Luis Rafael Sánchez

"Aurora: Tú no me entiendes, no, nunca me entiendes. Quiero decir que hay gente para todo, gente para quien estar en la cárcel no supone una afrenta, gente que no tiene mayor aspiración que la de comer tres veces al día. Tú no estás hecha para esos extremos. Es otra piel la tuya. Bien criada, celebrada por un escogido círculo de gente de primera, hija y nieta de militares, señalada por un apellido reverenciado en toda la República, ¡Nada menos que una Pérez y Santisteban!
Antífona: Nada menos que un ser humano, mamá. Lo demás huelga. Los apellidos, los escogidos círculos de primera, son signos de una manera de ver el mundo que no es la mía.
Aurora: El mundo es de una sola manera, Antígona. Personajes principales, personajes secundarios, comparsas. Así fue siempre, así es simpre, así será siempre.
[...]
Antífona: Ningún pueblo es de ningún hombre, que ningún hombre es de ningún hombre, que cada quien es de su libertad. Las ideas no sucumben a una balacera ni retroceden desorientadas por el fuego de un cañón amaestrado."

Luis Rafael Sánchez
La pasión según Antígona Pérez



“El acto de creación ha perdido la calidad artesanal de trabajo dedicado de día a día; el escritor ha perdido cierta noble pureza. Porque el “boom” ha sido de tal manera publicitario que hay a quien le interesa más la creación misma por la fama y el brillo, que por el hecho simple de decir unas cosas bien dichas.”

Luis Rafael Sánchez





“El amor entretiene, no en el sentido liviano de la palabra, sino que distrae, enajena, separa del compromiso. El amor en sí es un solo compromiso”.

Luis Rafael Sánchez



“El billar es la sede de la varonía dogmática…la taliónica respuesta masculina a los salones de belleza -en el billar todo chisme se destapa, la maledicencia ejerce, desfila la reputación ajena, se lleva la cuenta escrupulosa de los cuernos, se despelleja a quien se ausenta.”

Luis Rafael Sánchez




“El escritor más respetable es aquel que le pone retos a su propia voluntad, aquel que se entrega al hecho creador con una pasión devoradora, sin estar pendiente del reloj, ni de las fiestas, ni de los circuitos sociales.”

Luis Rafael Sánchez



“El escritor tiene que ser muy duro con su propia obra, tiene que ser su crítico más severo, pero cuidando siempre de que esa crítica no lo paralice y en eso consiste el más difícil de los equilibrios.”

Luis Rafael Sánchez



“El idioma es nuestra última trinchera.”

Luis Rafael Sánchez




“El mérito del lugar común reside en que enuncia, como novedoso, un saber ya generalizado. En una despedida de duelo, pongamos por caso, es mandatorio dar la infausta nueva de que el difunto se dirige a la última morada. En el día de las madres, pongamos por caso, todo hijo bueno debe predicar Madre sólo hay una. En la graduación del primer grado elemental, pongamos por caso, es imperdonable el no decir Los niños son la esperanza del futuro.”

Luis Rafael Sánchez





“El radio desataba la imaginación; la imagen no se imponía como en el cine y la Tv. Fue una manera de relacionarse con la palabra. Aquellas series de Tarzán, del Corsario Negro, de los Tres Villalobos, me dieron un oído para la palabra en voz alta.”

Luis Rafael Sánchez



“El venezolano es bonchero. El cubano es anacobero. El puertorriqueño es parrandero. Gente la venezolana, la cubana y la puertorriqueña que no perdona ni un bautizo de muñecas. Gente de alegrarse en colectivo.”

Luis Rafael Sánchez



“El vértigo que produce la página en blanco.”

Luis Rafael Sánchez



“Escribir es borrar mil veces lo reescrito, escribir es reescribir mil veces lo borrado.”

