María Angélica Palma

"-¡Demonio! ¡Qué ideas tan avanzadas estás sacando! Si acabarás en sufragista, y a lo mejor, saldrás, Pankhurst limeña, apedreando vidrieras y echando petróleo a los buzones.
- Ni me gustan en ningún caso los actos de fuerza, ni me meto a discutir doctrinas, que serían muchas honduras para mí; solo sé que me he dolido muchas veces de verme precisada, por ineptitud y debilidad, a turbar con mis preocupaciones la alegría primaveral de mi hija, porque ella sabía infundirme alientos, no solo porque Dios fué pródigo al dotarla, sino porque pertenece a una generación mas libre de trabas y prejuicios que la mía."

María Angélica Palma y Román
Por Senda propia




"Petrona es una excelente mujer; buena esposa, tierna madre, bondadosa suegra. Si las virtudes domésticas merecen la canonización, Petrona es digna de un sitio preferente en el santoral.
La economía privada de toda la familia de mi amiga gira en torno de la economía pública del Estado. Petrona está casada con un hombre de notorio talento, muy bueno además, que ha sido dos o tres veces ministro en gobiernos ya un poco remotos. Es abogado, carrera admirable que, entre nosotros, supone aptitudes para todo género de funciones. Y así el marido de Petrona lo mismo puede dirigir la Hacienda que la Instrucción Pública. Sin embargo, parece que su fuerte es la agricultura y la ganadería. Hace tiempo escribió una memoria—resumen de otras varias escritas en otros países—sobre cultivos donde no llueve, deduciéndose del luminoso estudio que es mejor sembrar donde las lluvias son regulares. Este notable descubrimiento da idea de la solidez de juicio y la serenidad reflexiva del marido de mi amiga. Suele también, de tarde en tarde, escribir algunos artículos en los grandes diarios acerca del porvenir de la ganadería, «nuestra industria madre». Estos artículos, por lo que toca a si existe o no aumento en el número de cabezas, están inspirados por un prudentísimo sentido dubitativo. La cabeza racional del ex ministro no aventura nunca afirmación alguna sobre las cabezas irracionales, mientras la razonadora estadística no las haya contado de una manera perfecta. En cambio es resueltamente afirmativo al sostener que no se deben vender ni exportar las vacas, que constituyen «la gallina de los huevos de oro». Este extracto que hago aquí de las fundamentales ideas del marido de Petrona basta para demostrar que no podía estar en mejores manos el tesoro agrario del país.
Mi amiga tiene tres hijas casadas: Margarita con un alto empleado de un ministerio; Petronila, con un secretario de legación; y María Inés, con un ingeniero burócrata que nunca vivió en carpa, lo que no le impide discutir, desde la oficina, las obras que otros ejecutan en el campo.
Descripta la familia, fácilmente se explican las inquietudes de mi amiga Petrona en este histórico momento político. Tiembla por todo y por todos. Está alarmadísima ante la idea de que el nuevo gobierno considere inexistente a su marido como ministrable: destituya al yerno empleado; declare disponible al diplomático; y, por último, haga salir de la oficina al ingeniero, enviándole a ejecutar obras y realizar mensuras y planimetrías en los desiertos."

María Angélica Palma
Crónicas de Marianela



"-¡Pobres muchachas! Son las hijas de las que agostaban su juventud, encerradas en un cuarto, inclinadas día y noche sobre la máquina de coser, las que ahora encontramos camino a los talleres, a los almacenes, a las oficinas y a las escuelas, donde se ganan el pan de cada día, todas esas abejas que nacieron pobres o que llegaron a serlo por vicisitudes del destino.
-Lo malo es que de los libres revoloteos de las tales abejitas puede resultar de repente que vuelen acompañadas.
-El mal ha existido siempre y jamás se desterrará del mundo; esos vuelos no serían por cierto una novedad. Más de una vez me ha referido usted las escenas tragi-cómicas que presenció en su juventud … No es con cerrojos, llaves y vigilantes como se guarda el decoro de la mujer; todo lo contrario."

María Angélica Palma














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