Francisco Umbral

“A este rey que tenemos, don Juan Carlos, le crearon una leyenda inversa de tonto, de poco interesante, de que no tenía nada que decir, de que no se le ocurrían cosas, de que no valía la pena. Y una vez que consiguieron (Felipe González y sus gobiernos) convencernos de que el Rey no tenía nada que decir, se pusieron a grabar, a escuchar al Rey para no perderse palabra de lo que dice.”

Francisco Umbral



"A Jorge Guillén lo había conocido en Valladolid, años cincuenta, en una de sus venidas silenciosas. Me firmó entonces la edición definitiva de Cántico, que acababa yo de comprar, y no olvidaré nunca sus calcetines cortos, marrones y arrugados, que me hicieron pensar, en mi conciencia adolescente, que aquel individuo era un impostor que se hacía pasar por Jorge Guillén, por el poeta poderoso y luminoso que me había abierto el libro del mundo en grandes bloques de claridad, firmeza, hermosura, perduración y equilibrio. Guillén, el paisano, fue quien metió más luz y orden en mi adolescencia confusa y grisalla. Pero aquellos calcetines... Luego me escribió toda la vida: desde Estados Unidos, desde Italia, desde Málaga. Se veía que me leía (y me valoraba) mucho, no sé por qué. Volvimos a encontrarnos, en Madrid, siglos más tarde, en casa de su hijo Claudio. Por cierto que, después de muerto Guillén, Claudio me escribió un día una carta emocionante explicándome lo mucho que su padre hablaba de mí, y que sólo una vez me había formulado un reproche: «No se puede al mismo tiempo juzgar y jugar.» Yo pude haberle contestado a Claudio: tu padre, al entregarse a esa aliteración, está juzgando y jugando. Pero no valía la pena, porque Guillén ha sido una piedra de claridad y un aviso de rigor en mi vida, desde la adolescencia a esto que casi pudiéramos llamar ya la vejez.
Max Aub se presentó firmando ejemplares de su comedia No en Cult/Art. Cult/Art fue otra de las múltiples empresas transicionales y frustradas del mirífico Joaquín Ruiz-Giménez. Ruiz-Giménez es una gran figura histórica que está entre democristiano de los buenos tiempos y Virgen de Lourdes. De hecho, dicen que les llevaba agua de Lourdes, para sanarles, a los chicos peleones del SEU, cuando los grises de Franco les quebraban las alas de ángeles azules. Cult/Art acabó como boutique vaquera donde Eduardo Haro-Tecglen, el genio intelectual de la Resistencia y de la revista Triunfo, nunca encontraba su talla. Hoy, el sitio me parece que es una hamburguer. Max Aub era un señoruco bajo, extranjero, perrigato, feo y achinado. Una tarde nos leyó una comedia en un saloncillo de María Guerrero lleno de gente. Buero Vallejo escuchaba en silencio y Nuria Espert, siempre Estatua de la Libertad de izquierdas, le sostenía el flexo/antorcha a Max Aub."

Francisco Umbral
Y Tierno Galván ascendió a los cielos



"A la gente, más o menos a lo largo de toda una vida, acaba por ocurrirle algo sobrenatural. A mí nunca. […] Se ve que no soy buen conductor de la electricidad cósmica […] ¿Por qué no puedo llegar yo adonde han llegado simples pastorcillos y aldeanas ignorantes? […] No recibo luces mágicas por ningún sitio. ¿Cómo no voy a ser un escritor realista?"

Francisco Umbral
Mortal y rosa



“Caín sigue siendo la izquierda y Abel la derecha. Son los agricultores contra los pastores. Abel es el agricultor que cuida muchos sus frutos y la Biblia dice que para ofrecérselos al Señor; y Caín es el trashumante que cruza el mundo. Claro, siempre hay más revolución, más inquietud, más novedad, más progreso, en el hombre errante y aventurero que en el primer burgués que es Abel.”

