento se nos sigue escapando. El LHC pudo hallar el bosón de Higgs (o «partícula de Dios»), pero este no era más que una minúscula parte de la teoría última. Aunque se han hecho ambiciosas propuestas para tener un sucesor aún más potente que el LHC, no hay garantía de que estas costosas máquinas vayan a conseguir nada en absoluto. Nadie sabe con certeza la energía que se necesita para encontrar las partículas subatómicas necesarias que verifiquen la teoría. Pero, quizá, la más importante de las críticas a la teoría de cuerdas es que esta predice un multiverso de universos. Einstein dijo una vez que la pregunta fundamental era: ¿tuvo Dios elección al crear el universo? ¿Es el universo único? La teoría de cuerdas en sí es única, pero probablemente tenga un número infinito de soluciones. Los físicos llaman a esto el «problema del paisaje», el hecho de que nuestro universo sea solo uno en un océano de otros igualmente válidos. Entonces, entre todas las posibilidades, ¿cuál es el nuestro? ¿Por qué vivimos en este y no en otro? ¿Cuál es, así pues, el poder predictivo de la teoría de cuerdas? ¿Es una teoría del todo o una teoría de cualquier cosa?
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 5
 
 
En la actualidad, la teoría de cuerdas constituye la base de buena parte de la investigación que llevan a cabo los principales laboratorios del mundo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 6
 
 
Isaac Newton es quizá el mayor científico que haya vivido jamás.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 10
 
La ley de la gravitación de Newton es también destacable por su simetría, de modo que la ecuación sigue siendo la misma si efectuamos una rotación. Imaginemos una esfera que rodee la Tierra; la fuerza gravitatoria es idéntica en todas partes. De hecho, ese es el motivo de que nuestro planeta sea esférico y no de cualquier otra forma: porque la gravedad a comprimido la Tierra de manera uniforme. Por eso no vemos nunca estrellas cúbicas ni planetas piramidales (los asteroides pequeños tienen a menudo formas irregulares porque en ellos la fuerza gravitatoria es demasiado débil para comprimirlos con uniformidad).
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 12
 
 
Cuando (Urbain Le Verrier) enseño las leyes de Newton a prometedores estudiantes de ingeniería, trato de hacer hincapié en que no se trata solo de áridas y aburridas ecuaciones, sino que aquellas han cambiado el curso de la civilización moderna, creando la riqueza y la prosperidad que vemos a nuestro alrededor. A veces incluso mostramos a nuestros estudiantes el catastrófico desplome del puente de Tacoma Narrows, en el estado de Washington, en 1940, que se grabó en una película, como un impactante ejemplo de lo que sucede cuando aplicamos mal las leyes de Newton.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 14
 
 
 
Actualmente, todas las fuerzas conocidas del universo se expresan en el lenguaje de los campos que Faraday introdujo por primera vez.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 18
 
 
Ernest Rutherford lo declaró (a Faraday) «el mayor descubridor científico de todos los tiempos».
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 18
 
 
Cuando era niño y leí acerca de esto, me pregunté por qué solo podíamos ver un fragmento tan pequeño del espectro electromagnético. «Qué desperdicio», pensé. Pero la razón, ahora me doy cuenta de ello, es que la longitud de una onda electromagnética es más o menos el tamaño de la antena que la produce. De ahí que su teléfono móvil mida unos pocos centímetros, porque ese es el tamaño de la antena que tiene, que es, aproximadamente, la longitud de las ondas electromagnéticas que emite. De forma parecida, el tamaño de una célula de su retina es más o menos el de la longitud de onda de los colores que puede ver. De ahí que solo podamos ver colores cuya longitud de onda sea del tamaño de nuestras células. Todos los demás colores del espectro electromagnético nos son invisibles porque sus longitudes de onda son demasiado grandes o demasiado pequeñas para las células de nuestra retina. Así, si estas fueran del tamaño de una casa, quizá podríamos ver el torbellino de ondas de radio y de microondas a nuestro alrededor. Asimismo, si las células de nuestros ojos tuvieran el tamaño de átomos, quizá podríamos ver los rayos X.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 23
 
 
 
La clave para entender el universo es la unificación. Para la relatividad, fue la unificación del espacio, el tiempo, la materia y la energía.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 29
 
 
… belleza es la simetría.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 29
 
 
Aunque Einstein demostró que el espacio, el tiempo, la materia y la energía eran parte de una simetría tetradimensional mayor, sus ecuaciones sufrían de una laguna evidente: no decían nada de la gravedad ni de las aceleraciones. Einstein no estaba satisfecho. Tenía la intención de generalizar su teoría inicial, a la que llamó «relatividad especial», para incluir la gravedad y los movimientos acelerados, creando así una teoría general de la relatividad más sólida. Sin embargo, su colega físico Max Planck le previno contra la dificultad de crear una teoría que combinase la relatividad y la gravedad: «Como viejo amigo tuyo, debo aconsejarte que no lo hagas. Porque, en primer lugar, no lo lograrás. E incluso si lo haces, nadie te creerá». Pero entonces añadió: «Si lo consigues, te llamarán el nuevo Copérnico»
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 31
 
 
Einstein hizo la brillante observación de que la atracción gravitatoria era, en realidad, una ilusión. Los objetos no se mueven porque la gravedad o la fuerza centrífuga tiren de ellos, sino porque los empuja la curvatura del espacio a su alrededor. Vale la pena repetirlo: la gravedad no tira; es el espacio el que empuja.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 34
 
 
Shakespeare dijo una vez que el mundo entero es un escenario, y nosotros somos actores que entramos y salimos de él. Esta era la imagen adoptada por Newton. El mundo es estático, y nosotros nos movemos en esta superficie plana obedeciendo las leyes que él propuso. Pero Einstein desechó esta imagen. El escenario, dijo, está curvado y deformado. Si camina sobre él, no puede hacerlo en línea recta; es empujado constantemente porque el suelo bajo sus pies está curvado, y se tambalea como un borracho. La atracción gravitatoria es una ilusión. Por ejemplo, quizá ahora esté sentado en una silla, leyendo este libro. Por lo general, diría que la gravedad tira de usted hacia el asiento, y por eso no sale volando hacia el espacio. Pero Einstein diría que está sentado en la silla porque la Tierra deforma la masa de espacio sobre su cabeza, y esa deformación le empuja hacia el suelo. Imagine que coloca una bola de lanzamiento de peso en un gran colchón. Esta hundirá el colchón y lo deformará. Si tira una canica, esta se moverá formando una línea curva. De hecho, dará vueltas alrededor de la bola. Un observador a distancia podría decir que hay una fuerza invisible que tira de la canica y la obliga a describir una órbita. Pero, mirando de cerca, se ve que no hay ninguna fuerza invisible. La canica no se mueve en línea recta porque el colchón está curvado, lo que hace que la trayectoria más recta sea una elipse.
(…)
Sustituyamos ahora la canica por la Tierra, la bola por el Sol y el colchón por el espacio-tiempo. Veremos entonces que la Tierra gira alrededor del Sol porque este ha deformado el espacio a su alrededor, y el espacio por el que se desplaza la Tierra no es plano. Imaginemos también unas hormigas que se mueven sobre una hoja de papel arrugada. No pueden moverse en línea recta. Puede que sientan una fuerza que tira de ellas continuamente, pero nosotros, que miramos las hormigas desde arriba, vemos que no hay ninguna fuerza en absoluto. Esta es la idea que surge de lo que Einstein llamó «relatividad general»: el espacio-tiempo se deforma por masas pesadas, lo que provoca la ilusión de la fuerza gravitatoria. Esto quiere decir que la relatividad general es mucho más sólida y simétrica que la especial, ya que describe la gravedad, que afecta a todo lo que hay en el espacio-tiempo. La relatividad especial, por otra parte, solo funcionaba para objetos que se movían en el espacio-tiempo suavemente y en línea recta. Pero, en nuestro universo, casi todo está acelerando; desde los coches de carreras hasta los helicópteros, pasando por los cohetes, todo está acelerando. La relatividad general funciona para aceleraciones que cambian continuamente en todos los puntos del espacio-tiempo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 34-35
 
 
Einstein recibiría el Premio Nobel en 1921. Pronto se convirtió en una de las figuras más reconocidas del mundo, más incluso que la mayoría de las estrellas de cine y de los políticos (en 1933, asistió con Charlie Chaplin al estreno de una película. Al verse asediados por los coleccionistas de autógrafos, Einstein le preguntó a Chaplin: «¿Qué significa todo esto?», a lo que este respondió: «Nada, absolutamente nada». Luego prosiguió: «A mí me aclaman porque todo el mundo me entiende. A usted, porque no le entiende nadie»).
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 37
 
 
Pensemos en el transistor, quizá el invento más fundamental del último siglo. Dio paso a la revolución de la información, al proporcionar una inmensa red de sistemas de telecomunicaciones, los ordenadores e internet. Un transistor es básicamente una puerta que controla el flujo de electrones. Piense en una válvula: con una pequeña, podemos controlar el flujo de agua en una tubería. De la misma forma, un transistor es como una minúscula válvula electrónica que permite controlar, con una reducida cantidad de electricidad, un flujo mucho mayor de electrones en un cable. Así, una tenue señal se puede amplificar.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 64
 
