Ramón María del Valle-Inclán

“Al que sabe ser humilde, en todas partes le va bien.”

Ramón María del Valle-Inclán



“Ante mis años y a la puerta de un cementerio, no se debe pronunciar la palabra mañana.”

Ramón del Valle Inclán
Luces de bohemia, 1920



“Aprendamos a descubrir en cada forma y en cada vida aquel estigma sagrado que las define y las contiene.”

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa



"Calló el ranchero, y súbitamente los ojos endrinos recobraron sus timbres aguileños. La niña se recogía al pie de una columna con el pañolito sobre las pestañas. El Coronelito abría los brazos y bostezaba: Suspendido en nieblas alcohólicas, salía del sueño a una realidad hilarante: Reparó en la dueña y se alzó a saludarla con alarde jocundo, ciñendo laureles de Baco y de Marte.
Chino Viejo, por una talanquera, hacíale al patrón señas con la mano. Dos caballos de brida asomaban las orejas. Cambiadas pocas palabras, el ranchero y su mayoral montaron y salieron a los campos con medio galope.
Sin demorarse, el honrado gachupín acudió a la Delegación de Policía: Guiado por el sesudo dictamen del sobrino, testimonió la denuncia con un anillo de oro bajo y falsa pedrería, que, apurando su tasa, no valía diez soles. El Coronel-Licenciado López de Salamanca le felicitó por su civismo:
—Don Quintín, la colaboración tan espontánea que usted presta a la investigación policial merece todos mis plácemes. Le felicito por su meritoria conducta, no relajándose de venir a deponer en esta oficina, .aportando indicios muy interesantes. Va usted a tomarse la molestia de puntualizar algunos extremos. ¿Conocía usted a la pueblera que se le presentó con el anillo? Cualquier indicación referente a los rumbos por donde mora podría ayudar mucho a la captura de la interfecta. Parece indudable que el fugado se avistó con esa mujer cuando ya conocía la orden de arresto. ¿Sospecha usted que haya ido derechamente en su busca?
—¡Posiblemente!
—¿Desecha usted la conjetura de un encuentro fortuito?
—¡Pues y quién sabe!
—¿El rumbo por donde mora la chinita, usted lo conoce?
El honrado gachupín quedó en falsa actitud de hacer memoria:
—Me declaro ignorante."

Ramón María del Valle-Inclán
Tirano Banderas




"Calló, esperando en vano alguna respuesta. Aquiles no tuvo para ella ni una mirada, ni una palabra, ni un gesto.
La Condesa se quitó los guantes muy lentamente, y comenzó a repasar las cartas que su amante había conservado en los sobres con religioso cuidado. Después de un momento, sin levantar los ojos, y con visible esfuerzo, llegó a decir:
—Yo a quien quiero es a ti, y nunca, nunca te abandonaría por otro hombre; pero cuando una mujer es madre, preciso es que sepa sacrificarse por sus hijos. El reunirme con mi marido era una cosa que tenía que ser. Yo no me atrevía a decírtelo, te hacía indicaciones y me desesperaba al ver que no me comprendías… ¡Hoy mi madre lo sabe todo! ¿Voy a dejarla morir de pena?
Cada palabra de la Condesa era una nueva herida que inferían al pobre amante aquellos labios adorados, pero, ¡ay!, tan imprudentes. Llenos de dulzuras para el placer, hojas de rosa al besar la carne, y amargos como la hiel, duros y fríos como los de una estatua, para aquel triste corazón, tan lleno de neblinas delicadas y poéticas. Habíase ella aproximado a la lumbre del brasero y quemaba las cartas una a una, con gran lentitud, viéndolas retorcerse cual si aquellos renglones de letra desigual y felina, apretados de palabras expresivas, ardorosas, palpitantes, que prometían amor eterno, fuesen capaces de sentir dolor. Con cierta melancolía vaga, inconsciente, parecida a la que produce el atardecer del día, observaba cómo algunas chispas, brillantes y tenues cual esas lucecitas que en las leyendas místicas son ánimas en pena, iban a posarse en el pelo del estudiante, donde tardaban un momento en apagarse. Consideraba, con algo de remordimiento, que nunca debiera haber quemado las cartas en presencia del pobre muchacho, que tan apenado se mostraba. Pero ¿qué hacer? ¿Cómo volver con ellas a su casa, al lado de su madre, que esperaba ansiosa el término de entrevista tal? Parecíale que aquellos plieguecillos perfumados como el cuerpo de una mujer galante, mancharían la pureza de la achacosa viejecita, cual si fuese una virgen de quince años."

Ramón María del Valle-Inclán
La condesa de Cela



"¡Cómo encendiste mis deseos, cómo me hablaste del placer con tus trofeos de mujer!"

Ramón María del Valle-Inclán



 "Con el rumor de un vuelo
 tiembla el azul del cielo,
 y un lucero florece.
 Anochece."

Ramón María del Valle-Inclán
Rosa vespertina



“Cuando mires tu imagen en el espejo mágico, evoca tu sombra de niño. Quien sabe del pasado, sabe del porvenir. Si tiendes el arco, cerrarás el círculo que en ciencia astrológica se llama el anillo de Giges.” 

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa


“Cuando se rompen las normas del Tiempo, el instante más pequeño se rasga como un vientre preñado de eternidad. El éxtasis es el goce de sentirse engendrado en el infinito de ese instante.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa



“El corazón que pudiese amar todas las cosas sería un Universo. Esta verdad, enlazada místicamente, hace a los magos, a los santos y a los poetas: es el oro filosofal de que habla simbólicamente el Gran Alberto: ¡La Piedra del Sabio! 

Todas las cosas bellas y mortales, cuando revelan su íntimo significado, se aparecen como pentáculos en los números solares. La creación estética es el milagro de la alusión y la alegoría.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa



“El enigma bello de todas las cosas es su posibilidad para ser amadas infinitamente.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa




El pasajero

"¡Tengo rota la vida!  En el combate 
de tantos años ya mi aliento cede, 
y al orgulloso pensamiento abate 
la idea de la muerte, que lo obsede.

Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, 
poder hacer la cruz sobre mi frente, 
y sin saber de amigo ni enemigo, 
apartado, vivir devotamente.

¿Dónde la verde quiebra de la altura 
con rebaños y músicos pastores? 
¿Dónde gozar de la visión tan pura

que hace hermanas las almas y las flores? 
¿Dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis dolores?"

Ramón María del Valle-Inclán



"El sol es la ardiente fuente que provoca las ideas eternas en vaso mortal."

Ramón María del Valle-Inclán


"El verbo de los poetas, como el de los santos, no requiere descifrarse por gramática para mover las almas. Su esencia es el milagro musical."

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa

“En la ciencia hermética de los magos, el centro, en cuanto a unidad, y la esfera, en cuanto infinito, son símbolos del Padre y del Espíritu.”

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa


"En la ética futura se guardan las normas de la futura estética. Tres lámparas alumbran el camino: temperamento, sentimiento, conocimiento."

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa



“En todas las cosas duerme un poder de evocaciones eróticas. Algunas parecen despertarse apenas nos aproximamos, otras tardan en revelarse, otras no se revelaron, otras no se revelarán jamás. Pero si un día pudiésemos conocerlas íntegramente, las veríamos enlazarse en sucesión matemática y concretarse en un solo impulso de amor, como las entrañas de la tierra concretan en la claridad de los cristales el esfuerzo de miles de años. 
El conocimiento de un grano de trigo, con todas sus evocaciones, nos daría el conocimiento pleno del Universo. Un conocimiento mucho más ingenuo, mucho más claro, mucho más inocente que la mirada de un niño.
En este mundo de las evocaciones solo penetran los poetas, porque para sus ojos todas las cosas tienen una significación religiosa, más próxima a la significación única. Allí donde los demás hombres sólo hallan diferenciaciones, los poetas descubren enlaces luminosos de una armonía oculta. El poeta reduce el número de las alusiones sin trascendencia a una divina alusión cargada de significados. ¡Abeja cargada de miel!”
“Alma mía, que gimes por asomarte fuera de la cárcel oscura, enlaza en un acorde tus emociones, perpetúalas en un círculo y tendrás la clave de los enigmas. Descubre la norma de amor o de quietud que te haga centro, y tocarás con las alas el Infinito. Pon en todas tus horas un enlace místico, y en la que llega vierte todo el contenido de la hora anterior, tal como el vino añejo del ánfora pequeña se trasiega en otra más capaz y se junta con el de las nuevas vendimias. 

Para romper su cárcel de barro, colócate fuera de los sentidos y haz por comprender el misterio de las horas, por persuadirte de que no fluyen y que siempre perdura el mismo momento. Que sean tus emociones como los círculos abiertos por la piedra en el cristal del agua, y que en la última se contenga toda tu vida.”

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa




En un libro guardada está...

"En el espejo mágico aparece
toda mi vida, y bajo su misterio
aquel amor lejano se florece
como un arcángel en un cautiverio.

Llega por un camino nunca andado,
ya no son sus verdades tenebrosas,
desgarrada la sien, triste, aromado,
llega por el camino de las rosas.

Vibró tan duro en contra de la suerte
aquel viejo dolor, que aún se hace nuevo,
está batido como el hierro fuerte,
tiene la gracia noble de un mancebo.

Reza, alma triste, en su devota huella,
los ecos de los muertos son sagrados,
como dicen que alumbran las estrellas,
alumbran los amores apagados.

Este amor tan lejano, ahora vestido
de sombra de la tarde, en el sendero
muestra como un arcángel, el sentido
inmortal de la vida al pasajero.

Yo iba perdido por la selva oscura,
sólo oía el quebrar de mi cadena,
y vi encenderse con medrosa albura,
en la selva, una luz de ánima en pena.

