La falsificación, la traducción,
la adaptación, el robo y el plagio,
se perseguirán a tiros sobre
motocicletas blindadas y, si
es necesario, a cuchillada
limpia, únicos procedimientos
eficaces ya en el mundo.
That is the question.
(Qué te crees tú esto)
by
Enrique Jardiel Poncela, 1951
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 11
Existe un aforismo editorial —falso como la mayoría de los
aforismos si se exceptúan los aforismos científicos, los cuales son falsos en
su totalidad— que asegura que los libros de trabajos cortos no se venden. Para
dejar en ridículo, una vez más, a la aforísmica, aquella primitiva edición de
EL LIBRO DEL CONVALECIENTE se vendió en tal medida que se halla absolutamente
agotada en los momentos actuales.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 13
…entiendo que, en paz o en guerra, hay siempre una humanidad
doliente, infantilizada por la debilidad orgánica de la enfermedad, que busca
para su distracción y olvido de achaques, lecturas apropiadas a su estado, que
es vano pretender hallar en las librerías.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 14
RELOJ.—Aparato para llegar tarde a las citas.
PELUQUERÍAS.—Establecimientos públicos donde nos dejamos el
pelo, dando dinero encima.
TALENTO.—Cosa que todo el mundo elogia, pero que casi nadie
paga.
NEUMÁTICO.—Lo que se pincha. MAYONESA.—Lo que se corta.
CUCHILLO DE HOTEL.—Lo que no pincha ni corta.
ESPERANTO.—Idioma universal que no conoce nadie.
VERANEO.—Preocupación anual.
VEGETARIANO.—Hombre que no come carne delante de testigos.
SOMBRERO.—Caja para serrín.
SOMBRERO DE MUJER.—Receptáculo de colores brillantes dentro
del cual van metidos los cabellos y a veces una idea: la de comprar otro.
PUERTA GIRATORIA.—Mecanismo que unas veces sirve para salir,
otras para entrar y siempre para pillarse los dedos.
Enrique Jardiel Poncela
Definiciones de El libro del convaleciente, página 1
HARASHIRA.—Y bien, divino Yogataro… ¿Sigues enamorado de
aquella maravillosa musmée de que me hablaste?…
YOGATARO.—Sigo y seguiré siempre, luz del sol, porque mi
miserable corazón ya no reside en mi feo pecho, sino que me lo ha robado esa
muñeca de laca…
HARASHIRA.—¿Me dijiste que se llamaba Flor de Almendro?
YOGATARO.—No. Flor de Almendro es la hija de mi patrona. La
mujer por quien desfallezco de amor se llama Agua de Azahar. Es menuda como la
lluvia de abril y nacarina como una perla de Ceylán. Y es celosa como un buen
empleado.
Enrique Jardiel Poncela
EL SACRIFICIO DE
YOGATARO
El libro del convaleciente, página 33
YOGATARO. —Fuma y duerme. Que tus párpados caigan como la
hoja en el otoño en los jardines de Kioto. (HARASHIRA va quedándose dormido).
(Por la puerta entra entonces SITA-TA-KIAMA, vulgarmente conocida por AGUA DE
AZAHAR, hermosísima mujer japonesa de un metro veinte de estatura, que viene
recatándose el rostro tras un kimono color rinoceronte con anginas).
Enrique Jardiel Poncela
EL SACRIFICIO DE
YOGATARO
El libro del convaleciente, página 34
YOGATARO.—¿Tú aquí? ¿Tú en este lugar infecto, donde todo
vicio tiene su asiento y todo asiento tiene su vicio? ¡Oh! ¡Qué dolorosa
impresión de ducha de agua hirviendo!
Enrique Jardiel Poncela
EL SACRIFICIO DE
YOGATARO
El libro del convaleciente, página 35
SRA. DE LÓPEZ.—Vivimos en una época de relajación de
costumbres. Los jóvenes son livianos, y las muchachas, descocadas.
Enrique Jardiel Poncela
EL VALS
El libro del convaleciente, página 65
SEÑOR DE RODRÍGUEZ.—(En un grupo de caballeros). ¡Aquí lo
que hace falta es una buena revolución! Vivimos oprimidos… ¿Dónde está la
libertad? ¿Dónde?
Enrique Jardiel Poncela
EL VALS
El libro del convaleciente, página 65
MÁXIMAS MÍNIMAS
DE LOS DENTISTAS
1.