Francisco Umbral


“Creo más en el sexo que en el amor, como creo más en la fruta que en la flor.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999




"De vuelta en Madrid, el encuentro con la escultura violenta, con la Roma despiezada y femenina, con el mármol clásico y popular de una carne que me espera firme. Vicente Aleixandre, muerto aún no hace un mes, explicó todo esto como “la destrucción o el amor”. Platón había dicho, más o menos, lo mismo: “Amar es afán de engendrar en la belleza.” Y engendrar es destruir una vida para crear otra. (Cuando menos, destruir una perfección.) Hay una violencia como cartaginesa en la manera que tenemos de fornicarnos. La ciudad me torna Príapo de fijeza y media tarde contra el que se desfloran muchachas sucesivas, cuerpos que son el mismo o que son otro, como una mujer deshojándose de sus desnudos en la helada tórrida de enero. La mujer habita el mundo y el hombre sólo es un fantasma mental que vaga dentro de sus propias imaginaciones. Cómo siento esto, con qué aguda punzada de frío, primera saeta del año, cuando la mujer se va o antes de que llegue. Son la patria del hombre, alguien lo dijo, y uno, más que expatriado, ha vivido de apátrida, desde que uno aprendió —ay— a ser yacente y priápico, a dejar que los cuerpos se ensarten en uno, correlativos y tan femeninos, en su hombredad improvisada del estar encima, que ya dijo el poeta que hay mujeres que tienen noches de capitán. Sin tocar costa de mujer, se pierde el barco puramente mental del marinero en tierra que todos somos. O meter el dedo anular en el recto de la muchacha, cuando ella copula sobre nosotros, penetrando esa limpia y cálida fontanería interior del cuerpo hembra, siempre impecable. Pienso que, allá en los primeros tiempos, la mujer fue quien enseñó al hombre a lavarse. Quizá son tan relimpias, sin saberlo, como respuesta a las sucesivas leyendas de impureza —“doce veces impura”— que las religiones y los cabrones han echado contra ellas.
Mientras este fragmento de un romanismo falso y caliente copula contra mí, una niña de trece años, en Addis Abeba, se ha quedado en diez kilos de peso, por el hambre, y como ella hay otras muchas y otros muchos. Es un joven esqueleto donde la muerte ensaya ya su alegoría. ¿Qué sentido tiene estar penetrando un cuerpo rosa y joven mientras otros cuerpos jóvenes se devoran a sí mismos, hasta el espanto? Y lo peor es que el rubor intelectual le veda a uno, ya, cualquier reflexión “humanitarista”. El absurdo de la especie, que todo lo justifica, tampoco puede sustituirse por una explicación hipócrita y sociológica. Todos conocemos las causas y los remedios de este lento y perpetuo crimen de la humanidad contra sí misma. Lo de Caín y Abel, como todas las fábulas religiosas, no es sino la sinopsis aplicada de una situación social que se daba ya en los primeros tiempos. La humanidad se ha alimentado de hambre durante millones de años. Y han sobrevivido mejor los hambrientos que los saciados. La prueba es que los hambrientos son muchos más y tienen mayor genealogía. La bella joven bárbara y yo estamos disfrutando de nuestros cuerpos saciados, restándoles un poco de saciedad ya intolerable, en el esfuerzo de la cópula, pero entre nosotros, o sirviéndonos de lecho, hay una niña negra de Addis Abeba que pesa diez kilos y tiene trece años, que lleva el pelo rapado (porque se lo han cortado o porque no le crece), que viste su desnudez de momia con una bata de lunarcitos que le ha allegado alguna mafia internacional de la caridad.
Trece años, una niña que ya tendría que ser mujer, un esqueleto en el que no ha germinado la flor cálida del sexo, una muerta viva entre nuestros cuerpos muertos y corruptos de felicidad, placer y saturaciones. Los judíos han echado una mano a los negros, pero sólo a los negros judíos, cuidado, y un amigo me cuenta que en Tánger hay negros que tienen por criados a otros negros. Sin duda, esa servidumbre les blanquea, a ellos, los ricos. Basta con caer de los techos artesonados del orgasmo, basta con quedarse como estatuas dobles y yacentes, cuando las sábanas empiezan a marmolizarse, para comprender que estamos rodeados de niñas esqueletas (ahora que la niña negra se ha ido), que follamos en un mundo de cadáveres indignados que es más historia que mundo y más sueño que historia. Distanciados y saciados, la joven y nutrida ruina romana me coge, naturalmente, una mano."

Francisco Umbral
La belleza convulsa


“Democracia es, ante todo, respeto a la libertad suicida de los demás. La libertad siempre es suicida, pero es lo único que tenemos.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999




“Desde que tenemos democracia, en lugar de guerra se hacen elecciones municipales.”

Francisco Umbral



“El amor es contagioso como el odio...”



“El bien y el mal son clónicos, eternos, y la vida transcurre en un espejo.”

Francisco Umbral


"El deporte es una estilización de la guerra."

