Pedro Rosete

"Fil. Válgame el diablo.
Ant. Tenga amigo paciencia.
Fil. Para mi rabia es buena impertinencia.
Ant. ¿Quién eres hombre?
Fil. Buen alibio é hallado.
Ant. Dime quien eres.
Fil. Padre porfiado, quiça le pesará de averme oydo.
Ant. Deveme de importar pues se lo pido.
Fil. Yo tambien me recreo en referillo.
Ant. Prevenido me tienes para ello.
Fil. Pues el oydo, y la atencion apreste.
Ant. Valgame el cielo, si es Filipo aqueste!
Fil. Filipo es mi nombre.
Ant. Espera.
Fil. ¿Qué quiere?
Ant. Que con cuidado toda tu vida me cuentes.
Fil. Oyga mi vida y milagros Filipo Dixe, es mi nombre, Ludovico un hombre anciano es mi padre, rico un tiempo, pero a mis continuos bastos, ya tan pobre, que los mismos; que tuvo en un tiempo gratos; oy le vuelven las espaldas, bastantes señas le é dado, que es dos vezes enfadoso el pobre a los obligados. Naci en Palermo, essa ilustre población que ha tantos años que triunfa cabeça heroica del gran reyno Ciciliano: no bien las primeras luzes del Sol generoso amparo de quantos viven mire con ningún discurso, quando a una ama que me tenia en sus cariñosos braços, desagradecido a aquel segundo ser que en el blando alimento de su pecho me comunicó a los labios. Le di la muerte una noche, puse en su cuello mis braços, y tanto estreché su aliento, que detenido en el passo de la garganta hazia dentro, revocó el ayre pesado, y el que aliento para vida le respiró para laço."

Pedro Rosete
Sólo en Dios la confianza



"Niq. Tened la atrevida lengua, si no quereis que indignada, escarcimiento a descorteses, os fulminen mis palabras. Mal à la Infanta Niquea, claro espejo de Bretaña, conoceis: viven los Cielos, que entre estos brazos os haga más atomos, que del Sol à razimos se desatan. Si Florisbella os ha dicho tal falsedad, es ingrata à mi fè, que ni es conozco, ni es razon que os satisfaga. Mas yo del atrevimiento, yo de la aleve arrogancia llamaré, porque os castigue, á quien he entregado el alma. Griego Amadis, dueño mío.
Sale Amadis.
Ama. El bruto bolò sin alas, à què buen tiempo he llegado, pues que Niquea me llama: Señora, ¿què me quereis?
Niq. Que mireis quien os agravia, solo os dexo el agressor, tomad en èl la vengança.
Prin. Engañòme Florisbella, Ay, vendiòme como villana, corrido quedo.
Ama. Ya estoy a solas en esta quadra con el Principe, es bizarro, y de persona gallarda. Bien pudiera de sus partes presumir mas confiança, sin valerse de las mias.
Prin. ¿A quando, fortuna, aguardas? Ay, ¿à quando, desdicha, esperas? pero Amadis á batalla se dispone, ya desseo de mis zelos la vengança.
Ama. ¿Leonisel, bien me conoces?
Prin. Bien sé que Amadis te llaman de Grecia, y que à todo el mundo assomaras con tus hazañas.
Ama. Pues que lo sabes, no quiero matarte con mis palabras, debeme la vida en tanto que te la quita mi espada. Y pues la razon no ignoras que me mueve de la Infanta, saca ese valiente azero, que tu vil accion infama. Y pongo por condicion, que el vencido en esta quadra, si queda vivo, se ampare de la merced ò de la gracia del que le venciere.
Prin. Admito, sin revocar tu demanda en ella la condicion, y assi mismo la batalla. Ya mi espada te amedrenta.
Saca la espada.
Ama. ¿Ver quiero con esta airada? Si de mi valor ahora, como en el jardin te escapas.
Acuchillandose, dizen.
Prin. Peleas monte animado.
Ama. Riñes montaña viviente.
Prin. ¡Gran esfuerço!
Ama. ¡Gran valor!
Dale Amadis un golpe en la espada al Principe, y caesele.
Prin. Mas (ò fortuna) la espada me has derribado, detente, no me mates.
Ama. Ya á mis plantas estés, y la condicion te intimo por tu desgracia."

Pedro Rosete
La Torre del Orbe











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