Josef Pieper

"El alma es en cierto sentido todo, el todo. «En cierto sentido», o sea el alma es todo en cuanto que, conociéndose, puede ponerse en relación con la totalidad de los seres."

Josef Pieper



"¡El espíritu es, según su esencia, poder para captar el mundo!"

Josef Pieper



“El respeto a la tradición se debe a que en ella está guardado el testimonio acerca del verdadero ser del hombre y del mundo.”

Josef Pieper


"En el ocio hay, además, algo de la serena alegría del no poder comprender, del reconocimiento del carácter secreto del mundo, de la ciega fortaleza del corazón del que confía y que deja que las cosas sigan su curso."

Josef Pieper



"Es un error absoluto, y perfectamente comprobable desde un punto de vista filosófico, afirmar que son invenciones de Platón. “Platón es el gran poeta de los mitos” es una afirmación absurda. Ni Platón ni Sócrates se han atribuido nunca la creación de mitos. Un mito no se inventa sino que se redescubre. Se cuenta nuevamente, se “recuenta”. El contenido, la anécdota no es de él. Hablo aquí de una revelación originaria, es decir, que al comienzo de la historia hubo una palabra divina dirigida a los hombres y escuchada por ellos, antes del judaísmo y de la llamada historia bíblica. En nuestros días ese concepto casi ha desaparecido del todo de la Teología. Se dice que estoy solo con esa defensa de la revelación originaria (Uroffenbarung). Es cierto si paseo la mirada en sentido horizontal, pero si regreso a la historia encuentro que a eso ya lo sostuvieron Newmann, Möller, Scheeben, Justino o San Agustín. De este último hay un párrafo estupendo en sus “Retractationes”, donde afirma que la verdadera religión siempre existió y que cuando llegó Cristo se le llamó cristianismo. Ésta es, claro está, una formulación muy ligera y fácil de malinterpretar, pero lo cierto es que allí ya se dice que al principio sonó la palabra de Dios, y que desde entonces estuvo siempre presente en los mitos de los pueblos, aunque quizá escondida tras una costra de informaciones adicionales, y hasta distorsionada diabólicamente. El mismo Platón siempre afirmó que no debían tomarse demasiado en serio las descripciones de los mitos. Y puesto que ha buscado la manera de interpretar esto de alguna manera hizo teología. Teología significa interpretación de la revelación. Interpretación de la palabra transmitida por Dios a los hombres. Y eso precisamente es lo que intenta hacer Platón [8]. Asegura que hay algo en el alma que no se ve, que ahora no se ve, pero que se hará visible el día del Juicio final. La culpa deja heridas, cicatrices que los jueces del Juicio final ven, juzgan, y castigan. En el “Fedón” aparece esa estructuración tripartita que constituye una de las más increíbles coincidencias históricas, es decir, la de“Paraíso-Purgatorio-Infierno”. El infierno probablemente esté vacío; eso no lo sé. En todo caso no podemos asegurar con certeza que Judas o Stalin no estén en el infierno. Nadie puede asegurar algo así. Pero lo que sí puede afirmarse con toda seguridad es que el hombre es capaz de tomar una decisión tan radical contra sí mismo y contra Dios, que acaba volviéndose definitivamente contra el Creador. C. S. Lewis lo dijo con una frase maravillosa, el infierno