En las antesalas de los dentistas no hay más que
periódicos atrasados.
2.
Las casas de los dentistas y los teatros de variedades
se parecen en que las estrellas se ven al final.
3.
Pasta en lenguaje chulesco significa
dinero. Empastar en lenguaje odontológico significa sacar el
dinero.
4.
Un dentista, aunque le insultéis, no os dará nunca un
puñetazo que os tire abajo una muela.
5.
Los dentistas, como los malos toreros, se pasan la vida
pinchando en hueso.
6.
Cuando notéis que el dentista se ha equivocado y os ha
extraído una muela sana, callaos como muertos, porque si habláis, será capaz de
extraeros también la muela enferma.
DEL AMOR
7.
El amor es igual que los eclipses de Sol: el primero
obliga a madrugar y a ir a verlo al observatorio; el segundo se ve desde el
balcón de casa; del tercero se entera uno por los periódicos.
8.
El amor es la única vacuna contra el amor.
9.
El amor es como un hoyo; crece merced a grandes
trabajos, termina con el último esfuerzo, y, para que quede tal como estaba,
necesita que se le eche mucha tierra encima.
10.
El amor es como una goma elástica que dos seres
mantuvieran tirando sujetándola con los dientes; un día uno de los que tiraban
se cansa, suelta y la goma le da al otro en las narices.
11.
Cuando se ha querido a una mujer y deja de querérsela
puede hacerse por ella todo menos volverla a querer.
12.
El amor es como los columpios, porque casi siempre
empieza siendo diversión y casi siempre acaba dando náuseas.
13.
El abrazo de una mujer puede no dejar huella ninguna
en el alma, pero siempre deja alguna huella en la solapa.
14.
Cuando el amor se fatiga, surge el tabaco.
15.
En las historias de amor, la educación no da señales
de vida más que al principio y al final.
16.
El amor, como los motores, marcha mejor de noche que
de día; funciona bien durante un par de años, empieza luego a tener fallos, y,
por fin queda inservible y se vende por «metal».
17.
El amor, a semejanza de los catarros, empieza
poniéndonos febriles, sigue impidiéndonos salir de casa por las noches y acaba
obligándonos a secarnos los ojos con el pañuelo.
18.
Conservar la amistad después de una ruptura de amor es
como invertir seis horas en una partida de ajedrez para acabarla en tablas.
19.
La mujer se cuelga de tal modo del brazo del hombre
que para el hombre amar es siempre llevar un brazo en cabestrillo.
20.
El amor es como la salsa mayonesa: cuando se corta hay
que tirarlo y empezar otro nuevo.
21.
El amor es un hombre y una mujer que están de acuerdo
en un punto y en desacuerdo en todos los demás.
22.
En amor, la mujer y el hombre son ferrocarriles de
trayecto limitado, y, como la existencia es un viaje muy largo, se ven
obligados a cambiar varias veces de tren.
23.
En amor, las «segundas ediciones» son siempre un
fracaso.
24.
El amor a todos parece grotesco en los demás y
excepcional en sí mismo.
25.
En amor, lo de menos es los insultos; lo grave es
cuando empiezan los bostezos.
26.
Lo que mayor interés demuestran en saber los
enamorados es aquello que más va a hacerles sufrir.
27.
Un solo amor es siempre demasiado.
28.
El amor es la guerra de dos que no se odian hasta que
no empiezan a quererse.
29.
El amor da inteligencia a los idiotas y vuelve idiotas
a los inteligentes.
30.
En amor, la mujer que se deja vencer por un hombre,
triunfa sobre él.
31.
El amor es como las cajas de cerillas, que desde el
primer momento sabemos que se nos tiene que acabar y siempre se nos acaba
cuando menos lo esperábamos.
DE LA VIDA
32.
La vida es tan amarga que abre a diario las ganas de
comer.
33.
En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen;
la gran mayoría de los sueños se roncan.
34.
La «vida fácil» suele ser la más difícil.
35.
La vida es una rotación continua: por eso acaba por
mareamos y producirnos vómitos.
36.
En el edificio de la vida unos ponen un granito de
piedra y otros ponen una piedra de granito.
37.
Todo lo que tiene que suceder en la vida, sucede.
38.
Para encontrarle gusto a la vida no hay nada como
morirse.
DEL HOMBRE
39.
Todos los hombres que no tienen nada importante que
decir hablan a gritos.
40.
Los hombres son como las botellas de agua mineral: sus
precios y sus envases son distintos y su nombradía y su fama diferentes; no
obstante, dentro de cada cual lo más frecuente es que haya una misma cosa,
bicarbonato y al extremo del cuello una sustancia idéntica: corcho.
41.
Lo más feroz de los hombres es lo que aún tienen de
niños.
42.
Los hombres, cuanto mejor educados, menos saludan.
43.
El hombre llega a dominar la teoría del amor a la edad
en que comienza ya a no dominar la práctica.
44.
Una prueba de modestia en el hombre es la frecuencia
con que se resiste a declarar que el hijo de la jovencita seducida sea suyo.
45.
Los grandes hombres no necesitan apellido.
46.
La única perseverancia común a todos los hombres es el
crecimiento.
DE LA MUJER
47.
La mujer suele avergonzarse de lo que debía
enorgullecerla y enorgullecerse de lo que debía avergonzarla.
48.
Las mujeres son niños convalecientes.
49.
Las mujeres, como los autos, a la vejez es cuando más
se pintan.
50.
En la mujer el instinto de conservación es inferior al
instinto de conversación.
51.
Intentar convencer de algo a una mujer es como pretender
matar a un boquerón con un torpedo.
52.
El sexo débil ha hecho gimnasia sueca.
53.
Viendo lo pequeños que son los pañuelos de las mujeres
se comprende lo poco que duran sus llantos.
54.
Las mujeres son como los tranvías: se hacen esperar
siempre y llegan cuando ya nos hemos ido.
55.
Cuando las mujeres andan en peores pasos es cuando van
mejor calzadas.
56.
Si queréis conocer a una mujer, hacedla que os
escriba; a las mujeres les sucede lo que a los malos literatos: que sólo cuando
escriben descubren sus defectos.
57.
Las mujeres y algunos sellos de correos tienen un
valor enorme.
58.
Las mujeres no conciben que un amor se acabe más que
cuando lo acaban ellas mismas.
59.
En la mujer, las lágrimas son el vermut del amor.
60.
A la mujer un ronquido se le perdona peor que un
pasado.
61.
Hay mujeres tan lindas que no se explica cómo no se
desmayan al mirarse al espejo.
62.
Los mormones tuvieron varias mujeres hasta que la
civilización moderna les enseñó lo que cuesta sostener a una sola.
63.
Las mujeres son como los cafés: se entra en muchos a
los que ya no se vuelve más, pero un día se encuentra uno al azar y es tan
confortable que ya no se vuelve a salir de él en la vida.
DE LOS PADRES Y DE LOS HIJOS
64.
La paternidad necesita un gran entrenamiento.
65.
Sólo los padres dominan el arte de educar mal a los
hijos.
66.
Por severo que sea un padre juzgando a un hijo, nunca
es tan severo como un hijo juzgando a su padre.
67.
Los únicos que no conocen a los hijos son sus padres.
DE LA FELICIDAD
68.
Ser feliz es no cambiar.
69.
La felicidad, a semejanza del arte, cuanto más se
calcula menos se logra.
70.
La felicidad es un funicular en el cual los que bajan
desengañados tiran de los que suben llenos de esperanza.
71.
El fin de la vida es conseguir la felicidad para, una
vez conseguida, esforzarse inmediatamente en perderla.
DE LA SINCERIDAD
72.
La sinceridad la inventó uno que quería amargarle la
vida al prójimo.
73.
Cuando mejor se finge es cuando lo que se finge se
finge de verdad.
74.
El hombre rara vez es sincero cuando afirma haber
obtenido algo de una mujer; la mujer rara vez es sincera cuando niega haber
concedido algo a un hombre.
75.
La sinceridad es el pasaporte de la mala educación.
76.
Para lo que más se desea la sinceridad es para el
juego, y, dentro del juego, el que uno quisiera que fuese realmente sincero es
la ruleta.
DE LA INTELIGENCIA
77.
La inteligencia no existiría si toda la Humanidad
fuera inteligente.
78.
Ser inteligente constituye la máxima inferioridad.
79.
La sola inteligencia posible es la de disimular la
inteligencia.
80.
La sola inteligencia resulta siempre inútil,
singularmente para aquellas cuestiones en las que es absolutamente necesaria.
