Luis Alonso Cruz

18.

Mi madre no sabía de arte, ni de cuadros, ni de partituras; simplemente cerraba los ojos y adivinaba la belleza en las cosas. Así fueron mis primeras clases de estética trascendental.
Con el tiempo (los Cronopios tarde o temprano llegan) me enseñaron sobre Paul Klee y Jackson Pollock.
Con el tiempo (los Cronopios tarde o temprano se van) lo natural entró en una pantalla y ahora el gallo canta encerrado en un programa.
<Este es el regalo supremo de la ilusión>
Mi madre se sienta a tejer su propio tiempo

Luis Alonso Cruz



Adán

Todo esto me pertenece,
aún en sueños, muy cerca del alba.
Veo el extenso campo para mis descendientes
no hay reloj de inicio, no hay tiempo que corra.
Es apacible el ojo, que no contiene furias
que no sabe del terror
ni es líquido.

                                                           “Habrá noches retumbantes,
                                                           cascos y sonidos de guerra
                                                           pero siempre la mano protege la semilla negra”

Es perfecta la armonía de las esferas,
cantos suaves de seres alados
y las miradas en la rueda perpetua.

                                               “Alguien dibuja la catástrofe,
                                               la semilla pronto será manzana”

Luis Alonso Cruz





Crepúsculo al mediodí­a 

El sol aplasta los huesos,
el sol consume lo poco que se puede decir.
Refulge el silencio,
Tornasol o plata
refulge con desidia
mientras los recuerdos se escapan como libélulas
o en cada aleteo de un colibrí­.

Alguien grita desde una casa
Aliento es lo que falta para comerse
este momento cálido. 

En un mar secándose a cada hora
hay un bote
dando vueltas
como una cosa imposible
y un pescador hunde su red en el mar
y piensa en un césped frio
como una manta verde que le es esquiva,
tanto como el amor de la joven rusa,
hace veinticinco años. 

Los hombres en el desierto huyen de sus sombras,
saben que es luz venenosa
saben que si permanecen con ellas serán cenizas
el preludio de los agujeros negros 

Para nada hay escapatoria,
se es tiempo y polvo, lo demás es imaginación.
El mar y los hombres han desaparecido.

Luis Alonso Cruz






I

Y ahora aparece este satori
que se puede tocar
como esta pared.

Un reloj
esparce ondas
y todo lo que era pasado
se hunde en un barro azul.

Es hora,
todo vuelve a nacer.

Esta quietud de lo inacabado
como el día eterno,
es este satori a punto de explotar.

La explosión y la paz.
El reino de la total quietud
en esta infancia –vegetal–
que es
como un niño de azúcar,
que juega con números sagrados
y hace figuras
con las sombras.

Transforma la noche
entre sus dedos.
En el intento
concibe al mundo como un animal de laboratorio.

Luis Alonso Cruz




Hace 77 millones de años 

Es de noche,
la gente recuerda un año más de la muerte de Ian Curtis, todos los hacen
pero pocos son los que no se han colgado todaví­a.
Los postes siguen desnudos.
La radio pasa una noticia que me congela la sangre:
Han descubierto un dinosaurio de cuatro cuernos
¿Lo habrán liberado del mismo Infierno?
La cabeza se llena de más dudas, las piernas desfallecen con ese peso adicional
siento que la vida se agota, sin embargo el toca disco y la radio siguen sonando.
Pero existe también un espacio para otra pregunta,
aún el cuerpo puede soportar una más
tiene que ver con el tiempo
las imágenes de relojes azules invaden todo el espacio, también la de animales imposibles
en general solo imposibles llenan el espacio… 

Es la medianoche,
el dinosaurio ha recolectado en sus huesos todas mis ansiedades
Pero no es suficiente,
77 millones de años no son suficientes para matar el tedio.

Luis Alonso Cruz






















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