Keila Vall de la Ville

"A mí me interesa el trabajo metafórico, lanzar señales, evocar ideas, dejar botellas sueltas al mar y ver quién las toma y qué ocurre con esto luego. Creo que los tiempos formativos y las primeras experiencias académicas y de la adultez temprana marcan el trabajo de un escritor. Ahora bien, busco dar un paso más allá y trascender esa reserva fundamental para alcanzar temas globales, con los que cualquiera pueda relacionarse. Para eso es la literatura, para conectar, generar discusiones, ofrecer miradas susceptibles de múltiples interpretaciones. Todo lo que se cuenta es una excusa para contar algo distinto. No pienso que de la problemática venezolana no se pueda escapar, no creo en compromisos políticos, ni siento un llamado moral a hablar de algún tema en particular. Escribo lo que me pide ser escrito, el mundo es una cosa asombrosa, está siempre naciendo. No hay que olvidarlo, hay que intentar quedarse en este asombro."

Keila Vall de la Ville




"Cada autor o autora escribe sobre lo que siente está llamado a escribir. Es lógico que esa experiencia aparezca retratada en el trabajo literario de un modo o de otro, pero esto no supone escribir sobre o a partir de la situación venezolana o en respuesta a nuestra propia condición como inmigrantes. Yo no siento que sea un tema literario del que no podamos escapar. En mi caso, aunque en mi escritura haya elementos y preocupaciones que evocan la experiencia política reciente, el trauma sociopolítico y la diáspora venezolana, estos elementos conectan directamente con la experiencia de mis abuelitos catalanes, que como exilados se conocieron en París después de la guerra civil, cuando luego de casarse recibieron en regalo de parte de un amigo que no podía viajar por razones de salud los pasajes de barco que había comprado para él y su esposa. Lo que relato es indisociable de la historia de mis otros abuelitos, polacos escapados justo antes del Holocausto en un barco que iba de Holanda a Ecuador, y que, convencidos por el capitán, se bajaron en Venezuela. Es también indisociable de mi propia convivencia con inmigrantes chilenos y colombianos, por mencionar dos nacionalidades, que llegaron a Venezuela en el siglo XX huyendo de sus respectivas tragedias nacionales. Lo que escribo es indisociable de las conversaciones que sostengo con los venezolanos empleados en un restaurante de tapas españolas ubicado a cuatro cuadras de mi casa en Nueva York. Es indisociable de los idiomas que se amalgaman por instantes en el Reservoir, un lago en Central Park abrazado por un sendero en el que corro, y que imagino como banda sonora transportadora."

Keila Vall de la Ville



Caracas acuática

I.

En esta mañana acuática
bajo el túnel vegetal de una calle sinuosa
los rayos de sol despiertan
la córnea del tiempo.
Desde el cristal salpicado
transito luminiscencias.
Un bosque techo me abriga.

Gloria al bravo pueblo con las manos
cruzadas
en rezo invertido
sobre la zona lumbar.
Cada día el mismo ritual:
hojas de trópico otoñal manchando el cielo
no sé de dónde vienen pero cruzan siempre
las guacamayas
en este lugar.
Falda plisada de poliéster
raspando los muslos.
Yo recito
mientras espero
sin saber cómo se lanza un yugo
o se bajan las cadenas.

Espero. 

II.

Subo al bloque de cemento
áspero
y se mece inestable
de puntillas llego a la fuente. Se moja mi barbilla.
La escuela es atravesada
por tozudos retoños gramíneos
tréboles salvajes y dientes de león.
La casa
la caja de arena, el cerro,
el tobogán de los grandes y también
el de nosotros los niños pequeños
el piso de cemento y la rayuela
todo se está agrietando
Tikal selvático.

Mientras los demás corren
en el patio,
toco el dorso invertebrado
y vuelvo esferas los gusanos armadillo.
Los preservo en el cuenco de una mano
los hago rodar por el corredor.
Los rozo y vuelven, otra vez
a enrollarse. Para mí son canicas. 

III.

Esta mañana acuática de música vudú
doy un salto al descansillo de la escalera.
Atravieso el aire hasta los brazos del abuelo
desde sus cajas Habanas
de madera
con el broche dorado tan pequeño,
insiste el olor
adherido a la familia
un aroma dulzón en la casa, en la alfombra vino
en los libros que leo sin plan.
Abro una página,
cualquiera sirve
del Tesoro de la Juventud.
En todas me quedo.

