Salvador Reyes

Barco

El velamen
empapado en la charca de la tarde
y un marinero viejo
en la popa, fumando
tabaco de silencio.
No se acorta la estela del recuerdc
Girones de aventuras
se enredan a loss mastiles
y ensangrientan la ruta.
Nostalgia... Vida...
(El cargamento
desborda en las escotilla)
El viento agita su pañuelo:
Adiós...
Adiós...

Mujeres errantes
en la tristeza de todos los mares.

Los labios cantan,
pero en los puertos
siempre las manos cortan las amarras.

Salvador Reyes



“Cuando yo muera, tú serás mi única mortaja. En ti quiero dormir como en un regazo de oro, para que nunca cese mi destino de hélice, para que vuelto parte de tu vida, continúe la mía en soles, en peces, en olas, en rumores.”

Salvador Reyes



“Dicen que soy imaginista, como si todo ese mundo no existiese. El término lo inventó Alone. No tiene sentido. Es una solemne tontera. Todo escritor es imaginista y no hay novela sin imaginación. Yo no hablo ni he hablado del mar para dármelas de extraño, exótico o desarraigado, sino porque lo he visto y lo he vivido.

Yo nunca he afirmado que la creación novelesca debe estar completamente despegado de la realidad. Lo que yo he dicho es que la imaginación debe guiar al artista y que es mala y aburrida toda novela en la cual no existe un soplo de poesía que la levante sobre la vulgar copia  de los hechos.

Jamás he escrito sobre las nubes. He pintado a Valparaíso, al Cazador de Ballenas, a los espías en Barcelona. No existe escritor sin fantasía. Escolares inocentes deben repetir esa majadería del imaginismo. En Chile no se analiza, los errores se repiten. Adquieren  soberanía  y se tornan respetables.

Cuando publiqué mi juvenil Barco Ebrio, tomé el título de RIMBAUD, se dijo que yo era un discípulo de él. ¡Ojalá lo hubiese sido cierto! En otro sitio mencioné a Tristán Corbiere. En Chile no lo conocía nadie. Dijeron, sin embargo, que era mi maestro.

Soy un hombre inubicuo, sin pie en la tierra. Basta leerme.”

Salvador Reyes





"El mar es la patria de todos los soñadores."

Salvador Reyes
en el prólogo de La niña de la prisión, de Luis Enrique Délano



Evocación

Telarañas de jarcias,
laberinto de mástiles sonoros:
frente a los puertos canta la nostalgia.
Su mano iba desnuda
a1 encuentro de todos los adioses
por la emoción doliente de las rutas
Y su elegancia envenenó la tarde
con el aroma y el presentimiento
de lo que nunca volverá a encontrarse...
Ella fue, acaso, quien prendió en mi vida
la canción que cantaran por el mundo
sus labios de incansable peregrina...
Frente a los puertos canta la nostalgia
y las manos se alargan suplicantes
hacia los barcos mágicos que zarpan.
Para un éxodo de melancolía
los viejos marineros silenciosos
tienden el puente de humo de sus pipas.
Y el corazón se queda sollozando
por el recuerdo de una mujer triste
que en un barco, una vez, pasó a su lado...

Salvador Reyes



Expedición

Hay un país donde florece la alegría,
donde la sombra de las grandes palmeras
recorta estrellas en el bochorno vespertino
para velar el sueño a los viejos piratas de las islas. 

Desde sus playas, como tigres reales.
los días ágiles.
saltan el arco de las noches
y entre sus garras, ensangrentadas de recuerdos.
hacen rodar las constelaciones. 

Allí florece tu alegría
viendo el desfile de los sátrapas hieráticos
y de los cazadores de jaguares,
mientras junto a tus pies el Mar Latino
entrechoca collares de naufragios. 

Y hace ya mucho tiempo.... 

Hacia el país sonoro de tu risa,
hacia el país lejano
yo voy guiando mi corazón envejecido
en el largo crucero de los años.

¡Cuantas tripulaciones cayeron en el viaje!
Trágicos timoneles, gavieros taciturnos,
entre las tempestades de mi espejo
ruedan vuestras cabezas
con los labios clavados
por el último juramento. 

Sin embargo persisto. 

Navego hacia el país de tu alegría,
voy hacia ti... Mis marineros han muerto,
¡Pero no importa nada!
¡No importa nada que me muera yo mismo!
Hace ya muchos años que he visto mi propio fantasma....

Salvador Reyes




Ruta

EN mi pipa recibo
los radiogramas del recuerdo,
Con las estelas de todas
las quillas que me han precedido
fabricO una mortaja
para la canciÓn de su nombre.
Cuatro estrellas
crucifican la noche.
¡Su nombre!
Inclinado en la borda
lo siento llegar en las tristes
corrientes del norte.
Lejos,
los puertos sucios
perfilan sus gritos de vicio
y de adioses.

Salvador Reyes



Sombra

Yo dejé mi poema
en aquel puerto de oro

¿Recuerdas?

Verso extraviado,
rosal sin nombre
florecido en las jarcias
del barco del crepúsculo.
Yo dejé mi poema
sobre tu pecho.

Sangraba.

Era toda una vida
que no he de vivir nunca:
tú y el mar incendiado de canciones y de piratas.

Poniente rojo.

Tú tan blanca,
con las manos tendidas a las naves en marcha...

¡Pero yo sólo supe
que de tu propio corazón zarpaban!

Salvador Reyes






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