Rafael Sabatini

"En cuanto a la presencia de sir Rolando en la vanguardia de la partida, quedará explicada diciendo que el elegante londinense no solo había logrado con sus protestas convencer al coronel Luttrell de su lealtad y de su devoción hacia el rey Jacobo, sino que había llegado a atreverse a pedir que se le permitiese dar pruebas de aquella misma lealtad conduciendo a los soldados a la captura de los que se habían confesado traidores: el señor Wilding y el señor Trenchard. Había asegurado, además, al coronel Luttrell que, por su conocimiento de sus costumbres, se hallaba en estado de prestar un buen servicio al rey Jacobo en aquel asunto. Y, en efecto, sus palabras dejaban traslucir la fiera sinceridad de sus propósitos. Como hombre perspicaz, Luttrell advirtió el odio intenso que revelaba la voz de sir Rolando y comprendió que si Wilding había de ser capturado, nadie como un enemigo para lograrlo. Así, pues, a pesar de la repugnancia que manifestó Albemarle, el coronel se empeñó en confiarle aquella misión. Y nunca salió un perro de presa puesto sobre la pista más dispuesto a coger y destrozar a su víctima que sir Rolando a coger y destrozar al hombre que estorbaba la realización de sus ambiciosos proyectos respecto de Rosa. Mientras Rosa no hubiese enviudado, no podía tener sir Rolando la menor esperanza. No es, pues, de extrañar que acometiese con el mayor entusiasmo la empresa de dejarla viuda.
Cuando la partida de perseguidores se hubo perdido de vista tras de un recodo del blanco camino, Trenchard, volvió al lado de Wilding, para decirle lo que había visto y pedirle la solución del problema planteado por la presencia de sir Rolando a la cabeza de aquélla. Pero Wilding pensaba poco en Blake y menos en las circunstancias que podían haberle convertido en jefe de aquel destacamento."

Rafael Sabatini
Antonio Wilding



"Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio."

Rafael Sabatini
Scaramouche



"Quedó acordado que el encuentro con lord Rotherby tendría lugar a la mañana siguiente, a las siete, en Lincoln’s Inn Fields. Cierto que a hora tan temprana Lincoln’s Inn Fields podía considerarse como un lugar adecuado para llevar a cabo un lance de aquel género; no obstante, considerando que se hallaba inmediato a Stretton House, la residencia de lord Ostermore, y que era perfectamente visible desde sus ventanas, no es fácil alejar la sospecha de que lord Rotherby eligió aquel lugar con el deliberado propósito de marcar su desprecio hacia su padre, desafiando su cólera, ya que le presumía afiliado a alguna liga política en compañía del señor Caryll.
Acompañado del duque de Wharton y del mayor Gascoigne, Justino llegó al lugar de la cita mientras tocaban las siete las campanas de San Clemente Danés. Había acudido allí en un coche que se quedó esperando en la esquina de Portugal Row.
Al atravesar la hilera de árboles que circundaba la plaza, advirtieron que habían llegado los primeros, y el duque, en unión del mayor, empezó a reconocer el terreno para ahorrar tiempo, mientras llegaba el otro bando.
El señor Caryll, algo apartado, aspiraba el aire fresco de aquella mañana soleada, con suprema indiferencia hacia la dulzura del ambiente. Su alma estaba sombría e inquieta. Su entrevista con sir Ricardo le había quitado el sueño, atormentándole con la odiosa alternativa que tenía ante sí: o romper con su padre adoptivo, a quien debía obediencia y afecto, o hacer traición a su padre natural, quien, aun habiéndole dado todas las razones para que le odiase, no dejaba por ello de ser su padre. No había podido llegar a una solución. El deber parecía señalarle un camino; sus instintos, otro. En el fondo de su corazón sentía que, cuando llegase el momento, serían los mandatos del instinto los que obedecería, mostrándose desleal a sir Ricardo y a la memoria de su madre. Aquél era el único camino compatible con el honor; pero le conduciría a romper con el único amigo que tenía en el mundo… con el hombre que ocupaba el lugar de su familia.
Y como si esto no fuera bastante para desesperarle, se encontraba además con aquel lance impuesto por Rotherby. También sobre esto había meditado en las horas de insomnio de aquella noche. De haber reflexionado un poco no hubiera dejado de ver que no podía tener otro resultado la historia que había contado en White’s en la noche anterior; y, sin embargo, era aquél un caso en que tal reflexión no le hubiera detenido. Era preciso limpiar el nombre de Hortensia Winthrop del lodo que se había echado sobre él, y Justino era el único hombre que había dispuesto de los medios de hacerlo. Más aún: si más se hubiera necesitado, la insolencia del mismo Rotherby había colocado al señor Caryll en una posición insoportable, de la que sólo podía salir explicándose; y su explicación no hubiera podido hacerse más que apelando al medio que había adoptado. En circunstancias ordinarias todo aquello no le hubiera turbado poco ni mucho; un encuentro con un hombre como Rotherby no le hubiera quitado ni un minuto de sueño. Pero en este caso vino tardíamente la reflexión de que Rotherby era su hermano, el hijo de su propio padre; y la perspectiva de cruzar la espada con él le inspiró tanta repugnancia como la de vender a lord Ostermore. Sir Ricardo le obligaría a ser un parricida; su mala suerte, a ser un fratricida. Ciertamente no era envidiable su posición."

Rafael Sabatini
La piel del león


“Sospechaban de él que no tenía corazón”

Rafael Sabatini












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