 
En uno de los artículos más importantes publicados en el siglo XX, Watson y Crick pudieron utilizar la mecánica cuántica para descodificar la estructura entera de la molécula de ADN. Fue una obra maestra. Demostraron de forma concluyente que el proceso fundamental de los seres vivos —la reproducción— se podía duplicar a nivel molecular. La vida estaba codificada en el ADN de cada célula. Ese fue el avance que hizo posible alcanzar el Santo Grial de la biología, el Proyecto Genoma Humano, que nos ha dado una descripción completa, átomo por átomo, del ADN de una persona. Como había predicho Charles Darwin en el siglo anterior, ahora era posible construir el árbol genealógico de la vida en la Tierra, en el que cada ser vivo o fósil era miembro de una de las ramas. Y todo aquello era producto de la mecánica cuántica. Así, la unificación de las leyes de la mecánica cuántica no solo revelaba los secretos del universo, sino que también unificaba el árbol de la vida.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 66
 
 
En los medios de comunicación de masas, los físicos son invariablemente presentados como científicos locos (como Doc Brown, de Regreso al futuro) o empollones socialmente inadaptados (como en la serie The Big Bang Theory). Sin embargo, en realidad, los físicos tienen todas las formas, colores y tipos de personalidad. Feynman era impertinente y extravagante, el alma de la fiesta, y siempre estaba narrando desvergonzadas historias sobre sus escandalosas hazañas en un tosco acento de clase obrera. (Una vez, durante la Segunda Guerra Mundial, forzó la caja fuerte que contenía los secretos de la bomba atómica en el Laboratorio Nacional de Los Álamos. Dentro dejó una críptica nota. Cuando los funcionarios la encontraron, al día siguiente, la alarma y el pánico se hicieron presa del laboratorio más secreto de la nación). Nada era demasiado poco ortodoxo o demasiado estrafalario para Feynman; para satisfacer su curiosidad, una vez se encerró en una cámara hiperbárica para ver si podía vivir una experiencia extracorpórea. Gell-Mann, en cambio, era todo lo opuesto: siempre caballeroso, meticuloso en sus palabras y en sus modales. Sus pasatiempos favoritos eran observar pájaros, coleccionar antigüedades, la lingüística y la arqueología, no contar historias divertidas. Sin embargo, aun siendo tan diferentes de carácter, ambos tenían la misma motivación, la misma determinación, que les ayudó a penetrar en los misterios de la teoría cuántica.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 70
 
 
EL BOSÓN DE HIGGS: LA PARTÍCULA DE DIOS
 
De manera que, poco a poco, de este caos estaba surgiendo una nueva teoría, el «modelo estándar». La confusión que rodeaba al torbellino de partículas subatómicas se estaba aclarando. El campo de Yang-Mills (llamado «gluon») mantenía unidos a los quarks en el neutrón y el protón, y otro campo de Yang-Mills (llamado «partículas W y Z») describía la interacción entre electrones y neutrinos.
 
Pero lo que impedía la aceptación definitiva del modelo estándar era la falta de la última pieza del rompecabezas de partículas, el llamado «bosón de Higgs» o «partícula de Dios». La simetría no era suficiente: se necesitaba una forma de romper esa simetría, porque el universo a nuestro alrededor no es simétrico por completo.
 
Cuando contemplamos hoy el cosmos, vemos las cuatro fuerzas actuando independientemente unas de otras. La gravedad, la luz y las fuerzas nucleares no parecen, a simple vista, tener nada en común. No obstante, si retrocedemos en el tiempo, todas ellas empiezan a converger, dejando quizá una única fuerza en el instante de la creación.
 
Se empezó a desarrollar una nueva imagen que utilizaba la física de partículas para explicar el mayor de los misterios de la cosmología, el nacimiento del universo. De repente, dos disciplinas muy distintas, la mecánica cuántica y la relatividad general, empezaron poco a poco a convertirse en una sola.
 
Según esta nueva imagen, en el mismo momento del Big Bang, las cuatro fuerzas eran una única superfuerza que obedecía a la simetría maestra. Esta podía rotar todas las partículas del universo entre ellas. La ecuación que gobernaba la superfuerza era la ecuación de Dios, y su simetría era la misma que se le había estado escapando a Einstein y a los demás físicos desde entonces.
 
Después del Big Bang, el universo se fue enfriando a medida que se expandía, y las distintas fuerzas y simetrías empezaron a dividirse, dejando las fragmentadas simetrías de las fuerzas débil y fuerte del actual modelo estándar. Este proceso se denomina «rotura de la simetría», e implica que necesitamos un mecanismo que pueda descodificar precisamente esta simetría original, que nos lleva al modelo estándar. Y ahí es donde entra el bosón de Higgs.
 
Para hacerse una imagen de todo esto, piense en una presa. El agua del pantano también tiene una simetría: si se hace rotar, sigue teniendo básicamente el mismo aspecto. Todos sabemos por experiencia que el agua se desplaza pendiente abajo. La causa es que, de acuerdo con Newton, esta siempre busca un estado de energía menor. Si la presa se rompiese, el agua se precipitaría pendiente abajo hacia un estado de energía menor. Así, el agua que hay dentro de la presa está en un estado de energía mayor. Los físicos llaman a ese estado «falso vacío», porque es inestable hasta que la presa se rompe y el agua llega al verdadero vacío, esto es, el estado de energía más bajo, en el valle. Cuando esto ocurre, la simetría original desaparece, pero el agua ha llegado a su verdadero estado fundamental.
 
Encontramos este efecto también al analizar agua que está empezando a hervir. Justo antes de que llegue a ebullición, el agua está en un estado de falso vacío. Es inestable, pero simétrica; es decir, el agua se puede rotar y tendrá el mismo aspecto. Pero, con el tiempo, se forman pequeñas burbujas, cada una de las cuales está en un estado de energía más bajo que el agua circundante. Cada burbuja empieza a expandirse, hasta que un número suficiente de ellas se combina y el agua rompe a hervir.
 
Según este escenario, el universo estaba, al principio, en un estado completamente simétrico. Todas las partículas subatómicas formaban parte de la misma simetría, y todas tenían masa cero. Esto permitía intercambiarlas, pero la ecuación seguía siendo la misma. Sin embargo, debido a una razón desconocida, esa situación era inestable; era un estado de falso vacío. El campo necesario para cambiar al vacío verdadero (aunque roto) es el campo de Higgs. Al igual que el campo eléctrico de Faraday, que impregna todos los rincones del espacio, el campo de Higgs también llena la totalidad del espacio-tiempo.
 
Sin embargo, por algún motivo, la simetría del campo de Higgs se empezó a romper.
 
Minúsculas burbujas empezaron a formarse en su interior. Fuera de ellas, todas las partículas siguieron siendo simétricas y sin masa, pero, dentro, algunas partículas la adquirieron. A medida que se desplegaba el Big Bang, la burbuja de nuestro universo se expandió rápidamente, las partículas empezaron a adquirir masas distintas y la simetría original se rompió. En última instancia, todo el universo existe en el nuevo estado de vacío dentro de una gigantesca burbuja.
 
Así, en la década de 1970, el arduo trabajo de muchísimos físicos empezó a dar sus frutos. Después de decenios deambulando sin rumbo, comenzaron a encajar todas las piezas del rompecabezas. Se dieron cuenta de que, con la fusión de las tres teorías (que representaban las fuerzas fuerte, débil y electromagnética), podrían escribir un conjunto de ecuaciones que coincidiesen con los resultados observados en el laboratorio.
 
La clave consistía en crear una simetría maestra combinando tres simetrías menores distintas. La primera describía la fuerza nuclear fuerte, que intercambia tres quarks entre sí. La segunda describía la fuerza débil, que intercambia electrones y neutrinos. Y la tercera describía el campo original de Maxwell. Esta teoría última resultaba un tanto forzada, pero era difícil darle la espalda al éxito.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 74
 
 
Aunque el modelo estándar representaba nuestro mejor intento de entender el mundo subatómico, había numerosas, y flagrantes, lagunas. En primer lugar, este modelo no mencionaba
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 77
 
 
 
LA TEORÍA DE CASI TODO
 
Sorprendentemente, el modelo estándar podía predecir con precisión las propiedades de la materia desde una fracción de segundo después del Big Bang.
 
Aunque el modelo estándar representaba nuestro mejor intento de entender el mundo subatómico, había numerosas, y flagrantes, lagunas. En primer lugar, este modelo no mencionaba la gravedad, lo cual se trataba de un inmenso problema, teniendo en cuenta que esta es la fuerza que controla el comportamiento del universo a gran escala. Y, cada vez que los físicos intentaban incorporarla al modelo estándar, eran incapaces de resolver las ecuaciones. Las correcciones cuánticas que provocaba la gravedad no solo no eran pequeñas, sino que resultaban ser infinitas, como en el caso de la QED y las partículas de Yang-Mills. Así, el modelo estándar no puede arrojar luz en algunos de los más pertinaces secretos del universo, como, por ejemplo, qué sucedió antes del Big Bang o qué hay en el interior de un agujero negro (más tarde volveremos a estas importantes cuestiones).
 
En segundo lugar, el modelo estándar se creó uniendo a mano las teorías que describían las diversas fuerzas, de manera que la teoría resultante era como un mosaico (un físico lo comparó con juntar un ornitorrinco, un oso hormiguero y una ballena y declarar que aquella era la más elegante de las criaturas de la naturaleza. Al animal resultante, se decía, solo podía quererlo su propia madre).
 
