Manuel Tagüeña Lacorte

“A comienzos de febrero de 1939 los restos del XV Cuerpo de Ejército cruzaron la frontera francesa, quedando disuelta la unidad.  Inmediatamente empecé con mis oficiales a reunir grupos de soldados dispersos. Les explicábamos la situación y luego formados, cruzaban la raya fronteriza, depositaban sus armas al lado de la carretera y seguían adelante…Al atardecer el tránsito se fue reduciendo poco a poco. En ese momento ordené cruzar la frontera a gran parte del personal del estado mayor del quince cuerpo de ejército… Con las últimas luces del día se acercaron los voluntarios de las Brigadas Internacionales. André Marty los esperaba y me pidió que me colocara a su lado. En su último y emocionante desfile pasaron ante nosotros unos centenares de supervivientes de las batallas más duras de nuestra guerra, ante los cuales mis oficiales y yo nos cuadramos, saludando militarmente, mientras se iban perdiendo en la oscuridad hacia Cerbere…”

Manuel Tagüeña Lacorte




“Buscábamos la posibilidad de luchar: nuestra suerte estaba unida a la del pueblo soviético y si éste era derrotado, nada nos salvaría del exterminio.”

Manuel Tagüeña Lacorte


“Decididamente la idea del socialismo sólo la podría admitir unida a la de la libertad, única manera de elevar la dignidad del hombre.”

Manuel Tagüeña Lacorte



“la falta de libertad política pone en el aire todos los avances sociales pues el hombre pierde toda seguridad personal en su vida y en su trabajo. Produce además el estancamiento ideológico y cultural, que no depende sólo del número de centros de enseñanza o de la capacidad para construir un moderno aparato a chorro.”

Manuel Tagüeña Lacorte




“La responsabilidad del fracaso no era de los gobernantes, sino de la oposición de la derecha e izquierda que no había dedo sosiego al nuevo régimen desde el 14 de abril. Hubiese sido mejor encontrar una fórmula aceptable para la mayoría, pero intransigencias, intereses creados, impaciencias y demagogias, se opusieron a ello. Ya no quedaba más salida que la guerra a muerte.”

Manuel Tagüeña Lacorte


"Mis enlaces me comunicaban lo que ocurría dentro de la ciudad. Mujeres que asaltaban depósitos de víveres y que insultaban a nuestros soldados, y otras que, como locas, buscaban medios de escapar de la ciudad. Un estado de tensión y de hostilidad se respiraba por todas partes. Con frecuencia se encontraban almacenes grandes y sitios de armamento y municiones que destruíamos cuando no era posible trasladarlos. Todos teníamos ahora pequeñas metralletas o “naranjeros”, como las denominábamos entonces, aunque su nombre oficial era “subfusil ametrallador”. Se fabricaban a miles en nuestra retaguardia, pero jamás llegó al frente ni una sola.
(…)
Nuestras unidades también retrocedían apresuradamente, y el enemigo, que con gran prudencia había estado acumulando sus fuerzas en el lindero de la ciudad, se lanzó hacia dentro en pequeñas columnas, precedidas de tanques, que rápidamente penetraron por las principales avenidas. Fueron minutos de tremenda confusión. Mientras por una calle entraban los conquistadores, aclamados por los gritos de sus simpatizantes, por la de al lado se retiraban nuestros maltrechos hombres, las piezas de artillería, los tanques, los blindados.
(…)
Por las carreteras huían más de medio millón de personas, de las cuales, una buena parte, eran oficiales y soldados desertores que no trataban ya de reincorporarse al frente, sino de alcanzar lo antes posible la frontera. Antón me aseguró que el Gobierno iba a hacer un gran esfuerzo para contener la avalancha, dejar pasar a los civiles, hombres, mujeres y niños, a los que se iba a evacuar a Francia, y obligar a los militares a regresar a las unidades que todavía se defendían. Nuestra misión consistía en retrasar el avance del enemigo e impedir que sus divisiones motorizadas penetrasen en cuña como cuchillos en la masa de fugitivos, lo que podría dar lugar a una espantosa catástrofe."

Manuel Tagüeña Lacorte
Testimonio de dos guerras



“Muchos miles de personas, poco o nada hicieron entonces para evitar este desarrollo sangriento de los acontecimientos. Unos por miedo comprensible ante el frenesí de las bandas armadas que no iban a tolerar ninguna oposición ni que se hablase de humanidad, de piedad y de compasión. Otros, que en ambos campos considerábamos con fatalismo este período como algo que no se podía impedir, como una etapa terrible pero necesaria, a través de la cual habría que pasar, para llegar al triunfo de los ideales que defendíamos, incluso como algo imprescindible para que la lucha en el frente no estuviera amenazada desde la retaguardia, por lo que luego se llamó Quinta Columna.”

Manuel Tagüeña Lacorte


 “Nunca he sentido el más leve remordimiento de haber dejado Checoslovaquia ni de haberme apartado del comunismo…. Me aparté del comunismo no por sus fines, sino por sus métodos… Queda por probar la fusión del socialismo con la libertad, fórmula inédita y única bandera bajo la cual merecería la pena luchar, con la esperanza de que abriera un camino a nuevas ideologías y a la paz, el bienestar y la unidad de todos los pueblos de la tierra.”

Manuel Tagüeña Lacorte




“Para vivir en paz tendería que aceptar el papel de ‘rojo arrepentido’, lo que lesionaría gravemente mi dignidad y me haría caer en una situación parecida a la que viví en los países comunistas.”

Manuel Tagüeña Lacorte



“Queda por probar la fusión del socialismo con la libertad, fórmula inédita y única bandera bajo la cual merecía la pena luchar, con la esperanza de que abriera un camino a nuevas ideologías y a la paz, el bienestar y la unidad de todos los pueblos de la Tierra.”

Manuel Tagüeña Lacorte







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