1.TRANQUILA,
A mirar hacia atrás nos enseñaron.
A beber con cuidado la copa
del amor o la de la fiesta;
vigilantes: que un golpe menor
podría deshacernos; intranquilas
en la casa y en el trabajo,
con la tensión del centinela
durmiendo alertas en los sueños,
las cuidadosas vamos.
.
2. HERMANA,
Cuando estamos en riesgo
pocos acuden, cuando acuden
es para acusarnos.
—No vuelvas sola, coge un taxi,
no estudies tanto, ponte un vestido,
no escribas eso, no es memorable.
Hacer que la ternura suene como un reproche:
el triunfo de la violencia.
.
3. AQUÍ
Cuando una mujer entra en una sala
localiza primero las salidas,
luego ajusta su bolso o sus zapatos
y pasa registrando las posibles
rutas de huida hacia lo salvo.
Y hemos permitido construir
nuestra cultura entera
con estos patrones de terror
sobre nuestras hijas.
Y no se nos cae la cara de vergüenza,
y todavía hay quien levanta la mano
contra las supervivientes.
.
4. ESTÁ
Las lectoras y los lectores
deberán completar este poema
con su propia respuesta a la violencia
del juicio público y del sesgo.
.
5. TU MANADA
A ellos les enseñan
que con atravesarnos nos acaban.
Se creen que algo cambia,
que la estructura muta
al irrumpir adentro de los órganos.
Se creen que hacen cosas,
se creen que nos importan,
se creen que se merecen
respeto por su fuerza.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxSe lo creen.
Nosotras hemos visto
sus armas, sus cordajes,
los secretos enigmas que la sangre
y el deseo trastornan
entre sus piernas y su orgullo.
Y ellos solo han visto nuestro llanto.
Cristina Morano
El animal que no eres
No, tú no eres un animal.
Tú no obedeces
ciegamente, ni al dolor respondes
con aullidos. No has nacido
en el lugar previsto, ni has sido separado
de tus juegos para la educación.
Nadie te confina en recintos
protegidos, ni vigila tu ocio,
ni escancia tu comida a horas previas
en platos estándar. No entregas
tus crías al sistema, ni tu placer a las normas.
No,
Tú no eres un animal.
Estás seguro.
Cristina Morano
LAS CUIDADOSAS
No hay armas ni canciones fuertes,
ni cielos, ni sabor a vencer nunca,
no hay otra cosa que sigilo
en esta casa nuestra, hermanas;
nada más que nosotras
quedas.
Atentas al afuera,
al ruido que intuimos más allá
de los pasillos.
En los dentros mudas,
erguidas, firmes en la imitación
del animal suave.
Sin ser suaves
nosotras.
Indefensas en las casas,
guardamos la vajilla sin usar
los cuchillos, limpiamos los cerrojos
y echamos las cortinas:
con nuestra misma mano nos ceñimos
el velo.
Al fondo del pasillo
se mueven las mandíbulas, aúllan
los instintos, se amargan las entrañas,
se nos hace de sal el cuerpo
si desandamos camino.
Y de lo callado nuestro, sólo
acertamos a decir: ten cuidado.
Siempre nos decimos el cuidado.
Como una joya atroz, lo damos a las hijas,
y hasta el final de la vida procuramos
que no tengan olvido los cuidados.
Cristina Morano
"Me han encuadrado dentro de a ‘poesía de la conciencia crítica’. Y sí que estoy muy de acuerdo, la verdad. Porque yo soy así, soy muy crítica, y todos mis poemas tienen ese componente de denuncia social, política o, a veces, incluso personal. Pero también te tengo que decir que este poema se salta un poco todo eso para ser un, diría, como más íntimo."
Cristina Morano
"No pretendo ser moralizante o paternalista; lo que quiero es transmitir esperanza, decirle a la gente que yo conviví durante dos años con el dolor y que salí de aquello de otra manera y mejor."
Cristina Morano
POR QUÉ LOS ADULTOS NUNCA VAN AL ZOO, SOLO ACOMPAÑAN A LOS NIÑOS
Qué lástima, te mira.
Detrás de la valla te mira y da una lástima...
Parece sucio, no tiene lustre la piel,
se tumba enseguida. Por un momento
has encontrado una metáfora,
algo relacionado con pertenecer
a un amo.
Incómodo, repasas las llaves del coche,
el dinero para gasolina, tus críos
que siguen enganchados
mirando fijamente dentro de la jaula.
También la carretera
corre tras un vallado, y tu casa.
Al sacarte la ropa te asombra
tu propio cinturón: parece una correa.
Por fin, encuentras la diferencia
entre el animal y tú:
Él no
consiente su cárcel.
Todavía aúlla y si pudiera
saltaría.
Cristina Morano
"Yo siempre he escrito relatos, artículos, novelitas. Con algunos he tenido éxito, con otros no, pero la prosa y la construcción de historias era siempre un quehacer que me ocupaba horas y horas y gracias al cual podía plasmar el humor y la crítica que no hallo en el poema. El texto de la poesía es para mí muy... Como decir... “Sagrado” y ahí solo cabe lo esencial o lo muy importante. En la narrativa puedo explayarme en el presente, en la sátira, en la creación de personajes, en la recreación de espacios.... Y esconderme, como diría Ginés Sánchez, esconderme en personajes y situaciones. Por otro lado, al conocer a Ginés, meterme en su mundo como ayudante en su documentación y perfiles de personajes, me ha permitido aprender lo que me faltaba: a organizar y estructurar una novela en el sentido de las líneas técnicas: el contexto, el carácter del personaje, la preparación de todo lo que hay detrás... Eso me ha dado fuerza para presentar estos escritos a las editoriales; antes no me había atrevido, solo con algún cuento.
En el fondo, sigo siendo yo, con mi eterna queja sobre las injusticias, ¿no? Pero de una manera más relajada; porque en la novela hay eso que contaba Borges o Pizarnik (ya no se sabe quién fue, se ha contado muchas veces esta anécdota) siempre hay espacio para que algún personaje diga “¿Quieres un café con leche?”, es decir para que la autora se relaje y deje de producir Arte, deje de lado la Creación de Lenguaje y Todas Esas Cosas Tan Importantes que nos creemos los artistas. En la novela hay espacio para relajarte, y poner a tus personajes a decir tontadas o a tomarse un café con el malo."
Cristina Morano
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