En tercer lugar, el modelo estándar tenía una serie de parámetros indeterminados (como las masas de los quarks y la intensidad de las interacciones). De hecho, había que asignar a dedo unas veinte constantes, sin entender en absoluto de dónde venían o qué representaban.
 
En cuarto lugar, en el modelo estándar no había una sola copia, sino tres copias idénticas, o generaciones, de los quarks, gluones, electrones y neutrinos (así que, en total, hay treinta y seis quarks, con tres colores, tres generaciones, junto con sus correspondientes antipartículas, y veinte parámetros libres). A los físicos les resultaba difícil creer que algo tan burdo y difícil de manejar pudiese ser la teoría fundamental del universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 77
 
 
A pesar de sus éxitos en un nivel práctico, es obvio para todos que el modelo estándar no es más que el calentamiento para la teoría definitiva, aún por llegar.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 79
 
 
 
El horizonte de sucesos es el punto de no retorno: lo que cae dentro de él no vuelve a salir nunca.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 84
 
 
Cuando una estrella gigante, de diez a cincuenta veces más masiva que nuestro sol, consume todo su combustible nuclear termina por explotar en forma de supernova. Si el vestigio de la explosión es una estrella comprimida por la gravedad hasta su horizonte de sucesos, esta puede colapsar en un agujero negro. (Nuestro sol no es lo bastante masivo para sufrir una explosión de supernova, y su horizonte de sucesos tiene un diámetro de unos seis kilómetros. No hay ningún proceso natural conocido que pueda comprimirlo hasta los tres kilómetros, de manera que no se convertirá en un agujero negro).
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 85
 
 
Los físicos han descubierto que hay al menos dos tipos de agujeros negros. El primero es el remanente de una estrella gigante, como hemos descrito. El segundo se halla en el centro de las galaxias. Estos pueden ser millones o incluso miles de millones de veces más masivos que nuestro Sol. De hecho, muchos astrónomos creen que en el centro de todas las galaxias hay un agujero negro.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 85
 
 
En mecánica cuántica, todo es incierto. Un agujero negro parece del más puro negro porque lo absorbe absolutamente todo. Pero el negro perfecto infringía el principio de incertidumbre. Incluso el negro debía ser incierto.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 87
 
 
Cuanto más leía sobre agujeros negros, más pensaba que algo fallaba. Empezó a sospechar que la idea tradicional —la de que nada puede escapar de un agujero negro— no respetaba la teoría cuántica. En mecánica cuántica, todo es incierto. Un agujero negro parece del más puro negro porque lo absorbe absolutamente todo. Pero el negro perfecto infringía el principio de incertidumbre. Incluso el negro debía ser incierto. Llegó a la revolucionaria conclusión de que, por fuerza, los agujeros negros han de emitir un débil resplandor de radiación cuántica. A continuación, Hawking demostró que la radiación emitida por un agujero negro era, en verdad, una forma de radiación de cuerpo negro. Lo calculó al comprender que el vacío no era solo el estado de la nada, sino que en realidad bullía de actividad cuántica. En la teoría cuántica, incluso la nada se halla en un constante estado de agitada incertidumbre, donde electrones y antielectrones podrían saltar del vacío de repente, colisionar y volver a desaparecer en el vacío. Así que la nada es, de hecho, un hervidero de actividad cuántica. Luego, Hawking comprendió que, si el campo gravitatorio era lo bastante intenso, las parejas de electrón y antielectrón se podían crear del mismo vacío, generando lo que se denominan «partículas virtuales». Si uno de los dos miembros cayese en el agujero negro y el otro escapase, crearía lo que ahora se denomina «radiación de Hawking». La energía para crear este par de partículas procede de la energía contenida en el campo gravitatorio del agujero negro. La segunda partícula deja el agujero negro para siempre, con lo cual el contenido neto de materia y energía del agujero negro y su campo gravitatorio ha disminuido. Esto es lo que se conoce como «evaporación» del agujero negro, y describe el destino último de todos ellos: emitir poco a poco radiación de Hawking durante billones de años hasta agotar toda su radiación y morir en una furiosa explosión. Así, hasta los agujeros negros tienen una duración finita. Dentro de muchos billones de años, las estrellas del universo habrán agotado todo su combustible nuclear y se apagarán. Solo los agujeros negros sobrevivirán en esa lúgubre era. Pero, en última instancia, incluso estos se evaporarán, sin dejar más rastro que una multitud de partículas subatómicas a la deriva.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 87
 
 
Según la mecánica cuántica, la información nunca se pierde. Incluso si quemamos un libro, es posible reconstruirlo por entero, con el tedioso análisis de las moléculas del papel quemado.
 
El mismo Hawking se hizo otra pregunta: ¿qué sucede si se tira un libro a un agujero negro? La información de ese libro ¿se pierde para siempre?
 
Según la mecánica cuántica, la información nunca se pierde. Incluso si quemamos un libro, es posible reconstruirlo por entero, con el tedioso análisis de las moléculas del papel quemado.
 
Pero Hawking avivó la controversia al afirmar que la información que se tira en un agujero negro realmente se pierde para siempre y que, por tanto, la mecánica cuántica no funciona cuando se aplica a un agujero negro.
 
Como ya hemos mencionado, Einstein dijo una vez que «Dios no deja nada al azar en el universo», es decir, no se puede reducir todo a la suerte y la incertidumbre. Hawking añadió: «A veces, Dios tira los dados allá donde es imposible encontrarlos», con lo que quería decir que los dados podían caer dentro de un agujero negro, donde las leyes cuánticas pueden no ser válidas. De manera que las leyes de la incertidumbre fallan más allá del horizonte de sucesos.
 
Desde entonces, otros físicos han salido en defensa de la mecánica cuántica, mostrando que teorías avanzadas como la de cuerdas, que comentaremos en el próximo capítulo, pueden conservar la información aun en presencia de agujeros negros. Finalmente, el físico británico admitió que tal vez se equivocaba. Pero propuso su propia y novedosa solución: a lo mejor, cuando tiramos un libro a un agujero negro, la información no se pierde para siempre, como pensaba antes, sino que vuelve a salir en forma de la débil radiación de Hawking. Codificada en esta se encuentra toda la información necesaria para volver a crear el libro original. Así que puede que Hawking se equivocase, pero la solución correcta se halla en la radiación que él mismo había descubierto en el pasado.
 
En conclusión, la pérdida o no de la información en un agujero negro es una cuestión que se sigue debatiendo encarnizadamente entre los físicos. Pero es posible que tengamos que esperar a responderla hasta lograr la teoría cuántica de la gravedad definitiva, que incluya correcciones cuánticas del gravitón. Mientras tanto, Hawking volvió su atención al siguiente y desconcertante enigma que implica la combinación de la teoría cuántica y la relatividad general.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 88
 
 
Si los agujeros negros se lo tragan todo, ¿adónde va ese todo? La respuesta corta es que no lo sabemos. Puede que tengamos que esperar a la unificación de la teoría cuántica y la relatividad general. Solo cuando hallemos una teoría cuántica de la gravedad (no solo de la materia) podremos responder a esta pregunta: ¿qué hay al otro lado de un agujero negro?
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 89
 
 
A menos que haya una ley física que rechace un fenómeno, puede que este exista en algún lugar del universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 91
 
 
Algunos físicos han propuesto seriamente la polémica idea de que, cuando las estrellas caen en un agujero negro, no son aplastadas en una singularidad, sino que son expulsadas por el otro lado de un agujero de gusano, creando un agujero blanco. Este obedece exactamente a las mismas ecuaciones que un agujero negro, pero tiene la dirección del tiempo invertida, de manera que un agujero blanco escupe materia. Los físicos lo han buscado, hasta ahora sin suerte. Mencionamos estos fenómenos porque, quizá, el Big Bang fuese originalmente un agujero blanco, y todas las estrellas y planetas que vemos en los cielos fueran expulsados de un agujero negro, hace unos catorce mil millones de años.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 93
 
 
Ahora, aunque los físicos aún no están convencidos de la posibilidad de viajar en el tiempo, se toman la cuestión muy seriamente. Se han descubierto diversas soluciones a las ecuaciones de Einstein que dejan la puerta abierta a esta hazaña.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 94
 
 
La fascinación de Hawking por los viajes en el tiempo era tal que planteó un reto a otros físicos. Él creía en la existencia de una ley oculta de la física, aún no hallada, a la que denominó «conjetura de protección cronológica», que descartaba esta posibilidad de una vez por todas. Pero, por mucho que lo intentó, nunca fue capaz de demostrarla. Esto significa que los viajes en el tiempo aún podrían ser coherentes con las leyes de la física, y no habría nada que impidiera la existencia de máquinas del tiempo. También dijo, en tono irónico, que viajar en el tiempo no era posible, porque «¿dónde están los turistas del futuro?». En cada uno de los acontecimientos históricos importantes debería de haber multitudes de turistas con sus cámaras, apartándose unos a otros a codazos para tratar frenéticamente de sacar la mejor foto del suceso para enseñarla a sus amigos del futuro.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 94
 
 
Los viajes en el tiempo presentan, desde luego, problemas graves. Son muy numerosas las paradojas lógicas asociadas a esa posibilidad, como, por ejemplo:
 
Hacer que el presente sea imposible: si vuelve hacia atrás en el tiempo, se encuentra con su abuelo cuando era niño y lo mata, ¿cómo puede siquiera existir usted?
 
Una máquina del tiempo desde ninguna parte: alguien del futuro le revela el secreto de los viajes en el tiempo. Años después, usted vuelve al pasado y le revela el secreto a una versión más joven de sí mismo. Entonces ¿de dónde vino el secreto de los viajes en el tiempo?
 
Convertirse en su propia madre: el autor de ciencia ficción Robert Heinlein escribió acerca de convertirse en el propio árbol genealógico. Supongamos que una niña huérfana crece, pero se convierte en un hombre. Este retrocede entonces en el tiempo, se conoce a sí misma y tiene una hija con ella. El hombre lleva entonces a la niña más atrás en el tiempo, la deja en el mismo orfanato y repite el ciclo. Así, ella se convierte en su propia madre, hija, abuela, nieta, etcétera.
 
En última instancia, la resolución final de todas estas paradojas podía alcanzarse con la formulación de la teoría completa de la gravitación cuántica. Por ejemplo, quizá al entrar en una máquina del tiempo, su línea temporal se divida y cree un universo cuántico paralelo. Digamos que vuelve al pasado para impedir que Abraham Lincoln sea asesinado en el teatro Ford. Entonces, quizá haya salvado al presidente de Estados Unidos, pero en un universo paralelo. Así, el Abraham Lincoln de su universo original sí que murió, y nada podrá cambiarlo. Pero el universo se ha dividido en dos, y ha salvado al presidente Lincoln en un universo paralelo.
 
Entonces, si asumimos que la línea temporal se puede dividir y generar un universo paralelo, todas las paradojas del viaje en el tiempo pueden resolverse.
 
La respuesta definitiva a esta cuestión solo podrá hallarse cuando podamos calcular las correcciones cuánticas del gravitón, que hasta ahora hemos ignorado. Los físicos han aplicado la teoría cuántica a las estrellas y a los agujeros de gusano, pero la clave consiste en aplicarla a la propia gravedad a través de los gravitones, lo cual exige una teoría del todo.
 
Este debate suscita preguntas interesantes. ¿Puede la mecánica cuántica explicar por completo la naturaleza del Big Bang? ¿Y, aplicada a la gravedad, puede dar respuesta a una de las grandes preguntas de la ciencia: qué sucedió antes del Big Bang?
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 95
 
 
El cielo nocturno debería ser blanco, no negro. Esto se conoce como «paradoja de Olbers». Algunas de las mejores mentes de la historia han tratado de dar respuesta a esta compleja cuestión. Kepler, por ejemplo, la rechazó al afirmar que el universo era finito, y que, por tanto, no había tal paradoja. Otros han teorizado que las nubes de polvo ocultan la luz de las estrellas (pero esto no explica el problema, porque, en un tiempo infinito, las nubes de polvo empiezan a calentarse y a emitir radiación de cuerpo negro, de forma similar a una estrella. Así, el universo vuelve a ser blanco). La respuesta definitiva la dio, de hecho, Edgar Allan Poe en 1848. El escritor era aficionado a la astronomía y estaba fascinado por la paradoja, y dijo que el cielo nocturno es negro porque, si viajamos lo bastante atrás en el tiempo, terminamos por encontrar un punto límite, esto es, un principio del universo. En otras palabras, el cielo nocturno es negro porque la edad del cosmos es finita. No recibimos luz de un pasado infinito, lo que haría que el cielo nocturno fuese blanco, porque el universo nunca ha tenido un pasado infinito. Esto significa que los telescopios que escudriñan las estrellas más lejanas acabarán por alcanzar la negrura del propio Big Bang.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 98
 
 
… en 1998, los astrónomos efectuaron un anuncio impactante, que echó por tierra muchas de nuestras creencias más preciadas y nos obligó a revisar los libros de texto. Analizando distantes supernovas por doquier, hallaron que la expansión del universo no se estaba ralentizando, como se había pensado anteriormente, sino que, en realidad, se estaba acelerando. De hecho, se estaba desbocando.
 
Tuvieron que revisar las dos hipótesis anteriores, y surgió una nueva teoría. Quizá el universo morirá en algo llamado Big Rip, en el que la expansión se acelera hasta una velocidad vertiginosa. El universo se expandirá tan rápido que el cielo nocturno se volverá completamente negro (ya que la luz de las estrellas cercanas no podrá alcanzarnos) y las temperaturas se aproximarán al cero absoluto.
 
En estas condiciones, la vida no es posible; incluso las moléculas en el espacio exterior pierden su energía.
 
Lo que podría estar impulsando esta expansión desbocada es algo que Einstein había desechado una vez, en la década de 1920: la constante cosmológica, la energía del vacío, denominada ahora «energía oscura». Inesperadamente, la cantidad de energía oscura en el espacio es enorme; más del 68,3 por ciento de toda la materia y energía del universo se encuentra en esta misteriosa forma. (En conjunto, la energía y la materia oscuras constituyen la mayor parte de la materia y la energía, pero son dos entidades distintas y no deben confundirse entre sí).
 
Curiosamente, ninguna teoría conocida puede explicar esto. Si se intenta calcular a ciegas la cantidad de energía oscura del universo (empleando las hipótesis de la relatividad y la teoría cuántica), ¡se halla un valor que es 10120 (un 1 seguido de 120 ceros) veces mayor que el real!
 
Esta es la discordancia más grande de la historia de la ciencia, y lo que está en juego es fundamental: nada más y nada menos que el destino final del universo.
 
Esto podría decirnos cómo va a morir el universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 105
 
 
SE BUSCA: EL GRAVITÓN
 
Aunque la investigación sobre la relatividad general estuvo estancada durante décadas, la reciente introducción a esta del cuanto ha abierto nuevas e inesperadas perspectivas, especialmente con la construcción de novedosos y potentes instrumentos. Ha aumentado el número de nuevas investigaciones.
 
Pero hasta ahora solo hemos hablado de aplicar la mecánica cuántica a la materia que se mueve dentro de los campos gravitatorios de la teoría de Einstein. No hemos hablado de una cuestión mucho más compleja: aplicar la mecánica cuántica a la propia gravedad en forma de gravitones.
 
Y aquí es donde nos tropezamos con el mayor de los problemas: hallar una teoría cuántica de la gravedad, algo que ha frustrado a los mejores físicos del mundo durante décadas. Así que vamos a repasar lo que sabemos hasta ahora. Recordemos que, al aplicar la teoría cuántica a la luz, introducimos el fotón, una partícula de luz. Cuando este se mueve, está rodeado por los campos eléctrico y magnético, que oscilan y penetran en el espacio, y cumplen las ecuaciones de Maxwell. Esta es la razón por la que la luz tiene propiedades de partícula y de onda. El poder de las ecuaciones de Maxwell reside en sus simetrías; esto es, la capacidad de convertir el campo eléctrico en el magnético, y viceversa.
 
Cuando el fotón choca con los electrones, la ecuación que describe esta interacción devuelve resultados infinitos. Sin embargo, si usamos los artificios ideados por Feynman, Schwinger, Tomonaga y otros muchos, podemos ocultarlos todos. La teoría resultante se denomina QED. A continuación, aplicamos este método a la fuerza nuclear. Sustituimos el campo de Maxwell original por el campo de Yang-Mills y el electrón, por una serie de quarks, neutrinos, etcétera. Después, introdujimos un nuevo conjunto de artificios desarrollados por ’T Hooft y sus colegas a fin de eliminar los infinitos de nuevo.
 
Así, tres de las cuatro fuerzas del universo podían unificarse en una sola teoría, el modelo estándar. Esta no era lo que se dice bonita, ya que se creó remendando las simetrías de las fuerzas fuerte, débil y electromagnética, pero funcionaba. No obstante, al aplicar a la gravedad este método comprobado, nos encontramos con problemas.
 
En teoría, la partícula de la gravedad se debería llamar «gravitón». De manera similar al fotón, es una partícula puntual y se desplaza a la velocidad de la luz, por lo que está rodeada por ondas gravitatorias que obedecen las ecuaciones de Einstein.
 
Hasta ahora, bien. El problema aparece cuando el gravitón choca con otros gravitones y también con átomos: la colisión resultante crea respuestas infinitas. Cuando se intentan aplicar los trucos trabajosamente formulados durante los últimos setenta años, nos encontramos con que todos ellos fracasan. Las mejores mentes del siglo han intentado resolver este problema, pero ninguna lo ha logrado.
 