Tuve conciencia. Vi la sombra mía
negra, sobre el camino de la muerte,
y vi tu sombra blanca que decía
su oración a los tigres de mi suerte."

Ramón María del Valle-Inclán



“Esa adulación por todo lo consagrado, esa admiración por todo lo que tiene polvo de vejez, son siempre una muestra de servidumbre intelectual, desgraciadamente muy extendida en esta tierra.”

Ramón del Valle-Inclán
Corte de Amor, en Obra completa, I, 2002




"España no está aquí, está en América. En México está la esencia más pura de España."

Ramón María del Valle-Inclán


“Éste es el libro (La lámpara maravillosa) del cual estoy más satisfecho, tanto por la forma, como porque me parece que logré la idea que tenía, de que él despertara en los lectores una emoción diversa y que, como los antiguos libros de las escuelas iniciáticas de Alejandría, pudiera contener verdades de eterna belleza; siempre nuevas, porque quien las siente, puede interpretarlas.”

Ramón María del Valle-Inclán



"Éste que veis aquí, de rostro español y quevedesco, de negra guedeja y luenga barba, soy yo: don Ramón del Valle-Inclán. Estuvo el comienzo de mi vida lleno de riesgos y azares. Fui hermano converso en un monasterio de cartujos y soldado en tierras de Nueva España. Una vida como la de aquellos segundones hidalgos que se engancharon en los tercios de Italia por buscar lances de amor, de espada y de fortuna (…) Hoy marchitas ya las juveniles flores y moribundos todos los entusiasmos, divierto penas y desengaños comentando las memorias amables, que empezó a escribir en la emigración mi noble tío el marqués de Bradomín (…) Todos los años, el día de difuntos, mando decir misas por el alma de aquel gran señor, que era feo, católico y sentimental. Cabalmente yo también lo soy y esta semejanza todavía le hace más caro a mi corazón (…)"

Ramón María del Valle-Inclán
Así se presentaba Valle-Inclán en 1903 en las páginas de la revista Alma Española




"Fui peregrino sobre la mar, y en todas partes pecando un poco, dejé mi vida como un cantar."

Ramón María del Valle-Inclán



Hay dos maneras de conocer, que los místicos llaman Meditación y Contemplación. La Meditación es aquel enlace de razonamientos por donde se llega a una verdad, y la Contemplación es la misma verdad deducida cuando se hace sustancia nuestra, olvidado el camino que enlaza razones a razones y pensamientos con pensamientos. 
La Contemplación es una manera absoluta de conocer, una intuición amable, deleitosa y quieta, por donde el alma goza la belleza del mundo, privada del discurso y en divina tiniebla: Es así como una exégesis mística de todo conocimiento, y la suprema manera de llegar a la comunión con el Todo. Pero, cuando nuestra voluntad se reparte para amar a cada criatura separadamente y en sí, jamás asciende de las veredas meditativas a la cima donde la visión es una suma.
Puede una inclinación filosófica ser disciplina para alcanzar el íntimo consorcio con la suprema esencia bella —divina razón que nos mueve al amor de todas las cosas—, pero cuando una vez se llega a este final, el alma queda tan acostumbrada al divino deleite de comprender intuitivamente, que para volver a gustarle ya no quiere cansarse con el entendimiento, persuadida de que mejor se logra con el ahínco de la voluntad. 
A esta manera llamaron los quietistas tránsito contemplativo, porque al ser logrado el fin, cesan los medios, como cuando la nave llega al puerto acaba el oficio de la vela, y del remo: Es manera más imperfecta que la intuición mística, atendiendo que la una nos llega por enlaces de la razón que medita, y la otra es infusa: Una vista sincera y dulce, sin reflexión ni razonamiento, como escribe Miguel de Molinos.
Estos Ejercicios Espirituales son una guía para sutilizar los caminos de la Meditación, siempre cronológicos y de la sustancia misma de las horas. Ante la razón que medita se vela, en el misterio la suprema comprensión del mundo. El Alma Creadora está fuera del tiempo, de su misma esencia son los atributos, y uno es la Belleza.
La lámpara que se enciende para conocerla es la misma que se enciende para conocer a Dios: La Contemplación. Y así como es máxima en la mística teológica que ha de ser primero la experiencia y luego la teoría, máxima ha de ser para la doctrina estética amar todas las cosas en una comunión gozosa, y luego inquirir la razón y la norma de su esencia bella. Pero siempre del significado sensitivo del mundo, como acontece con la conciencia mística, se les alcanzará más a los humildes que a los doctos, aun cuando estos pueden también entrever alguna luz, si no se buscan a sí mismos ni hacen caso de su artificiosa sabiduría. 
Más alcanza quien más olvida, porque aprende a gozar la belleza del mundo intuitivamente, y a comprender sin forma de concepto, ni figura de cabala, ni de retórica. El amor de todas las cosas es la cifra de la suma belleza, y quien ama con olvido de sí mismo penetra el significado del mundo, tiene la ciencia mística, hállase iluminado por una luz interior, y renuncia los caminos escolásticos abiertos por las disputas de los ergotistas.
Tres son los tránsitos por donde pasa el alma antes de ser iniciada en el misterio de la Eterna Belleza: Primer tránsito, amor doloroso. Segundo tránsito, amor gozoso. Tercer tránsito, amor con renunciamiento y quietud.
Para el extático no existe mudanza en las imágenes del mundo, porque en cualquiera de sus aspectos sabe amarlas con el mismo amor, remontado al acto eterno por el cual son creadas. Y con relación a lo inmutable, todo deviene inmutable. 
El Maestro Eckart aconseja que el alma en esta cumbre debe olvidar el ejercicio de la voluntad, y no decidir ni del bien ni del mal de las cosas, estando muy atenta a que la intuición hable en ella. Y con la misma enseñanza adoctrinaba a sus discípulos, bajo las sombras de un jardín italiano, frente al mar latino, el español Juan de Valdés. 
Pero los sabios de las escuelas en ningún tiempo alcanzaron a penetrar en la selva mística. Su ciencia ignora el gozoso aniquilamiento del alma en la luz, y todo el místico conocer, porque nadie sin gustarlo lo entiende. La ciencia de las escuelas es vana, crasa y difusa como todo aquello que puede ser cifrado en voces y puesto en escrituras.

