John Carlin

"Balanceándose sobre los muñones de sus piernas amputadas y empuñando una pistola negra de 9 mm con ambas manos, efectuó cuatro disparos a través de una puerta en el baño de la planta superior de su casa. Detrás de esa puerta había un pequeño cubículo con un retrete. En su interior había una persona.
Desconcertado y en estado de shock, se tambaleó hasta la puerta e intentó abrirla. Estaba cerrada. Segundos más tarde: «¡Dios mío! ¿Qué he hecho?».
Ensordecido por el ruido de los disparos e incapaz de oír sus propios gritos, corrió por el estrecho pasillo hasta el dormitorio, apoyándose en las paredes para no caerse. Abrió la puerta corredera que daba a la terraza y gritó: «¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda!». Junto a la cama estaban las prótesis de sus piernas. Se las puso, corrió de nuevo hacia el baño y trató de derribar la puerta, sin
éxito. Lanzando unos gritos si cabe más frenéticos, volvió al dormitorio, cogió el bate de críquet que tenía por si sufría el ataque de algún intruso, se dirigió otra vez hacia el baño y golpeó con desesperada furia la puerta. Uno de los paneles de madera cedió, lo que le permitió introducir una mano para abrirla. Y allí la encontró: era su novia. Estaba acurrucada en el suelo, con la cara apoyada en el asiento del inodoro, los ojos azules sin vida. La sangre brotaba de su brazo, de su cadera y de su cabeza. No se movía, aunque él quería creer que aún respiraba. A punto de desmayarse por el hedor metálico en descomposición de las heridas, hizo un esfuerzo por agarrar su empapado y resbaladizo cuerpo y lo levantó del asiento del inodoro; poniéndole una mano en la cabeza, que rezumaba sangre, la tumbó en el suelo de mármol blanco, llorando, gritando y suplicando a Dios que la dejara vivir. Cogió una toalla y se arrodilló junto a ella, tratando de detener en vano la sangre que manaba de la herida de la cadera. Gritando desesperadamente, se quedó mirando el cráneo destrozado y los ojos sin vida mientras se imponía la realidad de que ni siquiera Dios sería capaz de reparar el impacto de la bala en el cerebro y de que nada podría cambiar la irreversible inmensidad de aquel horror."

John Carlin
Pistorius



“Debemos aceptar que la responsabilidad del final de la violencia no es únicamente del gobierno, la policía y el ejército —declaró—, sino que también es nuestra. Deberíamos poner orden en nuestra propia casa. Si no tenéis disciplina, no sois verdaderos luchadores por la libertad.”

John Carlin



“El fútbol es el reflejo de la condición humana y la premisa era que cada capítulo debería tener como título algún elemento eterno del ser humano como el amor, el orgullo, la redención o la fortuna.”

John Carlin



“El rencor no se concibe —dijo—, ni siquiera cuando luchábamos contra algo que nos parecía que estaba mal.”

John Carlin



“Fueron su integridad y su coraje, sumados a su encanto y su poder de persuasión, los que convencieron a sus enemigos para que cedieran el poder voluntariamente convencidos de que se trataba de un líder en quien podían confiar para evitar el camino de la venganza que sus conciencias culpables tanto temían.”

John Carlin



“Hemos llegado al final de una época y nos encontramos al comienzo de una nueva era. Juntos podemos construir una sociedad donde no haya sitio para la violencia. Podemos construir una sociedad basada en la amistad y en nuestra condición común de seres humanos, una sociedad basada en la tolerancia… Unamos nuestras manos y caminemos juntos hacia el futuro.”

John Carlin



“Lo que la gente quiere es paz, seguridad para sí mismos y para sus hijos.”

John Carlin



“No debemos permitir que nos provoquen aquellos que pretenden negarnos la libertad por la que Hani entregó su vida.”

John Carlin



“¿Sabes qué? Lo mejor de todo lo bueno que ha ocurrido es que puede volver a ocurrir.”

John Carlin



“Su celda, su casa durante dieciocho años, era más pequeña que un cuarto de baño. Medía 2,5 × 2,1 metros, o tres pasos por dos y medio de Mandela, y tenía una pequeña ventana con barrotes, de 30 cm2, que daba a un patio de cemento en el que los presos se sentaban durante horas a romper piedras. Mandela dormía sobre un colchón de paja, con tres mantas muy finas que eran su única protección contra el frío viento de los inviernos del Cabo. Como los demás presospolíticos, que contaban con menos privilegios que los presos comunes del ala lujosa de la isla, estaba obligado a llevar pantalón corto (los largos sólo se los daban a los presos indios o mulatos, no a los africanos negros), y la comida era escasa y deprimente: unas gachas de maíz aderezadas, los días buenos, con cartílago.”

John Carlin



“Su hercúlea misión fue desviar la corriente negra de odio y frustración que clamaba venganza y encauzarla hacia el remanso de la reconciliación y la paz.”

John Carlin



“Tanto en la política como en la guerra, la primera regla es conocer a tu enemigo.”

John Carlin



"Todo lo que nos hace humanos está en el fútbol."

John Carlin



“Un líder de verdad es alguien que nos puede ayudar a superar las limitaciones de nuestra pereza individual y de nuestro egoísmo y debilidad y miedo y lograr que hagamos cosas mejores, y más difíciles que las que podemos hacer por nosotros mismos.”

John Carlin



"Yo creo que todo es política. Está impregnada en todos los rincones y a veces se conecta con el deporte. Esta es otra de esas frases banales que no tiene ningún valor ni sentido."

John Carlin
















































No hay comentarios: