Francos Rodriguez

“En realidad, yo no he alcanzado triunfos más que sobre mí mismo: dominándome, fortaleciéndome espiritualmente.”

José Francos Rodríguez
en José López Pinillos, Cómo se conquista la notoriedad, 1920



“… hay que derribar mucho y edificar mucho; que, para que se salve nuestro país, hace falta una revolución, y que esa revolución solo la podrán hacer los ministros de instrucción pública.”

José Francos Rodríguez
en José López Pinillos, Cómo se conquista la notoriedad, 1920




“Hubo primero gritos; después, tomatazos; más tarde, puñadas y hasta tiros; los agentes esgrimieron las tizonas; las buenas mozas consumieron las hortalizas, usándolas como proyectiles; luego intervinieron los hombres; la población entera quedó convertida en campo de lucha, y, en resumen, durante un par de días se oyó por diferentes parajes de la corte el clamor de la revuelta, sofocada, no sin trabajo, tras de cargas de la Policía y de la Guardia civil; varios heridos, muchos contusos, cierre de tiendas, mueras, sobresaltos y abundancia de apostrofes en los labios y de columnas de prosa indignadísima en los periódicos.”

José Francos Rodríguez




“Lo que más me enorgullece de mi vida es la humildad de mi origen.
Soy hijo de un pobre; pero no de un pobre de americana, de un burgués pobre, sino de un pobre de blusa, de un pobre de verdad: de un jornalero. Mi padre trabajaba manualmente y sabía que la actividad de sus manos era el único cerrojo que le impedía a la miseria entrar en nuestra casa (…). Muy pequeñito, cuando comenzaba yo a enterarme de que en el mundo no hay igualdad ni para repartir besos entre los pequeñines, me pusieron en la escuela, y la escuela, gracias a D. Antonio Gil, profesor bondadosísimo al que no he olvidado, no fue para mí una cárcel (…) y a los nueve años estaba ya en condiciones de emprender estudios más serios.” A los 12 años ya era bachiller. Este profesor recomendó a sus padres que debía continuar con estudios superiores. Su padre le dijo: “He reflexionado y voy a seguir el consejo de D. Antonio. No tendrás un oficio, Pepe. Vas a estudiar (…). Mis padres con una fe conmovedora lo resolvieron (…)” Le dijeron “continúa, si puedes, que nosotros nos sacrificamos lo que haga falta. Y busqué con la ansiedad con que buscan los que necesitan, y conseguí ayudarme.
¿Cómo? Entrando en el Museo Antropométrico”. El fundador de este museo, el Dr. González de Velasco, “me colocó para que le ayudara sacando piezas anatómicas y preparando los elementos prácticos que había de utilizar en sus lecciones. Junto a él, que me trató paternalmente, aprendí Anatomía y aprobé, a ley, dos cursos (…)”

José Francos Rodríguez



“Yo me afané constantemente siempre estudiando, no sólo libros científicos (…) Trabajaba en el Hospital, y a las órdenes de Cortezo mandaba artículos para El Siglo Médico, empezando mis pinitos oratorios. A los dieciocho años me licencié en Medicina, y hubiera seguido en el Hospital algún tiempo si Cortezo continuara en el puesto; pero dimitió; yo le seguí, y como ayudante suyo continué ejerciendo la profesión.”

José Francos Rodríguez























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