DEL UNIVERSO Y LA NATURALEZA
81.
El Universo, como los delineantes, vive sujeto a
ciertas reglas.
82.
Todo el mundo hace caso de los barómetros menos el
tiempo.
83.
El crepúsculo es un fracaso diario de la Naturaleza.
84.
Ni con el agua del Diluvio, ni con toda el agua que ha
caído desde entonces, se ha podido limpiar el mundo; no se ha logrado más que
armar barro.
DE LA SOCIEDAD Y DE LA VIDA
85.
La soledad más absoluta se encuentra en medio de las
multitudes más inmensas.
86.
Socialmente, la mayor habilidad consiste en no tener
la menor habilidad.
87.
En la vida social, las conversaciones más interesantes
empiezan siempre cuando tienen que concluirse.
88.
La popularidad social es lo que antes conduce a la
impopularidad social.
89.
Todo hombre es sociable, pero acaba siempre por
regañar con sus socios.
DEL ARTE
90.
Lo que más embrutece en cuestiones de arte es hablar a
menudo con grandes artistas.
91.
En arte, lo verdaderamente original repugna a las
masas.
92.
El camino más corto y seguro que puede seguirse en
arte para llegar a obtener una originalidad asombrosa es ser absolutamente
sincero.
93.
Los montones de piedras y las tertulias artísticas se
forman por acumulación de adoquines.
DE LA POESÍA
94.
La casualidad es la décima musa.
95.
Un poeta nunca es rotundamente sincero.
96.
Cuanto más viril es un poeta como hombre, más delicado
es como poeta, y viceversa.
DEL TEATRO
97.
La literatura dramática sólo es instinto.
98.
El escritor teatral debe contar siempre al escribir
con lo que las obras pierden al ser representadas.
99.
Para escribir Teatro no es absolutamente indispensable
saber escribir.
100.
Un hombre inculto puede lograr éxitos escribiendo para
el Teatro; un hombre culto, también, pero a condición de que sepa olvidarse de
toda su cultura.
101.
El Teatro es un gran medio para educar al público,
pero el que hace un Teatro educativo se encuentra siempre sin público al que
poder educar.
DEL HUMORISMO
102. Intentar definir el
humorismo es como pretender pinchar una mariposa con un palo del telégrafo.
103.
El humorismo es el zotal de la literatura.
104.
El arte de hacer reír se basa en exponerle al público,
cara a cara, sus propios defectos.
DE LA ORATORIA
105. El orador que no tiene
éxito dice siempre menos cosas de las que pensaba decir; el orador que tiene
éxito dice siempre infinidad de cosas que no pensó decir nunca.
106.
En el momento en que el orador afirma: «voy a ser
breve», faltan dos horas de discurso.
107.
En Oratoria no es imprescindible que el público
entienda lo que el orador dice.
108.
Frecuentemente no es el auditorio el que acaba
pensando como el orador; es el orador el que empieza por hablar como piensa el
auditorio.
109.
En Oratoria gritar es convencer.
DE LA MÚSICA
110. Los músicos no leen
Música ajena más que cuando se disponen a escribir Música propia.
111.
La Música entusiasma a los sordos.
112.
Tres virtudes posee la Música: dormir a los niños,
despertar recuerdos a los adultos y personificar la Patria en himnos que
emocionan a todos.
113.
Todo niño tonto es un músico precoz.
114.
Si tendrá mala fama la Música, que al que molesta se
le dice que se vaya con la música a otra parte.
DE LA PINTURA Y EL GRABADO
115. La Pintura estaba tan
enamorada del siglo XIX que a poco no muere abrazada a su cadáver.
116.
Si la Fotografía hubiese sido inventada en la época
cuaternaria, la Pintura no se habría «inventado» todavía.
117.
El gran fracaso de la Pintura es que la vida «se ve»
en negro y blanco.
118.
La Pintura es descripción: el Grabado es demostración.
119.
Aún existe la duda de si el pintor coge los colores de
la paleta para extenderlos por el lienzo o si los coge del lienzo para
extenderlos por la paleta.
120.
Entre el antiguo grabado y el moderno huecograbado hay
la diferencia de que el segundo es hueco.
DE LA ESCULTURA
121. En la Edad de Piedra
todos los hombres eran escultores.
122.