Sobre un dromedario
entro a la cocina
a las islas de peso falso flotando en caramelo y vainilla
siento en el aire el limón rallado,
hay frascos ámbar traslúcidos
cabellos de ángel y clavos de olor en el alto mesón.
Niña pequeña en secreto envejezco
heredo el paladar
me vuelvo la abuela que me enseña
intuyo formas de hacer, a veces sin mirar. 

IV.

Aún no comprendo para qué sirve
el libro tibetano de la muerte
después que la muerte ya ocurrió.
Semáforo luz roja. 

V.

Burbuja que se eleva
no se puede detener
se aleja la niña.
Esa ciudad
esa casa
esa isla de nube
no se alcanzan.
No te enojes,
yo intento no enojarme.
Tengo o construyo fiera un nuevo centro
me empeño.
Las motas de luz en mi rostro
mis brazos en el túnel vegetal
el brillo y la sombra de mi cuerpo dálmata
las gotas que deforman y luego lavan
este domingo
en un presente cualquiera.

Keila Vall de la Ville




Discontinua en Manhattan

I

En la quinta se divide esta ciudad.
East side, West side.
Aquel parque en el que nos acostamos sobre la grama
para ver pasar el tiempo,
no sé dónde es.
Era de noche
hacía frío y allí estábamos,
mirando el cielo.
No había estrellas y no importó.
No eras quien pensaba y no importó. 

II

Esto es hoy.
Árboles enclenques. Blancos. Demasiado frío para detenerse,
paso sin verlos y sin embargo los vi.
Asfalto brillante, brisa como agujas. Sólo hay color gris,
¿y a quién le importa? Esta ciudad acude,
celebra
salva
arropa.
Hago memoria.
Aquella noche sin estrellas se explica sola.
¿Hasta cuándo creerás en la alegría del sur? 

III

Son las dos son las tres en Manhattan
y no imagino lo que quiero. Me revuelvo entre estas sábanas.
El estornudo, la mosca en el vaso.
Son las dos son las tres.
Granada. 

IV

La granada es una fruta y la granada es una bomba.
Afuera, ¿hay nieve?
No logro ver, empeñada en mi territorio
quebrado.
El pasado me pesa y no sé si lo inventé. 

V

No hay mudanza. Coraza coraza, no puedes entrar.
Coraza coraza, no puedo salir,
herida de palabras
que me atraviesan flecha. 

VI

Cuarenta y dos west. Dean and Deluca.
Double skim capuccino.
No me dejas pero estás de espaldas. A kiss?
Prince Street, vamos juntos sin tocarnos.
Soy culpable
te regalo mi culpa para estar en paz.
Es increíble, todavía creo en explicar,
verbo inútil,
comienza en yo explico y se queda allí.

Y con todo,
nada.

Entonces pausa. 

VII

Un paso más. Un respiro.
Momento que pasa.
La nieve suave
sutil
lenta
me acaricia.

La palabra ya no explota,
vuela
se esfuma,
justo acá
donde nadie voltea a mirar.

Entonces pausa.

Salto.
Pausa.

Me da una risa. La libertad me pertenece.

Keila Vall de la Ville




"El proceso migratorio es inseparable de mi escritura."

Keila Vall de la Ville




Ice-land

Residir en la llama, en su bóveda azul fría
Mercedes Roffé

Isla de nombre Geiser
zorro ártico, recuerdo día sin sol
el tiempo no te roza.
Ciclo de hielo hirviente
poema cóncavo, repetición eterna.

He buscado hotel, sé dónde hospedarme en Reikiavik
conozco el precio del pasaje
miré fotos: una piscina a la intemperie, musgo verde brillante,
pradera donde gritar que nadie escucha lo que acabo de decir.
Jungla precipicio.

Hay piscinas en Reikiavik
agua más nieve es anillo serpiente,
nudo concilio de hierba y raíz.
Hay mermelada de cerezas en la ciudad.

Compro el pasaje
pongo el anuncio:
viajera empecinada busca hoja en blanco
en Islandia lunar.

Keila Vall de la Ville






"Las etiquetas son construcciones o expresiones identitarias inseparables de la voluptuosidad precaria o de la precaria voluptuosidad característica de los tiempos que corren, inseparables del orden económico transnacional y, claro, de los medios de comunicación masivos. Ofrecen la posibilidad de compartir con otras personas desconocidas.