Luis Rafael Sánchez




“Escribir no es sólo invadir la página en blanco y poblarla, no es sólo insatisfacerse y borrar. Escribir es tramitar la apropiación de cuanta palabra es, la garantizada de eterna y la que entra en el idioma y sale como huéspeda fortuita. Escribir es invocarle a la inteligencia y pelear por el nombre exacto de las cosas y los otros por los que ellas se conocen. Escribir es además, procurar las palabras donde no se salió a hallarlas; tras hallarlas confrontarlas, tras confrontarlas oírlas; tras oírlas y oírles el sonido y la furia que transportan, requerirles la máscara y la cara e insistente, ofuscadamente, desenmascararlas o mascararlas con los restantes sentidos ascendidos a obreros de tarea completa; entonces proceder a verlas. Y con las palabras vistas; entrevistas y entrevistadas alcanzarles el alcance y disponer el martilleo difícil, arrogante, fatigoso, aterrador. Escribir es, finalmente, eso: crear las palabras, recrearlas siquiera y, pedirles, suplicarles, exigirles el merodeo por el arcano corazón del misterio; agua entre los dedos, serenamente implacables como los epitafios. Mas constructoras, útiles como el martillo que afana y da en el clavo.”

Luis Rafael Sánchez



“He leído con la desesperación del que piensa que ha llegado tarde al banquee de la civilización.”

Luis Rafael Sánchez




La generación o sea

Recientemente —y el adverbio flexibiliza la distancia tempo­ral— un estudiante contestaba a mi pregunta sobre la mala novela de un buen poeta de la manera siguiente:

“O sea que el personaje se suicida a sí mismo, o sea con una dosis grande de supositorios”.

La referencia al personaje que, en el colmo de las osadías, se suicida a sí mismo, no es la noticia más relevante de la respuesta citada. Tampoco lo es el testimonio curioso de la ingestión masiva de supositorios aunque una cantidad generosa de los mismos sinte­tice la capacidad letal del exceso soporífero: cada quien se suicida por la vía de su apetito o preferencia. De las formas que ha de tomar el suicidio no hay legislación vigente: lo que revela, además, la necesidad urgente de publicar un breviario sobre el particular en la hipotética serie coleccionable Hágalo personalmente. Tal publicación evitaría o fomentaría no solo suicidarse en prima­vera sino que también los suicidios ejemplares como el que escoge —borrascoso pero elocuente— el protagonista de la novela española del siglo quince Cárcel de amor.

La noticia relevante de la respuesta citada es la repetición, una, diez, cien veces de la frase o sea, utilizada como angustioso re­curso de ciego de la lengua que adelanta ese torpe bastón inseguro y vacilante; o sea que reclama la palabra distante que ni llega ni alumbra porque ha sido almacenada en la región de la inteligencia que llamaremos, arbitrariamente, de la expresión cierta; región desde la cual asimos la realidad o la porción de aquella que nos im­porta y conmueve, hecha toda de palabra la realidad.

En el acopio, la selección y el inventario de las palabras que totalizan la pertenencia individual lo que se hace es acopiar, selec­cionar o inventariar nada menos que la idea misma de la vida y, a su vez, las involuciones y las revoluciones que la configuran: en toda palabra se concreta una experiencia de rigor social que nos impone y expone, toda palabra nos fecha en la historia mientras nos historia, toda palabra nos ficha, taxativamente, en la moral. Fecha y ficha plenamente completadas por la simple manifestación del pensamiento más simple.

Llamo a la frase o sea re­curso ciego de la lengua o muleta dolorosa de quien ha sido edu­cado para no serlo; educación, reducida al material, justamente, prescindible. Cuando el estudiante aludido en el párrafo inicial se lanza a la exposición desde el equívoco trampolín que es la frase o sea adelanta que no dispone de la palabra que más tarde, en el reconocimiento de la impotencia verbal, jurará tener —paradójicamente— en la punta de la lengua. La frase o sea pretende completar, precisar o hasta traducir la afirmación primera: o sea que el personaje se suicida a una lengua creídamente efi­caz: o sea que el personaje se mata a sí mismo.