El idilio entre un escultor y una mujer escultural
acaba siempre en una escultura.
DE LA MEDICINA Y LOS MÉDICOS
123. El Espiritismo se
inventó para ver si los médicos podían hablar con su clientela.
124.
El médico de cabecera está siempre a los pies de la
cama.
125.
El agua lo cura todo; por ello a los que mueren
ahogados se les curan sus enfermedades en el acto.
126.
Para hacer una vida higiénica que beneficie a la salud
hay que tener una salud a prueba de bomba.
127.
Los oculistas y el cinematógrafo son las dos
industrias que más dinero rinden por estropear los ojos.
DE LA VERDAD Y LA MENTIRA
128. La mentira siempre es
creíble.
129.
La verdad es siempre inverosímil.
130.
Cuando hay demasiados indicios de que un hecho no es
verdadero, debe empezarse a creer que es verdadero y cuando hay muchas pruebas
de que es verdadero, entonces puede estarse seguro de que es falso.
DE LA ADMIRACIÓN
131. Sólo el que paga un
trabajo es un verdadero admirador.
132.
El que admira a alguien por algo, necesita, para vivir
a gusto, compadecerle por alguna otra cosa.
DEL CINISMO
133. Ser cínico es volver a
escribir lo que ya habíamos tachado.
134.
El cinismo de un hombre soltero es la antesala del
matrimonio.
DE LA LIBERTAD
135. Se llama experiencia a
una cadena de errores.
136.
La experiencia es una enfermedad que no se contagia.
137.
De niños se sabe todo; al crecer se va olvidando, y de
viejos ya no se sabe nada.
138.
Al hombre le falta justamente la experiencia que le
sobra a la mujer.
139.
La libertad se desea para volverla a perder.
140.
La libertad es tan tímida y vergonzosa, que cuando
empieza a hablarse mucho de ella se va de la habitación.
141.
Nunca hay suficiente libertad para imponer la
libertad.
142.
Ser libre es dejar de depender de alguien para
depender de todos.
143.
El pájaro, al volar, sueña con lograr la libertad
algún día.
144.
Se es más esclavo de los débiles que de los fuertes.
DE LA AMISTAD
145. Sólo ante la muerte
puede nacer la amistad.
146.
Si vuestra amada es fea, los amigos dirán que os es
fiel; si es bonita, dirán que os engaña.
147.
Se llama «amigo-póliza» aquel que se pega
continuamente y no vale más de dos pesetas.
148.
Un buen amigo os dirá siempre la verdad: salvo en el
caso de que la verdad sea agradable.
149.
Las injurias y los daños llegan a perdonarse; los
elogios y los favores, ésos casi nunca se perdonan.
150.
Cuando se almuerza absolutamente solo es cuando se
puede decir con razón que se ha almorzado con un verdadero amigo.
151.
Aconsejar amistosamente es querer que hagan los demás
lo que no haríamos jamás nosotros mismos.
152.
Al llevar al lado una mujer linda, los amigos hallados
en la calle tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos.
DE LA HISTORIA Y DE LA FILOSOFÍA
153. La Historia y la
Filosofía se diferencian en que la Historia cuenta cosas que no conoce nadie
con palabras que sabe todo el mundo, en tanto que la Filosofía cuenta cosas que
sabe todo el mundo con palabras que no conoce nadie
DE LA VEJEZ Y LA JUVENTUD
154. La vejez es un exceso
que aumenta por días.
155.
La juventud es un defecto que se corrige con el
tiempo.
156.
La juventud suele ser petulante y la vejez suele ser
humilde; sin embargo, veinte años los tiene cualquiera y lo difícil es tener
ciento ocho.
DEL TRABAJO
157. Pedir más retribución
puede ser justo; pedir menor trabajo es humano; pedir más retribución y menos
trabajo es desvergüenza y vileza.
DEL HOMBRE Y LA MUJER
158. El hombre piensa; la
mujer da que pensar.
159.
El hombre tiene cada año un año más; la mujer tiene
cada año dos años menos.
160.
El hombre miope se compra lentes; la mujer miope
entorna los párpados.
161.
Cada guitarrista arranca sonidos diferentes de una
misma guitarra y cada hombre despierta sentimientos distintos de una misma
mujer.
162.
Para el hombre, la mujer es bonita o fea según la atraiga
o no; y es inteligente o torpe según le mire a él con agrado o con
indiferencia.
