Félix Romeo Pescador

"Estuvimos a punto de salirnos de la carretera. Habíamos ido a Calanda, a ver la Rompida de la hora. Nos creíamos ligados mágicamente a Luis Buñuel. Por la noche habíamos estado en Alcañiz, bebiendo, bailando, durmiendo dentro del 124. Intentando dormir, porque el frío nos congelaba las manos, los pies, los brazos, la cabeza, los pies, la lengua, el cuello, los testículos, el pecho, la espalda, los dientes. Mariángeles iba contigo. Una mujer de la que he olvidado el nombre iba con Bizén. Yo iba solo. Despertamos dentro del coche, en Alcañiz, muertos de frío. La escarcha cubría el parabrisas. La escarcha cubría las ventanas. La escarcha cubría el coche entero. Salimos hacia Calanda, destrozados. Estuvimos en la plaza viendo cómo se rompían las manos de los que tocaban y cómo la sangre caía encima de los bombos. No podíamos soportar el ruido con la resaca. Entramos en un bar que tenía un millón de jamones colgados del techo, como murciélagos en una cueva de murciélagos. No podíamos ni mirarnos a la cara. Apestábamos. Nos largamos a Zaragoza para tratar de recomponernos. Tenías tanto sueño como nosotros. Pero eras el único que sabía conducir. Todos íbamos cerrando los ojos dentro del coche. En una larga recta abrí los ojos. Tenías los ojos cerrados. El coche se estaba yendo hacia la derecha. Me costó un instante darme cuenta de que nos íbamos a la cuneta. Te desperté. Por el espejo retrovisor miramos cómo dormían Mariángeles, Bizén y la mujer de la que he olvidado el nombre.
John Kennedy Toole se suicidó el 26 de marzo de 1969, después de desaparecer de Nueva Orleans, poniendo un extremo de una manguera de jardín en el tubo de escape de su coche y el otro en la ventanilla del conductor. Murió asfixiado por los gases. El caso de John Kennedy Toole parece el del payaso alegre que un día se mata. Uno de los hermanos Tonnetti, los payasos de circo de nuestra infancia, se suicidó. El payaso de la cara blanca. Ahorcado.
Siempre pensé que necesitabas protección, que de alguna manera estabas desamparado. Lo sentía incluso cuando te manifestabas seguro y anunciabas que podrías llevar una vida plena sin vernos. Nos lo dijiste una tarde en el Ifi, uno de nuestros bares preferidos. No nos necesitabas, y nos podíamos ir preparando porque pensabas mandarnos a la mierda. A Bizén y a mí. Estábamos los tres. Yo me quedé apesadumbrado. Pero eso no mermó ni un instante mis ganas de protegerte, de cuidarte, de quererte como se quiere a un hijo deficiente.
Eras un yonqui de la compañía. Aunque íntimamente sintieras desprecio por la mayoría de los que participábamos en tu vida, eras incapaz de desprenderte de nosotros. Tu suicidio puede ser entendido como la incapacidad de ser privado de alguien. No es la única paradoja de tu muerte. Tú te tiraste por el balcón de nuestro piso de Barcelona el 27 de febrero de 1992, y yo me siento como si fuera tu asesino.
Freud escribió poco acerca del suicidio. Tenía clara su teoría. El suicida comete en realidad un asesinato. Como no puede matar al causante de su mal, se asesina a sí mismo. Todos los hijos de puta que matan a las mujeres que les abandonan son simplemente los que siguen la ley natural. Si eso tiene algo de natural."

Félix Romeo Pescador
Amarillo


"No pude ver a Paul Bowles en Tánger, pese a que lo intenté. El guía oficial del Hotel Minzah, donde se había hospedado hasta su muerte Jean Genet, me dijo, como si se tratara de un íntimo amigo, que Paul Bowles estaba muy enfermo, que necesitaba descansar y que no me recibiría. A cambio, como si entendiera que formaban parte del mismo recorrido turístico literario, me llevó al bar americano donde solía estar Mohamed Chukri, el Negresco, aunque el guía evidenció que no le gustaba esa visita: detestaba su forma de vida. Paul Bowles tradujo al inglés varios libros de Mohamed Chukri, como Jean Genet en Tánger, en el que inventa un nuevo género literario, la persecución, pero sus relaciones fueron siempre tensas. Mohamed Chukri no estaba en el Negresco y el camarero se encogió de hombros cuando el guía preguntó por él. ¿Qué esperaba de ese encuentro con Paul Bowles? Quizá que me bendijera, como hacen los sacerdotes católicos con los animales domésticos el día de San Antón.
William S. Burroughs decía que tras la muerte de su mujer dejó de preocuparse por ella: tenía problemas más importantes. También decía que cuando sus gatos se ausentaban, sentía muchas ganas de llorar y a menudo lo hacía. Se sentía «ligeramente culpable» tras la muerte de su madre.
Paul Bowles y Jane Bowles compraron un loro en Costa Rica. El loro, un auténtico torbellino, sólo decía una palabra: «Budupple», y ése fue el nombre que pusieron a su primera mascota familiar. En un autorretrato de adolescencia, Paul Bowles se había dibujado como si fuera un loro: su pelo rubio igual que una cresta. Jane Bowles pasó a llamar Budupple a Paul Bowles. En las cartas que le escribió aparecen muchas versiones de ese nombre: Bupple, Bup, Buppie, Bubble o Bubby.
En Jean Genet en Tánger, Jean Genet se describe como «un perro sucio. Me alojo en el Minzah o en el Hilton porque me gusta ver a gente elegante sirviendo a un canalla inmundo como yo».
William S. Burroughs tomaba todo tipo de sustancias para encontrar espacios desconocidos: heroína, marihuana, cocaína, peyote, majoun, ayahuasca."

Félix Romeo
El hombre invisible y el zoo de los Bowles





















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