Manuel Bueno Bengoechea

“Estamos condenados a ignorar lo que más nos importa conocer, nuestro origen y nuestro destino…”

Manuel Bueno Bengoechea
En el umbral de la vida, (1916), 2000



“La intimidad es un concepto puramente místico. La intimidad es necesaria, evidentemente, en los humanos, en los primates. Pero si a alguien no le importa perder su intimidad, toda cuestión pierde su sentido.”

Manuel Bueno
Interviú, 12/3/2001




“La pasión es lo único grande, lo único hermoso, lo único alentador que ameniza un poco nuestra pedestre existencia.”

Manuel Bueno
En el umbral de la vida, (1916), 2000



“Madrid, plagado de garitos y de tabernas, era una ciudad de ociosos y de trasnochadores, en la cual bastaba un ligero barniz de señoría y un apellido de relumbrón para saltarse a la torera todas las leyes. Ser calavera y no pagar a los acreedores no sólo no estaba mal visto, sino que confería una especie de prestigio. Se vivía entonces en un ambiente de ignorancia y de falsa caballerosidad, en el que casi nadie estaba en su sitio.

Ni el estadista era más que orador, ni el literato sabía nada, ni el joven de buena familia, que había venido a Madrid para estudiar, conocía los libros de texto más que por el forro. Se jugaba en todas partes, porque el español había hecho del vicio una colonia de la caridad, que le permitía sostener los asilos con lo que se recaudaba, por contribución, de los círculos. Y todos estábamos contentos, porque el español, teniendo un sitio donde opinar a gritos sobre lo que no entiende, una mesa de juego donde tentar a la suerte y una ventana para asomarse a la calle y ver pasar mujeres, se considera en la antesala del cielo.

Levantarse tarde, vestirse con todo el esmero posible, comprar un periódico, con preferencia de estampas para ahorrarse la comunicación con el pensamiento impreso, que podría causarnos un desgaste cerebral y acaso una enfermedad; entrar en la tienda del limpiabotas, porque el español se preocupa más de sus extremidades inferiores que de lo que tiene sobre los hombros; y luego, provistos de tabaco en abundancia, encaminarnos a nuestros quehaceres, sin prisa, naturalmente, pues hay más días que longanizas. En el trabajo no se llega nunca a la fatiga, ni en las oficinas, ni en los talleres, ni en los andamios.”

Manuel Bueno pudo haber sido violento y de reacciones fuertes en los cafés y en sus escritos de prensa, pero Ramón del Valle-Inclán todo indica que era agresivo por naturaleza. Lo corrobora una vez más Pío Baroja en sus memorias con otro incidente calcado del acaecido en el Café de la Montaña, años después, pero no mucho. “Valle-Inclán, como se sentía un dictador en su tertulia, tenía a veces riñas desagradables. Recuerdo una vez que alguien propuso una expedición a Andalucía. De estas expediciones se proyectaban muchas y no se realizaba casi ninguna. Valle-Inclán dijo que había que hacer el viaje en invierno, y José Ignacio Alberti, granadino, observó que en muchos sitios de Andalucía era muy frío el invierno. Valle-Inclán le contestó desdeñosamente, y Alberti le dijo que no fuera ridículo. Valle le insultó; Alberti le contestó. Valle le tiró una botella a la cabeza. Alberti le tiró una copa. Se armó un escándalo furioso, y Valle-Inclán apareció con la mano llena de sangre. Se había hecho una herida. Sangraba mucho. Fuimos dos o tres a una botica del doctor Simón, de la calle del Caballero de Gracia, próxima a la Red de San Luis, y yo le puse un esparadrapo.”

Manuel Bueno Bengoechea



 “¿Qué hacía entonces el español? se nos preguntará. El burócrata, ir lo menos posible a la oficina; el militar, asistir al cuartel a las horas de servicio; el señorito, cortejar a las mujeres y beber vino; el comerciante, cambiar los artículos de su especialidad por numerario; el clero, mantener a la gente en el temor de Dios; la prensa, contribuir a la confusión de las opiniones, y la marina, guardar los barcos en los fondeaderos.”

Manuel Bueno Bengoechea



“Y todos estábamos contentos, porque el español, teniendo un sitio donde opinar a gritos sobre lo que no entiende, una mesa de juego donde tentar a la suerte y una ventana para asomarse a la calle y ver pasar mujeres, se considera en la antesala del cielo.” 

Manuel Bueno Bengoechea


















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