163.
El hombre habla mal de la mujer y la mujer habla mal
del hombre, pero, al fin y al cabo, si todo el mundo hablase bien, los buenos
oradores no tendrían público.
164.
El pasado amoroso del hombre le sirve a la mujer de
garantía; el pasado amoroso de la mujer le sirve al hombre de preocupación.
165.
El amor del hombre va de más a menos; el de la mujer
de menos a más; por eso cuando la mujer se halla más entusiasmada, el hombre
está ya harto.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 11
—¿Qué opina usted de las explosiones misteriosas de
Piccadilly Circus, maestro? —le dije una noche al salir el sol. —Que hacen
bastante ruido —me contestó con su laconismo habitual.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, Del relato El anarquista comprensible de
Piccadilly Circus página 118
Y fue en aquel mismo día, cuando Sherlock Holmes acudió a su
palacio llamado por el Lord Mayor, sir Cachemiro Somerset, quien le rogó que
tomara cartas en el asunto. El diálogo entre ambos hombres tuvo una brevedad y
un contundismo, genuinamente ingleses. Los dos eran tan inteligentes que
adivinaban lo que iban a decirse, y tanto por parte del Lord como por parte del
detective, ninguno se vio en la necesidad de acabar las frases que
sucesivamente iban comenzando. Copio la charla a continuación, por creerla en
extremo curiosa: EL LORD.—Mi admirado Holmes: esto no puede se…
SHERLOCK.—Verdaderamente. Y supongo que he sido llamado pa… EL LORD.—Eso es.
Preciso que en el plazo de cin… SHERLOCK.—Antes de esa fecha habré lo… EL
LORD.—Lo celebraré en nombre de todo Lon… SHERLOCK.—Sí. La ciudad está ate… EL
LORD.—Con razón, porque esto es im… SHERLOCK.—De acuerdo. Desde ahora mis… EL
LORD.—Gra… SHERLOCK.—De nada. Y Sherlock Holmes abandonó el palacio del Lord
Mayor.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 119
Esta extraordinaria frase me estupefaccionó de tal manera
que se me torcieron los mandos y no nos estrellamos por un verdadero milagro de
San Jorge.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 130
—¿Dice usted dentro de media hora podemos estar en el Polo
Norte? —indagué tembloroso, al rehacernos. —Sí —murmuró Sherlock. —El motor no
puede desarrollar una velocidad tan espantosa —argüí. Holmes rió de tal manera
que se bamboleó el avión. —¡El motor! Yo tengo algo mejor que el motor —dijo. Y
sacando del bolsillo un pisapapeles de hierro lo ató a la carlinga. No bien lo
hubo hecho, la velocidad, ya considerable, del aparato, se hizo vertiginosa,
enloquecedora, atroz. —¿Qué ocurre? —grité en medio de aquella tromba rugiente.
Holmes rió nuevamente; esta vez con carcajada «a lo Victoriano Sardou». Me
aclaró que el Polo es como un imán gigantesco… Pues bien: gracias al
pisapapeles, que por ser de hierro se sentía atraído hacia el Polo, llegaríamos
allí en menos de treinta minutos… Confieso que estaba muy habituado a
considerar a Holmes como un genio, pero entonces lo consideré como a un ídolo
tibetano. Nunca había visto yo nada que me sorprendiese más, si se exceptúa un
día en que oí que Alberti era un poeta.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 130
Pocos seres han existido en el mundo con más condiciones
personales para contar historias que Pontricacio Contricanis, hermano menor de
mi padre, viajero incansable, hombre cultísimo, provisto de una sagaz
filosofía, dotado de una memoria asombrosa —idéntica para los grandes hechos
que para los pequeños detalles— y supercapacitado para exponer el tema, graduar
el interés de la narración y ocultar, hasta el momento crítico, el desenlace.
Pocos. Pocos seres han existido en el mundo con más condiciones personales para
contar historias que el hermano menor de mi padre, Pontricacio Contricanis.
¡Lástima que fuese mudo de nacimiento!
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 138
La antropofagia es una bestialidad, pero engorda.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 157
En la vida moderna todo es humo, gasolina y foie-grass.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 168
Sólo practican bien el ocultismo aquellos que ocultan que
son ocultistas.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 179
LA SEÑORITA
NICOTINA
Se fueron a almorzar a un restaurante donde les dieron
huevos a «la Malmaison», pollo con gelatina, crema de guindas, helado y un
disgusto espantoso, porque la cuenta subió más que Napoleón después de la
campaña de Italia.