Está claro que se debe utilizar un enfoque totalmente nuevo, ya que todas las ideas fáciles ya se han investigado y desechado. Necesitamos algo novedoso y original de verdad. Y eso nos lleva a la que quizá sea la teoría más polémica de la física, la teoría de cuerdas, que podría ser lo bastante disparatada como para suponer la teoría del todo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 106
 
 
Con anterioridad hemos visto que, alrededor del año 1900, había dos grandes pilares de la física: la ley de la gravitación de Newton y las ecuaciones de la luz de Maxwell. Einstein observó que estaban reñidos entre sí. Uno de los dos iba a tener que derrumbarse. La caída de la mecánica de Newton puso en marcha las grandes revoluciones científicas del siglo XX. Actualmente, la historia podría estar repitiéndose. De nuevo hay dos grandes pilares de la física. Por un lado, tenemos la teoría de lo muy grande, la teoría de la gravitación de Einstein, que nos da los agujeros negros, el Big Bang y el universo en expansión. Por el otro, tenemos la teoría de lo muy pequeño, la teoría cuántica, que explica la conducta de las partículas subatómicas. El problema es que están en conflicto mutuo. Se basan en dos principios, dos matemáticas y dos filosofías diferentes. Nuestra esperanza es que la próxima gran revolución sea la unificación de estos dos pilares. LA TEORÍA DE CUERDAS Todo empezó en 1968, cuando dos jóvenes físicos, Gabriele Veneziano y Mahiko Suzuki, estaban hojeando libros de matemáticas y se tropezaron con una extraña fórmula hallada por Leonhard Euler en el siglo XVIII.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 107
 
 
Alrededor del año 1900, había dos grandes pilares de la física: la ley de la gravitación de Newton y las ecuaciones de la luz de Maxwell. Einstein observó que estaban reñidos entre sí. Uno de los dos iba a tener que derrumbarse. La caída de la mecánica de Newton puso en marcha las grandes revoluciones científicas del siglo XX. Actualmente, la historia podría estar repitiéndose. De nuevo hay dos grandes pilares de la física. Por un lado, tenemos la teoría de lo muy grande, la teoría de la gravitación de Einstein, que nos da los agujeros negros, el Big Bang y el universo en expansión. Por el otro, tenemos la teoría de lo muy pequeño, la teoría cuántica, que explica la conducta de las partículas subatómicas. El problema es que están en conflicto mutuo. Se basan en dos principios, dos matemáticas y dos filosofías diferentes. Nuestra esperanza es que la próxima gran revolución sea la unificación de estos dos pilares.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 107
 
 
Mi colega Keiji Kikkawa y yo fuimos capaces de reescribirla toda en el lenguaje de los campos, creando así lo que se conoce como «teoría de campo de cuerdas». Toda la teoría de cuerdas se puede resumir, mediante nuestras ecuaciones, en una sola ecuación de poco más de dos centímetros).
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 109
 
 
Lo más convincente e interesante de esta teoría (cuerdas) es que la gravedad queda necesariamente incluida. Sin hipótesis adicionales, el gravitón surge como una de las vibraciones más bajas de la cuerda. De hecho, aunque Einstein no hubiera nacido, toda su teoría de la gravitación podría haberse hallado con solo examinar la vibración más baja de la cuerda.
 
Sin embargo, a medida que la teoría evolucionaba, empezaron a revelarse rasgos cada vez más fantásticos e inesperados. Por ejemplo, se halló que la teoría ¡solo podía existir en diez dimensiones! Esto supuso una sorpresa para los físicos, porque nadie había visto nunca nada parecido. Por lo general, cualquier teoría se puede expresar en las dimensiones que uno quiera. Lo que hacemos es simplemente descartar las demás, porque es obvio que vivimos en un mundo tridimensional (solo podemos movernos hacia adelante, de lado, arriba y abajo. Si sumamos el tiempo, se necesitan cuatro dimensiones para ubicar cualquier suceso en el universo. Si queremos encontrarnos con alguien en Manhattan, por ejemplo, podríamos quedar en la esquina de la Quinta Avenida y la calle Cuarenta y dos, en el décimo piso, a mediodía. No obstante, movernos en más de cuatro dimensiones es imposible para nosotros, por mucho que lo intentemos. De hecho, nuestro cerebro no puede siquiera visualizar cómo sería movernos en dimensiones superiores. Por tanto, todas las investigaciones que se llevan a cabo en la teoría de cuerdas de más dimensiones son matemáticas puras). Pero en la teoría de cuerdas, la dimensionalidad del espacio-tiempo está fijada en diez dimensiones. La teoría deja de funcionar matemáticamente con otras dimensiones.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 109
 
 
Si la teoría de cuerdas es correcta, el universo podría haber tenido, al principio, diez dimensiones. Pero era un espacio inestable, y seis de estas dimensiones, en cierto modo, se contrajeron y se hicieron demasiado pequeñas para ser observables. Así, nuestro universo podría realmente tener diez dimensiones, pero nuestros átomos son demasiado grandes para penetrar en esas minúsculas magnitudes superiores.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 110
 
 
A pesar de lo descabellado de la teoría de cuerdas, uno de los aspectos que la ha mantenido con vida es que combina satisfactoriamente los dos grandes pilares de la física, la relatividad general y la teoría cuántica, ofreciéndonos una teoría finita de la gravitación cuántica. De ahí viene todo el entusiasmo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 111
 
 
La simetría es la espada que los físicos utilizan para vencer a los dragones desatados por las correcciones cuánticas.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 112
 
 
 
El matrimonio entre la relatividad y la teoría cuántica ha estado casi un siglo perturbando a los físicos, pero la simetría entre fermiones y bosones, denominada «supersimetría», nos permite anular muchos de estos infinitos entre sí. Los expertos no tardaron en descubrir otros medios de eliminarlos para obtener un resultado finito. Así, este es el origen de toda la conmoción que rodea a la teoría de cuerdas: puede unificar la gravedad y la teoría cuántica. Ninguna otra teoría puede afirmar una cosa así. Esto podría satisfacer la objeción original de Dirac, que odiaba la teoría de renormalización porque, a pesar de sus fantásticos e innegables éxitos, implicaba la adición y sustracción de cantidades infinitas. Aquí vemos que la teoría de cuerdas es finita por sí misma, sin renormalización. Esto podría, a su vez, satisfacer la imagen originalmente propuesta por el propio Einstein. Este comparó una vez su teoría de la gravitación con el mármol, que es suave, elegante y pulido. La materia, en cambio, era más como la madera. El tronco de un árbol está retorcido y es caótico, rugoso, sin un patrón geométrico regular. Su objetivo era crear, en última instancia, una teoría unificada que combinase el mármol y la madera en una única forma, una teoría hecha completamente de mármol. Ese era su sueño. La teoría de cuerdas puede completar este panorama. La supersimetría es un tipo de simetría que puede transformar el mármol en madera, y viceversa. Se convierten ambos en dos caras de la misma moneda. En esta imagen, el mármol está representado por los bosones; la madera, por los fermiones. A pesar de que no hay pruebas experimentales de la supersimetría en la naturaleza, es algo tan elegante y bello que ha captado la imaginación de la comunidad de la física.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 114
 
 
En resumen, ahora vemos que la simetría puede ser la clave para unificar todas las leyes del universo, debido a diversos logros extraordinarios:
 
  • La simetría convierte en orden el desorden. La tabla de Mendeléyev y el modelo estándar pueden conferir organización y simetría al caos de elementos químicos y partículas subatómicas.
 
  • La simetría ayuda a completar los huecos. Permite aislar las lagunas de estas teorías y, así, predecir la existencia de nuevos elementos y partículas subatómicas.
 
 
  • La simetría unifica objetos de lo más inesperados y aparentemente sin relación entre ellos. Gracias a ella se encuentra el vínculo entre espacio y tiempo, materia y energía, electricidad y magnetismo, así como entre fermiones y bosones.
 
  • La simetría revela fenómenos inesperados. Predijo la existencia de nuevos fenómenos como la antimateria, el espín y los quarks.
 
 
  • La simetría elimina las consecuencias no deseadas que pueden destruir la teoría. Las correcciones cuánticas suelen acarrear desastrosas divergencias y anomalías que esta característica puede eliminar.
 
  • La simetría altera la teoría clásica original. Las correcciones cuánticas de la teoría de cuerdas son tan rigurosas que, de hecho, modifican la teoría original, fijando la dimensionalidad del espacio-tiempo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 115
 
 
La teoría de supercuerdas saca partido de todos estos rasgos. Su simetría es la supersimetría (aquella que puede intercambiar bosones y fermiones). Esta, a su vez, es la mayor simetría nunca hallada en la física, capaz de unificar todas las partículas conocidas del universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 116
 
 
Aún tenemos que completar el último paso de la teoría de cuerdas y encontrar sus principios físicos fundamentales; esto es, aún no comprendemos cómo derivarla toda de una sola ecuación.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 116
 
 
Edward Witten halló que, en realidad, había una teoría de once dimensiones oculta, denominada «teoría M», basada en membranas (como las superficies de esferas o de rosquillas) y no solo en cuerdas. Fue capaz de explicar por qué había cinco teorías de cuerdas distintas: había cinco formas en las que condensar una membrana de once dimensiones en una cuerda de diez.
 
En otras palabras, las cinco versiones de la teoría de cuerdas eran representaciones matemáticas diferentes de la misma teoría M (así, tanto una como otra son, en realidad, la misma teoría, salvo que la teoría de cuerdas es una reducción de la teoría M, de once dimensiones a diez). Pero ¿cómo podía una teoría de once dimensiones dar lugar a cinco teorías de diez?
 
Pensemos, por ejemplo, en una pelota de playa. Si dejamos escapar el aire, la bola se encoge y se parece, cada vez más, a una salchicha. Si dejamos salir aún más aire, la salchicha se convierte en una cuerda. De ahí que una cuerda sea, en realidad, una membrana camuflada, de la que se ha dejado escapar el aire.
 
Con una pelota de playa de once dimensiones se puede demostrar matemáticamente que hay cinco formas en las que esta puede encogerse hasta convertirse en una cuerda de diez dimensiones.
 
O pensemos en la narración del ciego que se encuentra por primera vez con un elefante. Un sabio, al tocar la oreja del animal, afirma que este es plano y bidimensional, como un abanico. Otro sabio toca la cola y asume que el elefante es como una soga o una cuerda unidimensional. Otro, tocándole una pata, concluye que el paquidermo es como un tambor o cilindro tridimensional. Pero, en realidad, si retrocedemos hasta la tercera dimensión, podemos ver el elefante como un animal tridimensional. De la misma forma, las cinco teorías de cuerdas distintas son como la oreja, la cola y la pata, pero aún nos falta revelar el elefante completo, la teoría M.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 117
 
 
Como hemos visto, las ecuaciones de Maxwell tienen una dualidad entre los campos eléctrico y magnético; es decir, son las mismas si invertimos ambos campos, y convertimos los eléctricos en magnéticos (podemos ver este comportamiento matemáticamente, porque las ecuaciones del electromagnetismo contienen con frecuencia términos como E2 + B2, que son iguales si se cambia un campo por el otro, como en el teorema de Pitágoras). De manera similar, hay cinco teorías de cuerdas distintas en diez dimensiones, y se puede demostrar que son duales entre sí, por lo que son, en realidad, una única teoría M de once dimensiones camuflada. Así que, increíblemente, la dualidad muestra que dos teorías diferentes son, en realidad, dos aspectos de la misma teoría.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 118
 
 
Maldacena, no obstante, demostró que aún había otra dualidad entre la teoría de cuerdas, en diez dimensiones, y la teoría de Yang-Mills, en cuatro dimensiones. Se trataba de una novedad muy inesperada, pero con enormes implicaciones. Significaba que había conexiones profundas y no previstas entre la fuerza gravitatoria y la fuerza nuclear definidas en dimensiones del todo diferentes.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 119
 
 
 
Como hemos visto, las ecuaciones de Maxwell tienen una dualidad entre los campos eléctrico y magnético; es decir, son las mismas si invertimos ambos campos, y convertimos los eléctricos en magnéticos (podemos ver este comportamiento matemáticamente, porque las ecuaciones del electromagnetismo contienen con frecuencia términos como E2 + B2, que son iguales si se cambia un campo por el otro, como en el teorema de Pitágoras). De manera similar, hay cinco teorías de cuerdas distintas en diez dimensiones, y se puede demostrar que son duales entre sí, por lo que son, en realidad, una única teoría M de once dimensiones camuflada. Así que, increíblemente, la dualidad muestra que dos teorías diferentes son, en realidad, dos aspectos de la misma teoría. Maldacena, no obstante, demostró que aún había otra dualidad entre la teoría de cuerdas, en diez dimensiones, y la teoría de Yang-Mills, en cuatro dimensiones. Se trataba de una novedad muy inesperada, pero con enormes implicaciones. Significaba que había conexiones profundas y no previstas entre la fuerza gravitatoria y la fuerza nuclear definidas en dimensiones del todo diferentes.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 118
 
 
Por lo general, se pueden hallar dualidades entre cuerdas en la misma dimensión. Al reorganizar los términos que describen estas cuerdas, por ejemplo, con frecuencia podemos cambiar una teoría de cuerdas por otra. Esto crea una maraña de dualidades entre diferentes teorías de cuerdas, todas ellas definidas en la misma dimensión. Pero una dualidad entre dos objetos definidos en dimensiones diferentes era algo nunca visto.
 
Esta no es una cuestión puramente teórica, porque tiene profundas implicaciones en la comprensión de la fuerza nuclear. Por ejemplo, antes habíamos visto cómo la teoría de gauge en cuatro dimensiones nos da la mejor descripción de la fuerza nuclear al estar representada por el campo de Yang-Mills, pero nadie ha logrado hallar una solución exacta a este. Sin embargo, como la teoría de gauge en cuatro dimensiones podría ser dual de la teoría de cuerdas en diez dimensiones, esto significaba que la gravitación cuántica podía representar la clave para la fuerza nuclear. Se trataba de una revelación asombrosa, porque implicaba que la teoría de cuerdas podía describir mejor los rasgos básicos de la fuerza nuclear (como calcular la masa del protón).
 
Esto provocó cierta crisis de identidad entre los físicos. Los que trabajan exclusivamente en la fuerza nuclear se pasan todo el tiempo estudiando objetos tridimensionales, como protones y neutrones, y con frecuencia se burlan de los colegas que teorizan en más dimensiones. No obstante, con esta nueva dualidad entre gravedad y teoría de gauge, de pronto estos físicos se hallaban tratando de aprenderlo todo sobre teoría de cuerdas en diez dimensiones, que podría representar la clave para entender la fuerza nuclear en cuatro dimensiones.
 
Esta extraña dualidad aún nos tenía reservado otro acontecimiento inesperado, denominado «principio holográfico». Los hologramas son láminas de plástico bidimensionales que han sido especialmente codificadas con la imagen de un objeto tridimensional. Al iluminar una con un rayo láser, esta imagen aparece de pronto. En otras palabras, toda la información necesaria para crear una imagen tridimensional ha sido codificada en una lámina plana, bidimensional, con el uso de láseres, como la imagen de la princesa Leia proyectada por R2-D2 o la mansión encantada de Disneylandia, en la que fantasmas tridimensionales flotan a nuestro alrededor.
 
Este principio también funciona para los agujeros negros. Como vimos antes, si tiramos una enciclopedia a un agujero negro, la información contenida en los libros no puede desaparecer, según la mecánica cuántica. Pero ¿adónde va entonces toda ella? Una teoría postula que se distribuye en la superficie del horizonte de sucesos del agujero negro. Así, la superficie (que es bidimensional) de un agujero negro contiene toda la información de todos los objetos tridimensionales que han caído en él.
 
Esto tiene también implicaciones en nuestra concepción de la realidad. Estamos convencidos, desde luego, de que somos objetos tridimensionales que pueden moverse en el espacio, definido por tres números: longitud, anchura y altura. Pero puede que esto sea una ilusión y quizá vivamos en un holograma.
 
Puede que el mundo tridimensional que experimentamos no sea más que una sombra del mundo real, que, en realidad, tiene diez u once dimensiones. Cuando nos movemos en las tres dimensiones del espacio, es, en realidad, nuestra verdadera identidad moviéndose en diez o en once dimensiones. Cuando caminamos por la calle, nuestra sombra nos sigue y se mueve como nosotros, salvo que la sombra existe en dos dimensiones. Del mismo modo, quizá nosotros seamos sombras tridimensionales, pero nuestra verdadera identidad se esté moviendo en diez o en once dimensiones.
 
En resumen, vemos que, con el tiempo, la teoría de cuerdas ha ido revelando resultados nuevos y completamente inesperados. Y esto significa que aún no entendemos bien los principios básicos que hay tras ella. Puede que, en última instancia, la teoría de cuerdas no sea en absoluto una teoría sobre cuerdas, ya que las cuerdas se pueden expresar como membranas cuando se formulan en once dimensiones.
 
Por eso es prematuro comparar la teoría de cuerdas con los experimentos. Cuando hayamos revelado los verdaderos principios que hay detrás de ella, puede que hallemos una forma de comprobarla, y quizá entonces podamos decir, de una vez por todas, si es una teoría del todo o una teoría de la nada.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 119
 
 
Algunos nobeles han tomado posturas opuestas en esta cuestión. Sheldon Glashow escribió al respecto: «Años de intensos trabajos por parte de docenas de las mejores y más brillantes mentes no han producido una sola predicción comprobable, ni se espera que la haya pronto»
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 114
 
 
La teoría de cuerdas ha sido objeto de diversos reproches. Los críticos han afirmado que no es más que bombo; que la belleza en sí misma es un indicador poco fiable en física; que la teoría predice demasiados universos; y, lo más importante, que no es verificable.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 122
 
 
Los críticos afirman que la teoría de cuerdas tiene unas matemáticas hermosas, pero esto puede no tener relación alguna con la realidad física. Esta crítica puede guardar cierta validez, pero hay que comprender que algunos aspectos de la teoría de cuerdas, como la supersimetría, no son inútiles ni están exentos de aplicaciones físicas. Aunque aún no se han hallado pruebas de la supersimetría, se ha demostrado que esta es esencial para eliminar muchos de los defectos de la teoría cuántica; al anular bosones con fermiones, nos permite resolver un problema histórico, eliminar las divergencias que afectan a la gravedad cuántica.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 124
 
 
No todas las teorías bellas tienen aplicación física, pero todas las teorías fundamentales de la física halladas hasta ahora, sin excepción, incorporan cierta belleza o simetría.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 124
 
 
La principal crítica que se ha planteado a la teoría de cuerdas es que no se puede verificar.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 124
 
 
La principal crítica que se ha planteado a la teoría de cuerdas es que no se puede verificar. La energía que poseen los gravitones se denomina «energía de Planck», que es mil billones de veces superior a la que produce el LHC. ¡Imagine tratar de construir un acelerador de partículas mil billones de veces mayor que el actual! Es probable que se necesitase uno del tamaño de la galaxia para poder comprobar la teoría de forma directa.
 
Es más, cada solución de la teoría de cuerdas es todo un universo, y parece haber un número infinito de soluciones. Para poder comprobar directamente la teoría, ¡sería necesario crear miniuniversos en un laboratorio! En otras palabras, solo un dios puede comprobar directamente la teoría, ya que se basa en universos, no en átomos ni en moléculas.
 