La reacción siguiente a lo que apenas si es balbuceo lógico es francamente desoladora: donde no ocupa la palabra se coloca una sonrisa mediana o mediadora, se organiza una gesticulación trunca, se oscurece la sílaba última de la oración como advertencia de la limitación o mutilación expresiva aunque la causa se desconoce o se aparenta desconocer.

Entre nosotros no se maneja la lengua con comodidad, con soltura y cabalidad, con la naturalidad y el empeño de aquel para quien la lengua no es motivo de tensión porque logra transmitir su vibración íntima: la espiritual, la material. ¡Ojo! No me refiero a una lengua de falsificado hispanismo y casticismo maltrecho, reful­gente de mantones, castañuelas y zetas que quiebran el oído. Tam­poco a la lengua de soterrada intención clasista y erudición de antología con la que se trafica por las academias de artes y ciencias, las directivas de clubes cívicos y la telúrica poesía del pendejismo lírico que tan larga carrera ha hecho aquí. Hablo del embarazo en organizar la experiencia desde la palabra corriente, lozana. Hablo de la difícil posesión firme, profunda, clara, de nuestra lengua, pese a la mentira burocrática del bilingüismo.

La vacilación nominativa, la recurrencia al o sea que se quiere traductor de un pensamiento que jamás se efectúa, la sustitución de las palabras reales por los términos de grotesca manufactura como el deso, la desa, el coso, el cosito ese, la cosita esa, la vaina esa, el aparatito que es como una cosita redondita, contienen una explicación rasa: la educa­ción ambivalente, colonizada y colonizadora del hogar y la escuela.

Chiquiteo y mamismo, nieve y ardillitas juguetonas de Central Park, faldas de la madre y la abuela y la tía y la maestra y la princi­pal escolar, faldas del cura, log cabin del buenazo de Lincoln y árbol de cherry del perdonado por verdadero Jorge Washington, huevo de Easter y brujas de Halloween; el niño puertorriqueño recala en la palabra tras un viaje por la más oscura de las selvas como ha plan­teado, irónicamente, el escritor Salvador Tió en su artículo Amol se escribe con r; selva oscura e inhóspita donde la palabra niño revierte a la reducción más pueril e insensata.

El niño es el niñito además de ser gordito o flaquito, peludito o calvito, feíto o graciosito. El niño tiene una naricita en vez de una nariz, el niño toma lechita en vez de leche —el criterio selectivo de la mamita decidirá si toma de las Tres Monjitas. El niño defeca una caquita blandita pero jamás una caca blanda. El niño se queda dormidito en una cunita pero nunca dormido en una cuna.

La enumeración es infinita y da pie al razonamiento malsano de que Blancanieves y los siete enanitos es la expresión más alta de nuestra lite­ratura nacional.

La protección diminutista no sería lesiva si las palabras murie­ran cuando son pronunciadas, si no albergaran la intensidad de un corazón que late. Pero una palabra es mucho más que una palabra: es una toma de poder, un arma que permite la modificación de la circunstancia, una li­cencia para instalarse en el mundo. Tras ese chiquiteo inicial se dispone la reducción de la palabra en su contenido y su número; falsa, torpemente, se asume que el niño chiquito está incapacitado para acumular un vocabulario amplio y exacto. Del chiquiteo cuyos itos e itas presuponen una inmensidad de dul­zura y cariño se pasa a la utilización de los términos de grotesca manufactura como el deso, la desa, el coso, la cosita, la vaina, el aparatito que es como una cosita redondita: sustitutivos insensatos para la nominación correcta del objeto. Mediante este proceso la realidad se elementaliza hasta hacerse extraña y desconocida y la palabra se niega o se escamotea. La facilidad que se le adelanta al niño mediante el ahorro léxico se convierte, una vez adulto, en patética difi­cultad puesto que le imposibilita la fluidez verbal meramente acep­table.