Francisco Umbral




“El destino, el azar, los dioses, no suelen mandar grandes emisarios en caballo blanco, ni en el correo del Zar. El destino, en todas sus versiones, utiliza siempre heraldos humildes.”

Francisco Umbral


“El dinero no es sino la figura de la aceptación social, y por eso lo buscamos todos.”

Francisco Umbral



“El dinero provoca en la gente, y sobre todo en los profesionales, una admiración muy fina, muy inteligente, muy educada, mucho más que el talento o la gloria.”

Francisco Umbral



“El español medio compra el periódico para tener ideas. Por veinte duros se hace uno socialdemócrata, demoliberal, democristiano, moderantista, neoconservador, liberal de izquierdas, rojo de derechas, partidario del Atlético o el Madrid, etc.”

Francisco Umbral



“El fundamentalismo es la última enfermedad infantil del Tercer Mundo.”

Francisco Umbral




“El gilipollas por definición lo es de cuerpo entero. Se es gilipollas como se es pícnico, barbero, coronel, sastre, canónigo o notario: de una manera genérica y vocacional.”

Francisco Umbral



“El hombre sólo ha sabido erigir escaleras de peldaños humanos. Todo se hace a costa de alguien. Enseñar historia o grandes monumentos es enseñar crímenes. Vivimos sobre el terreno pantanoso de los oprimidos, pisamos las arenas movedizas de inmensas extensiones de sufrimiento.”

Francisco Umbral

Mortal y rosa




“... el instinto acierta siempre más que la reflexión, y encima no da explicaciones.”

Francisco Umbral



El lenguaje literario es un lenguaje que ha perdido la memoria colectiva.

Francisco Umbral



“El liberalismo fue muy activo en el XIX, pero luego se ha convertido en una elegante poltrona para biempensantes que todo lo comprenden, todo lo toleran y no se meten en nada.”

Francisco Umbral



“El periodismo mantiene a los ciudadanos avisados, a las putas advertidas y al Gobierno inquieto.”

Francisco Umbral



“El poderoso siempre te da la mitad de lo que te podría dar.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999


  
“El que lo piensa todo primero, no escribe nada después.”

Francisco Umbral



"El talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia."

Francisco Umbral



“El universo es una geometría inútil, una matemática tozuda y loca, que se cumple ciegamente, que se demuestra a sí misma vanamente, y en todo este juego de fuerzas ociosas hay siempre un niño que sufre, una víctima. El dolor de los niños, el dolor de las plantas, el dolor de las bestias.”

Francisco Umbral
Mortal y rosa



"En la barra del café estaban, a última hora de la tarde, los reporteros de la calle, de la noche y de la vida, con ojos brillantes de lobos jóvenes, dispuestos a lanzarse a la guerra de la noticia: Yale, Raúl del Pozo, Carril, Lópezaria, Olano a veces, todos con un cierto énfasis de saber cosas. Era todavía el periodismo de escándalo social y mundano, de inmoralidad velada, era todavía el reporterismo de impertinencia y prisa, que algunos escribían muy bien, como Raúl del Pozo, que vino de Cuenca con un sentido innato del idioma, una corbata desastrosa, una sonrisa de pícaro genealógico y un trato especial, eficaz y contradictorio para las mujeres.
Aún tardaría muchos años en llegar el reporterismo político, que a veces harían estos mismos que se habían dedicado tanto tiempo a folklóricas y toreros. Yo dudaba entre ser y no ser uno de aquellos lobos esteparios de la noticia frívola de medianoche, y a veces lo era, pero tenía muy fuerte el tirón literario, incluso lírico, así como el tirón político. Demasiados tirones para vivir uno tranquilo.
Madrid, sí, se iba llenando de turistas rubias, y con este dinero del turismo hicieron triunfalismos económicos los tecnócratas de Cristo, pero la verdad es que les habían dado a administrar un dinero regalado, y eso era todo. En realidad, para lo fácil que fue aquel dinero del turismo, no supieron o no quisieron aprovecharlo y mejorar a fondo la estructura económica e industrial de España. A las turistas se las llevaban los ligones del café a la plaza de la Paja, a la plaza de la Cebada, a la plaza Mayor, a la plaza del Alamillo, a todas las plazas recónditas o grandiosas de Madrid, haciendo de la noche estival una teoría de plazas que llegaba a marear a la europea de Estocolmo o la yanqui de Cincinatti. Y una vez mareada, a la cama, al hotel, al amor o al negocio, según cómo y cuándo.
Fue cuando todos los incultos del café visitamos por primera vez el Museo del Prado —que yo sólo conocía por el libro de Eugenio d’Ors— y algunos descubrimos que efectivamente Goya era una conmoción de pólvora y sexo en la Historia de la pintura, que Zurbarán era un surrealista que había suprimido el oxígeno de sus cuadros y que el Greco era un erótico amoratado, un voyeurista reprimido y a lo místico.
Del Greco y de Goya había leído yo las prodigiosas biografías de Ramón Gómez de la Serna. Ramón veía el arte como si estuviera vivo, como veía las tazas de su casa para explicarlas maravillosamente. Le quitaba solemnidad al arte del Museo y le daba cotidianidad. Ése era su gran secreto. Los demás iban al Museo a enfatizar lo enfático de todos los museos. Incluso d’Ors, y quizá éste más que nadie, aunque su libro sobre el Prado me había gustado mucho."