Acabado el almuerzo, ella se dio a conocer.
—Me llamo Nicotina —dijo.
—¿Cómo? ¿Eres tú Nicotina, la famosa Nicotina: la que
envenena, la que se infiltra en el organismo, la que destroza la garganta y los
bronquios, la que llena de extraños tatuajes los pulmones, la que hace perder
la memoria, la que ensucia el estómago y arruina la salud y el bolsillo?
—Yo soy —murmuró muy bajito—. Pero ¡bah!, han exagerado
mucho. Se hacen furibundas campañas contra mí…, y créeme: no soy tan mala como
parezco. Amo hasta la vejez a miles de hombres sin que les ocurra nada malo.
Esos mismos médicos que despotrican contra mí, me adoran. Porque soy la mujer
más deseada del globo… Millones y millones de hombres me rinden culto.
—Pero tú les intoxicas.
La señorita Nicotina sonrió y repuso dulcemente:
—¿Y qué amor no intoxica, amigo mío?
Y él sintió la comezón de probar un amor que de tal manera
fascinaba a los hombres, y exclamó en un susurro delirante, con el delirio
arrollador propio de los adolescentes:
—Nicotina, Nicotina…
Diez minutos después tuvo el primer vómito.
Pasaron los años y la señorita Nicotina —eternamente joven
desde que, siglos atrás, llegase de América— seguía siendo el amor más firme de
aquel hombre: ese amor del que no se puede desistir.
Su cariño le agotaba, y al mismo tiempo le daba energías.
Sus caricias le envenenaban lentamente; pero nunca habría podido prescindir de
ellas. Al despertarse por las mañanas, se apoderaba de Nicotina, que había
velado su sueño desde la plataforma de la mesita de noche. Mientras se
afeitaba, Nicotina estaba a su lado; al salir a la calle salía acompañado de
Nicotina; durante su trabajo, Nicotina, le acompañaba, y cuando una idea se
resistía a surgir, o él luchaba por darle forma, allí estaba Nicotina para
inspirarle con un beso largo y absorbente; y cuando el dolor o la preocupación
le asaltaban era también Nicotina la que le distraía, arrojando lejos las ideas
negras.
Otras veces, en el teatro, por ejemplo, donde las
autoridades no dejaban entrar a Nicotina, él se agitaba molesto, desasosegado e
inquieto, y no bien llegaba el entreacto, corría al vestíbulo y allí volvía a
encontrar a Nicotina y cruzaba largos párrafos con ella.
Había amigos que al presentarles a Nicotina le decían
displicentemente:
—Gracias. No me gusta.
Y él los miraba con un poco de envidia y otro poco de
admiración. Después de todo eran seres extraordinarios, que habían sabido
resistir el amor de aquella mujer absorbente y fatal.
Cuando alguna pasión desgraciada le rasgaba el alma, la
llamaba a voces:
—¡Nicotina!
Y ella aparecía entre nubes para decirle:
—¿Qué?
—Acabo de tener un disgusto terrible con Natalia.
—Ya lo sé. ¿No recuerdas que Natalia era también amiga mía?
Efectivamente, Natalia era íntima amiga de Nicotina, razón
por la cual mucha gente decía de ella:
—Fuma como un carretero. (Aunque hay miles de carreteros que
no fuman).
—Pues bien: soy muy desgraciado Nicotina…
—No sufras, pobrecito mío. Aquí me tienes a mí. Ámame. En
cuanto a Natalia, yo le daré un buen cáncer de laringe en castigo a su
estupidez.
Es verdad que su amor le hacía cisco por meses y le producía
una tos que le facilitaba pintorescamente la expulsión de los bronquios pero él
le perdonaba eso con gusto.
Hasta que un día… ¡Oh! ¡Él no lo habría creído jamás!
Un día la llamó y Nicotina no acudió:
No acudió Nicotina porque él no tenía dinero.
Hasta entonces siempre había creído que la Señorita Nicotina
era un veneno.
Pero aquel día empezó a sospechar si la señorita Nicotina no
sería una tanguista.
Enrique Jardiel Poncela
El libro del convaleciente, página 212
No hay comentarios:
Publicar un comentario