Pierre Vidal-Naquet

"Cuando yo era niño, en Paris, antes de la guerra de 1939, tenía una colección de las leyendas de la guerra de Troya y los sucesos posteriores. Comenzaba con la historia del pastor París, quien debía elegir entre tres diosas –Hera, Atenea y Afrodita- para entregarle una manzana en la cual estaba escrito “para la más bella”. Hera le ofrecía, a cambio de ser elegida, el poder y Atenea, la sabiduría. Pero Afrodita ganó el certamen al ofrecerle la mujer más bella del mundo: Helena de Esparta. Paris raptó a Helena, lo cual provocó el arribo de un ejército griego a Troya, en la costa asiática del estrecho de los Dardanelos. Al cabo de diez años, los griegos, ocultos en el interior de un enorme caballo de madera, lograron penetrar en la ciudad del rey Príamo e incendiarla. Sólo un grupo de troyanos, dirigidos por Eneas, hijo de Afrodita, logró huir. Llegaron a Italia, donde un descendiente de Eneas fundó la ciudad de Roma. Por su parte, los griegos regresaron con dificultad a su país. En particular, uno de ellos, Ulises (Odiseo en griego), erró durante diez años por el Mediterráneo antes de regresar a la isla de la cual era rey, Ítaca, donde su esposa Penélope era requerida en matrimonio por los “pretendientes”, un grupo de jóvenes que, mientras esperaba su respuesta, saqueaba el palacio de Ulises. Yo creía que la historia de la guerra de Troya era relatada en La Íliada de Homero. El regreso de Ulises era el relato de La Odisea, del mismo poeta."

Pierre Vidal-Naquet



"En la época que nos interesa, la de los poemas homéricos, la belleza que penetrará en el corazón de la civilización griega, y que será exaltada en la poesía de Safo, las vasijas de Exekias y las esculturas de Fidias, está encarnada en un personaje tan seductor y peligroso como Helena. Pero el retrato no termina ahí, porque Príamo pide a Helena que identifique, por orden jerárquico, a los jefes aqueos que se divisan desde lo alto de las murallas: Agamenón; Ulises, que por ser menudo es comparado con un robusto carnero; Áyax, hijo de Telamón, un gigante; Idomeneo el cretense. No obstante, omite a Menelao, el marido burlado, y dice que desde Lacedemonia (Esparta) hubieran debido venir sus hermanos, Castor y Pólux. Ella es la belleza, pero se trata a sí misma de perra... Así, para muchas generaciones, antiguas y modernas, encarna el "eterno femenino" en todas sus contradicciones.
En el mundo de La Odisea, la presencia femenina es casi lo contrario de lo que podemos leer en La Ilíada. Ya en 1713, el inglés Richard Bentley, uno de los fundadores de la filología moderna, había insinuado que La Odisea había sido compuesta para un público femenino. Un escritor inglés de la época victoriana, Samuel Butler, llegará a postular que el poema fue escrito por una mujer, quien no puede ser otra que Nausícaa, "la Batelera" –una traducción posible de su nombre–, seudónimo que ocultaría a una princesa griega de Sicilia. En efecto, y sin suscribir esta hipótesis un tanto absurda, ¿cómo olvidar que el objetivo del viaje de Ulises es recuperar a Penélope, la mujer fiel, la que durante cuatro años engañó a los pretendientes tejiendo un velo durante el día y destejiéndolo durante la noche? ¿Cómo olvidar a las figuras que tienden a Ulises una mano salvadora: Ino-Leucotea, mortal convertida en diosa que en la tempestad descrita en el canto V echa sobre Ulises el velo mágico que le permite desembarcar en Feacia? O Nausícaa que, al lavar la ropa blanca como le ha ordenado su papá (la palabra está en el texto griego), descubre a Ulises desnudo. La princesa piensa en el matrimonio y explica al héroe que, para ganarse la confianza del rey Alcínoo, conviene acudir a su esposa, la reina Arete... Por otra parte, es la anciana nodriza quien reconoce a Ulises en su propio palacio, por medio de la cicatriz que lleva debajo de la rodilla. Finalmente, en el Hades se produce una larga digresión sobre las mujeres célebres que Ulises ve en ese lugar subterráneo, además de su madre."

Pierre Vidal-Naquet
El mundo de Homero



"Entonces tal vez no sea realista prohibir el asesinato porque siempre habrá asesinos. ¿Es realista escribir en la ley que en algunos casos podemos asesinar?"

Pierre Vidal-Naquet


"Es preciso que una nación esté abierta o cerrada."

Pierre Vidal-Naquet

















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