Josef Winkler

"Acceder a las zonas profundas de la memoria es tarea de una sociedad y de su política. Espero que los españoles tendrán el coraje de reclamar a sus intelectuales que investiguen y les abran todas las puertas de sus sótanos oscuros."

Josef Winkler



"Busco la belleza con palabras que describen cosas realmente feas. Me atrae la belleza, no lo bello. Busco belleza en todas partes: en la literatura, en una película, en un museo. Y en la calle, y tomo nota de ello. También tomo nota de lo feo, por supuesto. Luego, todo ese material lo trato a través de mi lenguaje. Busco dar un tinte estético a lo feo. Y cuando lo logras te das cuenta de que quizá lo feo no lo sea tanto, y al revés, que detrás de la belleza, detrás de los bastidores, lo bello es sólo una máscara. El arte es eso, consiste en buscar detrás de esa fachada, de esa máscara."

Josef Winkler



"Cuando sólo observas lo mismo durante muchísimo tiempo, la mirada adquiere una intensidad que al narrar se vuelca en precisión y belleza de lenguaje.
Cuidar tu lenguaje es cuidar tu vida."

Josef Winkler




"Después de celebrar la misa, Balthasar Kranabeter, con la llave de la iglesia, de la que colgaba un gran crucifijo de madera, recorría el camino adoquinado entre las tumbas, salía por la chirriante puerta del cementerio y subía lentamente por la calle del pueblo, en dirección a la casa parroquial. Frente a los reflectantes cristales de las ventanas del edificio de la escuela se quedaba un momento ante el calvario. En un jarrón había seis o siete plumas de pavo real, cortas y largas. Los ojos verdiazules de las tres plumas de pavo rozaban las rojas llamas y ocultaban la cabeza del hombre atormentado, que se retorcía en el fuego del infierno y luchaba con la serpiente verde de un brazo de grueso y con el diablo. Tú que sabes rincones de tierras envidiosas / donde Dios, celoso, esconde piedras preciosas, / ¡apiádate, Satán, de mi larga miseria! La cruz de madera de la llave de la iglesia rozó varias veces la costura derecha del pantalón del servidor de Dios, que pasaba lentamente junto a una colmena zumbante que olía a panal. El silencio del pueblo fue interrumpido por varios gritos de pavo real estridentes y vibrantemente metálicos, que llegaban hasta la médula. Apenas diez minutos más tarde, la cocinera del párroco, con la cortina del confesionario polvorienta y violeta sobre el brazo derecho desnudo, subió por la calle del pueblo, santiguándose al pasar junto al calvario, hacia la casa parroquial."

Josef Winkler
Cuando llegue el momento


"En mi fase de búsqueda de una fórmula, cada día tropiezo con los límites de mis posibilidades de escritor, me detengo al pie de un muro que desearía abatir, y allí me despellejo el cráneo hasta producirme sangre. En cuanto la sangre brota de mis dientes y por la nariz, vuelvo sobre mis pasos para precipitarme una vez más contra esa muralla."

Josef Winkler
El siervo




"En Nápoles, si el difunto era pobre, lo llevaban al Campo Santo della Pietà, cementerio sin adorno compuesto por 365 fosas numeradas, en donde se enterraba, siguiendo el calendario, a los muertos del día, sin ataúd y totalmente desnudos. El primero de enero del año siguiente se volvía a abrir la fosa que llevaba la lápida número I, y los nuevos difuntos eran arrojados sobre los cadáveres y esqueletos en descomposición del primero de enero del año anterior. Los mendigos vendían en las calles los vestidos que se quitaban a los muertos en el cementerio. Como contaba una crónica, aquello era un montón de estiércol, al que se arrojaba la cosecha diaria de los fondachi, los hospitales y las prisiones. Cuando se abolió ese sistema de enterramiento, se plantó sobre loas muertos un bosquecillo de naranjos y se cambió el nombre del Campo Santo della Pietà por el de Campo Santo delle Cedrangolette, cementerio de las naranjas amargas. (...) Si supiera que tengo alguna enfermedad mortal e iba a morir en unas semanas, iría en barco a la isla de Stromboli y me arrojaría al volcán, porque a mi tierra natal de Carintia no quiero dejarle ni siquiera mi cadáver."

Josef Winkler
Cementerio de las naranjas amargas



"Es que el amor romántico nunca ha existido. Los autores han narrado sólo una parte de ese amor. No olvide las influencias que yo he recibido de Pasolini, Genet, Bataille y otros autores que han hablado de un modo muy claro de este tipo de relación. Lo que me ha gustado de ellos, de sus libros y sus películas, es que lo decían todo, que llamaban a las cosas por su nombre. Eso gustaba mucho a los de mi generación: que no se soslayasen aspectos, ver las cosas como son.

Ese es el signo de los tiempos. Las cosas pueden cambiar, claro, aunque en la literatura siempre pasan diez o quince años hasta que se empieza a reflejar ese cambio. Hoy el sexo es directo y sucio, pero puede que en otro momento esté a la orden del día hacerlo de un modo diferente. Los libros que influyen sobre el escritor son sobre todo los leídos en la infancia y la juventud, y esa es una influencia que no se materializa de un día para otro, sino mucho más tarde. Y supongo que eso es lo que sucede también en mi caso."

Josef Winkler



"Esta idea de la muerte está tan profundamente enraizada que al escribir intento liberarme de mi propia biografía, aunque también incluyo otras muertes en ese afán de superar eso que ha dejado tanta huella en mí. Además, he leído muchísimo sobre este asunto: a Genet, Rulfo y otros. Antes de empezar a escribir leí mucha literatura española e hispanoamericana, que tiene grandes imágenes de enorme fuerza. Las mayores influencias que yo he recibido proceden de la literatura francesa, la hispanoamericana y el surrealismo."

Josef Winkler



"La muerte desempeña en mi vida un papel muy especial. Hay un pasaje que he narrado en alguna de mis obras: cuando tenía tres años, mi tía me llevó a ver el cadáver de mi abuela, que estaba en un catafalco colocado en una habitación en mi casa. Me cogió en brazos, me elevó sobre el ataúd y me enseñó la cara de mi abuela muerta."

Josef Winkler


"Mis libros cuentan sobre todo mis recuerdos, y cuando hablo de los rituales me refiero a esos que yo he vivido hace muchos años. Ahora, es cierto que esa secularización ha hecho que las iglesias queden desiertas. Hay muchas en las que en mi juventud se decía misa cada día y hoy, como mucho, una vez al mes. La iglesia local no encuentra nuevos sacerdotes, supongo que sobre todo por el celibato. Ahora los nuevos párrocos son jóvenes que vienen de Polonia. Pero Polonia ya ha entrado en la UE y a saber lo que ocurrirá en diez o veinte años. Quizá las iglesias polacas también estén vacías. Es preocupante para la Iglesia que en un país como Austria, con ocho millones de habitantes, no haya nadie que quiera convertirse en cura."

Josef Winkler














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