Abandono
Dejarse mecer
por la brisa de la ola y, dar suaves vueltas de campana
una tras otra. Aterrizar,
dulcemente y
a cuatro ruedas, en
una
nube
negra.
Blanca Victoria de Lecea
Recalcitrar. Resistir con tenacidad a quien se debe obedecer
El absoluto
control
estúpido
de su madre
sobre cualquier movimiento
que emita su hija.
Y si la madre está fuera
es su fantasma el que está dentro.
La hija sabe
que hasta que la hija no muera
y no muera la hija de la hija
no morirá su madre
o que nunca morirá
si seguimos bajo esta
atávica
lluvia.
Pero los fantasmas de las madres
siguen salvando el vacío
entre suelo y puerta,
latigando al aire, hendiendo
la celosía.
Logran
pasar.
Hedionda existencia, lustrada con jabón,
pero hediondo lo caminado
al acostarse,
hedionda la herida
al abrir las piernas,
hedionda la boca
escuchándose a sí misma.
Hedionda
existencia.
Y se repite para sí;
Romper
la Soga
Ancestral
Blanca Victoria de Lecea
Sitios que al mismo tiempo hablan de recuerdos diferentes
Él me hablaba de quién realmente había ganado la segunda guerra mundial.
Y yo le miraba a base de susurros de antiguas complicidades.
Y yo le miraba a base de susurros de antiguas complicidades.
Incapaz de aguantar la concentración,
imaginaba cómo sería discutir con él
la sutil diferencia
entre la angustia y la melancolía,
o si prefería tener perros o hijos
o si quería abrazarme el tiempo que nos quedaba
por compartir.
Ésta última se la escribí con una caricia
pero él prefirió seguir con la guerra.
Blanca Victoria de Lecea
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