no está cerrado por fuera, sino que el candado queda dentro. Para Platón, “purgatorio” quiere decir que hay culpas curables e incurables. ¿Qué es una culpa curable? Al respecto, me explicó Erich Przywara que hay una concepción del fuego del infierno que también existe en Platón. Las almas de los muertos llegan a un lugar de purificación, y una vez purificadas, abandonan el lugar y alcanzan el paraíso. De pronto, al darse cuenta de que ha pecado contra el propio benefactor y de que eso ya no tiene solución, uno se arrepiente y avergüenza de sí mismo. Esa vergüenza -nosotros la llamamos vergüenza ardiente (brennende Scham)- que sentimos con tanta fuerza, nos purifica, nos limpia. Todavía tengo curación porque soy capaz de sentir vergüenza. Y después de esa purificación viene el paraíso. La representación platónica es absolutamente idéntica a la de la vida eterna, a la de esa morada impoluta “en la que no sólo se hallan las imágenes de los dioses sino los dioses mismos”, y la verdadera “Synousia” entre los dioses y los hombres. Estamos hablando, claro, del cielo. Pero el cielo está al otro lado de la muerte. Esa presuposición es uno de los elementos recurrentes de Sócrates en los grandes “Diálogos”. En Platón encontramos muchas frases teológicas. Si no lo vemos así, es decir, si no se tiene en cuenta las afirmaciones de la teología, la filosofía se vuelve estéril. También la teología se vuelve estéril si no admite conceptos filosóficos. Queda convertida en una simple repetición de textos sagrados pero desprovista de interpretación, como ocurre en la India. Allí el teólogo, el sacerdote del templo carecen de formación, son ignorantes. No poseen una formación filosófico-teológica; ésta, simplemente, no existe. Pasé varios meses en la India y tuve oportunidad de conocer al famoso jesuita Pierre Fallon, quien me ayudó a conocer los pormenores de ese culto. Me contó que si en medio de intelectuales hindúes a uno se le ocurriera decir “yo como sacerdote”, se le contestaría inmediatamente con lo siguiente: “Por Dios, no puede usted llamarse así, eso es algo terrible, un sacerdote es un pobre tonto que ni siquiera sabe lo que dice”. El sacerdote es en verdad un ignorante que sólo repite y vuelve a repetir. También me pasó que me invitaron a la casa de una familia burguesa y acomodada, a donde iba todos los días un bramán al que pagaban para que en una pequeña estancia reservada exclusivamente a ese propósito celebrara el rito religioso hindú. Uno de los hijos de la casa era un estudiante a quien había conocido. Después del rito pregunté a los hijos qué había ocurrido realmente. Contestaron: “son todo puras tonterías, disparates, en realidad, no ha ocurrido nada digno de mención”. Entonces, dije al padre: “Sus hijos dicen que son tonterías, usted ¿qué opina?”. Su respuesta fue: “This has been done for a thousand years! Es la tradición” [9]. ¿Qué significa, pues, eso de “it’s been done for a thousand years”? Si no es posible la interpretación a partir del conocimiento natural, a partir de la filosofía, entonces todo se convierte en algo completamente estéril. Y viceversa, si la filosofía se separa de esas cosas y declara su falta de importancia, entonces también se vuelve estéril. Ambas se hacen estériles."