El más sutil enlace de palabras es como un camino de orugas que se desenvuelven ateridas bajo un rayo de sol. Hermano peregrinante, que llevas una estrella en la frente, cuando llegues a la puerta dorada, arrodíllate y medita sobre estas palabras de San Pablo:

SI QUIS INTER VOS VIDETUR SAPIENS ESSE, STULTUS FIAT, UT SIT SAPIENS

(Si alguno de vosotros se tiene por sabio, hágase necio a fin de ser sabio)

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa




"Hay quien prefiere ser el primer amor; yo he preferido ser siempre el último." 

Ramón María del Valle-Inclán





Hermano peregrinante que llevas una estrella en la frente, cuando llegues a la puerta dorada, arrodíllate y medita sobre estas palabras de San Pablo:

SI QUIS INTER VOS VIDETUR SAPIENS ESSE, STULTUS FIAT, UT SIT SAPIENS
(Si alguno de vosotros se tiene por sabio, hágase necio a fin de ser sabio)

Ramón María del Valle-Inclán
La lámpara maravillosa



"Ilustre Don Gay, de acuerdo. La miseria del pueblo español, su gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte. La Vida es un magro puchero; la Muerte, una carantoña ensabanada que enseña los dientes; el Infierno, un calderón de aceite albando donde los pecadores se achicharran como boquerones; el Cielo, una kermés sin obscenidades, a donde, con permiso del párroco, pueden asistir las Hijas de María. Este pueblo miserable transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan el gato cuando se les muere."

Ramón María del Valle-Inclán
Luces de Bohemia






"La bella busca en las figuras falsas de la luz, claridades puras."

Ramón María del Valle-Inclán




“La belleza es la posibilidad que tienen todas las cosas para crear y ser amadas.”

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa



"La ética es lo fundamental de la estética."

Ramón María del Valle-Inclán



"La imagen más bella es absurda en un espejo cóncavo."

Ramón María del Valle-Inclán



“La miseria del pueblo español, la gran miseria moral, está en su chabacana sensibilidad ante los enigmas de la vida y de la muerte.”

Ramón del Valle Inclán
Luces de bohemia, 1920




"La tibia fragancia de su alcoba encendía en mí, como una tortura, la voluptuosa memoria de los sentidos."

Ramón María del Valle-Inclán



"Llegué hasta su alcoba, que estaba abierta. Allí la oscuridad era misteriosa, perfumada y tibia, como si guardase el secreto galante de nuestras citas. ¡Qué trágico secreto debía guardar entonces! Cauteloso y prudente dejé el cuerpo de Concha tendido en su lecho y me alejé sin ruido, En la puerta quedé irresoluto y suspirante. Dudaba sí volver atrás para poner en aquellos labios helados el beso postrero: resistí la tentación. Fue como el escrúpulo de un místico. Temí que hubiese algo de sacrílego en aquella melancolía que entonces me embargaba. La tibia fragancia de su alcoba encendía en mí, como una tortura, la voluptuosa memoria de los sentidos."

Ramón María del Valle-Inclán
Sonata de otoño




“Lo mismo da triunfar que hacer gloriosa la derrota.” 

Ramón María del Valle-Inclán


"Más alcanza quien más olvida, porque aprende a gozar la belleza del mundo intuitivamente, y a comprender sin forma de concepto, ni figura de cábala, ni de retórica. El amor de todas las cosas es la cifra de la suma belleza, y quien ama con olvido de sí mismo penetra el significado del mundo, tiene la ciencia mística, hállase iluminado por una luz interior, y renuncia los caminos escolásticos abiertos por las disputas de los ergotistas. Tres son los tránsitos por donde pasa el alma antes de ser iniciada en el misterio de la Eterna Belleza: Primer tránsito, amor doloroso: Segundo tránsito, amor gozoso: Tercer tránsito, amor con renunciamiento y quietud. Para el extático no existe mudanza en las imágenes del mundo, porque en cualquiera de sus aspectos sabe amarlas con el mismo amor, remontado al acto eterno por el cual son creadas. Y con relación a lo inmutable, todo deviene inmutable."

