Juan Lorenzo Palmireno

"Acostumbran los que tienen algún cortijo encomendado, lleuar la primera fruta que en él se produze, al dueño, en señal de amor, vasallaje y obediencia. En este cortijo de las Musas y luzida escuela donde V.S. a todos los estudiosos hazen larga merced, nació esta nueva fruta hasta hoy no vista en España."

Juan Lorenzo Palmireno



"Desta suerte podrás hazer tu cartapacio, y poner en experiencia, de modo que pierdas la bobedad y corrimiento."

Juan Lorenzo Palmireno



"Entró un elegante joven de rizada cabellera, que, después de saludarme cortésmente, empezó a desnudarse, tras extender un paño blanquísimo y bordado sobre la mesa. En seguida se quitó la espada junto con el talabarte, y la puso con sumo cuidado a un extremo de la mesa. A continuación, de igual modo, las calzas y el jubón, al otro extremo. Yo miraba todo esto de reojo, entre la colcha y la almohada, que para el caso me había acercado. Junto a ellas, también el gorro con tanta precaución, que como bien puedes suponer ni en modo alguno me hubiera atrevido a tocar con los dedos.

Ante esto, empecé a burlarme de la vanidad de este hombre y con dolor pensé que estaba loco. Después, se acercó al pañizuelo y, de pie, llevándose una de las manos a la cabeza con tres dedos de la mano derecha retiró la cabellera, que, como es normal, no era suya, mostrando una cabeza totalmente rapada, como una calavera de muerto de las que se ven en los cementerios. Mientras, yo, con dificultad, había podido aguantar la carcajada. Pero, mordiendo la colcha con los dientes, me contuve. Pude ver también cómo se arrancaba de la boca algunos dientes, que eran postizos. Luego, con la mano derecha cogió suavemente la nariz, que, después de accionar hacia uno y otro lado, como sacándola de quicio, cedió y la colocó sobre el pañizuelo.

Entonces yo dejé de reír, pues el pavor había sucedido a la carcajada. Él, después de arrancarse las narices, se sacó los dos ojos y los puso junto a la nariz.

Tenías que haber visto cómo temblaba y se estremecía todo mi cuerpo. No sabía qué determinación tomar ni qué hacer en situación tan inaudita. Mientras yo me encontraba tremendamente azorado y lleno de miedo, aquél se quitó también las orejas. Por fin, tomada su cabeza con ambas manos, la separó del cuello de tal manera que hacía pensar que había estado unida al resto del cuerpo más que de manera natural, por artificio. Yo ya no pude aguantar más aquello y, saltando de la cama, me alejé y estuve escondido. Pero ahora, dejando la soledad y corriendo, he llegado junto a vosotros. Por favor, explicadme qué implica todo esto, ya que temo que un fantasma o una bruja anden por esta ciudad asustando a los forasteros."

Juan Lorenzo Palmireno
Dialogus 



"También me he hallado bien en coger refranes de prudencia, assí de libros como de conversaciones; diré algunos para que tú sepas coger muchos:

Ni carbón ni leña, no compres quando yela.
Prenda que no come, ninguno la tome.
Dineros de auaro, dos uezes uan al mercado.
Abbad avariento, por un bodigo pierde ciento.
A mullere a sardiña, pequeñina.
Andando gana la aceña, que no estando se queda.
A celada de bellacos, peor es el hombre por los pies que por las manos.
Aprende por arte, y yrás adelante.
Amor de puta, combite de mesonero, siempre cuesta dinero.
Antes moral que almendro. I[d est]: No te determines presto.
A lo tuyo, tú.
Quieres que te siga el can, dale pan.
El que esperar puede, alcanza lo que quiere.
A casa de tu tía, mas no cada día.
Hombre bellaco, tres barbas o quatro.
A gran arroyo, passar postrero.
Ni tu lino en tocas, ni tu pan en tortas.
Acuéstate sin cena, y amanescerás sin deuda.
Hombre palabrimuger ¡Guárdeme Dios dél! Y de moça navarra, y biuda aragonesa, casada valenciana, ramera toledana, poyo a la puerta, muger latina, moça adeuina, moço Pedro en casa.

Juan Lorenzo Palmireno












No hay comentarios: