Gerardo Horacio Porcayo

"La ventisca, el polvo, los trajes de negro. Las lágrimas en los ojos. Las palabras de aliento... Los mismos diálogos típicos donde se ponderan las cualidades de quien ya no está más.
Mi vista sólo puede perseguir el descenso del ataúd que, de acuerdo con sus instrucciones, repartidas entre selectos amigos, debió ser de madera y, a los rayos de este atardecer, muestra su naturaleza errada y metálica.
Todo aquí parece una equivocación.
Mis pupilas se fijan a los tubos corrugados, agarraderas cromadas en un féretro gris acero, en su longitud y brillo. Y es quizá de ellos, de donde la idea empieza a surgir...
Su madre, en ese momento, pierde la corrección, los modales. Gime. Quiere arrojarse, llenar de caricias la ventana abierta a ese rostro de apariencia tranquila, de abultados párpados que velan la profundidad y el color de sus iris.
Sé que no lo hacen por sadismo sino por costumbre... El sepulturero al fin entiende el conflicto y cierra esa última mitad de la tapa, la última escotilla a su figura.
Después viene el descenso, el primer puño de tierra. Las paladas... Y aunque esa boca de tierra no prefigure ningún cañón, en las lentas nubes de polvo que surgen de ahí descubro el olor de la pólvora. El camino que se abre ante mí."

Gerardo Horacio Porcayo
El cuerpo del delirio



"Mi árbol genealógico no contempla otro escritor que un tío bisabuelo (el padre Agapito Mateo Minos, que escribiera un tratado histórico de Jojutla, Morelos, la ciudad que me vio crecer)."

Gerardo Horacio Porcayo


"Todo el tiempo estoy tratando de cambiar la voz, depende de qué te nutres, qué lees, eso es lo que aspiras a escribir. Julio Cortazar cambiaba mucho de estilos; aunque tenía su tono peculiar, le gustaba cambiar de estilos, Philip José Farmer, escritor de ciencia ficción que le gustaba cambiar y confundir al lector, eso me gustó mucho. Robert Silverberg también es otro que en sus momentos hizo, porque ahora hace cosas más comerciales(…) yo me he sentido con estas tentativas de cambiar la voz y adaptarla a la necesidad de la escritura (…) Y Volver a la piel es la primeras donde me atrevi a dar el paso a una persona poderosa, pero no sin un truco, porque al final de cuentas es una persona poderosa que está bajo la supervisión de sí mismo (…) es todo un juego, una estrategia para crear esta visión."

Gerardo Horacio Porcayo




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