Volodia Teitelboim

"Continúa siendo una presencia y un tema. Cada año, en diversos puntos del mundo, se preparan nuevas tesis, se proponen exámenes, enfoques diferentes sobre su poesía y su vida. Podía escribir a cualquier hora. Pero generalmente a las nueve de la mañana se ponía a la tarea, después de desayunar en su dormitorio una taza de té con un par de tostadas. Decía que su jornada matutina era como la de un obrero, por lo menos en cuanto a faena cotidiana. Se regía también por un plan de producción que habitualmente cumplía y a veces superaba. Escribía hasta la una pasado meridiano cierto número de páginas. Uno, dos y a veces tres poemas diarios. Buena parte de su prosa la dictó a su secretario, Homero Arce, casi siempre en La Chascona. Al final, cuando fue embajador en Francia, lo hizo en la casa de campo de Normandía. En Isla Negra, sólo con la sensación de haber hecho la tarea, abandonaba su campo de operaciones. Era la biblioteca alargada o el cuarto pequeño, más reservado, donde se sentaba a escribir. O la mesita al aire libre ubicada cerca del campanario, junto al portón, que anunciaba al visitante. Pasado el mediodía entraba en el bar, donde brillaban las copas mexicanas de color azul escarlata. Allí recibía a sus invitados y se bebía el primer trago del día, sin olvidarse de saludar con una mirada a los amigos muertos, cuyos nombres estaban grabados a punzón en los maderos visibles de la techumbre."

Volodia Teitelboim
Variaciones y complementos nerudianos


"El estímulo material es el rezago del pasado, es aquello con lo que hay que contar, pero a lo que hay que ir quitándole preponderancia en la conciencia de la gente a medida que avance el proceso. Uno está en decidido proceso de ascenso; el otro debe estar en decidido proceso de extinción. El estímulo material no participará en la nueva sociedad que se crea, se extinguirá en el camino y hay que preparar las condiciones para que el tipo de movilización que hoy es efectiva, vaya perdiendo cada vez más su importancia y la vaya ocupando el estímulo moral, el sentido del deber, la nueva conciencia revolucionaria."

Volodia Teitelboim



"Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la lleve: a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total. Hay que impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de los cuarteles, y aun dentro de los mismos; atacarlo dondequiera que se encuentre, hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite."

Volodia Teitelboim



"La moderación es otra de las palabras que les gusta usar a los agentes de la colonia.
Son moderados todos los que tienen miedo o todos los que piensan traicionar de alguna forma.
El pueblo no es de ninguna manera moderado."

Volodia Teitelboim




"Los sueños no mueren ni se derrumban."

Volodia Valentín Teitelboim Volosky



"Me siento patriota de América Latina, de cualquier país de América Latina, en el modo más absoluto, y tal vez, si fuera necesario, estaría dispuesto a dar mi vida por la liberación de cualquier país latinoamericano, sin pedir nada a nadie."

Volodia Teitelboim





"Mis grandes propósitos en la vida fueron dos: ser escritor y adquirir una conciencia ciudadana en el sentido de que el hombre no se termina en sí mismo, como dice Neruda, si no que es parte de un mundo injusto que necesita cambios. A estas alturas siento la felicidad de haber estado al servicio de un sueño colectivo y milenario que se expresa en la idea de que la tierra es todavía -para la inmensa mayoría- un valle de lágrimas."

Volodia Teitelboim




"No puedo hablar con toda la gente que quiero. Sólo converso con las personas que están previstas. Es una limitación, porque siento la necesidad de enterarme de cuanto sucede, de trajinarles el alma a amigos y conocidos. En algunas partes percibo, a despecho de la gran crisis, que no han muerto los viejos mitos. El chileno sigue siendo el de antes, más adolorido y golpeado, es cierto. Pero su capacidad de acogida, los rituales de la amistad, parecen intactos, aunque ahora está más pobre. Otros han perdido la inocencia virginal, pese a que desde arriba se insiste a troche y moche en que el país es el Nuevo Edén. Me muevo desde la nieve al mar, del desierto al sur. Huelo, aspiro sensaciones y noticias. Reveo, al parecer, sin miedo, las ciudades. Entro en los pueblos, innombrado. Me interno en los bosques y allí hacemos un puritano picnic secreto, con yogurt, jugo de naranjas y sándwiches de jamón y queso. A lo lejos veo pasar por el camino los niños que van a la escuela rural, con sus bolsones. Esa zona me continúa dando la sensación de frontera y me evoca las guerras con los indios. Para mí cada detalle, en la situación en que me hallo, es un rasgo que agrego al retrato, y también a la leyenda del Chile que reencuentro. Siento que estoy absorbiendo lo visible y lo invisible, ángeles y demonios por todos los poros; pero repito que no puedo hablar con desconocidos ni con cualquiera que se me cruce en el camino. Debo seleccionar de antemano a mi interlocutor. De repente, en un motel del camino o junto a una bomba de bencina, me parece descubrir pasajeros de un autobús, un camionero y unas mujeres que me miran y cuchichean entre sí. ¿Alguien me ha reconocido o son alucinaciones? Naturalmente, para salir de dudas no puedo interpelarlos. Más vale seguir de viaje sin dar la sensación de una fuga. ¡Que los Dioses del Camino nos protejan del miedo de la ruta y de los temores imaginarios, del terror pánico y de los delirios de la imaginación!"