Ramón María del Valle-Inclán
La lámpara maravillosa



Max: Los ultraístas son unos farsantes. El esperpentismo lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato.

Don Latino: ¡Estás completamente curda!

Max: Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.

Don Latino: ¡Miau! ¡Te estás contagiando!

Max: España es una deformación grotesca de la civilización europea.

Don Latino: ¡Pudiera! Yo me inhibo.

Max: Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas.

Don Latino: Conforme. Pero a mí me divierte mirarme en los espejos de la calle del Gato.

Max: Y a mí. La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas.

Don Latino: ¿Y dónde está el espejo?

Max: En el fondo del vaso.

Don Latino: ¡Eres genial! ¡Me quito el cráneo!

Max: Latino, deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España.

Don Latino: Nos mudaremos al callejón del Gato.

Ramón María del Valle-Inclán
 Luces de Bohemia



"MAX: ¡Salud, hermano, si menor en años, mayor en prez! RUBÉN: ¡Admirable! ¡Cuánto tiempo sin vernos, Max! ¿Qué haces? MAX: ¡Nada!
RUBÉN: ¡Admirable! ¿Nunca vienes por aquí?
MAX: El café es un lujo muy caro, y me dedico a la taberna, mientras llega la muerte.
RUBÉN: Max, amemos la vida, y mientras podamos, olvidemos a la Dama de Luto.
MAX: ¿Por qué?
RUBÉN: ¡No hablemos de Ella!
MAX: ¡Tú la temes, y yo la cortejo! ¡Rubén, te llevaré el mensaje que te plazca darme para la otra ribera de la Estigia! Vengo aquí para estrecharte por última vez la mano, guiado por el ilustre camello Don Latino de Híspalis. ¡Un hombre que desprecia tu poesía, como si fuese Académico!
DON LATINO: ¡Querido Max, no te pongas estupendo!
RUBÉN: ¿El señor es Don Latino de Híspalis?
DON LATINO: ¡Si nos conocemos de antiguo, maestro! ¡Han pasado muchos años! Hemos hecho juntos periodismo en La Lira Hispano-Americana.
RUBÉN: Tengo poca memoria, Don Latino.
DON LATINO: Yo era el redactor financiero. En París nos tuteábamos, Rubén.
RUBÉN: Lo había olvidado.
MAX: ¡Si no has estado nunca en París!
DON LATINO: Querido Max, vuelvo a decirte que no te pongas estupendo. Siéntate e invítanos a cenar. Rubén, hoy este gran poeta, nuestro amigo, se llama Estrella Resplandeciente!
RUBÉN: ¡Admirable! ¡Max, es preciso huir de la bohemia!
DON LATINO: ¡Está opulento! ¡Guarda dos papiros de piel de contribuyente!
MAX: ¡Esta tarde tuve que empeñar la capa, y esta noche te convido a cenar! ¡A cenar con el rubio Champaña, Rubén!
RUBÉN: ¡Admirable! Como Martín de Tours, partes conmigo la capa, trasmudada en cena. ¡Admirable!
DON LATINO: ¡Mozo, la carta! Me parece un poco exagerado pedir vinos franceses. ¡Hay que pensar en el mañana, caballeros! MAX: ¡No pensemos!
DON LATINO: Compartiría tu opinión, si con el café, la copa y el puro nos tomásemos un veneno.
MAX: ¡Miserable burgués!
DON LATINO: Querido Max, hagamos un trato. Yo me bebo modestamente una chica de cerveza, y tú me apoquinas en pasta con lo que me había de costar la bebecua.
RUBÉN: No te apartes de los buenos ejemplos, Don Latino.
DON LATINO: Servidor no es un poeta. Yo me gano la vida con más trabajo que haciendo versos.
RUBÉN: Yo también estudio las matemáticas celestes.
DON LATINO: ¡Perdón entonces! Pues sí, señor, aun cuando me veo reducido al extremo de vender entregas, soy un adepto de la Gnosis y la Magia.
RUBÉN: ¡Yo lo mismo!
DON LATINO: Recuerdo que alguna cosa alcanzabas.
RUBÉN: Yo he sentido que los Elementales son Conciencias.
DON LATINO: ¡Indudable! ¡Indudable! ¡Indudable! ¡Conciencias, Voluntades y Potestades!
RUBÉN: Mar y Tierra, Fuego y Viento, divinos monstruos. ¡Posiblemente Divinos porque son Eternidades!
MAX: Eterna la Nada.
DON LATINO: Y el fruto de la Nada: Los cuatro Elementales, simbolizados en los cuatro evangelistas. La Creación, que es pluralidad, solamente comienza en el Cuadrivio. Pero de la Trina Unidad, se desprende el Número. ¡Por eso el Número es Sagrado!
MAX: ¡Calla, Pitágoras! Todo eso lo has aprendido en tus intimidades con la vieja Blavatsky.
(...)
MADAMA COLLET: ¡Oh, querido, con tus generosidades nos has dejado sin cena!
MAX: Latino, eres un cínico.
CLAUDINITA: Don Latino, si usted no apoquina, le araño.
DON LATINO: Córtate las uñas, Claudinita
CLAUDINITA: Le arranco los ojos.
DON LATINO: ¡Claudinita!
CLAUDINITA: ¡Golfo!
DON LATINO: Max, interpon tu autoridad.
MAX: ¿Qué sacaste por los libros, Latino?
DON LATINO: ¡Tres pesetas, Max! ¡Tres cochinas pesetas! ¡Una indignidad! ¡Un robo!
CLAUDINITA: ¡No haberlos dejado!
DON LATINO: Claudinita, en ese respecto te concedo toda la razón. Me han cogido de pipi. Pero aún se puede deshacer el trato.
MADAMA COLLET: ¡Oh, sería bien!
DON LATINO: Max, si te presentas ahora conmigo en la tienda de ese granuja y le armas un escándalo, le sacas hasta dos duros. Tú tienes otro empaque.
MAX: Habría que devolver el dinero recibido.
DON LATINO: Basta con hacer el ademán. Se juega de boquilla, maestro.
MAX: ¿Tú crees?...
DON LATINO: ¡Naturalmente!
MADAMA COLLET: Max, no debes salir.
MAX: El aire me refrescará. Aquí hace un calor de horno.
DON LATINO: Pues en la calle corre fresco.
MADAMA COLLET: ¡Vas a tomarte un disgusto sin conseguir nada, Max!
CLAUDINITA: ¡Papá, no salgas!
MADAMA COLLET: Max, yo buscaré alguna cosa que empeñar.
MAX: No quiero tolerar ese robo. ¿A quién le has llevado los libros, Latino?
DON LATINO: A Zaratustra.
MAX: ¡Claudina, mi palo y mi sombrero!
CLAUDINITA: ¿Se los doy, mamá?
MADAMA COLLET: ¡Dáselos!
DON LATINO: Madama Collet, verá usted qué faena.
CLAUDINITA: ¡Golfo!
DON LATINO: ¡Todo en tu boca es canción, Claudinita!"