Quizás, el debilitamiento de los grandes marcos teóricos que antes abarcaban, o más bien encasillaban, separaban o acercaban entre sí a las personas proporcionándoles un sentido de seguridad generó un vacío, y llevó a la búsqueda de nuevas categorías alejadas de lo colectivo y más bien ligadas al recorrido íntimo, individual, local. Por una parte, son inseparables del aislamiento social contemporáneo, proporcionan cierto sentido de pertenencia y cercanía, y en tal sentido son formas de acompañamiento y afiliación: eficientes manifestaciones mercantilistas pero también formas de presencia y acción política. Dan protagonismo a las diferencias, trátese de discontinuidades políticas, territoriales, culturales, de género, de acceso a recursos; y ofrecen la posibilidad, con todo y su reduccionismo, de abrir la discusión sobre cada una de estas maneras de estar y ser. No es lo mismo experimentar el mundo siendo hombre o mujer, de género fluido, migrante, desempleado, niño; no es lo mismo vivir en los Estados Unidos como latina que como estadounidense negra o como estadounidense blanca. Cada una de estas realidades antropológicas supone una experiencia, unos privilegios, unas dificultades y unos retos particulares. Las etiquetas nombran estas particularidades.

La tendencia contemporánea nació en los Estados Unidos, sí, pero se ha arraigado progresivamente en otros países. Las observo con atención porque entiendo su función tanto como su riesgo. Digo con frecuencia que las fronteras están hechas para cruzarlas. En tal sentido, las etiquetas no son más que fronteras a atravesar. Es bueno tener presente que la diferenciación entre “nosotros” y “otros” es intrínseca a la experiencia humana, al proceso de identificación del ser cultural. Las etiquetas son en el mundo del capital global uno de los infinitos disfraces de esta antigua necesidad."

Keila Vall de la Ville



"Los jammings sugieren que todas las personas somos una misma, que hay un solo devenir compartido y que las diferencias entre obra y obra son apenas aparentes, aunque fundamentales, pues sin diversidad no hay disfrute."

Keila Vall de la Ville



"Me parece que tememos al juego, que erramos al pensar que lo lúdico se opone a la excelencia. Esa oposición es improductiva y gris. De cualquier modo, hay momentos y lugares para todo. El recital tradicional de poesía, más contenido, más formal, tiene su propio espacio, cómo no. Yo los disfruto y los valoro a ambos."

Keila Vall de la Ville



Memoria cuzqueña

Escalera radical
piedra irregular que al fin encaja
………….como un guante.
Llevo peso al viaje largo,
camino lenta
………….mente
………….siete siglos en zigzag.

El pasado se acerca
dos colinas
y luego es sólo bajar.

Llego al monumento
………….muslos ardiendo.
Paso el día mirando el sol,
la perfección incomprensible
de unos bloques elegidos por una gente muy distinta a mí.

Universo perfecto
en la mitad de nada.

Bajo al Cuzco
voy por una pizza,
una cerveza Cristal
un caramelo de coca
………….la memoria se organiza
………….gracias a detalles así.

Esta noche tropezaré con un hombre
me acostaré con él.
El ácido láctico terminará
derramado
en una cama de flores desteñidas.

Así es el recuerdo:
en veinte años
mi encuentro con las magníficas rocas peruanas
tendrá siempre a cuestas
un polizón.

Keila Vall de la Ville



Periferia 

Permeable a sí­ misma
esta soledad
impecable
se conforma consigo
contigo
frente a la ventana. 

Es reversible,
in & out da igual.
Periferia que te protege
centro
árbol
ombligo del mundo. 

Veo una muralla.
Afuera
es acá.

Keila Vall de la Ville



Uptown

I know it looks like I’m moving, but I’m standing still
Bob Dylan

Es una huida en upbeat

aire frío en los pulmones
ojos entreabiertos
verde y gris

líneas negras sobre fondo nada
la nieve que no llega

viento
contra el viento

aquel árbol me pertenece
el lago se transita así
contra el reloj.

Correr en este parque
es sujetar la liga tensa del tiempo.

La cinta se detiene.

La versión serigráfica
se contiene.

Keila Vall de la Ville








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