I
Hay un pájaro sostenido en el agua
mientras llueve.
Puedo escuchar desde la orilla el
sonido ahogado de su muerte y
aún no entiendo por qué no levantó el vuelo
con la primera gota.
Supongo que los pájaros también se cansan.
II
Apelar a la misericordia de la piedra,
a la voz que la rodea y la corruga y la vence [somete].
Pedirle que modere su peso,
que conceda una tregua a mis pasos.
Quizá deje de ser inmóvil por un momento para mirarme
con esos sus ojos de piedra
para recordarme que la condena la llevo en la frente:
mísero esclavo de palabras y movimientos.
III
Del árbol se conoce su vocación de dibujante,
y su silencio;
la frustración del pájaro entre sus ramas
cuando se entera
que su vuelo es una fábula
y su canto, un trazo en carboncillo.
Pero el pájaro no sabe que el árbol es también un
sueño ajeno,
un invento del viento para consolarse.
Joy Helena González Güeto
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