La escuela puertorriqueña carnavaliza: bailo­teo y caridades putrefactas, ropaje y máscaras alegrotas, ceremonia­les de graduación y santoral académico,reuniones continuas de los maestros, los principales y los superintendentes para ensayar nuevos métodos educativos más viejos que el frío. Patrulla Aérea Civil y Futuras Amas de Casa de América: orientación rotunda para la desorientación rotunda. Así, la tontería se eleva a categoría, la frivo­lidad también. Como si el norte de todo el sistema educativo fuera el fracaso estrepitoso.

Llamo generación o sea a aquella a la que se le pospone la construcción de la libertad social de la palabra: suma mayúscula de las otras. Esa libertad se cumple cuando el individuo se educa para saber el nombre exacto y escue­to de las cosas: sin falsificaciones, sin bizquera semántica, sin desos ni o sea trágicos. En su libro El laberinto de la soledad afirma el mexicano Octavio Paz que “la crítica del lenguaje es una crítica histórica y moral”. Buen tratado para un comienzo: la palabra, historia y moral en una sola ecua­ción.

Luis Rafael Sánchez



“La lectura es el refugio supremo frente a los malos ratos, la depresión, el hastío vital. Mientras pasan los años más se me propone la lectura como una de las posibilidades expléndidas de habitar la soledad. No hay día que pase en que no haga, muy rápidamente, la resolución de leer un nuevo libro.”

Luis Rafael Sánchez




“…la música nos traduce y nos inmoviliza, nos transporta. Todas, la acusada de transitoria, la acusada de modeladora, la que se reclina de un lecho de violines, la que se yergue de un par de tumbadoras. Todas, la que pide por caridad que la bailen, la que pide por caridad que la oigan. Todas, Tiburón y la Inconclusa, el Bolero de Revel y el bolero Amor perdido. Toda música nos habita, nos desahucia, nos enerva la labia y nos glosa la mudez. Toda música nos consume, el aire alrededor nos lo serena o nos lo turba.”

Luis Rafael Sánchez



“…la poesía debe ser un vuelo sin escala al corazón.”

Luis Rafael Sánchez



“La vida me hace cosquillas últimamente.”

Luis Rafael Sánchez



“Le diría a un escritor novel que procurase la perplejidad y el asombro, que dé la espalda a los esquemas fáciles, que organice su repertorio de recuerdos y que aprenda a habitar la soledad.”

Luis Rafael Sánchez



“Lo que resulta esencial a toda obra de ficción: la trascendencia poética.”

Luis Rafael Sánchez



“Los géneros literarios son calculadas sugerencias de lectura que el escritor propone, llaves para acceder a la habitación independiente que es un poema, un drama, un cuento, una novela. Más allá de los textos que demarca la preceptiva, más acá de los textos que se confían a la tradición, se asientan los subgéneros, los postgéneros, los géneros híbridos y fronterizos, los géneros mestizos. A pesar de la marginalidad, a pesar del asiento en la periferia, ellos reclaman, también, una sugerencia de lectura, una llave de acceso.”

Luis Rafael Sánchez



“Más avasallador que el melodrama es el melodramón, más verboso. Como gula pasional defino el melodramón.”

Luis Rafael Sánchez





“Ningún escritor serio y de verdad puede contentarse con dejar la literatura tal y como la encontró. Es obligación de cualquier ser vocado para la literatura, el que cuando su obra se cierre, esa literatura en la que él se inscribió, quede un poco transformada. Transformada para no morir, para no repetir, que es lo mismo que dejar de latir, de vibrar, de existir.”

Luis Rafael Sánchez





“No milito en las ideologías ni en las teologías que canibalizan a quienes no les sirven y canonizan y premian a quienes sí; escogí para adelantar mi vocación creadora un espacio ferozmente independiente, solitario por tanto aunque fortalecido por las dichas y las desdichas de la soledad.”

Luis Rafael Sánchez




"Para mí, y cada vez me reafirmo más en ello, escribir es cuestión de borrar. Mi tardanza en publicar; esos grandes lapsos de tiempo entre una obra y otra, tienen que ver no sólo con la insatisfacción sino con la vuelta al texto una vez y otra. Uno tiene que sentir que apresa el tono. Cuando finalmente lo consigue, el texto se precipita. Encontrar el tono puede ser cuestión de hasta varios años. Yo trabajo mucho con el oído. Hay escritores a quienes el tono les llega desde la lectura del texto pero yo tengo que sentir que el oído está satisfecho."

