Stanisław Wyspiański

"Balthazar (estirando sobremanera sus manos) Yo soy tu Rey, dame tus manos. No quiero a nadie más que a ti a mi lado.
Voces. (varios se aferran a él, tratando de hacerle discernir y librarle de tamaña locura) ¿Cómo puedes ser tú un Rey? ¿Dónde está tu corona? Ninguna corona se ciñe sobre tu frente. Sólo caen sobre ella gotas de gélido sudor.
Balthazar. ¡Marchaos! ¡Este hombre es el Rey y ante él tiembla todo mi ser! Dame tus manos. Toma mis manos y que ellas y mi mirada queden encadenadas por siempre a tu voluntad soberana. No albergo otro pensamiento.
Coro. Ha llegado el momento de que os alejéis.
Voz. ¡No! irradia luz
Coro. Una brillante aura.
Voz. No os dejéis embaucar por sortilegios.
Voz. Ninguna mano humana ha trazado tales designios.
Coro. Marchaos. No apadrinéis con tales cuitas esta infamia (en el fondo del escenario vemos cómo los enseres se tambalean en medio del esplendor fantasmagórico y desolador de los truenos y los rayos)
Coro. ¿Qué tenéis ahora que decir?
Voces. No os atreváis a alzar vuestras miradas y ser maldecidos.
Coro. ¿A qué os referís?
Balthazar. (insistiendo) ¿A guié me refiero? -preguntáis.
Coro. ¿Quién ha formulado pregunta alguna?
Voces. Ha sido el Rey."

Stanisław Wyspiański
Daniel



"Novio. Reverendo Padre, le imploro que no nos olvide cuando se haya marchado.
Sacerdote. Algunos me desprecian... Deplorarán mi discurso campesino, parodian mis modales, me miran con recelo y me tratan como si fuera una mera fruslería. Aquí no hay falta de cortesía. Me siento en casa en medio de mi rebaño - todos los buenos polacos habitan las zonas rurales.
Novio. Pero, Reverendo Padre, en el instante presente podrá llevar la vestimenta del canon.
Sacerdote. Puedo ser un hombre digno de encomio, pero ¿quién sabe cómo elegirá la Santa Sede a los hombres que hayan de sustentar tal encomienda? Debería plantearme seriamente si soy merecedor del prelado.
Novio. Tal vez el Vaticano debería contemplar la veleidad de nuestras propias expectativas -ése es mi ferviente anhelo.
Novia. Dicen lo que les plazca. ¡Así de diabólicas son estas altas jerarquías eclesiales! Manténgase firme en su posición y haga que ellos hayan de adoptar un tono más sumiso.
Novio. Querida mía, la cuestión que estamos discutiendo es cómo la iglesia puede honrar a nuestro Reverendo Padre...
Novia. Disculpadme. No lo había comprendido bien.
Sacerdote. Ingenua e inocente. ¡Eso es bueno!
(...)
Novia. Ahora estamos al fin solos, permíteme que hablemos acerca de cómo será nuestro amor.
Novio. Te besaré con total deleite y tú te sentirás halagada y lo disfrutarás. Espera y verás.
Novia. Pero desde que yo me he consagrado formalmente a ti y nadie puede separarnos -tú o yo...
Novio. Los corazones pueden y deben amar sin ningún tipo de lamentación. Ahora me perteneces. ¡Qué inmensa alegría! ¡Qué felicidad! Es mucho más de lo que nunca pude llegar a imaginar.
Novia. Eso es lo que tú querías. Ahora has contraído matrimonio conmigo.
Novio. Al besarte, cerraré mis ojos; con ellos entreabiertos no podría jamás tocar con mis labios tu suave mejilla.
Novia. Siento que la sangre fluye por mis enardecidas venas.
Novio. Bésame con frenesí. Permíteme sumergirme en tus caricias -labios, ojos, frente, coronilla.
Novia. Tu amor es insaciable.
Novio. Jamás me sentiré totalmente satisfecho al amarte. Ése será siempre mi deleite y mi orgullo. Podría sin duda besarte eternamente.
Novia. Ésa sería sin duda una tarea agotadora. Hay algo que necesito preguntarte sin demora. ¿Por qué estás tan pálido? ¡Demasiado entusiasmo!
Novio. No querría resultar vanidoso o presuntuoso, pero he de confesarte que este afán no me concede siquiera un momento de tregua.
Novia. ¿Por qué te sucede eso?
Novio. No sabría decirte, pero ese anhelo llena todo mi ser.
Novia. Qué excentricidad más ignominiosa.
Novio. En cierta forma seremos autodidactas, aunque otros me enseñaron cómo debería amarte y, de hecho, te amaré de forma muy dulce y ése será nuestro sino.
Novia. Deja que el corazón guíe dócilmente tus pasos.
Novio. Puedes contar conmigo para siempre. Eres todo lo que siempre he soñado. Mi alimento, mi sol.
Novia. Ahora estás casado, así que disfrutemos de este sacro alborozo."

Stanisław Wyspiański
Wesele 











No hay comentarios: