Ramón Salazar

"Comprendí, desde luego, que dada la situación de mi espíritu, no eran distracciones lo que necesitaba, que no son más que paliativos, sino una cura radical. Que existen enfermedades morales que no curan los galenos, sino los filósofos: y por eso me decidí á marcharme á la India en busca de aquellos ascetas psicólogos, de los que tanto había oído hablar.
Como Cortés quemando las naves, yo quise cortar toda comunicación con América, y, para mayor seguridad, me embarqué con un nombre supuesto.
Perdóname que te haya olvidado como un ingrato, pero en ello me iba la vida.
Es cierto que en Europa hay el recurso de la ciencia, las letras y las artes para distraer el espíritu y aliviar el corazón. Mas la ciencia, si es verdad que ha producido admirables descubrimientos en el terreno de los conocimientos prácticos y útiles, no ha dado sino pasos vacilantes y medrosos desde los tiempos de Platón, en lo que se refiere a la incógnita misteriosa que llevamos dentro de nosotros mismos.
¡La vida! ¿Qué es la vida? Conocemos los médicos los resortes del organismo. Cuando se estudia como sabios y artistas el cuerpo humano, vamos de admiración en admiración contemplando los secretos de la prodigiosa máquina. ¿Qué cosa más portentosa que el cerebro, ese microcosmos, la obra maestra del Creador? No le costó, de seguro, tanto trabajo crear el sol, como lo tuvo al formar el encéfalo. Estoy seguro de que al contemplar su obra sonrió de satisfacción, viendo que era buena.
Poned por un lado á la legión de los genios; contemplad con los ojos del alma al Dante, á Homero, á Job, á Esquilo, á Shakespeare, á Cervantes, á Goethe, y cuando os hayáis saciado, volved la vista á las estrellas; y las hallaréis pálidas."

Ramón Salazar
Alma enferma



"Francisco Sáenz Zeceña, fue un compañero mío de colegio, y en mi juventud, uno de mis más íntimos amigos.
Era un gran pianista y poseía un talento musical que rayaba en genio. Era un neurótico, y ha sido el carácter más desequilibrado que haya conocido.
Hablaba con facilidad prodigiosa con un estilo exuberante en símiles é imágenes. Tenía siendo joven, el alma sublevada contra la sociedad, por exceso de romanticismo. Por espacio de seis meses estuvo decidido á hacerse fraile, no por devoción, sino para ocultar en la celda solitaria y bajo la capucha, la desesperación de su alma.
La mayor parte de las tardes de verano, nos íbamos á pie hasta el llano de los Arcos, hoy Parque de la Reforma, fugados del colegio, y allá, solos con la naturaleza, contemplando las siluetas de los volcanes, y los esplendorosos celajes del ocaso, nos poníamos á soñar, y á improvisar estrofas triunfales: é hincados, como los Incas ante el padre Sol que se iba, lo despedíamos con salvas de amor y admiración.
Sentíamos que el alma nuestra se nos salía del cuerpo, para irse á confundir en el alma universal, y caíamos en éxtasis y deliquios de los que sólo nos sacaba la oscuridad de la noche y el beso de luz de las estrellas que comenzaban á titilar.
Ese ejercicio nos desequilibra. En mi juventud sufrí crisis de alucinado, de las que el tiempo me fue curando poco á poco.
Mi amigo no tuvo esa fortuna, y murió del mal de Werther y de René."

Ramón Salazar
Tiempo Viejo: Recuerdos de mi juventud








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