Volodia Teitelboim
En el país prohibido



"Nuestros ojos libres hoy son capaces de ver lo que ayer nuestra condición de esclavos coloniales nos impedía observar: que la "civilización occidental" esconde bajo su vistosa fachada un cuadro de hienas y chacales."

Volodia Teitelboim




"Pasaron por las oficinas, sintiéndose dueños del universo, obsesionados por la idea fija de terminar esta vez con sus desdichas. Avanzaban con la sensación de formar una especie de ejército libertador, que va a pie y sin armas por el desierto. La columna tocó primero la pequeñita San Agustín y en seguida La Iquique, también a medio levantar.
El administrador de San Agustín salió a encontrarlos a la huella con cara de susto, y les dijo:
-Hombres, no me vengan con maromas . Yo estoy llano a parar la oficina. Sólo les pido que no me hagan ningún estropicio.
-!No somos bandidos; somos huelguistas! -respondió por todos el calichero Ruiz.
Y el grupo siguió por el desierto, creciendo como torrente embriagador. Cruzaron las llanuras quemadas. Soplaba desde el océano, atravesando con su filo los cerros de la costa y llamándolas hacia el mar, un viento fuerte. Algunos empezaron a sentir sed. Sólo encontraban agua salobre, rocas jaspeadas, riscos resecos, algún solitario pimiento, una que otra formación de gramíneas en las arenas. Nunca el desierto de Atacama les pareció más vasto. Podían siquiera topar con un cintillo de agua, donde refrescarse la garganta y los pies. Más allá corría subterránea, mezquina, sin darse a los ojos ni a la boca de los hombres."

Volodia Teitelboim
Hijo del salitre



"Pienso que las utopías no se derrumban ni mueren jamás. Lo que muere son las formas de concebir la realización de un proyecto social cuando no están a la altura de su contenido material, espiritual y humano."

Volodia Teitelboim



"... que el pasado sigue pesando en nosotros; que la liberación de la mujer no está completa. Y una de las tareas de nuestro Partido debe ser lograr su libertad total, su liberación interna, poque no se trata de una obligación física que se imponga a las mujeres para retrotraerse en determinadas acciones; es también el peso de una tradición anterior."

Volodia Teitelboim




"Quien aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho, exponerse al veredicto de las masas, y tener confianza de que ha sido elegido dirigente o se propone como dirigente porque es el mejor entre los buenos, por su trabajo, por su espíritu de sacrificio, su constante actitud de vanguardia en todas las luchas que el proletariado debe realizar a diario para la construcción del socialismo."

Volodia Teitelboim



"Recibí su carta del 19 de este mes. No me molestan sus ironías, sólo me espanta verla tan lejos de la realidad, confortablemente sentada en un sillón de la luna. Sin duda alguna soy un revolucionario, soy un rebelde hasta la médula de los huesos y lo he sido toda mi vida. Usted sabe mejor que nadie que desde mi nacimiento, toda mi infancia, toda mi vida ha sido una larga cadena de rebeldías y estoy seguro que si alguien recordara la primera palabra que pronuncié en mi vida vería que esa palabra fue NO. Un no redondo, seco, brutal. Aplaudo todas las revoluciones, todas las rebeliones en cualquier parte del mundo donde se produzcan porque encuentro asqueroso lo constituido y repugnante hasta las náuseas el mundo actual. No me resigno a perder la esperanza de un mundo mejor y del advenimiento de una justicia justa. Para esto lo primero es la supresión de clases que sólo el comunismo puede realizar y realizará.

No necesito del cubismo —ni esas frases clichés de espíritu de l'aprés-guerre— para pensar así, puesto que toda mi vida he defendido esto mismo, exactamente lo mismo desde mi primera infancia. Se necesita tener mala memoria o mala voluntad para no recordarlo o querer atribuir a otros lo que es esencia de mí mismo. Al contrario si hay un cubista o un artista moderno que se preocupe hoy de estas cosas es por mí y me la debe a mí en gran parte. Aplaudí el cubismo cuando había que aplaudirlo, cuando significaba una revolución contra lo establecido estúpidamente, y lo aplaudí porque creí que en el fondo ellos perseguían en la pintura lo que yo iba persiguiendo en la poesía. Lo ataco hoy porque el cubismo se ha convertido en un arte burgués, infecto, de señores satisfechos que se han sentado sobre sus laureles a rascarse el ombligo. Y acaso nadie ha dicho de mi una más gran verdad que el poeta español Salvador Quintero: "Junto a Vicente Huidobro no hay reposo posible. Huidobro es una invitación a la marcha infinita". Es posible que el sentido más profundo de mi alma sea ese de pájaro nómade de que hablo en Temblor de Cielo.

Sí, soy un nómade. Nunca me he sentido estable en ninguna parte. Ni aquí, ni allá. Manuelita recordará que Juan Gris decía que mi casa daba la impresión de un señor que iba a partir al día siguiente. Y lo curioso es que acaso no sea yo el inestable sino que este vivir en el aire sea seguramente la consecuencia de haber sentido desde muy niño que estoy viviendo en un mundo falso, en un mundo sin base, que se escurre bajo los pies, que se desmorona por todos lados. Felices los que no sienten que marchan sobre la tembladera de una sociedad podrida. Felices ellos porque sentirlo es algo atroz.

En cuanto a sus ironías que prefiero comer pollos y patos de la Tour es infantil y no prueba nada. Además es falso porque hace más de seis meses que ni como carne y la tengo prohibida por el médico. Una sola vez desde hace dos meses he comido el pato famoso y eso fue porque me invitó Inés Echeverría y Pedro Iñíguez. Por otra parte no veo que relación hay entre que a una persona le guste comer bien y el que esa persona sea comunista o anticomunista. Y puedo asegurarle que prefiero dormir en un jergón duro en un mundo nuevo que no en un colchón blando en un mundo podrido. Ahora en cuanto a lo del huachalomo son Uds. los que tienen el huachalomo y no quieren soltarlo y se lo comen solitos dejando para los otros el plato de porotos o el hambre. Nadie menos espiritual que Uds. y todos los que sostienen el régimen al que Uds. pertenecen, nadie más aterrado a la materia que Uds., a las comodidades, a la molicie, a la bartola dominadora e insolente, todo eso que se sostiene sobre las grandes mentiras y las grandes injusticias que Uds. defienden a sangre y fuego. En este caso la espiritualidad está de nuestro lado y no del vuestro, aunque nosotros nos llamemos materialistas (a causa de la ley del Materialismo Histórico de Karl Marx). Respecto a las ideas de patria, de familia, de religión, sí, yo las ataco, pero las ataco en su sentido viejo, no en un sentido nuevo. Amar una patria es limitar el sentido de la tierra. Sin embargo, yo puedo amar más un pedazo de la tierra, esto es humano pero esto no me obliga a armar ese pedazo de tierra y echarlo a pelear con el resto del mundo..."

Volodia Teitelboim



"Tener conciencia política verdadera significa una mentalidad abierta que comprende las distintas situaciones y que obliga a los dirigentes a dar las mejores respuestas a las necesidades del pueblo y a los esfuerzos del enemigo de destruir todo movimiento democrático. Se necesita la participación de la gente con sus ideas y experiencias. Y no se trata de que exista un Stalin que da todas las recetas."

Volodia Teitelboim





"Tener proyectos y trabajar. Gozo de la amada literatura recuperada por fin enteramente. Es como bañarse en la fuente de juvencia y sentir que en cada día la vida está comenzando. Eso puede parecer muy literario. Pero ¡qué le vamos a hacer! Yo lo siento así."

Volodia Teitelboim


"... y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario."

Volodia Teitelboim
Carta de despedida a sus hijos.




“Yo me casé con la política porque era y es un deber moral, claro que teniendo siempre a una amante genial… la literatura.”

Volodia Teitelboim










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