Francisco Umbral
La noche que llegué al café Gijón




“En la infancia, en la adolescencia, en la juventud, es cuando se forma la personalidad y cuando se impregna uno de lo que tiene entorno, por eso, yo estoy por dentro lleno de Valladolid.”

Francisco Umbral


“Escribir es la manera más profunda de leer la vida.”

Francisco Umbral


“La democracia natural, en la España profunda, consiste en linchar al alcalde.”

Francisco Umbral


“La estructura económica de España es feudal, feudocapitalista, paleoeclesial, y eso no lo cambia ni Dios.”

Francisco Umbral


“La gloria, la fama, la unanimidad es un espejismo. Siempre parecen más brillantes en otro.”

Francisco Umbral



“La guerra digital es hoy la guerra civil de España. Ya no se pelean nuestros políticos por un pedazo de tierra o de pan, por Cristo o Lenin, por Azaña o Franco, por las fincas del señorito o los huevos del señorito. Ahora se pelean, tan adultos, tan sabios, por un mando a distancia.”

Francisco Umbral



“La ironía es la ternura de la inteligencia.”

Francisco Umbral


“La juventud es tantas cosas que no puede ser además sabiduría, experiencia.”

Francisco Umbral


"La literatura es un lenguaje de palabras desmemorizadas."

Francisco Umbral


“La lengua elige a unos cuantos tipos para expresarse, para salvarse, para decir todo lo mucho que tiene que decir, que es decirse a sí misma.”

Francisco Umbral


"La lucecita del Arzobispado es el aldebarán doméstico que rige y apacienta el sueño y los sueños de la ciudad y la noche. La lucecita del Arzobispado, despacho de Franco, es el aldebarán venturoso y doméstico del sueño intranquilo de Francesillo, del sueño estabulario y sin sueños de la Emilia, la lela, del sueño victorioso de los laínes y el sueño inquieto y negro, cinematográfico, de los maestrillos republicanos. La lucecita del Arzobispado, despacho de Franco insomne, centinela de Occidente, rige los sueños de los prisioneros, los torturados, los que duermen sobre el lago feliz y mortuorio de su propia sangre, los muertos calientes que acaban de caer fusilados orilla del paredón, gritando viva la República o mecagüendiós, según, el sueño viciosillo y desvelado de la novicia Camila, el sueño confuso, macho y hembra, de Víctor, los sueños febriles y quemados de whisky de Dionisio Ridruejo, el sueño enredado de los intelectuales, la vigilia del soldado en su garita, del preso en su celda, de Giménez Caballero en un camastro de su imprenta, el sueño inmenso y marítimo de la catedral, que es un sueño populoso de canónigos y Cristos fusilados. La lucecita del Arzobispado, despacho de Franco, aldebarán de la vida y la muerte en la ciudad.
El Caudillo tiene extendido un gran mapa sobre la mesa. La marcha de la guerra ha sido así, se dice. La radio roja, con su ojo de Polifemo multitudinario, le susurra confidencias. El reloj de péndulo es como el corazón cansado e incansable del tiempo.
Se pueden considerar como bases de operaciones las ciudades de Pamplona y Sevilla, y como base secundaria La Coruña. Desde el primer momento actuaron dos ejércitos: el del Norte, al mando de Mola, y el del Sur, al mando de Franco (Franco gusta de referirse a sí mismo en tercera persona, como los papas y los grandes intelectuales). Mola, en rapidísimo avance, ocupa la línea de montañas que domina Madrid. Somosierra y Guadatrama. Desde ese momento, Mola amenazaba la capital. Franco ha mantenido bien ese frente, después de Mola (los moros ya se hacen té moruno en la Ciudad Universitaria). Queipo libera gran parte de Andalucía. Franco avanza con su columna colonial, desde Sevilla, sobre Madrid, en marcha fulminante, combatiendo sin cesar, avanzando 525 kilómetros de Sevilla a Madrid y ganando las gloriosas batallas de Mérida, Badajoz, Talavera, Toledo, y las de ocupación de los barrios exteriores de Madrid."