Ramón María del Valle-Inclán
 Luces de Bohemia




"Mi alma se daba, dándose gozaba, y transcendía su esencia en goce. Se consumía en la alegría del que conoce."

Ramón María del Valle-Inclán



"Mi madre quiso que fuesen sus manos las que dejasen aquella tarde a los pies del Rey Mago los floreros cargados de rosas como ofrenda de su alma devota. Después, acompañada de mis hermanas, se arrodilló ante el altar. Yo, desde la tribuna, solamente oía el murmullo de su voz, que guiaba moribunda las avemarías; pero cuando a las niñas les tocaba responder, oía todas las palabras rituales de la oración. La tarde agonizaba y los rezos resonaban en la silenciosa oscuridad de la capilla, hondos, tristes y augustos, como un eco de la Pasión. Yo me adormecía en la tribuna. Las niñas fueron a sentarse en las gradas del altar. Sus vestidos eran albos como el lino de los paños litúrgicos. Ya sólo distinguía una sombra que rezaba bajo la lámpara del presbiterio. Era mi madre, que sostenía entre sus manos un libro abierto y leía con la cabeza inclinada. De tarde en tarde, el viento mecía la cortina de un alto ventanal. Yo entonces veía en el cielo, ya oscura, la faz de la luna, pálida y sobrenatural como una diosa que tiene su altar en los bosques y en los lagos...
Mi madre cerró el libro dando un suspiro, y de nuevo llamó a las niñas. Vi pasar sus sombras blancas a través del presbiterio y columbré que se arrodillaban a los lados de mi madre. La luz de la lámpara temblaba con un débil resplandor sobre las manos que volvían a sostener abierto el libro. En el silencio la voz leía piadosa y lenta. Las niñas escuchaban y adiviné sus cabelleras sueltas sobre la albura del ropaje y cayendo a los lados del rostro iguales, tristes, nazarenas. Me había adormecido, y de pronto me sobresaltaron los gritos de mis hermanas. Miré y las vi en medio del presbiterio abrazadas a mi madre. Gritaban despavoridas. Mi madre las asió de la mano y huyeron las tres. Bajé presuroso. Iba a seguirlas y quedé sobrecogido de terror. En el sepulcro del guerrero se entrechocaban los huesos del esqueleto. Los cabellos se erizaron en mi frente. La capilla había quedado en el mayor silencio, y se oía distintamente el hueco y medroso rodar de la calavera sobre su almohada de piedra. Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto se mecía la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas. De pronto, allá lejos, resonó festivo un ladrar de perros y una música de cascabeles."