Josef Pieper



"Espíritu y realidad en su conjunto son conceptos correspondientes, que responden uno a otro. No se puede «tener» uno sin el otro."

Josef Pieper



"Estamos no ociosos para tener ocio."

Josef Pieper



"Hay días y épocas determinadas que son «exclusiva propiedad de los dioses."

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"La caracterología, no importa la tendencia que tenga, se toca en puntos esenciales con la ética, y en este sentido tampoco importa si ésta tiene un fundamento religioso o es autónoma o si es formalista o “material”, intectualista o voluntarista. De alguna manera se ocupa toda caracterología del ser del hombre, y es más, del común e inmediato fundamento esencial de todas las más sutiles acciones. Y ya que toda ética de alguna manera está orientada al deber ser del hombre, así se comportan ética y caracterología, hablando en forma sumaria y provisoria, entre sí, como deber y ser. Ambas ciencias se suponen mutuamente, ambas coinciden en última instancia en la pregunta acerca de la esencia del hombre."

Josef Pieper
Prudencia y Templanza



"La mirada del que ama no es realista. Es una mirada de proyección."

Josef Pieper



"Las grandes palabras probablemente siempre han estado sometidas a ese peligro. C. S. Lewis dijo en una ocasión: “Dale un nombre a una buena cualidad, y ese nombre muy pronto designará un defecto” [7]. Esto quizá resulta un poco exagerado, pero algo parecido ocurre, sin duda. Anteayer pronuncié una conferencia en Colonia sobre “qué significa hoy en día la palabra tradición”. Tradición significa que uno se remite a algo anterior sin que entre en juego el entendimiento. La relación entre tradición y receptor de la tradición no tiene lugar en un mismo nivel. He intentado demostrar esa hipótesis ayudándome de los diálogos de Platón, que son un ejemplo modélico de conversación, diálogo y discusión. A partir de determinado punto acaba la discusión, el debate, y comienza la tradición. Cuando en el “Gorgias”, por ejemplo, en la “Politeia” y hasta en el “Fedón” se narra el mito escatológico del Juicio final, éste ya no es objeto de discusión sino de cita, de referencia obligada a la tradición. A la pregunta, “¿de dónde sacó Sócrates esa referencia?” Sócrates responde, “es lo que desde la antigüedad se ha dicho –palai legatai”. La referencia temporal “palai” remite a un pasado sin fecha. Esa palabra también aparece en la carta a los hebreos. En el primer verso se lee, según la nueva versión alemana, que como traducción también tiene sus defectos: “Antaño, Dios habló a los padres”. Quiénes son los padres, nadie lo dice, y “antaño” es una referencia temporal excesivamente vaga. Lo cual significa que existe una clara continuidad con “palaei”. En el caso de Lutero, se lee “en otros tiempos”, y otra traducción dice “desde tiempos antiguos”. Dios habló a los padres, a los ancestros. Estamos, pues, ante un pasado infechable, ante “el comienzo”. Yo diría que con eso está refiriéndose a la “protorrevelación”, la revelación originaria. La revelación, la tradición no comienza con los apóstoles, sino que al comienzo de los tiempos Dios habló al hombre, habló excepcionalmente a toda la humanidad, y esto de alguna manera acabó ingresando en los mitos de los pueblos y ha permanecido siempre presente aunque de una forma quizá algo distorsionada y cubierta de una costra de futilidades y detalles secundarios. El hombre precristiano no fue capaz de interpretar correctamente el mito del juicio después de la muerte. ¿Quiénes son, pues, los “viejos”, los “antiguos”? Para Platón los antiguos son los primeros receptores de una revelación llegada desde una fuente sobrenatural. En una ocasión Platón dirá, “a través de un cierto Prometeo”. Los primeros receptores, los primeros emisarios son los “viejos”, los palaioi y los archaioi. Los “viejos” son seres anónimos, como lo es el autor del relato de la creación del mundo. Ambos, éstos y su revelación, pertenecen a un pasado infechable."

Josef Pieper



"Quien quiera conocer y hacer el bien debe dirigir su mirada al mundo objetivo del ser. No al propio ‘sentimiento’, no a la ‘conciencia’, no a los ‘valores’, no a los ‘ideales’ y ‘modelos’ arbitrariamente propuestos. Debe prescindir de su propio acto y mirar a la realidad"

Josef Pieper



"Una vez di en Manila una conferencia sobre “El elemento negativo en la filosofía de Santo Tomás”. Durante la discusión abierta que siguió a la ponencia, un profesor me preguntó qué tenía contra el tomismo. Yo le contesté: y eso ¿me lo pregunta precisamente a mí? Pero, voy a decírselo: en primer lugar, los tomistas piensan que pueden separar la filosofía de Santo Tomás de la teología. Santo Tomás es filósofo, pero su filosofía es la filosofía de un teólogo; además es teólogo, pero su teología es la de un filósofo. Son dos cosas que, simplemente, no pueden separarse. En segundo lugar: ustedes utilizan una terminología mientras que Santo Tomás, en cambio, habla un lenguaje vivo. Nunca se preocupa de los términos. Por ejemplo, para el concepto de causa efficiens tiene tres, cuatro, cinco palabras distintas, y las utiliza aleatoriamente, sin ajustarse a ninguna norma. Ustedes, ya digo, emplean una terminología, y eso lo distingo yo del lenguaje, de la palabra. Y, por fin, en tercer y último lugar: lo que en Santo Tomás he leído docenas de veces, nunca lo he leído en ustedes: “La esencia de las cosas nos es desconocida”. Esa fue mi respuesta."

Josef Pieper




"Y la etimología nos orienta en el mismo sentido: ocio se dice en griego σχολή; en latín, schola; en castellano, escuela. Así, pues, el nombre con que denominamos los lugares en que se lleva a cabo la educación, e incluso la educación superior, significa ocio. Escuela no quiere decir escuela, sino ocio."

Josef Pieper



"Yo al darle forma a mis ideas, me inspiré en una forma musical: la suite."

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