Francisco Umbral
Leyenda del César Visionario


“La gloria, la fama, la unanimidad es un espejismo. Siempre aparece más brillante en otro.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999




 “La moral, por muy concienzuda que sea, rara vez supera sus propios términos municipales. No hay una moral universal. Sólo hay morales municipales.”

Francisco Umbral


“La Movida nunca tuvo teléfono, pero sí tuvo señales de humo para comunicarse unánimes el concierto de los Ramones o aquella noche alucinada de los Rolling, cuando nos flipábamos chupando el desodorante del sobaco de las chais, que eso coloca.”

Francisco Umbral



“La pintura es la gran pizarra de la historia.”

Francisco Umbral



"La prosa es el pulso de un país, así como la poesía puede que sea su perfume. España se queda sin pulso durante los tres años de la guerra, como se queda sin cosechas. Jamás un himno militar sustituirá a una metáfora. Las guerras producen mucha literatura, pero después. La guerra, que queda como un formidable estruendo en mitad de la Historia, es, en realidad, un pavoroso silencio: el silencio de un pueblo que ya no piensa, que ya no trabaja con el idioma, que ya no hace todos los días su tarea intelectual, gramatical, creadora. Ese gran silencio, cementerial y obtuso, es lo que oigo yo cuando aplico el oído al pecho de España, aquella España muerta del 36-39, donde solo pegan gritos los cadáveres. Entre la ingente chatarra de la guerra, nadie ha hablado nunca de la chatarra gramatical, literaria, herrumbrada y muda, en que vienen a parar diez siglos de caligrafía y bellas palabras."