Luis Rafael Sánchez



"Para mí, y cada vez me reafirmo más en ello, escribir es cuestión de borrar. Mi tardanza en publicar; esos grandes lapsos de tiempo entre una obra y otra, tienen que ver no sólo con la insatisfacción sino con la vuelta al texto una vez y otra. Uno tiene que sentir que apresa el tono. Cuando finalmente lo consigue, el texto se precipita. Encontrar el tono puede ser cuestión de hasta varios años. Yo trabajo mucho con el oído. Hay escritores a quienes el tono les llega desde la lectura del texto pero yo tengo que sentir que el oído está satisfecho."

Luis Rafael Sánchez




“Parecer varón es, pues, tristemente, fracasadamente, desgraciadamente, apagar los resplandores de la hombría de bien para carbonizarse en la sordidez de un machismo que es enfermedad terminal, un machismo que indecora, bestializa.”

Luis Rafael Sánchez



“Parecer varón instruye un histrionismo rudimental. (Los modos son tensos. Estrecharse las manos apenas si procede, procede que las manos se estrellen una contra la otra. La ternura está proscrita entre los varones. La amistad entre los varones envuelve la seca de los afectos.) Si el voladizo de las tetillas configura los triunfos atléticos de los pectorales la camisa se entreabre en los pezones. Si una rampante vellosidad ocupa el pecho la camisa se desabotona hasta el ombligo. Si el tendido de venas entre las muñecos y los codos revela que se le está dando duro a las pesas la camisa se arremanga.”

Luis Rafael Sánchez




"Que en este país la gente sabe cuando empieza a beber pero no cuando acaba."

Luis Rafael Sánchez



“Querría continuar haciendo un teatro vinculado a lo puertorriqueño, un teatro investigador de ese ser en continuo cambio y ajuste que es el hombre puertorriqueño. Teatro abarrotado de nuestras pasiones permanentes y nuestra afirmación en la vida. Pero querría que ese teatro lo sostuviera el reto creador de conseguir la palabra exacta de cada situación. El suicidio mayor que comete un artista es parapetarse en la trinchera cómoda de lo conocido y repetir las fórmulas o los lenguajes que una vez le sirvieron para apropiarse de la realidad. El único teatro que merece escribirse es aquel que anda a la búsqueda de nuevos caminos de expresión. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que el escritor se convierta en un esclavo de lo novedoso por lo novedoso mismo. Sí, que se arriesgue; que no se contente con la primera capa que cubra las cosas… que le caiga a golpes a las apariencias hasta que consiga hallar lo oculto. Sólo con ese teatro tengo compromiso.”

Luis Rafael Sánchez



“Recuerde que la literatura puertorriqueña siempre experimentó una especie de deficiencia porque existía la obligación moral de escribir de manera realista, de dramatizar nuestra lucha por la independencia- nuestro drama colonial. Si esto se ignora, se convierte en una literatura defectuosa que debe ser castigada con el olvido. La literatura imaginativa fue prácticamente descalificada...”

Luis Rafael Sánchez



“Tengo la arrogancia por hermana gemela de la ignorancia. La universidad vitaliza la trinchera desde la cual se combate la ignorancia, si la arrogancia y la ignorancia son gemelas, cuando se lucha contra la una se lucha contra la otra.”

Luis Rafael Sánchez





“Un libro de poesía acalora la mano, inmensa los sentidos.”

Luis Rafael Sánchez



“…un poeta que encarcele en el verso el universo que sangra.”

Luis Rafael Sánchez




“Vida es lo que pasa mientras hacemos otras cosas, dice el flemático por británico John Lennon. Vida es lo que se hace mientras pasan otras cosas, puede decir el cumbanchero por antillano Daniel Santos.”

Luis Rafael Sánchez

















































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