Ramón María del Valle-Inclán
El miedo


"Nada será que no haya sido antes. Nada será para no ser mañana. Eternidad son todos los instantes, que mide el grano que el reloj desgrana."

Ramón María del Valle-Inclán


"No olvides que la última y suprema razón que todas las cosas atesoran para ser amadas, es ser bellas."

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa




"No son las cosas como las vemos, sino como las recordamos." 

Ramón María del Valle-Inclán


“Peregrino del mundo, si miras con todos los ojos, amarás con todos los corazones, y tu intuición será teologal.”

Ramón María del Valle-Inclán
 La lámpara maravillosa






"Pero hacia el ensueño navegando un día, escuché lejano canto de sirenas y enfermó mi alma de melancolía."

Ramón María del Valle-Inclán



"Quien sabe del pasado sabe del porvenir."

Ramón María del Valle-Inclán





"Quiero una casa edificar como el sentido de mi vida, quiero en piedra mi alma dejar erigida."

Ramón María del Valle-Inclán




"Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, poder hacer la cruz sobre mi frente, y sin saber de amigo ni enemigo, apartado, vivir devotamente."

Ramón María del Valle-Inclán




Rosa de Job

Todo hacia la muerte avanza,
De concierto,
Toda la vida es mudanza
Hasta ser muerto!
¡Quién vio por tierra rodado
El almenar,
Y tan alto levantado
El muladar!
¡Mi existir se cambia y muda
Todo entero,
Como árbol que se desnuda
En el Enero!
¡Fueron mis goces auroras
De alegrías,
Más fugaces que las horas
De los días!
¡Y más que la lanzadera
En el telar,
Y la alondra, tan ligera
En el volar!
¡Alma, en tu recinto acoge
Al dolor,
Como la espiga en la troje
El labrador!
¡Levántate, corazón,
Que estás muerto!
¡Esqueleto de león
En el desierto!
¡Pide a la muerte posada,
Peregrino,
Como espiga que granada
Va al molino!
¡La vida!… Polvo en el viento
Volador.
¡Sólo no muda el cimiento
Del dolor!

Ramón María del Valle-Inclán





Rosa hiperbólica


"Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro de una sombra canta sin voz:

     -Soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de hiel.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡Ya no me llama ningún laurel!
      Pulsan las penas en la ventana,
vienen de noche con su oración,
más aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.
      Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar ,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.
      No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las almas como en la luz.
Di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.
       Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡Mañana es hoy!
        Va la carreta bamboleante,
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante
dentro una sombra canta sin voz."

Ramón María del Valle-Inclán



Rosaleda

"Cuando iba por la selva nocturna, sin destino,
escuché una esperanza cantar sobre el camino,
en la alborada de oro. Yo pasaba. Su canto
daba sobre una lírica fresca rama de acanto.

Saliendo de mi noche, me perdí en un recinto
de rosas. Por los métricos sellos de un laberinto,
los senderos en fuga culterana y ambigua,
conjugaban el tema de la fábula antigua.

Conversé con las rosas, y, como un amuleto,
recogí de las rosas el sideral secreto.
Los números dorados
de sus selladas cláusulas, me fueron revelados.

Mi Alma se daba,
dándose gozaba,
y transcendía
su esencia en goce.
Se consumía
en la alegría
del que conoce."

Ramón María del Valle-Inclán




"Sobre la eterna noche del pasado se abre la eterna noche del mañana."

Ramón María del Valle-Inclán



"Sólo las obras cargadas de tradición están cargadas de futuro." 

Ramón María del Valle-Inclán


"Son las palabras espejos mágicos donde se evocan todas las imágenes del mundo. Matrices cristalinas, en ellas se aprisiona el recuerdo de lo que otros vieron y nosotros ya no podemos ver por nuestra limitación mortal, aun cuando todas las imágenes y todos los verbos sean eternidades en el seno de la luz, como explicaba el mago Apolonio de Tiana. Para el iniciado que todas las cosas crea y ninguna recibe en herencia, la luz es numen del Verbo."

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa


"Soy aquel amante que nunca se muestra, muda en cada instante mi sombra siniestra."

