Roland Schimmelpfennig

"El hombre: El dragón dorado. Por la noche, temprano. La cálida luz veraniega penetra las ventanas y se deja caer sobre las mesas. Cinco asiáticos en la pequeña cocina del restaurante de comida rápida tailandesa-china-vietnamita-.
Mujer joven: Un joven chino a su lado, al lado de ella misma. Duele, duele, duele (grita la joven mujer.)
Un hombre joven: No grites, no grites.
(Grita la joven mujer.)
La mujer joven: Duele.
La mujer de sesenta años: Duele.
El hombre de sesenta años: Siente dolor.
El hombre joven: No llores, no llores.
El hombre: No llores, pero llora, realmente llora.
(La joven mujer llora.)
(La mujer de sesenta años fríe tallarines en un wok mientras silba.)
La mujer joven: Duele tanto -me duele tanto el diente-.
El hombre de sesenta años: Nosotros estamos aquí, alrededor de la pequeña cocina de este restaurante de comida rápida tailandesa-china-vietnamita.
No llores. Realmente llora.
La mujer de sesenta años: Número 83. Pat Thai Gai. Fideos de arroz frito con huevo, verduras, pollo y salsa picante de maní, medio caliente.
El hombre: Dolor de muelas.
El hombre de sesenta años: Se trata de un dolor de muelas.
(La mujer joven interrumpe con muecas de dolor.)
El hombre joven: Muévela. No dejes de moverla.
La mujer de sesenta años: Revuelve el wok.
El hombre de sesenta años: El chico.
El hombre joven: Se sienta en una mesa frente a dos azafatas, cerca de la ventana. Mesa once. Hola.
(La mujer joven interrumpe con su dolor.)
El hombre de sesenta años: ¡No grites de esa forma!
El hombre: La primera azafata dice: Hola.
El hombre de sesenta años: La segunda azafata dice: Hola.
El hombre joven: Hola.
La mujer de sesenta años: Hay que sacarle ese diente dolorido.
El hombre joven: ¿Puedo invitarte a alguna bebida?"

Roland Schimmelpfennig
El dragón dorado


"(Frank permanece de pie ante la puerta cerrada. Su esposa, Claudia, sale del cuarto de baño provista de un albornoz y con una toalla envuelta alrededor de su cabeza.)
Claudia: ¿Con quién hablas?
Frank: ¿Yo?
Claudia: Sí. ¿Con quién estás hablando?
Frank: Con nadie. ¿Quién hay aquí para hablar?
Claudia. Me pareció escuchar el sonido de una conversación -tú estabas hablando con alguien.
Frank: No. ¿Por qué?
Claudia: Porque yo escuché voces.
Frank: Voces...
Claudia: Sí, voces...
Frank: Pero si estabas en el baño...
Claudia: Lo sé...
Frank: ¿Sabes qué es eso? Voces en las tuberías, de otras plantas...
Claudia: No. Me refiero a voces aquí, en el salón.
Frank: Voces... aquí...
Claudia: ¡Sí! Voces aquí, en el salón.
(Una pequeña pausa.)
Frank: No hay nadie aquí, Claudia.
(Una pequeña pausa.)
Claudia: ¡Pero había alguien!
(Una pequeña pausa.)
Frank: No había nadie..
(Claudia abre la puerta de entrada. Se encuentra en la puerta con Romy Vogtländer, ataviada con un pequeño abrigo.)
(Pausa.)
Claudia: ¿Quién es ésta?
(Silencio.)
¿Quién es ésta?
(Una pequeña pausa.)
Frank: Ésta...
(Una pequeña pausa.)
Ésta es Romy Vogtländer.
(Una pequeña pausa.)
Romy Vogtländer, a la que no había visto hace veinticuatro años.
(Una pequeña pausa.)
Claudia: ¿Por qué no me dijiste que esta mujer aguardaba ante la puerta?
(Pausa.)
¿Por qué no me lo dijiste?"

Roland Schimmelpfennig
La mujer de antes



"Ningún arte como el teatro propone el encuentro físico entre seres humanos."

Roland Schimmelpfennig










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