Francisco Umbral
La guerra civil


"La Puerta del Sol es el zoco y la ceca donde se acuñan los hombres del 98, siendo Valle el más visible por la chistera o la melena, y Maeztu (un «98» que salió de la derechona) el más inquieto: llegaría a atravesar a gatas toda la plaza. Paseando al sol de la Puerta, entrando y saliendo de todos los cafés, o eligiendo uno como segunda residencia, que diríamos hoy, viviendo la noche en esta plaza ochavada y tranviaria, moridero de elefantes municipales, entre las librerías de San Martín, de Fernando Fe, donde ya empezaban a aparecer sus libros, los del 98 tomaron cuerpo, argamasa, conciencia de grupo, sobre todo cuando les dijo Azorín que ellos eran el 98 (antes se lo había dicho a Ortega).
Ante el escaparate de Fernando Fe, esquina de magnicidios, Valle se paraba, muy puesto en edad y temple, a mirar libros. Tiempos del sombrero razonable, elegante, el bastoncito de nudos, el traje completo y la melena aseada y corta. Puede parecer un catedrático de instituto o un rentista de la Villa y Corte, pero es Valle-Inclán ante la actualidad editorial del día, con esa impaciencia tranquila del que ya sabe que entre los libros estará el suyo, no puede faltar.
Valle-Inclán en la Puerta del Sol, en Fernando Fe (que ha desaparecido en obras hace sólo uno o dos años), ni glorificado ni mendigo, sino en ese momento de seguridad y solidez que tiene el escritor cuando la vida le ha profesionalizado y maneja el bastón por darle juego a la mano única y poderosa, llevando pegado a él un dandy, que es el manco del otro lado.
El cura Santa Cruz, la figura más fascinante de La guerra carlista, era bajo, ceñudo, avellanado, cenceño, con barba y bigote apretados. Santa Cruz, fanático, cruel, frío, visionario y rezador, se erige hacia el final de la gran trilogía como el verdadero revés de aquella guerra y de la Causa. Sólo Valle llega a novelar toda la profundidad y complejidad, casi shakespeariana (de un Shakespeare rural) que tiene Santa Cruz. Ya ha publicado don Ramón los tres tomos de esta gran trilogía, donde da el paso desde el modernismo hasta una narración más realista, moderna, dinámica y casi cinematográfica. Ya no es sólo el autor de las Sonatas que, como dice Gómez de la Serna, «primaverizan, estivalizan, otoñizan e invernizan su figura y obra». Es cuando se le ve en la gala de las fiestas, en el centro de la escalera humana de los invitados, recibiendo homenajes, y por allí anda otra vez Unamuno, sin smoking ni pajaritas que le hubieran quedado ridículas, misteriosamente cercano al artista con el que no tiene nada que ver. Quizá la lucha política los ha acercado.
La lucha política. Ahí está el daguerrotipo atroz de Primo de Rivera, africanista y aristócrata, con Alfonso XIII, que alguien llamará «el rey perjuro». Hay un altorrelieve de cascos, palmeras, civiles balcones llenos de gente, militares y paisanos de gala, estos últimos con el rostro neutro de las concesiones, las abdicaciones, el malhumor de su propia traición y la sonrisa de los que saben que se han equivocado y esperan que no se note.
Don Ramón se yergue en el Ruedo Ibérico como la sublimación de lo civil, como la metáfora noble de la calle contra la traición militar. Principia a recibir amenazas e insultos, y es cuando más se aprieta el brazo vacío, en un estrujamiento de crispación moral, de impotencia, con su mano derecha, venosa y fuerte, que tiene gallardía de mano única. Le crece la barba y se aferra a su ropa, que es él mismo, para seguir siéndolo y no ponerse el frac cementerial de sepultar la democracia, o siquiera la libertad de vivir, hablar y escribir.
Es cuando la Puerta del Sol está más populosa que nunca, como la había pintado Benjamín Palencia en 1918, ya con biombos publicitarios, carretelas, jinetes y urinarios, todo bajo la torre paleta y cronológica del reloj de Sol, en el Ministerio de la Gobernación, ministerio de una España ingobernable. Tranvías de cortinillas, chisteras y raíles, una fuente en el centro, los toldos del verano, como las pestañas del comercio galdosiano y fastuoso. Por Alcalá se cruzan los tíos de los costales con los picadores y los paseantes en corte con las damas de cabriolé, sobre el adoquinado de resonancia oscura, «penumbra del viaje», todos hacia la Puerta de Alcalá, que es como la entrada mágica y Carolina al país de las maravillas municipales del Buen Retiro.
La Puerta del Sol va dejando de ser ya la plazoleta generacional del 98, el limbo de los injustos, los sablistas y los inspirados, el reino en varios idiomas y plurales divisas del deslumbrante, retórico y ciego Alejandro Sawa, que moriría de la sífilis literaria en un martes alegre, esos martes de Madrid en que la ropa tendida es como grímpolas y gallardetes de un navío pobre de inmigrantes varado en el cielo. Sawa tenía la melena escasa y revuelta, los ojos bellos y cansados del ciego que quiere ver, puede que un algo judío en la nariz y la barba, la chalina persistente sobre la camisa de cuadros.
Valle lo perpetuiza como Max Estrella en Luces de bohemia. Después de alternar con Hugo, Verlaine y Rubén (él lo mezclaba todo), las necrológicas de los periódicos le dejan en «notable escritor». Lo más que se ganó su vida de bohemia, fe literaria y sueño francés, fue un notable, poca cosa, poca nota en la carrera de las letras.
Como ya hemos dicho, la muerte de Sawa, con largo velatorio de buhardilla, le lleva a Valle a verse en aquel fantasma y replantearse el duelo inútil de la bohemia, el misticismo de la calle y la noche, todo lo que a unos les cuesta la vida y a él le había costado ya un brazo y muy levantadas hambres."

Francisco Umbral
Valle-Inclán: los botines blancos de piqué



“La vida es lo que queda por vivir, vivir es penetrar en lo que ignoras.”

Francisco Umbral


“Las bandas de música son como copiar a Botticelli con brocha o tocar a Mozart con un candado.”

Francisco Umbral


“Las guerras son beneficiosas a condición de no hacerlas.”

Francisco Umbral



“Lo peor de nuestra Guerra Civil, en este largo viaje a la derecha, es que uno ha podido apreciar cómo se intercambiaban los valores y los grandes hombres de izquierdas quedaban en la derecha mientras que los de derechas, simplemente, no quedaban. En España es más difícil no quedar uno en su sitio que viajar con el sitio cambiado.”

Francisco Umbral



“Lo primero que asombra en el primero beso es el exotismo...”

Francisco Umbral



“Lo que le concedemos a la memoria quizá se lo quitamos a la especulación.”

Francisco Umbral



“Lo único que no se puede hacer es escribir mal y ser tonto. Yo prefiero las contradicciones de un genio a la coherencia de un tonto.”

Francisco Umbral
en Manuel Hidalgo, “Umbral inmortal”, El Mundo, 22/1/1993



Los deseos se tienen, no se piden. Lo que se pide es el objeto del deseo.

Francisco Umbral



“Los enemigos traicionan muy fino.”

Francisco Umbral



“Los escritores burgueses se debían suicidar como clase. Inevitablemente porque la derecha no lee; la izquierda no tiene tiempo, entonces, ¿quién te lee? O bien fracasas espantosamente y te mueres de hambre por ahí vendiendo kleenex por las esquinas. O si no fracasas del todo te aburguesas.”

Francisco Umbral



“Los hallazgos de Darwin, resumidos, vienen a decir que, después de cinco mil millones de años de evolución, y dejando atrás al chimpancé por un pelo, el hombre ha venido a dar en dependiente de zapatería, limpiaparabrisas o funcionario.”

Francisco Umbral



“Los ojos de mi hijo, sus ojos que ayer eran flores abiertas, capullos de noche, y hoy son rendijas tristes, sesgadas por el cansancio y el recelo.”

Francisco Umbral


“Madrid es un género literario.”

Francisco Umbral


“Madrid es una excusa para contar historias.”

Francisco Umbral



“Madrid lo hicieron entre Carlos III, Sabatini y un albañil de Jaén, que era el que se lo curraba.”

Francisco Umbral


"Me gustaba así, con el pelo suelto, con la enagua blanca, con la carne más morena o más pálida de lo que yo había imaginado, con las piernas desnudas y los pies descalzos, otra vez infantil, niña, ninfa, sin todo el odioso revestimiento de madurez y riqueza que se ponía encima para salir a la calle. Y luego se sacó la enagua por la cabeza, y ya no sonreía, estaba seria, como ganada por la gravedad del momento, y yo pensé en el futbolista del equipo local que sin duda también la había visto desvestirse de esta forma, y a pesar de todo tenía un cuerpo de niña, cuando se deshizo de sus claras y finas y transparentes y breves lencerías interiores, y la adolescencia se le delataba en la brevedad del seno, en la levedad de las caderas, y no me abrumó su desnudo, como había temido, sino que la encontré más asequible, más buena, toda de claridad y temblor contra la penumbra de vino y sótano.
María Antonieta dio unos pasos, casi de puntillas, hacia aquella especie de gran barreño lleno de vino, y se metió dentro, y el vino le llegaba por debajo de las rodillas, y estaba con los brazos cruzados sobre el pecho, cogiéndose los codos, como si la fuesen a bautizar con vino, y a mí me recordaba no sé qué láminas, no sé qué libros, no sé qué cuadros, ¿vienes? dijo, y se sentó dentro del vino, que así le llegaba por las caderas, y salían de aquel baño de vino sus senos tenues y sus rodillas fuertes, luminosas, ¿vienes?, y me desnudé y me metí en el barreño con ella, y era divertido estar allí, y nos besábamos, y nos salpicábamos con vino y nos dábamos a beber vino, uno al otro, en el cuenco de las manos.
No sé en qué momento salimos del vino y nos echamos sobre un camastro que yo no había visto, y que quizá no fuese sino un montón de pellejos vacíos, con una manta encima, y su cuerpo estaba amargo de vino, pero la besé con minuciosidad, la devoré con devoción, como luego ella a mí, de modo que a ratos nos reíamos y a ratos jadeábamos, y diminutas gotas de vino nos brillaban entre el vello, aún, y debajo del sabor del vino estaba el sabor blanco y joven de su cuerpo, y probé a poseerla y a ser poseído, y al final me acariciaba el pelo con ternura, estás manchado de vino, decía riendo, y aquello era tan obvio que era divertido que lo dijese, y yo miraba la pequeña bombilla, como un fruto mezquino, intensa de pronto como un sol mientras cerraba los ojos y me decía que había ido hasta lo más hondo de una mujer, más allá del tiempo y del espacio, porque poseyendo a una mujer se posee algo más, algo que ya no es ella, la dimensión desconocida, esa entidad de sombra y luz, de fuego y velocidad, que anda presentida más allá de la vida, ese vacío tan colmado, esa plenitud tan ligera en la que uno cae como en una muerte que no fuese la muerte, sino esa cosa dulce y vertiginosa que debiera ser la muerte.
Nos lavamos los cuatro, desnudos, en una gran pila, bajo un grifo del que salía un agua muy fría, y aquello debía ser el sitio donde limpiaban las cubas o los pellejos, o donde aguaban el vino, o quién sabe, y salimos de allí muy tarde, muy de noche, María Antonieta y yo primero, porque Jesusita no quería que saliésemos los cuatro juntos, para no escandalizar al barrio, y porque quería quedarse a cerrarlo todo bien cerrado, de modo que cuando me volví, ya en la calle, hacia la penumbra de la vinatería, para un último adiós, todavía creí ver las pupilas claras y rientes de Miguel San Julián, que me despedían con su simpatía sencilla y nocturna. María Antonieta y yo caminamos hacia la plaza y nos sentamos en aquel banco donde ella me había besado en la frente, hacía algún tiempo, y me tomó una mano."

Francisco Umbral
Las ninfas




“No hay izquierdona. Existe un problema fuerte nacional o antinacional o yo que sé, nacionalista.”

Francisco Umbral



“No hay más eternidad que el presente. El presente tiene el sabor de todos los siempres.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999



“Parece instintivamente que la felicidad está por venir. Que la palabra felicidad remite al futuro. Pero remite realmente a un pasado remoto, del que la extrapolamos al futuro remoto con un movimiento mecánico de autodefensa. Se ha dicho que la literatura de ciencia ficción está llena de añoranzas prehistóricas. Eso es. Sólo se puede soñar el pasado. El futuro es un pasado actuante. Un pasado que actúa como futuro. Confío en que seré feliz porque alguna vez lo fui. Y creo que alguna vez lo fui porque entonces, aquella vez, creía asimismo haberlo sido en otro tiempo. Todo instante de felicidad no es sino la confirmación de que tenemos un pasado. Sólo la memoria goza.”

Francisco Umbral





“Parece que hoy toca hablar de Madrid. Madrid es una gran ciudad, o por lo menos una ciudad grande.”

Francisco Umbral



“Pero la mujer que quiere un poco a un hombre siempre piensa que debe salvarle de algo. De otra mujer, por ejemplo.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999




“Qué triste le pone siempre a uno la alegría de los tontos, en el manicomio como en el fútbol o en la tele.”

Francisco Umbral



“Según los británicos, el sexo es nuestro primer vicio. El suyo también, después del té de las cinco y antes de estrangular a la señorita correspondiente. Porque ellos estrangulan mucho pero, como no sufren de culpabilidad católica, disfrutan a tope de sus pequeños vicios nacionales. Gran pueblo.”

Francisco Umbral


"Sillas de paja infantil, graves mecedoras, caballos de crin celeste me preguntan por ti, se preguntan por ti. Con esta corporeidad mortal y rosa, donde el amor inventa su infinito.
(...)
El hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra. Por él, por mi hijo, he visto más allá, más adentro, y más lejos, y quizás, ay, eso basta."

Francisco Umbral
Mortal y rosa




“Toda guerra promueve genios.”

Francisco Umbral



“Triunfar en todas las direcciones es peligroso, fatal y mortal. El éxito está lleno de bandejas de plata de donde, de pronto, se cae tu imagen con estruendo de gong.”

Francisco Umbral



“Un regalo de Reyes suele suponer, más que el capricho del niño, el fantasma de un anhelo o desconsuelo de los padres”

Francisco Umbral



 “Una nación no es necesariamente el alunamiento monótono de los mismos, sino la capacidad social y política de asimilar y molturar todo lo que va llegando por vía guerrera o comercial o puramente vivencial.”

Francisco Umbral


“Victorias y derrotas sólo son eventos consuetudinarios que acontecen en la vida.”

Francisco Umbral


“Vivimos de principios, somos menesterosos de principios, de orígenes, de amaneceres, de deslumbrantes comienzos.”

Francisco Umbral
Diario político y sentimental, 1999




“Ya no hay revoluciones, ya no hay revolución de Asturias ni Casas Viejas, ya no hay anarquismo catalán, ya no hay lucha de clases ni proletariado, ya no hay Semana Trágica. Ya sólo hay los cuatro modernos de mierda y las cuatro putas travestidas de lo mismo que salen por la televisión.”

Francisco Umbral