Ramón María del Valle-Inclán



"Suspirosa llamó al mastín, y acudió á reunir el hato esparcido por todo el campo de San Clodio. Un cordero balaba encaramado sobre el muro del atrio, sin atreverse á descender. Adega le tomó en brazos, y acariciándole fué á sentarse un momento bajo los cipreses. El cordero, con movimientos llenos de gracia, ofrecía á los dedos de la pastora el picaresco testuz marcado con una estrella blanca: Cuando perdió toda zozobra, huyó haciendo corcovos. Adega alzó la rueca del césped y continuó el hilado.
Allá en la lejanía, por la falda del monte, bajaban esparcidos algunos rebaños que tenían el aprisco distante y se recogían los primeros. Oíase en la quietud apacible de la tarde el tañido de las esquilas y las voces con que los zagales guiaban. Adega arreó sus ovejas, y antes de salir al camino las llevó á que bebiesen en la fuente del atrio. Bajo los húmedos laureles, la tarde era azul y triste como el alma de una santa princesa. Las palomas familiares venían á posarse en los cipreses venerables, y el estremecimiento del negro follaje al recibirlas uníase al murmullo de la fuente milagrosa cercada de laureles, donde una mendiga sabia y curandera ponía á serenar el hinojo tierno con la malva de olor. Y el sonoro cántaro cantaba desbordando con alegría campestre bajo la verdeante teja de corcho que aprisionaba y conducía el agua. Las ovejas bebían con las cabezas juntas, apretándose en torno del brocal cubierto de musgo. Al terminar se alejaban hilando agua del hocico y haciendo sonar las esquilas. Sólo un cordero no se acercó á la fuente: Arrodillado al pie de los laureles, quejábase con moribundo balido, y la pastora, con los ojos fijos en el sendero por donde se alejó el peregrino, lloraba cándidamente. ¡Lloraba porque veía cómo las culpas de los amos eran castigadas en el rebaño por Dios Nuestro Señor!"

Ramón María del Valle-Inclán
Flor de santidad




“Toda expresión de suprema belleza es un divino centro que engendra infinitos círculos.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa


“Toda forma suprema de amor es una matriz cristalina y eterna. Ser bello es hacerse centro de amor y morar otra vez en el himen divino.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa



“Toda la ciencia mística, como toda creación estética, es amor y luz.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa


“Todas las cosas se mueven por estar quietas, y el vértigo del torbellino es el último tránsito para su quietud. Atracción es amor, y amor es gracia extática.”

Ramón María del Valle-Inclán

 La lámpara maravillosa



"¡Todo hacia la muerte avanza de concierto, toda la vida es mudanza hasta ser muerto!"

Ramón María del Valle-Inclán



"Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas."

Ramón María del Valle-Inclán





"UN SEPULTURERO: Ese sujeto era un hombre de pluma.
OTRO SEPULTURERO: ¡Pobre entierro ha tenido!
UN SEPULTURERO: Los papeles lo ponen por hombre de mérito.
OTRO SEPULTURERO: En España el mérito no se premia. Se premia el
robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo."



Ramón María del Valle-Inclán
Luces de Bohemia



"Y desaparece velozmente, como esos etíopes carceleros de princesas en los castillos encantados. Yo, espoleado por la curiosidad, salgo tras él. Heme en el puente que ilumina la plácida claridad del plenilunio. Un negro colosal, con el traje de tela chorreando agua, se sacude como un gorila, en medio del corro que a su rededor han formado los pasajeros, y sonríe mostrando sus blancos dientes de animal familiar. A pocos pasos dos marineros encorvados sobre la borda de estribor halan un tiburón medio degollado, que se balancea fuera del agua al costado de la fragata. Mas he ahí que de pronto rompe el cable, y el tiburón desaparece en medio de un remolino de espumas. El negrazo musita apretando los labios elefanciacos...
(...)
El negro pareció dudar. Asomóse al barandal de estribor y observó un instante el fondo del mar, donde temblaban amortiguadas las estrellas. Veíanse cruzar argentados y fantásticos peces que dejaban tras si estela de fosforescentes chispas y desaparecían confundidos con los rieles de la luna. En la zona de sombra que sobre el azul de las olas proyectaba el costado de la fragata, esbozábase la informe mancha de una cuadrilla de tiburones. El marinero se apartó reflexionando. Todavía volvióse una o dos veces a mirar las dormidas olas, como penetrado de la queja que lanzaban en el silencio de la noche."

Ramón María del Valle-Inclán
Sonata de estío



“¡Y las dos columnas simbólicas se unieron bajo la curva del arco! ¡Y entre las dos iba un camino de estrellas! Desde aquel día de amor, quien buscó una orientación cierta para llegar a conocer intuitivamente, fue por este camino, siguiendo las pisadas y la sombra blanca de Cristo Redentor. No Hay otra verdad que las celestiales palabras con que se cierra el cabalístico libro de la Tabla Esmeralda: Te doy el amor en el cual está contenido el sumo conocimiento. Sólo el corazón que ama milagrosamente todas las cosas, sólo la mano que bendice, puede enlazar el momento que pasó con el que se anuncia, y detener el vuelo de las horas (…) Si la serpiente cerrara el círculo, se tornaría divina.”o solo con mis leones y la certeza de ser quien soy."

Ramón María del Valle-Inclán


"Ya sólo distinguí una sombra que rezaba bajo la lámpara del presbiterio: era mi madre, que sostenía entre sus manos un libro abierto y leía con la cabeza inclinada. De tarde en tarde, el viento mecía la cortina de un alto ventanal. Yo entonces veía en el cielo, ya oscuro, la faz de la luna, pálida y sobrenatural como una diosa que tiene su altar en los bosques y en los lagos... Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas."

Ramón María del Valle-Inclán
Jardín umbrío