Marcela Paz

"Como yo no tenía a quien contarle mis secretos, la Domitila, me aconsejó que escribiera una carta, fue así que nació mi diario de vida."

Marcela Paz


"Cuando me di cuenta que el mundo era como esa naranja me dieron unas ganas tremendas de comerme un pedazo del mundo. Sentía una sed terrible y los dientes se me salían de la boca por ir a darle un mordisco."

Marcela Paz
Papelucho: Historiador




"Desde mi corazón la compasión me hizo entender que lo único que se tiene es el amor que se da. Y mi experiencia me dice que lo imposible es posible."

Marcela Paz


"La gente grande no se acuerda ya de lo mucho que cuesta estudiar. Creen que uno no tiene nada en la cabeza… Y hay que ver lo difícil que es poner atención y no pensar en otra cosa. Porque hay tanto en qué pensar."

Marcela Paz
Papelucho: Historiador



"Por eso me revolvia adentro la famosa cuestión de la conciencia, porque sin ciencia uno es mucho más feliz."

Marcela Paz
Papelucho en vacaciones


"Tú no sabes lo que haces al querer derribar esta trepadora. Ella cubre mi enlucido descascarado y sucio, ella protege mis muros contra la humedad y los cálidos rayos del sol, ella me abraza y sostiene, se extiende como un águila grande con sus alas abiertas para amparar mi vejez, y me refresca en verano y me entibia en invierno. No sabes comprenderla. Ella disfraza su generosidad: bajo la apariencia de que se apoya en mí, egoístamente, bajo un aspecto absorbente y acaparador, es ella quien se desvive por nosotros. Parece buscar apoyo, y entretanto es ella quien nos lo da. Tú no la comprendes. Pero ahora que ya has destruido el muro, le salvarás la vida. ¿Verdad?
El jardinero dio un paso atrás. El hacha había caído a sus pies y las gotas de transpiración asomaban a su frente. Había estado a punto de cometer una torpeza tan grande, que aún no se recobraba del horror de lo que pudo hacer. Con sus rodillas temblorosas, volvió sobre sus pasos.
Cuando se hubo marchado, la golondrina, el grillo, las arañitas y los lagartos se agruparon en torno de la herida del muro de la casa.
-A ti debemos nuestra felicidad -dijeron en coro, con lágrimas en los ojos-. Tú eres la que en verdad te has sacrificado por nosotros -lloraron de emoción y reconocimiento.
A la mañana siguiente, al despuntar el alba, despertó el jardinero con esta preocupación: Debo cavar un poco la tierra en torno a la enredadera. Acaso cuidándola, llegue algún día a florecer -y se encaminó hacia ella a remover la mala hierba que entorpecía sus raíces.
Cuando a mediodía alzó los ojos para suspender su trabajo e irse a merendar, quedóse perplejo: entre las hojas verdes de la enredadera, en el punto preciso donde en su sueño dejara caer el hacha, había surgido como un milagro una hermosa flor. Una florecilla blanca y transparente como una lágrima.
Y cuando los vecinos se detuvieron sorprendidos a admirarla, el viejo sonreía misteriosamente.
-Es una flor muy distinguida y elegante -dijo el mayordomo-. Es preciso cultivar esta enredadera, porque pienso decorar con sus flores la mesa de los patrones el día de su regreso.
Y el corazón del viejo se llenó de contento y de satisfacción, aun cuando a nadie reveló el secreto de esa flor.
¿Quién comprendería jamás que había nacido de unas cuantas lágrimas de reconocimiento derramadas por una golondrina, un grillo, una arañita y algunos lagartos, y que había brotado en la herida del muro de la casa?"

Marcela Paz principal seudónimo empleado por Esther Huneeus de Claro
La flor de la enredadera


"Yo tenía en mi laboratorio un frasco con un invento. Estaba hecho con varias cosas. Mi idea era ver que podía resultar con esto, por eso hice un sándwich para algún ratón."

Marcela Paz
















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