III
yo tenía un martillo para el mar
y ya
y nunca
también en el mar
ahora salgo a balear la noche
porque sé
porque puedo
porque sólo podrán matarme con sonidos
niños de todas partes
en todas partes
con el abismo en todas partes
lo único que florece es la calle
Jorge Enrique Móbili
PEQUEÑOS POEMAS PARA NINOS HUERFANOS
1.
la casa que nunca nos habitarán los padres
es un trigo violento en la memoria
un potencial de ciencia hendido en el milagro
pero nada ha cambiado
me gusta escuchar las voces de la calle cuando pienso
si alguien repite la misma fábula no me importa
si el cielo cae en la boca de otro no me importa
si es un pan lejano el que salva el porvenir
será mi único orgullo mi única inocencia
sólo me queda ser niño a mí también
por la primera vez bajo el timbre de la sangre
maestro y niño
para escuchar que estoy naciendo
y que llueve
sobre un follaje azoado en la memoria
2.
moneditas de calcio
hay que crecer tanto!
ella ha descubierto que los pájaros son sordos
y que por eso cantan hasta el exterminio
hasta llegar al día y a la muerte
donde la vida herroja su costra de pudor
este aire excesivo
3.
yo tenía un martillo para el mar
y ya
y nunca
también en el mar
ahora salgo a balear la noche
porque sé
porque puedo
porque sólo podrán matarme con sonidos
niños de todas partes
en todas partes
con el abismo en todas partes
lo único que florece es la calle
4.
saber viajar amar es demasiado
el mismo olor para todas las fábulas
la guerra con un número enorme en el zapato
niños siempre tendréis con qué beber
abro la ventana el mundo escucha y duerme
abro la ventana el cielo estremece los cristales
abro mis sueños el trueno del verano pasa erizado
cuántos dormirán con el mismo día en la cabeza
5.
dormir
un número una voz un cuerpo
pero la piel no alcanza para los presagios
en la tierra pequeña
en la pequeña uña del espanto
si nadie tiene padre
ni madre
ni palabra suficiente
para detener el verano de un día elegido.
Jorge Enrique Móbili
¡Quien pudiera
evadirse de la tierra!
¡Oh si la noche fuera un potro
buscando jinete!
Jorge Enrique Móbili
Rigor expresivo
… más tarde -tres horas después de cuando dijo-
iba a venir Trejo, quisquilloso, con los anteojos de otro mundo,
de su música atonal y de una cena acongojada
y después de vadear entre patillas encontraríamos a Birri,
y una mención se hace de Podestá -muy siglo dieciocho-,
de Nicolás Espiro y su poesía militar, puro bigote,
sobre la palidez y la aflicción, y la ciencia y el café;
de Aguirre, que llevó otras veces nuestro porvenir a las imprentas;
de Edgar Bayley, que llegó al estaño como un regimiento
(de hablar de mí me encargo yo);
de los parpados a media melancolía de la Orlando,
y de otras tantas que aroman la pleamar entre las faldas,
cuando cae el vino de lo alto y espanta los insomnios…
…y de la garza que le corre por el cuello a Raquel Colombres,
de los labios y de los ojos,
de los labios que le sube la infancia,
y del ritmo y el salitre que ella ha ofrecido a su dios amarillo
Jorge Enrique Móbili
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