Así que, en principio, parece que la teoría de cuerdas no pasa la prueba de fuego para cualquier otra, la verificabilidad. Pero esto no arredra a sus defensores. Como ya hemos establecido, la mayoría de la ciencia se hace de manera indirecta, examinando los ecos del Sol, del Big Bang, etcétera
 
Asimismo, buscamos ecos de la décima y la undécima dimensión. Quizá las pruebas de la teoría de cuerdas estén ocultas a nuestro alrededor, pero debemos estar atentos a sus ecos, en lugar de tratar de observarlos directamente.
 
Por ejemplo, un posible signo del hiperespacio es la existencia de materia oscura. Hasta hace poco, se creía que el universo estaba compuesto sobre todo por átomos, pero los astrónomos han hallado, para su sorpresa, que solo el 4,9 por ciento son átomos como el hidrógeno y el helio. En realidad, la mayor parte del universo está oculto para nosotros en la forma de materia y energía oscuras (recordemos que son dos cosas distintas. El 26,8 por ciento del universo está compuesto de materia oscura, que es materia invisible que rodea las galaxias e impide que se disgreguen; mientras que el 68,3 por ciento del universo está compuesto de energía oscura, que es aún más misteriosa, la energía del espacio vacío que está alejando las galaxias unas de otras). Quizá las pruebas de la teoría del todo estén ocultas en este universo invisible.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 124
 
 
La materia oscura es extraña e invisible y, sin embargo, mantiene unida la Vía Láctea. Sin embargo, como tiene peso pero no carga, si se intentase sostener en la mano se escurriría entre los dedos como si esta no estuviese ahí. Caería, atravesaría el suelo y también el centro de la Tierra, y llegaría hasta el otro lado del planeta, donde la gravedad acabaría por invertir su dirección y hacer que cayera otra vez hacia la mano que la intentaba sostener. Y volvería a oscilar entre esta y el otro lado del planeta, como si la Tierra no estuviese ahí. Por extraña que sea la materia oscura, sabemos que tiene que existir
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 125
 
 
Actualmente, las partículas masivas de interacción débil (más conocidas como WIMP, por sus siglas en inglés) son las candidatas más firmes para ser materia oscura. Entre ellas, una posibilidad es el fotino, el compañero supersimétrico del fotón. Esta partícula es estable, tiene masa, es invisible y no tiene carga, lo cual se ajusta con precisión a las características de la materia oscura.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 126
 
 
Para un teórico, todas estas críticas son incómodas, pero no terribles. Lo que, en cambio, sí le causa problemas es que el modelo parezca predecir un multiverso de universos paralelos, muchos de los cuales son aún más descabellados que los que pasan por la imaginación de un guionista de Hollywood. La teoría de cuerdas tiene un número infinito de soluciones, cada una de las cuales describe una teoría de la gravitación finita y lógica, que no se parece en absoluto a nuestro universo. En muchos de estos universos paralelos, el protón no sería estable, sino que se desintegraría en una inmensa nube de electrones y neutrinos. Además, la materia compleja que nosotros conocemos (los átomos y las moléculas) no puede existir, sino que consiste únicamente en un gas de partículas subatómicas. (Se podría afirmar que estos universos alternativos no son más que posibilidades matemáticas y que no son reales. Pero el problema es que la teoría carece de poder de predicción, ya que no puede decirnos cuál de estos universos alternativos es el real).
 
Este problema no es, en realidad, exclusivo de la teoría de cuerdas. Por ejemplo, ¿cuántas soluciones hay para las ecuaciones de Newton, o para las de Maxwell? El número es infinito, según lo que uno esté estudiando. Si partimos de una bombilla o un láser y resolvemos las ecuaciones de Maxwell, hallaremos una solución única para cada instrumento. Así, las teorías de uno y otro tienen también un número infinito de soluciones, en función de las condiciones iniciales, esto es, de la situación a partir de la cual empezamos.
 
Es probable que este problema sea común a cualquier teoría del todo, que tendrá un número infinito de soluciones en función de las condiciones iniciales. Pero ¿cómo se determinan estas para todo el universo? Esto significa tener que introducir a mano, desde fuera, las condiciones del Big Bang.
 
Muchos físicos consideran que eso es hacer trampas. Lo ideal es que sea la propia teoría la que dé las condiciones que originaron el Big Bang, que la teoría nos lo diga todo, incluidas la temperatura, la densidad y la composición del momento original. Una teoría del todo debería contener en sí misma, de algún modo, sus propias condiciones iniciales.
 
Dicho de otra forma, queremos una predicción única del principio del universo. Así, la teoría de cuerdas tiene un problema de exceso. ¿Puede predecir nuestro universo? Sí, y eso es una afirmación sensacional, pues ha sido la meta de los físicos durante casi un siglo. Pero ¿puede predecir solo un universo? Es probable que no. Esto es lo que se llama el «problema del paisaje» de la teoría de cuerdas.
 
Este problema tiene varias posibles soluciones, ninguna de las cuales es ampliamente aceptada. La primera es el principio antrópico, según el cual nuestro universo es especial porque, para empezar, nosotros somos seres conscientes y estamos aquí debatiendo esta cuestión. En otras palabras, podría haber un número infinito de universos, pero el nuestro es el único que tiene las condiciones necesarias para hacer posible la vida inteligente. Las condiciones iniciales del Big Bang están fijadas en el principio del tiempo, de forma que actualmente pueda haber vida inteligente. Los otros universos podrían no poseer vida consciente.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 131
 
 
He estado trabajando en la teoría de cuerdas desde 1968, así que, por supuesto, tengo mi punto de vista al respecto. Se mire como se mire, la forma última de la teoría aún está por revelarse, por lo que es prematuro comparar la teoría de cuerdas con el universo actual. Una de las características de la teoría de cuerdas es que está evolucionando hacia atrás, hacia sus fundamentos, y va descubriendo nuevas matemáticas y nuevos conceptos por el camino. Alrededor de cada década hay una nueva revelación que cambia nuestro punto de vista en lo que respecta a la naturaleza de esta teoría. He sido testigo de tres de estas sobrecogedoras revoluciones. Y, sin embargo, aún no hemos sido capaces de expresar la teoría de cuerdas en su forma completa; todavía no conocemos sus principios fundamentales definitivos. Solo cuando los descubramos podremos examinarla a la luz de los resultados experimentales.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 134
 
 
Personalmente, yo creo que aún no hemos llegado al piso inferior, ya que cada vez que analizamos esta teoría descubrimos nuevos niveles matemáticos. Creo que aún hay más capas que revelar antes de llegar a su forma definitiva. Dicho de otro modo, la teoría es más inteligente que nosotros.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 134
 
 
Es posible expresar toda la teoría de cuerdas en términos de teoría de campo de cuerdas mediante una ecuación de poco más de dos centímetros. Pero, para diez dimensiones, necesitamos cinco ecuaciones como esa.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 135
 
 
Personalmente, yo creo que el pesimismo de muchos científicos puede llevarlos por el mal camino, porque las pruebas de la teoría podrían no encontrarse en un gigantesco acelerador de partículas, sino en el hallazgo de la formulación matemática definitiva de la teoría.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 136
 
 
Lo que quiero decir es que quizá no necesitamos en absoluto una prueba experimental de la teoría de cuerdas. Una teoría del todo es también una teoría de todo lo ordinario. Si podemos derivar la masa de los quarks y de otras partículas subatómicas conocidas a partir de principios fundamentales, esa podría ser una prueba convincente de que estamos ante la teoría definitiva.
 
El problema no es en absoluto experimental. El modelo estándar tiene una veintena de parámetros libres que se introducen a mano (como la masa de los quarks y la fuerza de sus interacciones). Tenemos abundantes datos experimentales sobre las masas y las interacciones de las partículas subatómicas. Si la teoría de cuerdas pudiera calcular con precisión estas constantes fundamentales a partir de principios básicos, sin hacer hipótesis alguna, esto demostraría, en mi opinión, su corrección. Sería realmente un acontecimiento histórico que los parámetros conocidos del universo surgieran de una única ecuación.
 
Pero, cuando tengamos esta ecuación de poco más de dos centímetros, ¿qué haremos con ella? ¿Cómo podemos eludir el problema del paisaje?
 
Una posibilidad es que muchos de estos universos sean inestables y se desintegren en el nuestro. Recordemos que el vacío, lejos de ser algo aburrido e indiferenciado, está en realidad repleto de universos burbuja que aparecen y desaparecen de repente, como en un baño de burbujas. Hawking lo llamaba la «espuma del espacio-tiempo». La mayor parte de estos minúsculos universos burbuja son inestables; saltan fuera del vacío y de nuevo dentro de él.
 
Del mismo modo, cuando hallemos la formulación definitiva de la teoría, se podrá demostrar que la mayor parte de estos universos alternativos son inestables y se desintegran en el nuestro. Por ejemplo, la escala de tiempo natural para estos universos burbuja es el tiempo de Planck, 10−43 segundos, un intervalo increíblemente breve. La mayor parte de universos viven solo durante ese instante, pero la edad del nuestro es de 13 800 millones de años, lo cual es, en comparación, astronómicamente mayor que la vida de la mayoría en esta formulación. Dicho de otro modo, quizá nuestro universo sea especial entre la infinidad del paisaje, pues los ha superado en duración a todos, y por eso estamos nosotros hoy aquí, planteándonos esta cuestión.
 
Pero ¿qué hacemos si la última ecuación resulta ser tan compleja que es imposible de resolver a mano? Parecerá entonces imposible demostrar que nuestro universo es especial entre todos los demás. En ese momento, creo que tendremos que recurrir a un ordenador. Es el camino que hemos tomado para la teoría del quark. Recordemos que la partícula de Yang-Mills actúa como un pegamento para enlazar los quarks en un protón. Sin embargo, después de cincuenta años, nadie ha podido demostrar esto matemáticamente de forma rigurosa. De hecho, muchos físicos han abandonado la esperanza de lograrlo. Pero las ecuaciones de Yang-Mills se han resuelto en un ordenador.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 136
 
 
Estoy seguro de que acabaremos encontrando la teoría del todo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 138
 
 
Einstein se desesperaba por hallar respuestas a preguntas sobre el sentido de la vida, pero su pensamiento acerca de Dios estaba claro: un problema, según escribió, es que en realidad hay dos tipos de Dios, y solemos confundirlos. En primer lugar, está el Dios personal, aquel al que se reza, el Dios de la Biblia, que aniquila a los filisteos y premia a los creyentes. Él no creía en ese Dios. No creía que el Dios que creó el universo interfiriese en los asuntos de los simples mortales.
 
Sí creía, sin embargo, en el Dios de Spinoza, es decir, el Dios del orden en un universo que es bello, simple y elegante. El universo podría ser feo, aleatorio y caótico, pero también tiene un orden oculto que es misterioso y, sin embargo, profundo.
 
Como analogía, Einstein dijo una vez que se sentía como un niño entrando en una inmensa biblioteca. Estaba rodeado de montañas de libros con respuestas a los misterios del universo. Su meta en la vida era, de hecho, poder leer unos pocos capítulos de esos libros.
 
Sin embargo, dejó abierta esta cuestión: si el universo es como una inmensa biblioteca, ¿tiene un bibliotecario? ¿Quién fue el autor de esos libros? Dicho de otro modo: si la teoría del todo puede explicar todas las leyes físicas, ¿de dónde vino esa ecuación?
 
Y había otra pregunta que impulsaba a Einstein: ¿tuvo Dios elección al crear el universo?
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 140
 
 
En la teoría original de Einstein, el universo se expandió casi al instante. Pero, en la teoría de los multiversos, el nuestro no es más que una burbuja que coexiste con otros universos burbuja, que se están creando constantemente. Si esto es así, quizá el tiempo no empezó a existir de repente con el Big Bang, sino que había un tiempo antes del principio de nuestro universo. Cada universo nació en un breve momento de tiempo, pero el número de aquellos en el multiverso podría ser eterno. Así, la teoría del todo deja abierta la cuestión de la existencia de Dios.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 141
 
 
Santo Tomás de Aquino, el gran teólogo católico del siglo XIII, postuló cinco famosos argumentos para la existencia de Dios. Son interesantes porque, incluso en el presente, siguen suscitando profundas cuestiones acerca de la teoría del todo.
 
Dos son en realidad redundantes, así que pueden reducirse a tres argumentos:
 
1.     Cosmológico: los objetos se mueven porque son empujados; es decir, algo los pone en movimiento. Pero ¿cuál es el primer motor o primera causa que puso el universo en movimiento? Debe de ser Dios.
 
2.     Teleológico: a nuestro alrededor vemos objetos de gran complejidad y sofisticación, pero, en última instancia, todo diseño precisa de un diseñador. El primer diseñador fue Dios.
 
 
3.     Ontológico: Dios, por definición, es el ser más perfecto imaginable. Se puede imaginar que no existe. Pero, si Dios no existiera, no sería perfecto, por tanto, debe existir.
 
Estas pruebas de la existencia de Dios perduraron durante cientos de años. No fue hasta el siglo XIX cuando Immanuel Kant halló un defecto en el argumento ontológico, porque la perfección y la existencia son dos categorías independientes. Que algo sea perfecto no implica necesariamente que exista.
 
No obstante, los otros dos argumentos deben volver a examinarse a la luz de la ciencia moderna y de la teoría del todo. El análisis del argumento teleológico no tiene complicaciones. A nuestro alrededor, miremos donde miremos, vemos objetos de gran complejidad, pero la sofisticación de las formas de vida que nos rodean puede explicarse por la evolución. Con suficiente tiempo, el azar puro puede impulsar la evolución mediante la supervivencia del más apto, de manera que diseños más sofisticados surgen aleatoriamente a partir de otros más sencillos. No es necesario un primer diseñador de la vida.
 
En cambio, el análisis del argumento cosmológico no está tan claro. Los físicos actuales pueden hacer retroceder la película y demostrar que el universo empezó cuando un Big Bang lo puso en movimiento. Sin embargo, para retroceder antes de ese momento, tenemos que utilizar la teoría del multiverso. Pero, si asumimos que esta teoría explica de dónde vino el Big Bang, entonces tenemos que preguntarnos: ¿y de dónde vino el multiverso? Finalmente, si se afirma que este es una consecuencia lógica de la teoría del todo, habremos de preguntarnos: ¿de dónde viene la teoría del todo?
 
Llegados a este punto, la física se detiene y empieza la metafísica. La física no dice nada sobre la procedencia de las leyes de la física. Así, el argumento cosmológico de santo Tomás de Aquino acerca del primer motor o primera causa sigue siendo relevante, incluso hoy.
 
La principal característica de cualquier teoría del todo es, probablemente, su simetría. Pero ¿de dónde viene esta simetría? Sería un subproducto de profundas verdades matemáticas. Y ¿de dónde viene la matemática? Sobre esta cuestión, la teoría del todo guarda de nuevo silencio.
 
Preguntas suscitadas por un teólogo católico hace ochocientos años siguen siendo pertinentes, a pesar de nuestros enormes avances en la comprensión del origen de la vida y del universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 141
 
 
Ordenado y simple. Me resulta muy fascinante que todas las leyes conocidas del universo físico se puedan resumir en una única hoja de papel. Este papel contiene
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 143
 
 
El universo es un lugar extraordinariamente bello, ordenado y simple. Me resulta muy fascinante que todas las leyes conocidas del universo físico se puedan resumir en una única hoja de papel. Este papel contiene la teoría de la relatividad de Einstein. El modelo estándar es más complicado, y ocupa la mayoría de la página con su muestrario de partículas subatómicas, que pueden describir todo el universo conocido, desde el interior del protón hasta los propios límites del universo visible. Dada la absoluta brevedad de esta hoja de papel, es difícil no llegar a la conclusión de que todo esto se planificó, de que su elegante proyecto es una muestra de la mano de un diseñador cósmico. Para mí, este es el argumento más sólido para la existencia de Dios.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 143
 
 
Yo creo que la teoría del todo existe porque es la única teoría matemáticamente coherente.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 144
 
 
Si estoy en lo cierto, no hay elección. Solo una ecuación puede describir el universo, porque todas las demás son matemáticamente incoherentes.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 145
 
 
Si estoy en lo cierto, no hay elección. Solo una ecuación puede describir el universo, porque todas las demás son matemáticamente incoherentes.
 
Así, la ecuación definitiva del universo es única. Puede haber un número infinito de soluciones para esta ecuación maestra, que nos den un paisaje de soluciones, pero la propia ecuación es única.
 
Esto arroja cierta luz sobre otra cuestión: ¿por qué hay algo en lugar de nada?
 
En la teoría cuántica, la nada absoluta no existe. Hemos visto que no hay oscuridad total, así que los agujeros negros son, en realidad, grises, y deben evaporarse. Asimismo, al resolver la teoría cuántica, hallamos que la menor energía no es cero. Por ejemplo, no es posible alcanzar el cero absoluto, porque los átomos, en su estado de energía cuántico más bajo, siguen vibrando (del mismo modo, según la mecánica cuántica, no se puede alcanzar este valor, porque siempre tenemos la energía del punto cero, esto es, las vibraciones cuánticas más bajas. Un estado de vibración cero infringiría el principio de incertidumbre, ya que la energía cero es un estado de incertidumbre cero, que no es posible).
 
Y ¿de dónde vino entonces el Big Bang? Lo más probable es que de una fluctuación cuántica de la Nada. Incluso la Nada, o un vacío puro, está repleta de partículas de materia y antimateria que continuamente saltan fuera del vacío y colapsan de nuevo en el vacío. Así es como algo salió de la Nada.
 
Hawking, como hemos visto, llamaba a esto la «espuma del espacio-tiempo»; es decir, un hervidero de diminutos universos burbuja apareciendo y desapareciendo continuamente en el vacío. Nunca vemos esta espuma del espacio-tiempo porque cada burbuja es mucho más pequeña que cualquier átomo. Pero, de vez en cuando, una de ellas no desaparece, sino que continúa expandiéndose, hasta inflarse y crear todo un universo.
 
Entonces ¿por qué hay algo en lugar de nada? Porque, en su origen, nuestro universo vino de las fluctuaciones cuánticas en la Nada. A diferencia de otras innumerables burbujas, la nuestra saltó de la espuma del espacio-tiempo y siguió expandiéndose.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 145
 
 
La idea del multiverso nos permite combinar la mitología de la creación del cristianismo con el Nirvana del budismo en una única teoría compatible con las leyes físicas conocidas.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 147
 
 
Lo que yo creo es que nosotros mismos creamos nuestro propio significado en el universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 147
 
 
Es difícil sostener que el universo tiene sentido si va a acabar por morir. En cierto modo, la física contiene la sentencia de muerte del universo.
 
Michio Kaku
La ecuación de Dios, página 148
 

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